Biografía daegonita XXXVII: El Herético III

Por Javier Albizu, 22 Julio, 2020
Cuanto más lo pienso y más “redescubro” de esta campaña, más me doy cuenta de que la de “El Herético” fue una historia de transición pura. No sé si esto vino condicionado por las vueltas que le estaba dando en aquellos momentos al sistema de juego, si fue por la dedicación que también me requería La Campaña de GURPS, o por la suma de las dos cosas, pero lo cierto es que, más allá de algún pequeño detalle, su trama central se me hace muy plana.

Si bien es cierto que alguna de las consecuencias de lo que sucedió durante su transcurso se propagase hasta llegar a campañas futuras, en su mayoría, la relación que tenían estas historias con la trama principal era más bien escasa.

Cuando finalmente he encontrado las notas que conservaba en papel sobre esta campaña (por llamarlas de alguna manera, ya sabes, una lista de nombres), los personajes que aparecen en ellas apenas me dicen nada.

La gente que aparece como “seguidores de Mujuro” no consiguen que salte ningún resorte memorístico en mi cabeza. No recuerdo si llegaron a cruzarse con los jugadores, si era gente del pasado remoto, o individuos que estaba tramando cosas en segundo plano (aunque creo que la que tiene más puntos es la segunda opción).
Creo recordar que Yamashirogumi Uehara fue a quien contrataron los jugadores para llevarles hasta alguna de las ruinas que visitaron, y que Aketagawa Shoji era el capitán del barco que les llevó hasta la piedra de la oscuridad. Kawami es posible que fuese el nombre de esa isla.
Posiblemente Eichi Kubollama fuese la persona a través de las que supieron de la historia pasada de Mujuro y, esta vez por mediación del resumen que escribí en su día, puedo afirmar que Tomo “Teologicus” Sakurai fue quien les indicó que la piedra que les faltaba podía estar Mashlan, custodiada en un templo de Mei Xing.
Para terminar, a Calaima y Valima sí que las recuerdo con claridad. Pero eso es lo que tiene el hecho de que se convirtieran en personajes secundarios recurrentes.

Todo muy vago, todo muy improvisado. Aún no había terminado de definir Shinzay y cada elemento que iba presentando estaba hecho a base de retales y sobrantes.

A día de hoy, el territorio que los jugadores conocieron bajo ese nombre está divido en varias naciones que comparten algún que otro rasgo cultural similar. Su trasfondo sería más parecido a los de China, India o Tailandia que al de Japón, y esto es algo que se refleja también en los nombres.
A su vez, esto también ha hecho que se alejen del espectro religioso del panteón Taishary, cuyo marco de acción está más centrado en occidente, y que gocen de teologías propias. Pero esto es algo que no ha llegado hasta que me he puesto a escribir sobre ellos durante la segunda década de este siglo.

En su día aquello tenía sentido de una manera un tanto simplista. Dado que sus fundadores fueron exiliados de Mashlan, tenía su razón de ser que las raíces de sus nombres conservasen una cierta similitud. A su vez, aunque esto estaba mucho más pillado por los pelos, como rechazo hacia quienes les habían expulsado de su hogar, habían adoptado otra religión. En fin, cosas de la juventud, el no querer currarme más panteones, la falta de reflexión y las prisas.

Volviendo a la historia principal, los jugadores llegaban a Mashlan. Por dessgracia (rara es la entrada en la que no hay un “por desgracia”) Ryoga, el medio kurbun, moría. Al tratar de entrar al templo en el que se custodiaba la piedra, las “defensas mágicas del lugar” (seguíamos en RQ) detectaban esa parte de su naturaleza y los sacerdotes del templo acababan con su vida sin permitirle dar explicaciones.
A pesar de ello, y con un poco más de sigilo, los jugadores terminaban consiguiendo hacerse con ella.

Siguiendo con la tradición de los cabos sueltos, antes de que los jugadores regresasen hasta el continente, su camino se cruzaba con el de alguien a quien ellos conocían pero que (unos cuantos “por desgracia” mediante) era una total desconocida para sus personajes; Minako Yinai.

Ella y su hijo Hiro eran atacados por los restos que aún permanecían activos de la organización que en su día levantó Gahur, y rescatados por los jugadores.
Como no podía ser de otra manera, en la fiesta a la que eran invitados para agradecerles su ayuda, había un momento muy Doomed Megalopolis1. La herencia “kurbunesca” de Hiro despertaba y toda la casa quedaba sumida en un ambiente extraño a medio camino entre las dos realidades. Había nacido para ser un portal entre ambos reinos axiomáticos y, a pesar de que el anterior grupo había logrado evitar el propósito con el que había sido concebido, aún era especialmente sensible a ciertas anomalías metafísicas como la que, casualmente, estaba teniendo lugar esa noche.
Gracias a la intervención de los jugadores, Hiro lograba salvar su alma… en aquella ocasión. Porque con aquello quedaba claro que esa trama no había terminado. Minako iba a necesitar tener un tipo de cuidado muy especial con su hijo.
Quizás material para otro futuro cabo suelto que no llegó.

De regreso a Shinzay, los jugadores se veían expuestos a un nuevo evento “sorpresivo”, aunque esta vez sí que estaba relacionado con la campaña en curso.

Durante la noche, en la misma posada en la que dormían sus personajes, un ninja trataba de asesinar a otro de los huéspedes. Un asesinato que terminaba sin erótico resultado.
La piel del joven que había sido víctima del ataque hacía que rebotase la espada del asesino. Con una fuerza inhumana, sujetaba del cuello a su pretendido verdugo y, mientras una poderosa tormenta de viento y agua giraba a su alrededor manteniendo al resto de la clientela alejada, el ninja sufría una combustión espontanea. Se veía envuelto en unas llamas que en lugar de emitir luz parecían absorberla.
Una vez terminado el espectáculo pirotécnico, el joven caía inconsciente. En la mejor tradición del “misterio misterioso”, al despertar aquel sujeto no recordaba nada de lo que había pasado.

Acababan de conocer a Hitoshi Inoe, el último descendiente de los experimentos de Sujutsu Mujuro.

Ahora que leo esto, me pregunto ¿por qué un ninja quería matarlo?.
¿Fue para hacer una presentación espectacular del personaje, o había algo más?
¿Fujie Ito quería hacerse con las piedras, o quería destruirlas?
Aparte de esto, me está viniendo ahora a la cabeza que Yamashirogumi Uehara podía estar relacionado de alguna manera con Fujie.

Pero, claro, no sé si esto que me pregunto ahora es mi mente de perpetrador de historias tratando de dar sentido a los retazos que recuerdo, o si había algo de esto en mi cabeza mientras dirigía aquella campaña.

Igual los ninjas no eran los malos.
O igual sí.
O yo qué sé.

Enlaces:

1. Doomed Megalopolis

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