Debiruman

DevilmanAl amigo Go le encanta provocar. Ya desde sus primeras obras se dedicaba (sin ninguna sutileza) a tratar temas hasta cierto punto tabú, o por lo menos controvertidos como el sexo o la violencia explicita (y excesiva)
Ya en una de sus primeras obras, Mao Dante (Dante, el rey demonio) se dedicaba a dar rienda suelta a su vena gore, narrando las andanzas de Ryo Utsugi y Dante, el demonio que lo posee, dándose de tortas contra las hordas demoníacas que pretenden destruir toda vida sobre la faz de la tierra.
Gracias al éxito de esta obra en su formato manga, a Nagai le ofrecieron la posibilidad de llevarla a la televisión. Lo único que tenía que hacer era moderar ligeramente los excesos de los que hacía gala la historia. Así nacería Devilman, no como adaptación ni “spin off” sino como una historia nueva (bueno, en realidad dos nuevas historias, ya que junto a la serie de televisión, Nagai sacaría también una versión manga) con personajes diferentes, aunque con una temática similar.

La versión manga, nos cuenta las andanzas de Akira Fudo, un joven que, tras la desaparición de sus padres durante una expedición, vive en casa de los Makimura.
Akira es un muchacho apocado y apenas tiene amigos más allá de Miki, la hija de los Makimura y a la que conoce desde su infancia y Ryo Asuka, quien se encuentra en las antípodas de Akira en lo que a personalidad respecta.
Pero, como era de esperar, la vida de nuestro héroe pronto cambiara (caso contrario esta habría sido una serie muy aburrida) cuando el padre de su amigo Ryo descubra en las excavaciones en una antiguo templo maya la existencia de una mascara capaz de mostrar a su portador el mundo de los demonios. Esta máscara, en realidad el cráneo fosilizado de un demonio, junto con otras investigaciones, hacen que Ryo este convencido de que pronto los demonios volverán a este mundo.
¿Que hacer ante esta eventualidad?
En palabras del propio Ryo “Para luchar contra el demonio, debes convertirte en un demonio”. Al parecer los demonios se encontraban ya entre nosotros y se ocultaban dentro de los cuerpos de humanos a los que habían poseído en estado latente. Pero Ryo creía que Akira podría resistir una posesión demoníaca gracias a su pureza. De esta manera sería el quien controlase al demonio, disponiendo a la vez de los poderes de éste.
Así que ni cortos ni perezosos los dos amigos se van a un club nocturno frecuentado por demonios siguiendo el brillante plan que ha trazado Ryo: esperar a que Akira sea atacado por ellos y alguno le posea. Como no podía ser de otra manera, el plan de Ryo resulta exitoso y Akira es poseído ni más ni menos que pos Amon, también conocido por los simpáticos apodos de “La bestia del infierno” o “El señor de la guerra”, uno de los demonios más poderosos que existen.
Pero todo tiene un coste, y pese a dominar a su poseedor, el carácter de Akira cambia si se hace más arisco y violento (supongo que también tendrá algo que ver el que parezca que se convierte en una especie de imán para todo bicho raro que pulule por ahí)
Como os podréis imaginar tras esta breve sinopsis, lo que viene a continuación es una escalada continua de ensaladas de hostias sin ahorro alguno en sangre, vísceras y algún que otro desnudo.
Al final la cosa acaba como el rosario de la aurora. Los Murakami son asesinados, Ryo resulta ser en realidad Satán, el señor de los demonios, y en la batalla final entre Amon y él, el mundo queda completamente destruido.

Para la versión para televisión se alterarían bastantes datos de la historia. Ryo no aparece desde un principio, y Akira no es que sea poseído, sino que muere junto a su padre en una expedición al Himalaya, y es entonces cuando su cuerpo es poseído por Amon. Así que quien regresa a Japón es realmente Amon, quien tiene que preparar el mundo para el regreso de los demonios.
Pero al retomar la vida diaria de Akira, Amon conoce a Miki, y resulta que se enamora de ella, decidiendo entonces el luchar contra los suyos para protegerla (aunque el resto de la humanidad se la suda)
Los capítulos, siguiendo la mejor tradición, consisten en el combate (y consiguiente victoria) de Amon contra el demonio de turno.
Estos no serían los únicos cambios, ya que al final de la serie no se acaba el mundo (al menos no todo) y tanto Amon como Miki siguen vivos.

Al acabar la serie de Devilman, Nagai comenzaría con su “secuela”: Violence Jack.
Pongo las comillas porque no se trata de una secuela oficial, ni de esta ni de ninguna otra serie suya, sino de una especie de visión futura (y apócrifa pese a ser del mismo autor) del universo de Go Nagai.
Como ya os comentaba en la columna de los Getter, a este hombre le encanta reciclar a sus personajes y hacer guiños a sus series dentro de sus otras series. Así que por las páginas de éste manga vemos pasar un poco de todo. Desde personajes que nos recuerdan poderosamente a Koji Kabuto y su padre, hasta otros que nos recuerdan a Ryomma del equipo Getter o al Iron Kaiser que utilizaría más adelante en Shuten Doji.
En esta serie se narran las aventuras de Jack, un tipo que se dedica a recorrer un mundo post apocalíptico (lo que quedó del mundo tras el combate de Amon y Satán) cargándose a cuchilladas (y de las maneras más bestias imaginables) a la panda de degenerados que pueblan esa tierra.
En el ochenta y seis saldría el primero de los OVAs ambientados en el mundo de de Violence Jack, saliendo al mercado los otros dos que completarían la serie en el ochenta y ocho y ochenta y nueve. Se notaba que los tiempos habían cambiado y que no estaban hechos para televisión, porque el nivel de violencia estaba a la altura del manga (aunque no tanto así el de desnudos)

