Biografía daegonita XCII: La última campaña X

Por Javier Albizu, 12 Agosto, 2021
Llegamos hasta junio de dos mil catorce. Hasta la última sesión de juego incluida dentro de “El resumen” (cuya última modificación corresponde a julio de ese mismo año). Llegamos hasta una aventura que, sí, tenía que ver con “La última campaña”, aunque también me servía para recuperar, matizar y extender algún elemento del trasfondo histórico de Daegon. Me servía para trazar las líneas que unían a dos hechos separados por más de cuatro milenios:

-3521 : Zulkien perece cuando los ailanu derriban las montañas Anarol bajo las que estaban Bettien y muchas más ciudades enanas. En ellas perecen mas de dos millones de enanos.

589 : Más de un millar de enanos llegan a Ky'Em'Bra tras su peregrinaje desde Menetia, dóndes reclaman las ruinas de Bakul y K'zalen.
En las ruinas de Bakul se encuentra el cráneo viviente de Anarath. Damlesh Bakuren, sumo sacerdote de los “Destructores de Almas, realiza el Talek-Mihosh” (purificación) de las dos ciudades y comienza la reconstrucción.

Para no varias, aquellos párrafos estaban redactados de una manera bastante deficiente (eso sin citar las incoherencias internas, o por no decir directamente que eran incomprensibles)
Por otro lado… me da miedo releer la rescritura que hice de todo lo referente a Anarath entre dos mil diez y dos mil diecinueve1.

En fin. ¿Quién o qué era Anarath?
¿Qué pintaba en medio de la campaña algo relacionado con cosas tan viejuners?
Veamos qué decía el resumen de todo esto:

La cosa empieza con un “Reaparición de Awen”. A tope. Seguro que este nombre os dice gran cosa.
Sí, hombre, sí. La mencioné hace cosa de un año2. La huérfana que había sido “adoptada” por la compañía mercenaria de “Los Exiliados”. La “ahijada” de todos ellos y, en especial, del difunto Dieter Reyfern.

¿Cómo? ¿Que no había dicho nada acerca de que se hubiese ido a ningún lado?.
Detalles. Detalles.

Como todo personaje arquetípico sometido a una tragedia, tras la muerte de su “padre” alzaba su puño hacia el cielo y juraba venganza en una noche lluviosa. Una vez marcadas todas las casillas del rol al que opositaba, se iba a buscar a alguien que le preparase para llevar a cabo su misión vindicativa.

Cuando los jugadores se la volvían a encontrar habían pasado ya unos cuantos años. Ya no era la niña indefensa que habían conocido, sino una Bakuren. Una “Destructora de almas”.

Este encuentro tenía lugar mientras la expedición de Pireas se dirigía hacia Gaukotal. La comitiva coincidía en un alto del camino con otro grupo igualmente peculiar; una “procesión” Ilawar que se dirigía de regreso a Kâzalen. Una trayecto en el que les acompañaba Awen como parte de las funciones asociadas a su nuevo rol. Porque no todo es diversión y buscar venganza en la vida del “exterminador del mal”.

Aquella comitiva llevaba una peculiar reliquia. Un objeto que Deg conocía sin conocer. Aquella noche soñaba una vez con el cráneo agrietado. Soñaba que se dirigía hasta el arcón que transportaban los ilawar y lo abría. En su interior estaba la imagen que llenaba sus sueños. Un artefacto que, al tocarlo, le hacía presenciar el combate entre dos seres casi mitológicos.

A la mañana siguiente, y con casi todos los miembros de ambas cuadrillas más descansados, los jugadores hablaban con Awen para ponerse al tanto de sus respectivas vidas, el posible paradero de Oggalark, y todas esas cosas. Durante aquella conversación era cuando descubrían que el contenido del arcón no era otra cosa que el anteriormente citado “cráneo viviente de Anarath”. Una noticia que no les tranquilizaba en exceso.

Anarath fue un kayain. Lo que podríamos considerar como un “semidiós”. Alguien capaz de “derribar montañas y sepultar las ciudades que había bajo ellas”. De acuerdo a la tradición ilawar2, el culpable de su “maldición”.
Por supuesto, al no haber Ilawar ni “dioses convencionales” en el Daegon moderno, aquello ha cambiado bastante. Algunos dirán que se ha descafeinado un poco… y, desde cierto punto de vista, no se lo negaré. Sea como fuere, los hechos básicos (como la destrucción de aquellas ciudades) sí que se mantienen.

Así pues, uno de los personajes jugadores tenía algún tipo de relación / vínculo chungo con uno “de los malos”. Con un aliado de los ailanu. Aquello no podía presagiar nada agradable (y, ahora que voy recordando poco a poco los planes que tenía para aquel personaje, estaban en lo cierto, pero, como pronto descubrirían, no por las razones que barajaba).

Para tratar de centrar el tiro en sus sospechas, hacían que sus personajes viajasen hasta Jorgh a consultar con las alumnas de Arcanus. Si alguien podía echarles una mano a aquel respecto, existía una gran probabilidad de que fuese alguna de ellas. Por otro lado, teniendo en el grupo a alguien capaz de llegar a cualquier lugar que conociese en unas horas, el desvío no era muy grande.

