Biografía fabuladora XV: Lugares por asociación

Por Javier Albizu, 6 Marzo, 2022
Revisando datos y fechas, no me queda otro remedio que re-evaluar la estructura de estas entradas. Veo que los cálculos que había realizado antes de empezar estaban muy equivocados. Que alguno de los lugares que asociaba a mis “primeros tiempos en la ciudá” se encuentran bastante alejados en el tiempo. Así pues, al final he optado por realizar una organización más temática que cronológica.

Porque toda llegada hasta un lugar nuevo siempre está ligada a la irrupción de espacios por descubrir. A la exploración. A la excitación y el miedo que genera lo desconocido. A un camino que se desarrolla en varias fases.

Por supuesto, el camino recorrido por cada individuo es único. Se encuentra vinculado iremediablemente a su manera de ser y de afrontar lo que tiene ante sí. Las primeras etapas siempre dependen por entero de su experiencia vital. En mi caso, esta experiencia estaba dominada por el miedo. A su vez, el hecho de alcanzar una cierta “independencia” en cuanto a la movilidad no implica que todo nuevo lugar al que llegues se encuentre libre de la “influencia externa”.

Así pues, podríamos decir que, durante mi periodo de adaptación y descubrimiento de / a Pamplona, la exploración se limitó a lo que me mostraban las visitas guiadas. Mi casa y el colegio. La tienda así como sus aledaños y protuberancias. Las casas de amigos y, como consecuencia de mis fabulosas calificaciones, también las de unos cuantos profesores particulares.
Con el paso del tiempo todo esto se extendería hasta nuevos locales, nuevas casas de amigos y conocidos, nuevas academias y nuevos colegios. Hasta lugares que llevan hasta otros lugares. Hasta experiencias que llevan hasta otras experiencias.

Muy bien, una vez (des)acotado el planteamiento, vayamos por partes.

Pamplona, año 0. Nueva vida, nuevo hogar, nuevas dudas, nuevos miedos.

Al llegar hasta la nueva casa, la división de habitaciones dio lugar a una duda trascendental; decidir dónde dormiría cada uno de los hermanos. Las literas desaparecían del mapa. Eramos tres y teníamos dos habitaciones a repartir. Alguien tenía que separarse del grupo.

El azar, la falta de planificación, o quizás los cursos que se daban en Larraona, quiso que los tres hermanos no pudiésemos ir al mismo colegio, así que supongo que esta fue el criterio que determinó la distribución de estos espacios. Mi hermano mayor y yo dormiríamos en la misma habitación. Nuestro hermano pequeño, que empezaría en cursaría su primer año (creo que) en Escolapios, dormiría solo en la otra.

Esta fue una decisión que me llenó de gozo. A mi yo de aquel entonces no le atraía nada la idea de dormir sin compañía.

Una cosa de la que me he dado cuenta mientras pensaba en los diferentes lugares “de la familia” que mencionaré hoy, ha sido un patrón curioso. En todos ellos tendía a esconderme / aislarme. Recuerdo tener diferentes recovecos en los que pasaba tiempo a solas.

¿De quién o qué huía?

Pues la verdad es que no lo sé muy bien.

En el caso del hogar familiar recuerdo esconderme en armarios y almohaderos. En ocasiones esta actividad tenía lugar durante cumpleaños y similares. Durante eventos en los que jugábamos al escondite dentro de casa con la gente que venía. Pero yo diría que también lo hacía fuera de tales fechas.

Lo pienso a día de hoy y se me hace algo impensable. No se trata tanto de la oscuridad como de la sensación de claustrofobia que me invade solo de pensar en lugares en los que apenas puedo moverme. No sé qué desencadenaría este cambio. Quizás esto tenga que ver con los meses que pasé inmovilizado por el reuma. Quizás por la manera en la que llegaría a conceptualizar la muerte (tema para otra entrada).
En fin. Crecemos y cambiamos.
Ley de vida.

Otros dos lugares en los que recuerdo haberme escondido / buscado aislamiento son la tienda y uno de los almacenes que llegamos a tener.

En el caso de la tienda esta actividad la llevaba a cabo en la sala en la que se guardaban las fundas de guitarra. En una habitación extraña. Una que ha quedado grabada en mi memoria como una especie de caja fuerte. Aquella que tenía una puerta circular que se cerraba con una especie de timón. No sé hasta qué punto puedo fiarme de este recuerdo.