El mismo año que se publicaba el manga de Violence Jack, también saldría la película Mazinger Z contra Devilman. Un crossover en toda regla que, por supuesto, ignoraba por completo la continuidad de las dos series y donde se destruían robots que ya habían sido destruidos y mataban demonios que ya habían sido matados en las respectivas series de televisión.

Tendrían que pasar catorce años más para volver a encontrarnos con nuestro viajo amigo Akira, y seria en la serie de OVAs de Devilman. En ella se nos narraría de manera bastante más fiel que en la serie de televisión (tanto a nivel de violencia gráfica como de desnudo de los personajes) la historia del cómic.
Esta serie de OVAs constaría de tres episodios que saldrían en los años ochenta y siete, noventa y dos mil, y por estas tierras solo han sido publicados los dos primeros por Manga vídeo.
Si bien estos dos primeros contienen altas dosis de violencia y vísceras, son más menos visibles, el tercero inédito por estas tierras es una orgía de lo anteriormente citado en el que no se escatimas detalles desagradables tanto a nivel visual como al auditivo, y no es apto para todos los estómagos.

En el noventa y uno Nagai sorprendería a todos con la serie de tres OVAs “CB Chara Go Nagai World”. Una serie protagonizada por Akira y Miki, pero en versión Super Deformed.
Esta serie, a parte de muy divertida, es una delicia para todos aquellos con un cierto conocimiento de la obra de Nagai, y por ella aparecen las versiones deformadas de casi todos sus personajes (y robots)

En el noventa y siete el amigo Go se saco de la manga un spin-off-que-no-lo-era llamado Devilman Lady. En esta ocasión se nos contaba la historia de Jun Fudo, una chica normal (profesora para más señas), hasta que descubre que esta afectada por el síndrome de la bestia diabólica (con un nombre así, cualquiera no se acojona cuando le dicen que lo tiene).
¿Como lo descubre?
Pues nada, esas cosas que pasan todas los días. Unos tipos poseídos por ese mismo síndrome la atacan, y mientras la están violando, algo despierta dentro de ella, la transforma, y se los carga a todos.
En este caso no se trata de un caso de posesión demoníaca, sino de un nuevo paso en la evolución humana. Las “bestias diabólicas” vendrían a ser la respuesta de la naturaleza para el problema de la superpoblación. La gente afectada se transforma en criaturas que no tienen consciencia de sus vidas humanas y se dedican a cargarse a todo lo que encuentran por delante (todo muy científico).
Nagai ya había tratado este mismo tema, aunque desde un punto de vista algo distinto en Devilman, donde Ryo especulaba sobre si los demonios serían el depredador natural que tenía la humanidad.
La cosa es que la pobre Jun era un ejemplar raro dentro de los afectados, ya que era capaz de retener su personalidad humana dentro de su forma demoníaca. Y como eso de que un gran poder que conlleva una gran responsabilidad (y genera toneladas de sangre y vísceras) nuestra amiga Jun se dedica a cargarse a los bichos malos, porque ella lo vale.

El año siguiente a la salida del manga, también vería la luz la versión para la televisión. En ella no solo se moderarían los niveles de violencia de la versión en papel, sino que también se retocaría ostensiblemente el argumento.
El síndrome no solo se trata de algo genético, sino que también es contagioso. Cualquiera que haya experimentado con alguno de sus cinco sentidos a alguien transformado por él, queda su vez afectado. La transformación pasa por diversos estadios, y la forma que se adopta varía según la personalidad filias y fobias de los afectados. Así aquellos aficionados a los animales adquirirían una apariencia basada en la de los animales de compañía que poseen, y aquellos con unos profundos valores morales conservarían su personalidad en sus diversas formas.
Al final, y pese a los combates que pueblan la serie, el síndrome no es una nada intrínsecamente malo, sino que se demuestra aquellos que lo padecen pueden integrase en la sociedad junto al resto de la humanidad.

En el año dos mil dos volveríamos a encontrarnos con las aventuras de Dante, el rey demonio tanto en su propio maga que constaría de cuatro tomos, como en una serie de trece OVAs.

Para acabar (por ahora) con las distintas encarnaciones que de las aventuras de Akira y su alter ego Amon, se estrenaría en el año dos mil cuatro una película de imagen real, que vendría a contarnos de nuevo la historia narrada en el tercer OVA de la serie.
Esta película premiada (merecidamente) como la peor película de ese año, apoyándose en unos actores nefastos, una dirección funesta y recreándose y abusando de unos efectos digitales que son a todas luces insuficientes para lo que se pretende contar.

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