Tras unas cuantas pruebas diagnósticas, Valima les informaba de que Deg estaba ligado metafísícamente (en el original decía “místicamente” pero, ya sabes, todo cambia) a otro plano. Aquel vínculo se había “entrelazado” con las energías que manejaban los brazales teleportadores de Quintus. Por otro lado, todo parecía indicar que el cráneo con el que se acababan de cruzar había servido de catalizador para que comenzase a activarse algo que había estado latente desde siempre. Asimismo, y como premio, les decía que había algo extraño en la mente de Deg, pero que necesitaría mas tiempo para poder investigarlo en condiciones.
Que nunca falte la jerga metafísica sin demasiada concreción. De esta manera uno siempre tiene tiempo de cambiar de idea.

Con esto, los jugadores regresaban hasta Dugental y continuaban con su camino hacia Gaukotal a paso acelerado. El grupo de Pireas les llevaba casi un día de ventaja. Una distancia que se vería incrementada en breve.

Por el camino se encontraban con indicios de un combate. Siguiendo el rastro de uno de los grupos, daban con lo que quedaba de la comitiva ilawar. Por la descripción que les hacen los supervivientes de sus atacantes, la cosa no pinta nada bien. Aquella gente apareció de la nada y se desvaneció cuando uno de ellos fue herido de gravedad. Por la descripción de ese “uno”, los jugadores supieron que se trataba de Marn Syls, el guardaespaldas de Kendall. Otro de los atacantes parecía ser el “dominador de bestias” con el que se habían cruzado en Norotgard. Todo parecía indicar que Kendall y Maudán eran aliados. Más malas noticias para ellos.
Ah. También se habían hecho con “la reliquia”. Porque, ¿por qué conformarse con el mal menor?

Tras abandonar a aquel grupo la noche se les echaba encima sin haber llegado hasta su destino, así que tocaba dormir en la intemperie. Acampaban en un claro cercano al camino. En un lugar que se veía súbitamente iluminado por una luz que surgía de Quintus y Deg. Cuando la luz cesaba, el lugar parecía diferente. Los colores y olores no eran los mismos. El resto de sus sentidos tampoco respondían mucho mejor mientras trataban de ajustarse al nuevo entorno. Habían cruzado una grieta dimensional. Una brecha que había sido activada por los “chicos brillantes”.

¿Dónde estaban?
Donde lo requería el guión. En el bolsillo dimensional en el que se encontraba el resto del cuerpo de Anarath. Un cuerpo cuya descripción estaba fusilada de una imagen de la película de Fatal Fury4:

Bueno, miento. Cuando he localizado el fotograma a capturar, he visto que Anarath estaba más perjudicado. Había muchas más lanzas atravesándole. Perforando cada una de sus articulaciones. Recorriendo el interior de su cuerpo en diversos ángulos. Aquel era un cuerpo cuyo dolor agónico casi podían compartir los personajes.

Llegaban los malos con el cacho que faltaba y había hostias. Los buenos ganaban cuando Syls era herido de nuevo y las medidas de seguridad de su traje se activaban sacándole a él y los suyos del lugar.

Una vez hecho aquello, a los jugadores les tocaba decidir qué hacer con lo que tenían en frente. ¿Lo dejaban como estaba o hacían algo al respecto?
Si el plan de “los malos” era viable, un semidiós podía ser un aliado de lo más conveniente en lo que tenían por delante. Por otro lado, de ser capaces de “resucitarlo” ¿cómo saber si podían fiarse de él?

La respuesta era sencilla; no les hacía falta. Anarath fue capaz de comunicarse con ellos a través del vínculo que tenía con Deg. Los jugadores intentaron negociar con él, y no consiguieron nada. No estaba dispuesto a verse sometido a nadie más. No quería verse obligado a realizar acciones cono las que llevó a cabo antaño. Prefería continuar en aquel estado de agonía antes que volver a ser la herramienta de otro.

Los jugadores se apiadaron de él… a la par que consideraban que era mejor que fuese por su cuenta a que “los malos” lograsen “atarle” de algún modo. Las lanzas que atravesaban y aprisionaban el cuerpo del semidiós fueron retiradas. El cráneo fue colocado en su lugar y sobre él volvían a crecer músculo, sangre y carne. Anarath volvía a estar libre y a ser dueño de su destino. Como agradecimiento por los servicios prestados, devolvía a los jugadores hasta su plano nativo y se iba a ver cómo había cambiado el mundo durante su ausencia.

No volvería a aparecer. Su regreso tendría que haberse dado mucho después de acabar esta campaña o las dos que tenía a medio pensar.

Enlaces:

1. Las diversas formas de Anarath
- Anarath en la cronología original
- Anarath en el “Daegon moderno”

2. Biografía daegonita XXXXXV: Cabos sueltos II - I

3. Los ilawar y sus cosas

4. Fatal Fury; la película
- En Imdb
- Y en la Wikipedia

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