Biografía daegonita XII: Cuestión de escala

Por Javier Albizu, 15 Enero, 2020
Cuanto más grande es un universo de ficción más comprimido resulta. Cuanto más quieres abarcar, más generalizas y menos definido definido se ve todo. Contemplado desde el plano lejano te parece ver algo con un cierto sentido, pero esto se va desdibujando cuanto más te acercas. Lo mismo da que tengas un sprite, un gráfico vectorial o un render 3d cuando la resolución que utilizas está pensada para ser observada desde muy lejos.

Eso era Daegon en aquellos momentos. El punto gordo1 donde se juntaban un montón de líneas que, de otra manera, no habrían llegado a confluir jamás. Argumentos e ideas que se iniciaban sin solución de continuidad. Tramas que nacían con la intención de ser explicados… quizás más adelante. O igual nunca.

Es probable que mi tendencia a tirar piedras sobre mi propio tejado sea la que me lleve a decir estas cosas, pero no conservo una imagen clara de cómo fue aquel desarrollo en una fase aún tan primigenia. Cuanto de ha perdurado de aquella historia nació durante aquellos días o cuánto fue formulado en los tiempos que le siguieron.
No sé si tenía un multiverso infinito que cabía en una servilleta o si las líneas maestras ya estaban trazadas. Cuánto hubo de improvisación y cuánto de planificación. Si tenía algo tan vasto que no podía ser detallado o si me limitaba a huir hacia adelante fingiendo que tenía un plan.

Recuerdo a grandes rasgos cuál fue era la intención de aquella primera encarnación cuando la plasmé por escrito tiempo después, pero no recuerdo cuánto de aquello estaba concretado en mi cabeza mientras dirigía aquellas aventuras. Sólo conservo la sensación de poseer una sucesión de conceptos infinitos tremendamente limitados. Una eternidad irrisoriamente pequeña.

También recuerdo que quería que aquello fuese mi “obra magna”. Que una vez terminada aquella campaña, su trama se convertiría en un libro. Que sería el equivalente para Daegon de lo que El Señor de los anillos fue para la Tierra Media.
Eso, o prenderle fuego a todo.

De cualquier manera, ni Tolkien fue jamás mi referente, ni los tándems formados por Arneson / Stafford o Weis / Hickman fueron mis guías para aquella labor. Quienes más me habían impactado en aquellos días venían de oriente.

Más allá de lo que se podía ver en la tele desde tiempo atrás, allá por el 93 Manga Vídeo había comenzado su asalto a mi VHS. Una ofensiva que comenzó tímidamente con hostias como panes y diversión descerebrada2 pero que, al año siguiente, comenzó a presentar obras cuyo impacto se propagaba más allá de mis córneas3.

Para cuando salió el primer VHS de 3x3 ojos ya conocía su manga, pero el ver aquello en movimiento lo cambió todo. Por su parte, la herida causada por RG Veda fue aún más grave e infecciosa. Más allá de sus excesos en el diseño, me presentaba un mundo que no se parecía en nada a la fantasía que conocía hasta entonces.
Urotsukidôji. Bueno, Urotsukidôji es un tema aparte. Porque, una vez superados los fetiches, las filias y el fan-service-salido-adolescente de los nipones, las criaturas, la concepción de los “otros mundos” y la magia que presentaba aquella película me resultaron elementos sobre los que quería ver y saber más.

Siguiendo un poco más adelante, y llegando por fin al 95, un año que parece no terminar nunca por aquí, llegaron otras obras que me sirvieron para profundizar un poco más en aquellos conceptos y maneras de plasmar lo “inhumano”. Obras que que se impusieron con claridad por encima de otras que, pese a resultar disfrutables y transitar por territorios que me resultaban más familiares3, no generaron en mi el mimo deseo por saber más acerca de algunos de aquellos mundos.

No se trata de que aquellos universos de ficción5 se ajustasen a lo que andaba buscando sin saber, sino que la manera en la que presentaban lo grotesco y lo desagradable (una vez más, tras ser capaz de obviar esa parte de la cultura japonesa que cada vez me repele más) me resultó... extrañamente atrayente.

En el mundo de los tebeos se había presentado ya mucho tiempo atrás el concepto de los otros mundos o realidades, pero estos tendían a ser de usar y tirar.
Lugares regidos por un único axioma. Realidades creadas para ser destruidas y olvidadas en cuanto el mundo-x hubiese sido salvado por vez número “n” ese fin de semana, o universos completos que no dejaban de ser la misma que ya se conocía salvo por un pequeño detalle que les permitía presentar una versión levemente distorsionada de un personaje.
El punto gordo en su máxima expresión.

Más allá de esto, dentro de las historias narradas dentro de las realidades alternativas “oficiales” de Marvel y DC6 también se había llegado a narrar o presentar alguna realidad interesante, por norma general tendían a resultar bastante inocuas.

Una gran parte de los conceptos no humanos que presentaban aquellas obras llegadas del lejano oriente eran realmente... inhumanos tanto procedencia como en aspecto como en comportamiento. Incognoscibles de una manera similar a lo que podría ser el acercamiento de Lovecraft a sus mitos (de haber sido japonés).
Quizás los malos que los convocaban fuesen tan arquetípicos como los occidentales, pero el hecho de que no se explicase de dónde venían, cuál era su razón de ser más allá aquella historia o si existía una forma o consciencia “real” detrás de aquellas masas informes, maleables, semietereas y parcialmente invisibles hizo que mi imaginación comenzase a rumiar algo. Algo que iría evolucionando gasta convertirse en el concepto que sustituiría a los “demonios”: Los kurbun.

Pero, en aquellos momentos, esto sólo era algo almacenado dentro de mi memoria secundaria. Porque el punto en el que confluían todas las líneas aún era muy gordo. Quizás el tiempo en la cronología hubiese pasado de transcurrir en un orden de magnitud de eones a hacerlo en uno de sólo millones de años, pero apenas se podían percibir detalles.
La gran trama que abarcaba el tiempo desde su comienzo de los tiempos hasta su momento final lo ensombrecía todo, pero bajo aquella negrura no pasaría mucho tiempo antes de poder comenzar a apreciar el surgimiento de pequeños brotes de luz. Leves destellos de estrellas que comenzaban a nacer dentro de aquel cosmos infinito de opacidad.

Enlaces:

1. El teorema del punto gordo

2. El puño de la estrella del norte

3. El Primer impacto asiático
- 3x3 Ojos
- RG Veda
- Urotsukidôji: La Leyenda Del Señor Del Mal

4. El oriente que no
- Records of the Lodoss war
- La heróica leyenda de Arislan

5. Y el que lo cambió todo
- Doomed Megalopolis
- Wicked City
- Monster City

6. Los universos alternativos comiqueros
- What-if
- Elseworlds

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