El poder del comentador

Si me dedicase a escribir con la única esperanza de recibir comentarios, hace mucho tiempo que habría dejado de hacerlo, o me habría dedicado escribir para los inconscientes que me han ofrecido espacio en sus webs que, todo sea dicho, tienen bastante más tráfico que la mía (cosa, por otro lado, nada complicada)
Si escribiese buscando notoriedad o visitas llegadas desde Google, estaría en Blogger, pondría montones de imágenes y vídeos, gruñiría y lanzaría exabruptos sobre temas controvertidos, tendría Google Adds y la entrada que más tráfico ha generado desde los buscadores no sería una llamada “Stajanovismo” (lo que tampoco llego a entender)
Si mi máxima aspiración fuese recibir copias de prensa gratis, que alguien publicase mi material o ganarme la vida con esto, no estaría pagando un dominio (con nombre “raro”) con su correspondiente hosting, tampoco hablaría de juegos de rol que nunca han llegado a gozar del beneplácito del gran público, ni escribiría relatos con un interés ciertamente limitado sobre distintas facetas de mi vida, o me dedicaría a redactar un juego de rol sin razas no humanas y poca magia (y encima, sin publicarlo en los buscadores)
Vamos, que mis blogs se podrían clasificar bajo los epígrafes de onanismo intelectual (siendo la segunda parte del apelativo opcional) masoquismo emocional y/o/u exhibicionismos de diversa índole.
Vamos, que por aquí voy plasmando lo que me apetece, como, cuando y según me va dando la gana (Aunque a veces no. Que supongo que ya nos vais conociendo a mí, mis neuras y mis contradicciones)

¿Que a cuento de qué viene todo esto?

Que soy un tío que va a su bola. Estoico, incorruptible e inescrutable. Ajeno a las injerencias externas e inmune a modas, presiones mediáticas y cambios sociales. En otras palabras: Cuando mi honor está en juego, de aquí no me muevo (sí, esta frase no es mía).

Claro, todo esto es así, mientras nadie me hace caso. Cuando alguien deja un comentario, comienza el ataque de incongruencia suma y la reestructuración faraónica de todas mis prioridades.

Hasta el año pasado, me encontraba acomodado en una plácida cadencia mensual de entradas. Pero no, tenía que llegar Pablo y decirme que le había gustado una de las entradas del Macroverso y sugerirme que lo moviese entre las editoriales. Tenía que ofrecerse a darle un repaso, pero no antes de que lo hubiese terminado.
No se trataba tanto de la (nula) esperanza de moverlo entre editoriales, como de que le hubiese gustado tanto a alguien como para que lo creyese viable. Ahí daría comienzo en mi cabeza un nuevo baile de planes, ideas y posibilidades.

El Macroverso estaba acotado desde su mismo comienzo; Iban a ser veinticinco entradas, ni una más ni una menos (con todo lo bueno y todo lo malo que esto implica). Debo reconocer que me apetecía llegar al final pronto (bueno, más concretamente, quería llegar a escribir las últimas dos entradas) pero, después del comentario de Pablo, se avivó aún más el deseo de terminarlo cuanto antes. Aunque claro, al mismo tiempo (y por otro lado), tampoco quería dejar colgadas el resto de secciones que estaba escribiendo al mismo tiempo.

Por un lado estaba mi “Biografía computeril” que también me gusta escribir y de la que varios amigos me habían dicho ser seguidores. Por otro, estaba realizando una serie de entradas centradas en hablar de las ambientaciones de los juegos de rol que me dedique a destrozar en una campaña de GURPS (que comencé hace apenas cosa de doce años).
Para poner la guinda al pastel, había vuelto a (re)tomar la (re)escritura de Daegon, mi proyecto más personal (y con el que llevo pegándome desde hace casi dos décadas).
Así que el trabajo se me iba acumulando, con lo que tocaba un cambio de ritmo y ponerse serio.

