Macroverso Anotado II

Por Javier Albizu, 30 Diciembre, 2010
Vale, lo habíamos dejado con el contexto más o menos explicado, así que, con esto (espero que) claro, ahora toca meternos un poco más en profundidad.
Primero lo primero. No. No tengo voces contestonas en mi cabeza.

Opciones aceptadas, descartada y dudadas.

La historia, su división y las cosas que quería contar en ella estaban claras. Como iba a hacer que todo encajase ya era otro asunto.
Una de las ideas que desterré, era que cada uno de los “capítulos” ambientados en el mundo “real” sucediese en un mundo “real” distinto. Distintos Javis creados a partir de “reconstrucciones” del universo. Lo que le habría gustado ser al original, y aquello en lo que habría temido convertirse.
La idea me gustaba, pero iba a ser muy confusa, así que opté por descartarla.

También tenía más detalles de la vida que estaba contando. De su relación con su hermana, de como se había enfrentado Javi, siendo muy joven, a uno sus ex-novios (ex-novio de su hermana. No. No era maligno) mayor que él, después de que cortasen, y como habían acabado siendo amigos. Del restaurante que había montado ella en Valencia (Pizza, Surf y Paella)
Tenía muchas conversaciones pensadas para esos tres personajes y también me gustaba la relación que se había creado entre ellos. Pero al final aquello se separaba un poco de lo que quería contar e iba a resultar más una distracción que una ayuda.

Por supuesto, también está El Final.
Bueno, no el final, final. Me explico.
Que el Javi “real” moría lo tenía claro (será mi vena trágico-masquista) Que el universo se acababa con él, también. Otra cosa era la razón por la que lo hacía y como afectaba aquello al resto de los personajes.
La primera opción que barajé fue la de hacer una tercera capa más de realidad. Algo más cercano a la realidad: Javi no era el “autor” sino su representación en aquella realidad. Al morir su “avatar autoral” en aquel mundo, el universo que contenía ya perdía su sentido y era consumido por un vórtice entrópico (me encanta esta palabra)
Claro, esto implicaba una serie de variables que también tenían que ser valoradas. Sarcástico había hablado con “el autor” en los relatos del Microverso y Tipo Listo se suponía que lo sabía todo, así que tenía que justificar que ninguno de los dos supiese que no era el de verdad al encontrárselo cara a cara.
Sí, podía echarle la culpa a Deux Ex, pero me parecía forzar demasiado la coherencia interna del asunto (sí, más aún) y no me terminaba de cuadrar.
Por otro lado, quería recalcar que aquel mundo “real” sólo lo era entre “comillas” (algo que había tratado de dejar claro desde la primera entrada) y aquello me lo ponía más fácil. Una escena con Javi-Sarcástico girándose a cámara (autor-lector) y diciéndole que ya sabía que aquel no era el mundo real de verdad. Pero cuando más pensaba en ello menos me cuadraba y me parecía muy tramposo.
Al final la ganadora y definitiva fue la que más convencido me dejó.

Intrahistorias, metalenguajes y demás morralla pseudotrascendental e intelectualoide.

Que yo aquí he venido a hablar de mi libro.
Dentro de toda la anarquía que rodea el relato, había varias cosas de las que quería hablar (aunque no atacándolas de una manera frontal y tratando de no ser dogmático e integrarlo de una manera natural y fluida en la estructura de la historia)

Por un lado esta “mí” visión de la creación de historias. La coherencia interna que deben tener y el acercamiento y manera en la que me gusta que sean afrontadas.
Por mucho que nos (me) cueste aceptarlo, los personajes no tienen vida propia. Podríamos decir que todos tienen un poquito de Deux Ex. Tanto ellos como todo lo demás están ahí en función de la historia que se quiere contar.
Aún aceptando esta premisa (y lo esto es lo que me parece más importante) eso no hace lícito el “todo vale para que pase lo que quiero que pase”. Una cosa es que traces un reglamento interno para tu historia y otra muy distinta que mientas y tomes por tonto al lector.
Soy capaz de leer libros (y ver películas) usando una porción ínfima de mi cerebro, siempre que sean (o las considere) coherentes en su estructura, pretensión y resultado. Si noto (o creo notar) la improvisación o argucias argumentales contradictorias, caen en picado en mi valoración. Pero bueno, esto ya entra en el terreno de las filias, fobias, manías y subjetividades de cada uno.

Por otro lado estaba mi manera de entender las relaciones eemmmm ¿intersexuales? Vamos, chicho-chica.
Sí, vale, nunca he tenido relaciones estooo.... “de esas” o “de pareja” pero como, obviamente, la ignorancia formal rara vez impide a la gente realizar sus propias elucubraciones, filosofar o, simplemente, tener una opinión y hablar de lo que pienso sobre el asunto (esta vez) haré como que soy parte de la masa.

Porque esto es algo que nos rodea a todos los niveles. Nos lo meten por los ojos, por los oídos y supongo que por algún sentido más también. Cada minuto de cada hora de cada día de nuestras vidas. Como para no pensar en ello.
Quería hablar sobre las diferenciaciones que percibo yo entre el deseo de luchar contra la soledad, la atracción, el instinto (impulso “irracional”) y el “AMOR” (que lo pongo entre comillas porque, obviamente, esto también es algo completamente subjetivo) Supongo que mis apreciaciones pecarán de mojigatas, pero bueno, son mías y me las ventilo como me parece más adecuado.

He tratado de ser (ejem) “realista” en cuanto a la manera de abordarlo. Intentado evitar lo que comúnmente nos venden los medios (ya sean películas, series o ficción en general) como la norma, pero que nunca he presenciado.
Como he comentado alguna vez, en mi infinito vaivén mental, acostumbro a “preparar” conversaciones de diversa índole. El problema de esas conversaciones “preparadas”, caso de llegar a comenzar alguna vez en el mundo real, es que nunca se desarrollan de la manera prevista y, más allá de la primera frase, tienden a derivar hacia algo que diametralmente distinto. Así que, tratando de ser “realista”, la conversación entre Javi y Sandra es anárquica, sin demasiado sentido y, tristemente, interrumpida de manera brusca antes de que se pudiesen exponer todos los argumentos. Que se le va a hacer.
Podría haber tratado de exponer sus argumentos adicionales “mental” o “monológicamente” pero no me acababa de encajar en la estructura de ninguno de los capítulos posteriores, así que el pobre Javi se quedó sin poder explicarle a la chica entre balbuceos algo así como un “vale, podemos empezar a quedar, pero que por lo pronto tendrá que ser como amigos (aunque me da que al final será que no)”.

Y, más o menos, creo que eso era todo.

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