Arcanus Anotado II: Dramatis personae II - Arcanus

Por Javier Albizu, 5 Marzo, 2023
Siguiendo con el orden cronológico de aparición de los personajes dentro del terreno de juego, ahora sí, llegamos hasta quien da título a la novela.

Su primera aparición tenía lugar durante “La Gran Campaña” bajo el nombre y la forma de Syzygy Darklock.
Sí, lo sé, en la anterior entrada hablaba de Zealot, otro personaje de tebeos. No. Estos no fueron los únicos que aparecieron por allí procedente del mundo de las viñetas. Mis jugadores, aparte de cruzar sus caminos con bichos inspirados en mayor o menor medida por algún dibujante tebeístico, también se encontraron con trasuntos más explícitos de personajes como Conan, Juez Dredd o Marv (de Sin City).

Su llegada, que tenía lugar poco después de los hechos que se narran en la novela, pretendía ser algo espectacular. Aparecía volando en el interior de una esfera sobre el terrenos en el que estaba teniendo lugar una batalla. Un conflicto en el que los jugadores y sus aliados trataban de impedir que “los malos” se hiciesen con el poder contenido en las aguas de “El lago del Dios Pantera”.
En aquella ocasión, no eran “los malos” quienes se hacían con el poder de aquel lugar, sino que era Darklock quien se bañaba en sus aguar para tratar de mitigar las heridas que acarreaba.

He de reconocer que no soy capaz de recordar si, en aquellos momentos, sabía algo del trasfondo del personaje. Si ya por aquel entonces (sobre el noventa y cuatro), había determinado que procedía del pasado, le había dotado de algún rasgo de personalidad más allá de su bordería, las malas pulgas y la soberbia (a pesar de no ser un mal tipo en el fondo).

Seguramente, esto no fuese así. Lo más probable es que se tratase de otro “tipo bruto y molón” para la campaña. Alguien que había descubierto una manera de acceder hasta el “poder primario” del que se alimentaban los dioses (una idea que había tomado prestada del Primal Order1).
Lo que sí que tenía claro era que se trataba de alguien destrozado (literalmente). Había “desafiado a los dioses”, y había pagado un precio muy alto por ello. Con esto, se trataba de una persona que, como el personaje en el que me inspiraba, únicamente vivía porque sabía que podía hacerlo. Alguien que no podía permitirse el lujo de dudar acerca de este hecho, ya que tal pensamiento podía provocar su final.

Dado lo precipitado del final de aquella campaña, los jugadores no llegaron a cruzarse con él en mucas ocasiones, y yo tampoco llegué a desarrollarlo mucho más en aquellos momentos. Pero esto no significaba que diese a aquel personaje por “finalizado”.

Su siguiente aparición en una partida no fue “presencial”, y ni los jugadores ni sus personajes que participaron el “El juego de los inmortales” llegaron a ser nunca consciente de ella.

En “El juego de los inmortales”, una campaña que arbitré con posterioridad, pero cuyos hechos tenían lugar durante el transcurso de “La Gran Campaña”, las consecuencias del regreso hasta Daegon del continente perdido de Nargión pillaba a los jugadores en la isla de Johrg. Esta isla, que pasaba de estar en un mar interior a tener acceso directo hasta los mares occidentales, era salvada de los cataclismos que provocaron el hundimiento de parte del continente por la acción de Arcanus.

Bueno, a decir verdad, en aquel momento ni siquiera yo sabía que aquello había sido cosa suya, o que había decidido convertir aquella isla en su hogar. A la hora de buscar una razón para explicar por qué aquella isla no se había hundido, decidí que todos los hechiceros que habitaban en ella (recordemos, estamos hablando de un mundo Runequestero) se habían unido para desviar maremotos, tifones y movimientos de tierra. No fue hasta más adelante que, retroactivamente, decidí que realmente había sido Arcanus quien lo hizo.

