Narracionis interruptus

Es la una de la mañana y me he levantado para escribir esto (me he acostado a eso de las 9:30, y no hay manera de dormir). Llevo dándole vueltas desde hace un buen rato, y tengo la sensación de que si no lo escribo ahora, acabara por no salir. Es algo del momento, que no creo que se mantenga con la misma intensidad después de haber dormido.
Hace tiempo comencé a escribir la historia de mi vida en este diario. En aquel momento, no se porque, me pareció que podía ser algo remotamente interesante par mis amigos (a parte de una buena manera de tener algo que ir poniendo en el diario, cuando todavía era “diario”). Pero con el tiempo (y el cambio de periodicidad a semanal) la relevancia de estos eventos dejo de parecerme de interés. Quizás se debiera a que el tiempo que transcurría entre columna y columna me permitía reflexionar sobre la relevancia o no de lo que iba a contar. Lo cierto es que, ahora cada vez que trato de retomar “mi historia” a partir del punto en el que se quedó, me parece menos interesante lo que tengo que contar sobre ella. Será que el animo con el que comencé aquello se ha desvanecido.

Porque este diario es algo que va así. Al contrario de cómo soy (o creo ser) en “la vida real”. Aquí me dejo llevar por el momento. Sin pararme a reflexionar sobre las consecuencias que provocara aquello que escribo. En como mellara (o fortalecerá) la opinión que sobre mi tienen, aquellos que me leen, gracias a estos “nuevos” conocimientos (aunque también puede ser que no sorprenda a nadie, como me ha dicho mas de uno).
Si en mi vida social trato de ser consciente, y de controlar, de cada una de mis palabras, cada de mis acciones, y cada una de mis reacciones. En este diario trato de hacer justo lo contrario. Al comenzar la columna no se como voy a terminarla. Si que tengo una idea genérica del tema que voy a tratar, si que trato de darle una forma que sea comprensible y coherente (aunque quizás no siempre lo logre), pero no me paro a pensar en lo que he escrito en el párrafo anterior.
No rescribo nada, pese a que hay momentos en los que, releyendo lo que he escrito en columnas anteriores, me pregunte como he sido capaz de escribir eso. No porque sea mentira, no porque me arrepienta de haberlo escrito, sino porque son partes de mi que no suelen salir mas allá de este teclado. Pero una vez escritos no los borraré. Porque eso es lo bueno de este “panfletillo”. Puede darme vergüenza algo que haya escrito en un momento dado, guiado por un momento anímico concreto. Pero una vez escrito, y una vez leído por la gente ya no puedo fingir que no esta ahí, la gente lo sabe, por mucha vergüenza que me pueda dar a posteriori. Porque “yo” soy la suma de todo esto (y de otras tantas cosas).

Soy capaz de recordar mi estado anímico al escribir algunas de las columnas, la necesidad de compartir esas sensaciones (como ahora mismo). El saber que si lo dejaba pasar, desaparecería y no sería de compartir ese dolor, o ese momento único. Porque fuera de estas palabras no me permito a mi mismo ser como soy dentro de ellas.

Y es por eso que llega ahora (a esta hora y en este momento) esta columna.

Porque esta semana he dado un gran paso (gran paso para mi, microscópico paso para la humanidad). El lunes, hablando con Ángel Rodríguez, le dije que tenía intención de mandar alguno de mis escritos a alguna editorial.

Pues vaya chorrada (os diréis).

Pues no, os respondo.

Porque ya lo he dicho. Las palabras surgieron de mis labios, y ya no puedo fingir que están en mi mente. Tomaron forma, consistencia y peso (y para que adquiriesen mas peso aún, le dije eso mismo a Hugo este sábado). Por un momento permití a mi minúsculo ego salir (le costo atravesar las inmensas llanuras de victimismo, y las densas junglas de autocompasión). Me permití el tener una mínima esperanza de que, quizás, lo que escribo pueda ser bueno. Quizás haya alguien capaz de pagar por leerlo (aunque a este respecto el dinero me la suda).
Porque como soy un grandísimo imbécil, siempre me quedo con lo peor. Cada vez que he mandado a alguien cualquiera de mis textos, y no lo ha leído, o no me ha respondido, crece mi el espíritu de Calimero y empiezo a lloriquear internamente “nadie me quiere, me han abandonado”. Se apodera de mi el victimismo mas infantil, y soy el niño no popular del colegio que cree que le están haciendo de menos, que si esas mismas palabras las hubiera escrito, Pepito “el escritor famoso”, Fulanito “el gracioso”, o Zutanito “el popular” si que se las habrían leído.
Pues, ¿sabéis que os digo?.
¡A LA MIERDA!, ¡ELLOS SE LO PIERDEN!.
Nadie pierde nada. No puedo perder algo que nunca he tenido, y ellos no pierden nada que les interesase. Así que todo contentos.

