Retomando Daegon (y van…)

Para aquellos moradores antiguos de este mundo mío (¿hola?, ¿queda alguien por ahí) el nombre de Daegon os resultará familiar (más allá de por el hecho de que forme parte de la dirección de esta página) para el resto, supongo que no (salvo por el hecho de que forme parte de esta dirección)
Así pues, voy a hablar un poco (más) de Daegon, su proceso de creación y se estado de gestación.

Hace muuuucho, pero que muuuuucho tiempo (esta vez sí) comencé a crear un juego de rol (Original yo. Adentrándome allí donde ningún otro rolero se ha atrevido a entrar)
Bueno, en un comienzo no era un juego de rol, era una ambientación para arbitrar con RuneQuest. A decir verdad… crear, lo que se dice crear… tampoco creé mucho, ya que apareció en castellano por aquel entonces el suplemento “Hijas de la noche” y decidí empezar por ahí. Pero todo eso ya lo explique (más o menos) en su momento por aquí, aquí, aquí y aquí)

Así que si queréis saber de donde viene todo esto, os toca bucear en el pasado del Blog y, si queréis hasta podéis comentarlo que me voy a enterar igual, que de cada comentario que llega me viene un emilio de aviso (que uno será vago pero honesto. No me voy a poner ahora a volver a contar lo mismo para ocupar espacio)

Vale, aclarado esto, continuemos.
Pese a que haya transcurrido cosa de siglo y cuarto desde lo último que escribí por, sobre o para Daegon. Esto no significa que el mundo esté muerto (un poco tocado sí, pero el muchacho es fuertote y puede sobreponerse a eso)
Hace poco, leyendo Gades Noctem (a cuyo autor odio y envidio a partes iguales, y por las mismas razones) Jose Joaquín comentó que se encontraba enfrascado en la creación de un juego de rol (pero haciéndolo bien, no como yo)
Como no podía ser de otra manera, esto despertó (aún más) mi envidia y mis deseos de hacer algo con el sistema de juego que, en su momento, creé para Daegon. Una cosa llevó a la otra y tras unas cuantas collejas mentales por tener tan abandonado (en el terreno “plasmativo”) todo lo referente a mi querido mundo, decidí retomarlo.
Por supuesto, y pese a que han pasado más de dos meses desde entonces, no he hecho nada desde entonces (aparte de darle vueltas y arrearme más collejas virtuales por mi inacción)

Modo batallitas activado: (podéis leerlo como si de una película antigua se tratase, ya sabéis, color sepia, fallos en el proyector y esas cosas)… (Sí, esto es un flashback en toda regla)

En lo tiempo antiguos. Allá, antaño (Atlantis ya se había hundido hace unos días, pero ya os podéis hacer una idea) existió un club de rol llamado Mordor (aún existe, al menos de nombre y estatutos, y en el espíritu de aquellos que formamos parte de él)
A lo que íbamos.
Yo, la verdad, es que para esto de leer siempre he sido un tanto especial. Tan pronto me podía leer una docena de tochales del tirón como, al día siguiente, ser incapaz de pasar una pagina porque cuando llegaba al final no era capaz de quedarme con lo acababa de leerme.
El problema es que mis rachas lectoras duraban (y siguen durando) meses, y mis rachas de incapacidad retentiva, o concentración lectora nula, años.
Pero eso no impedía que tuviese ideas para módulos o ganas de arbitrar. Sabiendo esto como lo sabía, mi técnica para “forzarme” a leer algún reglamento con el que quisiera arbitrar era sencilla.
Ponía un cartel en el corcho del club anunciando la partida con dos semanas de antelación. Como la gente se apuntaba para jugarla, no me quedaba más remedio que leerme el reglamento para poder hacer la partida (bueno, también tenia la posibilidad de suspender la partida, pero no era ese el objetivo de la acción llevada a cabo)
Por lo general solía funcionar (aunque en más de una ocasión me tocó improvisar de mala manera)

También tomaría esta este camino en la primera encarnación de la lista de correo de Daegon, a la hora de ir redactando material para aquellos que estaban inscritos en ella. Comprometiéndome a escribir diariamente media pagina (Times New Roman tamaño 10) de trasfondo. Aquella intentona duro cosa de un par de meses, antes de desanimarme dado el nulo interés y respuesta que obtuve de los escasos subscriptores de aquella lista.
Pero al menos obtuve algo que colgar en la pagina madre de este dominio (Eso sí, pésimamente redactado. Quizás eso tuviese algo que ver con el fracaso de acogida entre los lectores, aunque lo dudo)

Posteriormente, en los inicios de este blog, también me propuse la escritura diaria (de lo que fuese) como herramienta para conseguir una costumbre de escribir. Como no podía ser de otra manera, este ímpetu inicial se saldo con otros dos meses de relativa fluidez (y nefasta redacción) antes de pasar a la columna semanal, que precedería al ritmo de columna mensual que, más o menos, llevo en la actualidad.

Luego llegaría también el Frikcionario. Pero… mencionar Frikcionario y periodicidad en una misma frase podría provocar el advenimiento del fin de los tiempos, así que mejor ni lo mento (eso sí, lo de la redacción funesta continua siendo una constante)

Desactivando modo batallitas.

Bien.
El objetivo de este pequeño chascarrillo no es otro que el de poneros en situación (claro, siempre que quede alguien por ahí fuera. Me parece escuchar algún ronquido) ante lo que me propongo a hacer.

(Carraspearemos un par de veces para aclararnos la voz antes de continuar)
(Comienzan a sonar de fondo las trompetas, primero suaves. Tenues, pero subiendo en intensidad)

Retomando las viejas costumbres que tantos (estooooo, ¿cual era la palabra?) “éxitos” (no, creo que no era esta) nos han dado, tropezaremos (eso, vamos a poner un nos mayestático, que hace mucho que no lo usamos) de nuevo con la misma piedra para demostrar nuestra absoluta humanidad.

Es por esto que desde aquí proclamamos:
(Que suenen las fanfarrias. ¿Donde te has metido, John Williams? Vaya, era el que estaba roncando)

Bueno, mejor me bajo un poco los humos, y voy con un poco más de calma.
Mi idea es registrar el sistema de juego que hice para Daegon (posiblemente con Creative Commons) y publicarlo en la página principal. También rescribiré todo el trasfondo (intentando pasarlo de nefasto a sólo funesto) y de según lo vaya haciendo y subiendo, lo publicitaré por aquí.

Hala, eso era todo.
Tamañana (o cuando sea)

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