Biografía rolera

Por Javier Albizu, 16 Mayo, 2018
Me gustan los juegos de rol. Me gustan como concepto, como medio y como herramienta.
Es un concepto con un potencial inigualable para crear historias, un medio que permite que afloren facetas de uno mismo que se encuentran sepultadas bajo capas de inseguridad y miedo, y una herramienta versátil como pocas a la hora aunar estos aspectos.

Me gustan porque me abrieron los ojos no sólo a los mundos que se aglutinan en las mentes de otros creadores, sino que también me han permitido descubrir otras facetas de este en el que vivimos. Me gustan porque me han proporcionado una cantidad de amistades y vivencias. A través de su práctica no sólo logré descubrir cosas de mi mismo que desconocía, sino que también me ayudaron a superar algunas trabas autoimpuestas que no me permitían levantar la vista del suelo para ver el potencial de todo lo que tenía ante mi. Es una afición gracias a la que me he desarrollado de una manera que no ha podido igualar ninguna otra.

Gracias a ellos se despertó una curiosidad que jamás podrá ser saciada. Una serie de inquietudes que me han llevado a leer, informarme y analizar los orígenes, evoluciones y contextos de multitud de temáticas. Unas lecturas que han generado nuevas preguntas, que han cambiado mi manera de relacionarme con otros, que me han ayudado a interactuar de otras maneras con quienes me rodean, que me han llevado a tratar de comprender otros puntos de vista.
Durante el tiempo que la practiqué con asiduidad, me aportaron más que cualquier otra de mis aficiones. Me ayudaron a formarme como persona.

Pero no soy un jugador de rol.
Puedo jugar de manera esporádica y divertirme, pero ya no tengo aquel impulso que me llevaba a desear con impaciencia la siguiente aventura.
Aún así, pese a que desde principios de siglo apenas soy un practicante ocasional, eso no me impide seguir considerándome como uno de los integrantes de esta afición.
Pese a no compartir una gran cantidad de los preceptos bajo los que ha evolucionado, me sigue pareciéndome un medio maravilloso. Uno con un potencial increíble para todo tipo de ámbitos.

Me gusta leer acerca del rol, me gusta debatir sobre él, me gusta hacer proselitismo y tratar de aclarar en qué consiste esta afición ante aquellos que sólo la conocen de oídas. Siempre estoy dispuesto a dirigir una partida a aquellos que tienen curiosidad por saber “qué es eso del rol”. Aún a día de hoy me pregunto en ocasiones acerca de cómo serían aquellos conocidos a quienes no he dirigido como jugadores.

Mi andadura en el mundo del rol comenzó durante finales de los años ochenta, y tuvo su cénit a lo largo de la década de los noventa.
No formé parte de la primera generación rolera patria pero, durante aquellos años, gracias a internet fui testigo virtual de cómo se produjo la eclosión de aquella comunidad en España, y gracias a las revistas supe de las formas que iba adoptando más allá de nuestras fronteras.
Aún así, la lejanía geográfica de los grandes núcleos en los que se concentraba aquella actividad impide que mi visión sea completa. Un déficit que voy subsanando gracias a quienes se están dedicando a recopilar esta información en sus blogs.

Porque el dejar de jugar no ha hecho que mi interés por los juegos de rol disminuya.
Quizás me sienta muy desligado de su presente, pero nunca he dejado de leer acerca de ellos. Acerca de su historia, sus protagonistas, al igual que tendencias y los rasgos que ha ido adquiriendo.

En el año noventa y dos comencé a escribir una ambientación que a día de hoy continúo desarrollando; Daegon. Un universo que ha formado parte de mi vida desde entonces.
Muy probablemente, de no haber conocido el rol no habría comenzado a escribir y esta web no existiría. No habría llegado a conocer a quienes llamo amigos desde hace tantos años. Habría sido una persona muy diferente de quien soy a día de hoy.
No sé si alguien mejor o peor, pero definitivamente alguien distinto.

Esta biografía es un intento de aunar los distintos aspectos de de esta afición que más valoro; el histórico, el personal y el teórico.
No hablaré únicamente acerca de mi propia experiencia, sino que también trataré de aportar una visión de esta evolución que ambos hemos experimentado a través de mi prisma personal, parcial y periférico.
Mientras escribo estas palabras desconozco cuál será su periodicidad, su duración, su desarrollo o la profundidad con la que trataré cada tema. Lo que sí que tengo claro es que no pretendo sentar cátedra ni generar controversia, de la misma manera que sé que el debate será bien recibido.

Dependiendo del momento sobre el que hable, la balanza y el foco se desequilibrará hacia uno u otro lado, oscilando entre la experiencia personal y el dato histórico, entre la reflexión y la emoción.

