Biografía fabuladora XVII: Aprendiendo de los héroes

Por Javier Albizu, 20 Marzo, 2022
En la anterior entrada establecía una línea divisoria para mi cronología en el año ochenta y siete. Una línea que nada tiene que ver con el final de mi etapa formativa en la EGB. Que nada tiene que ver con ese hito en mi currículo escolar que fue dejar ocho asignaturas para septiembre. Que nada tiene que ver con el ocio que se encontraba a mi disposición en kioskos, librerías, cines o bares.
Porque aquel fue un año especial. Uno que finalizaría conmigo en la cama siendo incapaz de moverme.

Reuma a los catorce. Siempre he sido alguien adelantado a mi tiempo.

Así pues, aquel también fue el año en el que decidí plantarle cada al miedo… porque no me quedó otra alternativa. Porque la inmovilidad hizo mucho más que limitar mi capacidad para relacionarme con mi entorno. Me hizo descubrir nuevos miedos al tiempo que servía para potenciar otros ya existentes.

Como ya he dicho en más de una ocasión en este mismo canal, mi relación con la oscuridad no siempre ha sido amistosa. Antes de aquello, cada vez que tenía que salir de mi habitación de noche, lo primero abandonar aquel “espacio seguro” era siempre mi brazo. Una protuberancia semi-inteligente que se dedicaba a palpar la pared en busca de un interruptor. Un mecanismo quasi automático e imperfecto que buscaba a otro. Porque mi imaginación siempre iba más rápida que mi capacidad para contenerla. Más rápida que la realidad. Más rápida que lo que tardaba el interruptor en lograr que “se hiciese la luz”. Y aquello era cuando aún me movía en un contexto “confiable”. En uno que estaba a punto ser destruido.

Por un lado, la enfermedad cambió todo aquello a peor. Mi situación obligó a que se llevase a cabo una redistribución en nuestras camas. Mis hermanos pasaban a compartir habitación… y yo me quedaba la otra en exclusiva.

Ya nada ni nadie me protegería de la oscuridad.

Por otro lado, durante parte del día me quedaba solo en casa.

¿Solo?
No.

Tenía compañía. Convivía con los ruidos extraños que siempre habitan las casas cuando estas se encuentran en silencio.
Por más que en mi mente fuese capaz de crear y salvar universos ficticios, por más que fuese capaz de derrotar ejércitos de monstruos, era incapaz de enfrentarse a estas nuevas compañías cada vez más íntimas. Mi mente se encontraba mucho más activa que en cualquier otra situación, pero la emoción primaria se imponía sobre la razón o la lógica.

Estamos hablando de un tiempo sin internet. De un tiempo sin televisiones en cada cuarto de la casa. De un tiempo en el que “ordenadores” y “portabilidad” eran conceptos antagónicos. Lo único que tenía a mi disposición para enfrentarme a aquello era la lectura. Tebeos y libros de todo tipo (entre los que podríamos incluir un par de enciclopedias y los libros de clase).

Haciendo memoria, veo que aquel fue un buen año en lo que respecta a mis ocios. Salieron un montón de cosas molonas1. Algunas, como son los casos de G.I. Joe, el Annual 1 de los Nuevos Mutantes, las mini series englobadas bajo la cabecera “Marvel Héroes” (Lobezno y Kitty Pryde, Patrulla X vs Vengadores, etc.), Legión, Legends o el Superman de Byrne (alguien cuyo nombre ya era capaz de buscar en los títulos de las colecciones para aquel momento) recuerdo haberlas comprado personalmente (es más, si hablamos del caso concreto como los especiales de las Guerras Asgardianas, puedo señalar sin dudar el local en el que los compré). Otros, como son los casos de El Mercenario, Watchmen, Ronin o El imperio de Trigan, aún tardarían un tiempo en llegar hasta mis manos. Tres cuartos de lo mismo sucedería a buen seguro con las recreativas y juegos que aparecen en el listado.

Por otro lado, hay tres tebeos que recuerdo que llegaron hasta mí durante mi periodo de convalecencia. Tres historias que tendrían una recepción dispar por mi parte. Dos de ellos; un número suelto de los nuevos mutantes de Claremont y Sienkiewicz y el el primer tomo de “El regreso del señor de la noche” no llegaron a conectar lo más mínimo con mi yo postrado. Pero el tercero. Ay, el tercero. Ese merece una categoría aparte2 (en mi vida).

Crisis en tierras infinitas es una de mis piedras de toque (y posiblemente el tebeo del que poseo un mayor número de ediciones). También es la obra que, tras sus 4F y sus Titanes, confirmó a Marv Wolfman como la persona que mayor influencia ejerció sobre mí durante esa etapa de mi vida. No tendrán tanto glamour como otros. Quizás su(s) argumento(s) nunca tendrán el mismo tipo de análisis que han despertado (los de) otros “eventos historietísticos” coetáneos y sus autores (otra cosa es todo lo bueno y todo lo malo que supondría para el devenir de la industria y sus patrones editoriales). Pero eso no les resta un ápice de su valor ante mis ojos. Llegaron cuando más los necesitaba, y esto es algo que ningún otro fue capaz de lograr.

¿Qué haces cuando te enfrentas a una fuerza imparable?
¿Qué haces cuando todo parece perdido?
Aprendes de los héroes.
Luchas.
Te enfrentas a ello.
Sobrevives.

Mensajes sencillos para edades que requieren de menos complejidades.

Mundos morirían, mundos vivirían, y mi universo nunca volvería a ser el mismo. Y no lo sería a múltiples niveles. Porque, a través de sus páginas también obtendría nuevo conocimiento. Saber concerniente al pasado. A través de las fichas que se incluían en los números de su primera edición patria, supe de la historia del universo DC. De sus personajes y mucho más. Obtuve un contexto del que carecía.

Y, al final, aquello también pasó.
Pude volver a doblarme. Pude volver a caminar. Lo que no logré fue que mi enfrentamiento con la formación reglada finalizase en aquel momento. Aún quedaban batallas por librar. Batallas de las que no saldría indemne.

Enlaces:

1. Los otros
- El Imperio de Trigan (1986)
- Mask - MC Ediciones (1987)
- Doctor Extraño de Roger Stern (1987)
- El Mercenario (1987)
- G.I. Joe (1987)
- La Patrulla X vs los Vengadores (1987)
- La Patrulla X, el cuento de Kitty Pryde (1987)
- Las Guerras Asgardianas parte 1 (Nuevos Mutantes) (1987)
- Las Guerras Asgardianas parte 2 (Patrulla X) (1987)
- Last Ninja (1987)
- Legión de Súper Héroes - Editorial Zinco (1987)
- Lobezno y Kitty Pryde (1987)
- Los nuevos mutantes Annual 1 (1987)
- Los nuevos mutantes, La saga del oso demonio (1987)
- Watchmen (1987)
- Psych 5 (1987)
- Ronin (1987)
- Shinobi (1987)
- Thorgal - Editorial Zinco (1987)
- Ufo Robo Dangar (1987)
- Wardner (1987)
- Wonder Boy in monster lannd (1987)
- Zillion (1987)
- Legends (1987)
- Legends - Flash (1987)
- Superman de John Byrne (1987)
- El señor de la noche (1987)

2. Crisis
- El tebeo
- Mi crítica “objetiva”
- Las fichas de la edición española

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