En la siguiente campaña, Cabos Sueltos, decidía poner en orden de una vez por todas diferentes flecos que habían ido quedando sueltos a lo largo de los años. Como colofón a los eventos de aquella campaña, los personajes eran arrastrados en el tiempo hasta la era del “Gran Imperio Ailanu”. Si querían regresar hasta su época, tenían que da con Arcanus, quien había desaparecido en aquellos días. El ailanu que les había arrastrado hasta allí pensaba que era la única persona que podría ser capaz de evitar el exilio de los suyos por parte de los dioses.

Al final, aquel ailanu terminaba siendo el causante de la desaparición de Arcanus, el shock le dejaba un poco “para allá” con la obsesión de encontrarlo para “solucionar todos los problemas”, vivir unos cuantos milenios con su alma ligada a una espada, arrastrar a los jugadores al pasado, poseer su “cuerpo de entonces” y cerrar y abrir el círculo una vez más.

Con esto, la desaparición de Arcanus en el pasado pasaba a ser un accidente. Una distracción mientras llevaba a cabo el experimento en el que pretendía acceder hasta “el poder primario”. Un error que costaba la vida a gran parte de los habitantes de la ciudad, y que le arrastraba a él y a otros tantos (entre los que se encontraba uno de los personajes que tuvo mala suerte en una tirada de dados) hasta el plano divino.
Allí aprendía más cosas, lograba escapar junto a unos pocos, y era herido durante su huida por una de las deidades que le había mantenido cautivo. Heridas que nunca podrían ser curadas. Con esto, cerrábamos otro círculo (el que llegaba hasta su primera aparición).

Exactamente lo mismo que sucede en la novela.
Bueno, igual se ha producido alguna pequeña desviación.

En la siguiente campaña, “El Herético”, pasaba a tener un rol más importante. Él era el impulsor de la misma. En su búsqueda para encontrar una cura para lo suyo (y de ayudar a Sersby, uno de las personas que había escapado junto a él del plano divino), mandaba a los jugadores a buscar unos artefactos divinos (y heréticos) que había creado tiempo atrás el sacerdote que daba título a la campaña.

Los jugadores tenían éxito, él tenía éxito en curar a Sersby (aunque, al hacerlo, dejaba libre a una entidad chunga en este plano), fracasaba (una vez más) en lo suyo, y todo aquello servía también para presentar a un nuevo personaje “rarito”, con un poder que, por un lado desconocía y, por otro, no era capaz de controlar.

Cuando llegamos a “La campaña del anillo” (más concretamente, a su epílogo), Arcanus “moría”. Todo parecía indicar que todo por lo que había pasado era demasiado. Se despedía de la gente, hacía algún que otro regalo, y se “apagaba por completo”.
Claro está, uno de sus regalos, su báculo, entregado a Labreh Sechi (en la novela conocida como Lexa Dwan), llegado un momento servía para mostrar a esta con un poder inusitado, y de regalo, en una situación de gran necesidad, llegaba a proyectar un aura gigantesca cuya forma difusa recordaba poderosamente a Arcanus.

Por otro lado, algo más tarde, durante un solapamiento planar, Arcanus se le aparecía a uno de los jugadores en un lugar que se parecía mucho a lo que su religión entendía como una especie de “infierno” (lo veía clavado en las costillas de los restos del difunto padre de los dioses de su panteón), pidiéndole que “cuidase de sus hijos”.

Sí, sabía (y, después de aquello, los jugadores no tardaron en descubrirlo) quiénes eran sus hijos... pero no tenía la más mínima idea de cómo iba a evolucionar aquello. No. Antes de aquello no había establecido ningún parentesco entre ellos y siempre los había tomado por una pareja.

A su vez, y en paralelo a todo aquello, Arcanus también tenía un papel central en otra campaña que estaba pergeñando; Asuntos de familia (que no tenía nada que ver con la familia de Arcanus). Una campaña que tendría lugar durante el “Presente de Daegon” (esto es, donde termina La Cronología, y unos pocos años después de “La Gran Campaña”).