Una vez realizada esta presentación formal, se bienvenido.
Espero que tu visita sea agradable.

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Carlos de la Cruz

Hace 2 años 9 meses

Una vez leí en un número de la revista Líder que para poder escribir un juego de rol había que saber DE TODO. Y no le faltaba razón. Gracias a esta afición he terminado estudiando historia, física, sociología y todo tipo de saberes, solo por comprender mejor cómo funciona el mundo y poder simularlo en la partida. Luego descubres que no es necesario simular cómo funciona el mundo, sino cómo funcionan las historias, pero bueno, un poco de verosimilitud es apropiada para ciertos tipos de narración.

Yo he pasado por muchos períodos en los que he jugado o dirigido menos pero creo que nunca lo he llegado a dejar del todo nunca. Quizá hubo algunos años en los que jugué poco o nada, pero nunca consideré que hubiera dejado la afición. En palabras de Alejo Cuervo: "Los roleros son como los Vengadores; una vez rolero, siempre rolero".

Yo también comencé a finales de los ochenta, aunque en mi caso paré un poco a finales de los 90 y volví a cogerlo con fuerza desde mediados de los 2000. Y desde entonces, creo que ya no lo he dejado nunca.

Tengo muchas ganas de ver cómo fue tu historia. Vamos allá.

Al final, o al menos en mi caso, la creación de un universo de ficción se termina por convertir en un prisma a través del que miras el mundo.
Con cada dato que descubres acerca de "la realidad" te preguntas; ¿cómo encajaría esto en el mío? ¿tiene cabida en él?

Quizás ya no juegue a rol, pero me sigo considerando un rolero, así que Alejo no le faltaba razón.

El tema de jugar... es complicado.
Recuerdo la sensación de estar esperando a que llegase el fin de semana para seguir con las campañas, pero esa sensación ha desaparecido. Supongo que es por eso que el compromiso que implica estar metido en una o varias campañas se me hace ahora excesivo.

Por otro lado, y como ya digo por ahí arriba, sigo teniendo curiosidad por saber cómo sería la gente en una mesa de juego. Aunque, claro, mucho me temo que esta no deja de ser una afirmación un tanto sesgada. Lo que realmente me produce curiosidad es el saber cómo serían como jugadores o directores de Daegon pero, al mismo tiempo, mi complejo de pelma me lleva a no insistir en mis ofrecimientos (a lo que habría que sumar que llevo tanto tiempo sin dirigir que me da miedo el decepcionarles en caso de que acepten).

Por último, tal y como me temía, me duelen los ojos sólo de leer este texto. Por suerte aún queda tiempo hasta que me plantee el reescribirlo.

Con respecto al cómo sería la gente en la mesa de juego... tengo una anécdota. Durante muchos años jugué una partida de rol por foro con un grupo de gente. Pasados los años dejé de jugar dicha partida, pero quedé en persona con dos de estos compañeros para tomar una caña (en la era pre-covid). Y aunque hacía años que no hablábamos, era como si nos hubiéramos despedido el día siguiente. Uno de ellos me comentó que es que jugando al rol llegas a conocer muy bien a la gente, sobre todo si compartís partida durante mucho tiempo. La conoces de un modo mucho mayor que quedando para tomar copas, hacer deporte o casi cualquier actividad ;).

Todos los amigos "de infancia" que conservo son los que he conocí una vez que comencé a jugar a rol. Las relaciones que establecí mientras estudiaba terminaron por devanecerse una vez que ese nexo común se rompió.

Hay amigos que siguen aquí a los que veo de ciento a viento (cumpleaños y similares) con lo que sucede algo parecido a lo que comentas. Una cosa es que ya no juegue con ellos, otra que todo lo que hemos compartido haya desaparecido (aunque la relación sí que ha sufrido cambios).
A lo largo de las campañas, según vas conociendo a sus personajes, también conoces a quienes los manejan.
Eso es lo que siempre me ha gustado más del rol. El crear las relaciones a diferentes niveles (y la razón por la que ya no me llaman las aventuras individuales o el dedicarme a probar juegos nuevos)

Eso sí, la gente con la que conservo una relación más cercana es aquella con la que también compartía otras aficiones (ya fuese el primer contacto con ellos en persona, a través de alguna lista de correo o las redes sociales).
Por desgracia, una gran parte de ellos es gente a la que veo más de ciento a viento. Colegas que se han mudado a (o son de) Barcelona o Madrid por trabajo, pero con los que la reconexión es automática en cuanto nos vemos, con la que intercambio mensajes con mayor frecuencia, y con la que hago planes de vacaciones.