En un principio me planteé el reto de escribir un poco cada día, aunque fuese un par de párrafos, pero eso cambiaría pronto. Haciendo cálculos rápidos, para poder acabar este año el Macroverso, tenía que cuadruplicar mi ritmo de publicación (ahí es nada) Pero como yo soy así (será la cercanía de Bilbao) me lancé un órdago a mi mismo y dupliqué ese ritmo: Una entrada en el blog normal a la semana, y otra entrada semanal en el blog de reescritura de Daegon.

Y bueno, he conseguido mantener el ritmo hasta hoy, aunque en algunos momentos lo he acelerado (es lo que tiene esto de funcionar a ojímetro, ¿Que queréis? el cálculo y yo nunca hemos estado demasiado bien avenidos) con lo que he conseguido unas ciento cincuenta páginas escritas en lo que llevamos de año (lo que tampoco es como para tirar cohetes, pero se trata de una cifra para nada despreciable en mi caso)

Aprovechando la coyuntura, también he aprovechado para cacharrear con Google Analytics y ver si podía averiguar si la gente se daba un garbeo por mis dominios aunque no dejase comentarios, lo que me ha llevado a descubrimientos ciertamente curiosos (como lo que mencionaba por ahí arriba sobre la entrada sobre el Stajanovismo)

- He descubierto que tengo un lector en Toledo (que creo que es quien ha dejado un par de comentarios en las dos últimas entradas del Macroverso, más que nada porque se ha dedicado a hacer búsquedas por esa palabra)
- He visto que, después de dejar comentarios en algún otro blog, suele haber un pequeño pico de visitas de cero segundos de duración en el mio, por supuesto, sin comentarios, de lo que deduzco que no llego a captar su atención)

- Y, una vez más, he confirmado que Daegon no interesa a prácticamente nadie (lo cual no me ha sorprendido lo más mínimo)

Si a esto sumamos que todos los comentarios que suelo recibir son que todo lo que escribo que-no-es-de-Daegon-gusta-más-que-las-que-si-que-lo-es. Ante este comentario, podría tomármelo por el lado bueno (me gusta esto que has escrito) o por el malo (…) vale, no hay nada “intrínsecamente malo” en esos comentarios. Pero claro, para mis atrofiadas neuronas, la traducción es: Daegon, eso que te cuesta tanto escribir cada palabra, me gusta menos (es malo) que eso que cuesta muchísimo menos escribir (eres un muñón cuando tratas de escribir algo “serio”)
Así soy yo, todo alegría y confianza.
Pero bueno, supongo que la edad me va atemperando un poco y ahora me tomo las cosas de otra manera. Ya no me desanimo (otra vez) y dejo mi pequeñín en el congelador (también otra vez) hasta que (de nuevo, otra vez) haga como que se me olvida esta hecho y me golpee (una vez más) contra el mismo muro.
Ahora la cosa se queda más o menos así:
- ¿Así que te parece una mierda?¿Eh?
- Oye, que yo no he dicho eso.
- ¡Que te calles!
- Es un placer conversar contigo.
- Pues cuando me esfuerce aún más, y mejore más como escrit...
- ¿No crees que tendrías que tomártelo con un poco más de calma. Al fin y al cabo lo que más suele gustar es en lo que menos te “esfuerzas”
- ¿Que te he dicho hace un par de líneas?
- Vale, vale.
- Pues eso, que cuando saque todo lo que tengo que sacar, os vais a cagar.

Pero bueno, antes de que se me se termine de largar de paseo la disgresión por los cerros de Úbeda, vuelvo al asunto con el que empezaba la entrada.

No. No voy a dejar de escribir lo que escribo porque sea más “popular” que lo que a mí me gustaría que tuviese más repercusión. En primer lugar, si comencé a escribirlo era porque me apetecía, así que abandonarlo porque tenga (ejem) “éxito” sería una estupidez.
Una cosa es que no escriba para “molar” y otra que no lo haga para ser leído.
Una cosa es que no espere comentarios, y otra que no me guste (o quiera) recibirlos y los agradezca enormemente.

¿Que para qué escribo?

Lo comenté hace unos cuantos años cuando comenzaba con el blog, pero tampoco está de más el volver a comentarlo.