Aquella campaña se dividiría en tres partes, y cada una de las cuales estaría ambientada en un contexto diferente. Esto es:
-El “presente” de Daegon (Reunión).
-Una versión distorsionada de su pasado visto a través de los delirios febriles de Arcanus (Vidas pasadas).
-Un hipotético futuro contemplado desde el prisma de la antagonista de la campaña (Muertes futuras).

Mientras que la primera parte tendrían lugar en el mundo “real”, las dos últimas, y tratando de evitar que los jugadores o sus personajes fuesen conscientes de ello, se desarrollarían por completo en el nivel de realidad en el que tienen lugar los sueños y las pesadillas.

Esta campaña nunca ha sido dirigida más allá de su primera aventura.

Y llegamos hasta el nuevo siglo. Hasta mi primer abandono “temporal” de la dirección de partidas de Daegon y el comienzo de la escritura de “La Novela” (que no “esta” novela). Llegamos hasta esta conversación que aparece en su primer prólogo:

- No deberías haber venido, Arcanus - hablo Darus con preocupación en su voz - Todavía no sé como logras mantenerte vivo. Hace poco más de quince días que encontramos tu restos moribundos, y a pesar de haberte creado mágicamente esas prótesis para tu brazo y tus piernas todavía estás muy débil. Deberías haber permanecido en Stergion.

- Tengo demasiadas cosas que hacer como para permitirme el lujo de morir - respondió Arcanus tratando de esbozar una sonrisa en su rostro, el cual le devolvió una expresión tenebrosa - Estos encantamientos son sólo algo temporal debido a la urgencia de lo que nos ha traído aquí esta noche, pero espero solucionarlo pronto de una manera definitiva.

- Vuelves a sobreestimar tus capacidades al igual que hicieras antaño. ¿No es así, Arcanus?.

- Creía que las experiencias pasadas te habían demostrado que hay cosas que ni siquiera tú puedes lograr - continuó Keyn mientras se acercaba a la mesa.

- He estado mucho tiempo lejos de tu vista, contemplador, y te puedo asegurar que he aprendido algunos trucos nuevos - le contesto Arcanus - Veo que vuestro nivel de exigencia ha bajado mucho desde la última vez, si ahora aceptáis a uno de ellos en el concilio - continuó mientras dirigía su mirada hacia Rogani.

- Veo que la mitad de tu cuerpo que ha desaparecido no es en la que se encontraba tu sentido del humor, Arcanus - parecía como si Keyn continuara una conversación comenzada hacia mucho tiempo con un viejo amigo - Me alegra que sea así.

Con esto, me sacaba de la manga que Arcanus y Alan Keyn (AKA “Huatûr, El Contemplador, Aquella de cuya mirada nada escapa”) se conocían de antes. Abría más puertas que me apetecía explorar. Entre otras cosas, esto significaba “abrir puertas” porque Huatûr (al menos tal y como llegaría a ser) no había aparecido sobre el terreno de juego hasta después de “la muerte de Arcanus”. Sí que había aparecido antes como Alan Keyn, pero entonces solo era un “intercambiador de información”. Un sosias del Mr. Cairo del Hombre enmascarado del 20402. Pero bueno, de Huatûr hablaré con más detalle dentro de un par de entradas.

Y, más o menos, estos eran los mimbres que tenía del personaje antes de decidir comenzar la escritura de la novela.
Sí que recuerdo haber intercambiado algún correo con amigo de la lista de correo “Esencia” acerca de la historia de este personaje pero, lamentablemente, esos correos desaparecieron tras la corrupción de los archivos del programa en el que los almacenaba.

En aquellos correos hablaba de su relación con Rogani y con Kruanor (su primer maestro), y mi primera idea de escribir un “relato de Arcanus” (allá por dos mil cinco) estaba basada en lo que plasmé en aquellos correos. Iba a ser una “historia de origen”. Muy de tebeo de súper héroes. Lo sé.

Hay que ver todo lo que ha llovido desde entonces.

Enlaces:

1. Primal Order

2. Phantom 2040

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