Crisis en tierras infinitas

Pamplona, mil novecientos ochenta y siete. Tengo catorce años y llevo varios meses en cama con reuma. Literalmente, no puedo doblarme. Tenía pánico a la oscuridad, y dormía solo en una habitación. Una habitación de la que no podía moverme en una casa en la que gran parte del tiempo no había nadie. Pero lo peor no era aquello, sino que se gestaba en mi interior. Por mi cabeza se dejaba notar constantemente una duda: ¿Volveré a levantarme algún día?
Una vez puestos en situación, si aquello no era una situación de crisis de unas proporciones infinitas, que venga Crom y lo diga a la cara.

Mi padre poco podía hacer para ayudarme, así que se dedicaba a traer tebeos en avalancha. Hasta mi habitación llegarían todo lo que se publicaba y aparecía por los quioscos. Desde Mortadelos a números de colecciones ya cerradas como las Secret Wars (que en España había terminado su publicación el año anterior). También llegarían hasta mí algunas “rarezas” como Los Nuevos Mutantes de Claremont y Sienkiewicz o algún tomo suelto del Dark Knight, o el Ronin de Miller. Pero en aquellos días, lo que menos necesitaba eran historias oscuras que, aparte de eso, me parecían galimatías narrativos ininteligibles.

Mi vida era un ciclo constante de miedo y sustos (por esos suerte de ruidos tan simpáticos que hacen las casas cuando no hay nadie más), estudio (poco y malo) dolor y relectura de tebeos (no, en aquellos días no tenía muchos amigos que viniesen a visitarme)

Portada del número 3 de la colecciónY, un buen día, llegó un tebeo con una portada llena de gente. Decenas de personajes totalmente desconocidos para mí, ataviados con trajes muy coloridos y mezclados con vaqueros, un tanque y un tipo gigantesco que lo miraba todo desde arriba. Era el número tres de la maxi-serie Crisis en tierras infinitas.
Universos vivirían, universos morirían, y mi vida nunca volvería a ser lo mismo.

Por supuesto, le dije a mi padre que buscase y me trajese más números de aquella colección. Llevaba toda mi vida leyendo tebeos, pero nunca había llegado a mis manos nada como aquello. No sé cuantas veces lo leí, pero no me cansaba pasar sus páginas una y otra vez.
Conocía a Superman y a Batman, pero todo lo demás era completamente nuevo y... emocionante.

Hasta el último recoveco de cada viñeta destilaba épica y acción, tensión y tragedia. Pero no era sólo eso. También había una historia ¿qué digo una historia? un montón de historias que se desarrollaban al mismo tiempo, y todas ellas se entendían perfectamente. En una página te presentaban a un personaje, sólo para ver como moría un par de números después... y conseguía que te importase aquella muerte.
Supergirl, Flash, Kole, el Sargento Rock y sus chicos de la Compañía Easy o el mismo Monitor. Incluso los supervillanos de tierra tres. Todos me importaban, y quería saber más de todos y cada uno de ellos.
Por suerte, en aquella edición, los señores de Zinco se portaron añadiendo unos pliegos centrales donde te hablaban de todos ellos. No era para nada imprescindible para entender el tebeo, pero servía para saciar tu curiosidad en una era previa a internet.
Marv Wolfman y George Perez lograron una obra única. Algo que tanto Marvel y DC llevan décadas tratando de repetir. No era un tebeo (de superhéroes) más, sino “Él” tebeo de superhéroes (antes de que viniesen los ingleses a “deconstruir” el género). Tiene todos y cada uno de los elementos necesarios para hacer un gran tebeo (de superhéroes) colocados en su lugar exacto.

Y, sobretodo, es una historia de Superman. Por mucho que haya quien diga que Superman no tiene una historia “definitiva” que sirva para ser grabada en la roca de los tiempos como “La Historia” de Superman, así como Batman tiene su Año uno y Daredevil su Born Again. Ésta es (en mi opinión) esa historia.
Quizás no del Superman de hoy, ese que cambia de un número a otro, que se deja mullet o se convierte en dos seres eléctricos. Que abandona la tierra porque tiene que hacer de policía espacial o es controlado por cualquier mindundi.
Esta es “La” historia del Superman, del primero, del hijo predilecto de unos tiempos más sencillos. De un HÉROE (con super poderes) un hombre que, pese perderlo todo; su universo y lo que da sentido a su existencia, continua luchando por los que no pueden hacerlo, hasta el final.

Sé que tiene partes improvisadas. Sé que no es perfecto. También hay quien le achaca (injustamente) el desaguisado que es a día de hoy el universo DC. Pero no me pidáis que sea objetivo con él, porque no me da la gana de serlo.
Si hay un tebeo que haya merecido alguna vez una edición “Absolute”, ese es Crisis en tierras infinitas. Quizás no sea tan sofisticado como los de ahora. Quizás sus personajes no sean macarras “cool”. Pero es un tebeo en el que pude apoyarme durante una de las etapas más difíciles de mi vida. La demostración de que los super-héroes pueden cambiar tu vida si llegan en el momento adecuado (y están bien hechos)
Por eso he querido que fuese él quien reinaugurase esta sección.

El contenido de este campo se mantiene privado y no se mostrará públicamente.

Plain text

  • No se permiten etiquetas HTML.
  • Las direcciones de correos electrónicos y páginas web se convierten en enlaces automáticamente.
  • Saltos automáticos de líneas y de párrafos.

Javier Albizu

Hace 13 años 2 meses

Me he puesto a pensar y me ha costado encontrar otro decente, pero luego he seguido dándole vueltas a la cabeza y alguna cosilla por ahí ya ha salido.
Luego, tras unos cuantos devaneos neuronales más, me ha dado por pensar en a que nos referimos con crossover y me han salido ideas como para otra entrada.
Así que gracias por pasarte por aquí, Lynnot, y la semana que viene continúo con esto con más profundidad.