Escribo sobre lo que me gustaría leer.
Escribo para encontrar a gente con gustos, “sensibilidades” e intereses afines a los mios.
Lanzo al aire (a la red) temas de conversación deseando (aunque, en el fondo, no esperando) que alguien responda a ellos.

Así que ahora, tras la finalización de una de las partes, toca replantearse el conjunto y comenzar a planificar el camino de aquí en adelante.
Por mucho que me haya encantado el último comentario de Yohans Dark (sea quien sea) el Macroverso ha muerto, larga vida al Macroverso. Habrá una entrada más, Macroverso Anotado, donde hablaré de los “qués” y “por qués” de lo que he contado en esta serie de relatos pero, como supongo que podréis entender, no tiene mucho sentido el pensar en secuelas o precuelas. Así que siguiendo la tradición de “A rey muerto rey puesto” toca pensar con que lo sustituyo.
Podría sustituirlo por otra serie de relatos que tengo abandonada desde hace años: Los de la serie del ermitaño (que también tiene un tono “similar”) pero también llevo un tiempo con ganas de retomar alguna de las secciones del antiguo Frikcionario como son las de Nostalgia en cuatro colores, ¿Y este quién es?, Clásicos aún no superados o ¿Por qué nadie habla de..., al mismo tiempo que desde hace un tiempo tengo la idea de hablar sobre la historia de la Informática personal.

¿Que qué problema tengo para no retomarlas?

Que si me pongo a hacer una ratación entre ellas, al final terminaría por eternizarlas todas y, si no me fuerzo, me organizo o me pongo un “calendario” acabaría por dejar alguna (las que más esfuerzo y documentación requieran) abandonadas.
En un principio, mi idea es cambiar un muerto por dos vivos. Donde ahora hay una rotación de tres categorías distintas, pasar a cuatro.
Calculando por encima (ya sabéis, a ojímetro) aún queda Biografía computeril para otro año, pero Mundos improbables acabará bastante antes.
Así que la planificación para el año que se acerca será:
- Daegon Beta seguirá con la misma cadencia.
- Biografía computeril.
- Mundos improbables (posiblemente hasta mayo o junio)
- El último viaje del atlantis (continuación de los relatos de ciencia ficción)
- Lo que elijáis de las opciones mencionadas por ahí arriba.

Si nadie dice nada, supongo que tiraré un dado, por lo demás, el miércoles tendréis una nueva entrada de mi vida entre ceros y unos.

El contenido de este campo se mantiene privado y no se mostrará públicamente.

Plain text

  • No se permiten etiquetas HTML.
  • Las direcciones de correos electrónicos y páginas web se convierten en enlaces automáticamente.
  • Saltos automáticos de líneas y de párrafos.

Javier Albizu

Hace 13 años 3 meses

Ahora me pasaré por tu blog. Ya te diré algo.
Espero no haber perdido un lector por haber terminado con el macroverso.
De todas formas, que sepas que te tengo vigilado y, aunque Google Analytics me diga que estás en Polinya, sé que eres tú :p

Yohans Dark (no verificado)

Hace 13 años 3 meses

jajajaja, sabía que saltarías con algo como eso. Gracias por la mención, por cierto. aquí t dejo el link de mi blog por si quieres echarle un vistazo, pro lo empecé hace poco :}
http://www.sangrederramadayohansdark.blogspot.com/

Ge (no verificado)

Hace 13 años 4 meses

Balonazo en sus partes... quiero decir, Nostalgia en Cuatro Colores, Nostalgia en Cuatro Colores.

Yohans Dark (no verificado)

Hace 13 años 3 meses

jajajaja. ¿Y si te digo k soy el proximo personaje para tus relatos?
na, no lo creas, es broma... O no jajaja
Tio, ahora k as acabao el macroverso m leeré otro no t preocupes, tienes un fan jajaja

Anónimo (no verificado)

Hace 9 años 1 mes

A mí me gustan mucho tus entradas de Mundos improbables, que me han descubierto un montón de cosas interesantes. Por si mi opinión sirve de algo.