Porque yo soy quien mas se hace de menos (válgame la rebuznancia). Yo soy mi peor enemigo.
Porque también hay gente que se las lee, y me dice que son buenas. Y de nuevo, gracias a mi estupidez, elijo no creerlos. Prefiero decirme que “es bueno” para ser mío, pero que no es bueno “de verdad”. Es mas fácil ir de victima que permitirte la esperanza. Porque para mantener la esperanza hay que luchar, y luchar mucho.
Así que ya me vale. Mis historias son buenas, y eso es algo que se (aunque haya veces que me diga que es soberbia). Quizás necesiten mas trabajo (quizás no. Es un hecho). Se que soy un narrador mediocre, pero también ser que soy un buen argumentista (muy bueno, diría yo), y un buen creador de personajes. Así que solo es cuestión de trabajarlo mas (como muy bien decía Zapata en su comentario hace un par de columnas).

Estoy cansado de sentirme inferior a todo el mundo.
Estoy cansado de arrastrar mi autoestima.
Estoy cansado de dejar siempre bien clara la opción de que me digan “no”.

Ahora voy a luchar.
Y ME COMPADEZCO DE AQUEL QUE TRATE DE INTERPONERSE EN MI CAMINO…
…POR LA RAZÓN EQUIVOCADA.



(Mierda, lo he vuelto a hacer)

El contenido de este campo se mantiene privado y no se mostrará públicamente.

Plain text

  • No se permiten etiquetas HTML.
  • Las direcciones de correos electrónicos y páginas web se convierten en enlaces automáticamente.
  • Saltos automáticos de líneas y de párrafos.

Minerva (no verificado)

Hace 18 años 9 meses

La verdad es que es de agradecer esta página. Me permite conocerte mejor y abrir los ojos como platos, que mira que no es muy dificil conseguirlo. Y digo ahhhh!!! vaya pedazo de tío que tenemos entre manos. Entre lo que escribe, lo que piensa, lo que observa, dice y no dice, pedazo de amigo nos hemos echado y él ni se entera de lo monstruoso que es ¡¡¡pero de bueno!! Animo Javi, momentos como este sirven tanto para tí como para nosotros. A ver si vas a pensar que no nos estás ayudando tú a nosotros con todo esto. Sonará tonto pero necesito decírtelo: te quiero Javi.

Tosko (no verificado)

Hace 18 años 11 meses

Sin duda este weblog saca lo mejor de ti. Y al parecer ahora también lo imprime, jejeje.

Adelante con ello. Si tuviera dinero te produciría yo mismo.

Pablo (no verificado)

Hace 18 años 11 meses

¡Bravo! Ya tenía ganas de leerte algo así. Ahora solo falta que seas capaz de mantenerlo. Y sí, yo soy de esos que no se lee todo lo que envías (los relatos cortos, sí, la novela ya es harina de otro costal). Y me parece bien que te cabrees conmigo por no leerla, si eso consigue que levantes la cabeza.
¡Ah! Y un pequeño detalle: respecto a lo de escribir tu vida y vivencias, respecto a todo el volcado que haces en el diario, no lo dejes. Si precisamente empecé a leer esto es porque me permite conocerte un poco mejor.
¡Ánimo, Javi!

Marta (no verificado)

Hace 18 años 11 meses

Decididamente y completamente de acuerdo con lo que dice Pablo (sea quien sea)
¡QUEREMOS SABER MAS! Bueno, quiero decir conocerte mejor.
;)