Porque la tienda cambió mucho a lo largo de los años. Se expandió y fundió con los locales que la rodeaban. Su distribución mutó una y otra vez. Se reformuló tanto que no soy capaz de recrear mentalmente un mapa completo de su interior. Todo lo que conservo son retazos inconexos de sus diferentes iteraciones. Las diferentes posiciones del mostrador y las oficinas. La sección de hi-fi donde copiaba los juegos de ordenador. La zona de la academia. El sobrepiso del almacén en el que me aislaba de vez en cuando. El baño en el que descubrí accidentalmente la masturbación.

Otro lugar en el que recuerdo haberme alejado del mundo estaba un poco más lejos… en todos los sentidos. Porque el concepto de “la tienda” es amplio. No todos sus añadidos estaban en la misma manzana o el mismo barrio. Quizás ni siquiera en la misma ciudad.
A día de hoy no soy capaz de ubicar el primero de estos lugares. Creo recordar que estaba en la zona de las Oblatas… pero imagen mental que conservo no se parece en nada a lo que he ido conociendo con el paso del tiempo, así que igual estaba mucho más lejos. Creo recordar que frente a él había una fábrica o almacén de Danone. Una especie de polígono industrial pegado a la ciudad. Pero no he logrado encontrar nada a ese respecto por la red.

En aquel lugar mi padre montaría unos locales de ensayo para grupos. Allí también tendríamos un taller. Aquel sería el lugar donde aprendería a soldar. El lugar en el que mi tío se dedicaba a clavar sobre una tabla de madera varios clavos para que yo fundiese torpemente estaño y cobre sobre ellos.

Me gustaba aquel lugar. Era enorme. Tan grande y espacioso que me parecía que se podía llegar a jugar a pala en alguna de sus secciones. Creo que no duró demasiado. Sus funciones (con la excepción de la parte de salas de ensayo) se terminarían llevando hasta un local que estaba mucho más cerca de la tienda. Hasta el lugar desde cuyo sobrepiso, mientras ordenaba altavoces, escuchaba los programas de Radio 31 acerca de los que apenas he logrado encontrar información.

Claro está, no sé cuánto tiempo separa un recuerdo del otro. Porque aquel taller duró tanto como la tienda de la Vuelta del castillo. Si no me falla la memoria, duró más que el que también tuvimos en la calle Monte Lakartxela. Un lugar hacia en el también tenía mi pequeña “fortaleza de la soledad”. Unas coordenadas emocionales hacia las que giro la cabeza a diario cada vez que voy a clase de dibujo.

Y, claro, si me pongo a buscar referentes cronológicos para aquello la cosa se dispara. Uno de los criterios que he usado para ubicar ciertos eventos son las recreativas que recuerdo en los bares de los alrededores2. Sé que en el Ibiza 5, el bar que estaba frente a la tienda, jugué al 1942 y el Commando. Por otro lado, recuerdo que, cuando estaba por aquel local, solía visitar el bar (que ahora veo que se llama Atalaya) en el que tenían la recreativa del Captain Silver. Así pues, como pronto, aquello fue el ochenta y ocho.

Antes de todo aquello, y en un contexto diferente, hacía otro descubrimiento en un ambiente más “familiar”. En casa de uno de los amigos de mi hermano mayor descubría una de mis series favoritas de todos los tiempos; Dreadstar3. Allí encontraba y leía el número 7 de aquella colección. Allí me extrañaba de aquellas páginas sin onomatopeyas. Con los listados de BASIC que aparecían entre las viñetas. Allí me quedaba con ganas de más.

Cambiando una vez más las coordenadas, aquel sería también el lugar en el que mi cabeza comenzaría a crear un nuevo tipo de historias. Donde tendría su origen un nuevo tipo tramas que no se centraban únicamente en la aventura; aquellas eran historias cuyo foco se encontraba en “rescatar a la chica”.

Pero ese, una vez más, es un tema para otra entrada.

Enlaces:

1. Radio 3 y sus cosas
- Radio 3
- Arroz 3 delicias
- Federico Volpini Sisó (Caravana de hormigas)
- El fin de Caravana de hormigas (1989)
- Jack el despertador

2. Referentes y referencias
- 1942 (1984)
- Commando, el vídeo juego (1985)
- Captain Silver (1988)

3. Dreadstar (1985)

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