El plan (editorial)

Sí, tengo un plan (aparte del de dominar el universo, que como se ese está alargando un poco, me he tenido que buscar otras cosas que hacer mientras tanto)

Como ya comenté hace unas semanas, me dispongo a retomar la historia que dejé presentada (y colgada) hace cosa de cinco años. Una vez descartada la opción del papel, he optado por abandonar mis fetichismos retro (y ser capaz de “palpar” algún día mis textos) y ser coherente con los tiempos que estamos viviendo y los postulados de la filosofía de los navegantes (de la red) que, de un modo u otro, también yo practico.

Porque, admitámoslo, lo que estamos viviendo en estos días son los estertores del viejo orden y el establecimiento de un nuevo paradigma. Por mucho que se empeñen algunos, por mucho que quieran luchar una guerra suicida (y perdida) las nuevas generaciones van a pasar de los formatos físicos. No hablo (ni defiendo) la filosofía del “todo gratis”. Os estoy hablando de que, dentro de cuatro (metafóricos) días, se impondrá el “Si no está en internet, no existe”.

Y ahora voy a hacer unos cuantos amigos antes de seguir con lo mio.

No es una cuestión de derechos, ni de defensa de la “cultura”, ni de leyes. De lo que habla todo el mundo (enrevesándolo mucho y tratando de darle una pátina de dignidad y justificación moral) es de dinero y formatos.
Antaño, quien mandaba y decidía era la industria. El “esto es lo que hay y cuesta lo que yo digo”. Esto es lo que “vale” un libro, esto “cuesta” un cartucho, el proceso de creación de un vinilo tiene estos costes. Y tenías que tragar, porque no había otra.
Lamentablemente (para ellos), vivimos otros tiempos. La tecnología se ha abaratado y evolucionado de tal manera que ahora es accesible para mucha más gente que en los tiempo pretéritos. Sabemos lo que “cuesta” el producto físico que llega hasta nuestras manos (otra cosa es ya su producción, pero eso tampoco nos lo van a decir) y lo que es más, sabemos que hay otros métodos de acceder a esos productos.
Porque (nuevamente), admitámoslo, la gente no busca CULTURA (ahora sí, con mayúsculas) busca productos de entretenimiento baratos. En cambio, la industria hace oídos sordos, y cuando el mercado pide contenidos descargables, ver las series en la pantalla del ordenador, o escuchar música con unos auriculares de seis euros, ellos se empeñan en sacar soportes más caros, como el Blue Ray, libros en formatos de lujo y cine en Tres Dé, y están en su derecho (de seguir cagándola).
Porque Lost, no es CULTURA, Windows no es CULTURA, Tool (perdóname, señor) no es CULTURA. Al menos no tal y como yo entiendo el concepto (pero para eso de las abstracciones y definiciones siempre he sido un poco especialito) Algunos de ellos, quizás lo sean con el paso del tiempo pero, a día de hoy, son productos, y pertenecen a unos señores que tienen derecho (legal y contractual) a hacer lo que les plazca con ello.

Pero... pero... pero, tengo “derecho” a tener Windows... y (Microsoft) Office... y la última serie del Abrahms.
Perdona, pero no. Tienes derecho a todo eso pero, claro, después de pasar por caja. Lo demás es “ilegal” o (con suerte) aún sin regular.
Pero... jo, no es justo.
No vivimos en un mundo justo e igualitario. Vivimos en un mundo legislativo (donde ley y justicia no tienen por qué ser sinónimos). Asúmelo.
¿Y que puedo hacer?
Fácil, cámbialo.
No consumas. Vete a casa, y apaga la tele, el móvil (la calefacción y el frigorífico te dejo que estén enchufados) y no te pases por el Corte Ingles, el Media Market, o los centros comerciales. Saca tu dinero del banco y esos lugares del mal. Atácales donde les duele, en el bolsillo. Que vean que tienes el poder y que se planteen sus métodos.
Tampoco vendría mal que, antes de hacer nada de eso, también tuvieses un “plan”, una proposición real y factible más elaborado que el tan gastado “Que cambien sus caducos modelos productivos” (que un poco de anarquía de vez en cuando no viene mal, pero no veas como ayuda tener unos objetivos y un proyecto un poco más complejo de hacer daño porque puedes hacerlo).
Pero... pero... es que eso requiere que yo ponga algo de mi parte.
Pues claro, puede que tú no te lo quieras currar para sacarte las habichuelas, pero ellos están pagando a gente para que te las quite de su parte.
Bueno, ya lo hará otro.
Vale, tú sigue esperando sentado.

Yo, por mi parte, voy a ir poniendo mi pequeño granito de arena. Ya sé que no le importa a nadie, pero a mi me vale. Seguiré usando software libre, y pagando por aquel que quiera que perdure (y considere que lo merezca).
Compraré discos, películas, tebeos y series cuando los vea a un precio razonable (generalmente de segunda mano, que para mis fetichismos me vale) es un razonamiento un tanto tramposo, pero yo soy quien marca esos límites. Me gustaría que el dinero llegase a los autores pero, por lo general, sé que no será así.
Creo que los autores tienen derecho (bueno, que es justo) que se reconozca su autoría en aquello que hayan creado. Creo que tienen derecho a cobrar por su trabajo, pero igual que yo tengo derecho a cobrar por el mio. Si quieren vivir de ello, que hagan como yo, y que trabajen todos los meses.
Si yo compro un producto, tengo derecho a compartirlo con quien quiera (es mio) Si me pones un contrato en el que diga que tengo que pagarte por cada vez que lo uso, o que no puedo dejárselo o regalar a un amigo... pues no lo compraré. Por supuesto, nunca diré que yo soy el autor.
Es muy posible que, con este planteamiento no pueda haber superproducciones, o series en las que cada capitulo cueste millones, pero puedo vivir sin ello perfectamente.

Así que, volviendo a mi plan, retomo los relatos de Abner Biuler “El ermitaño”. Empezaré con un relato en tres partes no relacionado con la trama principal, pero que también tengo colgado desde aquellos tiempos.
Para quien no quiera leer en el blog todo lo ya escrito con anterioridad, dejo aquí en formato pdf y epub (al epub tengo que darle algún repaso más, porque el formato no se acaba de ajustar bien, pero bueno) ese material para que se lo descargue (y espero que lea) quien guste.

Y... eso es todo (creo)

Actualización 23-01-2011: Ya he conseguido que el epub sea un poco más cómodo de leer.

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