La campaña III (Preparados para empezar)

Habíamos dejado a la humanidad tras el descubrimiento de las puertas de salto lamorri.
Una vez comprendido (parcialmente) su manejo, se produciría la diáspora y el advenimiento de una nueva fe.
Al atravesar las puertas de salto, algunos hombres entraban en contacto con antiguo universo, experimentando una pequeña fracción de nacimiento del nuevo. Alrededor de aquella experiencia iluminadora surgirían profetas que inundarían el futuro de cultos, explicaciones parciales, superchería y amagos de enaltecimiento espiritual.

Uno de los planetas que colonizados sería Jorune. La diferencia que tendía éste mundo con respecto al resto sería que, tras unos pocos viajes, la puerta se cerraría dejando a sus habitantes (humanos) sin noticias del hogar, y cortando todo vínculo con los progresos (y retrocesos) de sus congéneres.

Y así llegamos hasta el “presente” donde comenzaba mi campaña pero antes, un pequeño avance de varios miles de años. Porque, no sé si os habréis dado cuenta de que en este pequeño resumen no he hablado de Tékumel.

Con éste mundo tenía un problema (nada irresoluble aludiendo de nuevo a forzar la suspensión de la incredulidad, pero me apetecía jugar un poco más con el universo, los viajes en el tiempo y alguna que otra paradoja)
Tal y como se habla de la humanidad en Tékumel, la cosa se sitúa en un futuro muy lejano (su descubrimiento se produce unos setenta mil años después del siglo veinte) También se habla de unos niveles tecnológicos con mucho superiores a los de el resto de ambientaciones (y del tono que pretendía dar a la campaña) así opté por ser muy literal en cuanto al tiempo pasado.
El descubrimiento de Tékumel se produciría miles de años después de el “presente”. En una época en la que ya no se necesitaba de puertas de salto, se había entrado en contacto con muchas más razas alienígenas y eso de terraformar mundos para convertirlos en lugares de recreo era algo tirado.
Hete aquí que el sistema se va a paseo tragado por las energías extradimensionales que se utilizaban en aquel lugar, y que aparece en un “universo de bolsillo” (vale, hasta aquí todo va según el libro, ahora toca la vuelta de tuerca. Que sea magistral o una estupidez está en vuestra mano el decidirlo)
Da la casualidad que, ese universo de bolsillo, dimensión paralela o lo que sea, no sólo se “mueve” con respecto al nuestro, sino que también el tiempo trascurre en dirección contraria.
Así, aprovechando las grandes lagunas temporales sin documentar que pueblan la historia de Tékumel en la otra dimensión, tiro porque me toca y lo ajusto hasta... dentro de unos párrafos.

Vale, ya podemos empezar.

Los jugadores son contratados por un comerciante ardothiano para acudir al rescate de los pobres habitantes de una aldea que ha volado por los aires. No, no ha habido ninguna explosión, sino que los terrenos sobre los que se asentaba han despegado convirtiéndose en un skyrealm.
El buen señor comerciante espera con su (desembolso) buena acción desinteresada, hacer puntos para que el Khodre se plantee darle la ciudadanía. Para ello había contratado a un estudioso quien calcularía la trayectoria del skyrealm “prediciendo” cuando llegaría hasta un lugar en el que se podía evacuar a sus habitantes.
El pequeño problema es que, si bien sus cálculos fueron certeros, y la isla flotante chocaría suavemente con el monte que él había vaticinado, no lo fue así su predicción de cuanto tiempo permanecería en aquel lugar.
¿Resultado?
La isla retoma su camino antes de lo previsto, y los jugadores se encuentran encerrados en aquel lugar.
Casualidades de la vida, su vehículo resulta ser uno de los territorios que los científicos lamorri habían estado preparando para ser un skyrealm, y donde estaban parte de los controles de su “arma definitiva”. Una tormenta de isho había logrado que todo comenzase a moverse con unos cuantos milenios de retraso.

De nuevo (y resumiendo): Resultado:

Los jugadores descubren la máquina y ven como se pone en funcionamiento. Presencian como las tres partes (skyrealms) se juntan y lanzan unos rayos al cielo. Las lunas se realinéan y la puerta de salto se abre. A mucha distancia de allí, el destructor de soles recibe sus órdenes y comienza su viaje.
El sistema Enrahir, antaño ocupado por los K'ta'viiri, es su primer destino. Su sol es convertido en supernova y el sistema entero desaparece.
Más casualidades de la vida. Mira tú por donde, coincide que, en ese momento y lugar, el lugar que ocupa Tékumel en la otra dimensión se encuentra alineado con esas coordenadas. Las fuerzas que se han desatado traen todo el sistema de vuelta a su antiguo plano de existencia y, en la lejanía, unos meses después, sólo se percibe el parpadeo de una estrella.

Comienza la diversión.

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