Macroverso V2

Macroverso V2
Hace mucho tiempo comencé a escribir... algo. Algo sin demasiado sentido. De acuerdo, hago eso bastante a menudo, no hace falta que me remonte tanto, pero esta vez fue distinto, porque de aquel “algo” terminó saliendo otro “algo” con un cierto sentido.
Pero de los qués y por qués de aquello ya hablé en su momento por aquí y aquí (con espoilers y todas esas cosas) tras terminar con “la cosa”.
Por supuesto, y como es habitual en mi, no lo terminé “bien”. Me explico.
Estaba bien terminada (la historia o la idea que tenía para ella) pero estaba mal terminada la redacción y exposición de varias de sus partes (el estar planteada como una serie de entradas de blog ayudó a ello).
Así que me he decidido a darle un repaso y volver a reescribir alguna de sus partes y alterar algo su estructura para incorporar de una manera un poco más coherente las partes previas al relato en sí que, pese a poseer información necesaria para ver el todo, decidí no incluir en lo que vine a considerar como el conjunto final.
Dicho esto, bienvenido seas al Todo-Nuevo, Todo-Diferente Macroverso. Renumeramo para empezar de nuevo desde el número cero y con diversas y adlianas portadas alternativas para el mismo contenido.
No esperes que la cosa mejore demasiado con respecto al original.

Eso sí, también te lo puedes descargar completito desde los siguientes enlaces:
En epub
En pdf

Javier Albizu

Prólogo

Prólogo
¿Qué escribir?
¿Cómo y por dónde empezar?
Quizás con una cita. Una cita molona de algún pensador, filósofo, poeta o pseudo intelectual. Alguna frase de esas que aparecen en la fotos al lado del careto de un famoso.
Una frase que sólo quienes conozcan el contexto en el que fue pronunciada sepan (o crean saber) de qué narices les estoy hablando.
¿A quién quiero engañar? Mejor no.

Aunque... por otro lado... “Ah, ¿Qué diablos?” o aún mejor “Tanto gilipollas, y tan pocas balas”

En fin, al turrón.

**********************

Observatorio de la N.A.S.A.
Localización indeterminada
Hora irrelevante (aunque serán cosa de las cinco treinta y siete de la mañana en alguna zona horaria)
Mundo “real”

- ¿Señor?
- Dígame, señorita Smith.
- ¿Ha tenido tiempo para mirar las imágenes que le envié hace unos horas?
- Sí, pero no me han resultado especialmente graciosas. No me ha venido a la cabeza ninguna contestación ocurrente con la que mandarle a paseo por hacerme perder el tiempo con esas tonterías.
- Pero, señor...
- ¿Había algún chiste oculto? Tampoco les he dedicado mucho tiempo.
- Es que…
- Acelere Smith, no tengo todo el día para usted.
- Señor, no son fotos de ninguna revista. Son imágenes de nuestros satélites.
- ¿Ya ha llegado el día de los inocentes? Que rápido pasa el tiempo.
- ¿Señor?
- Que no cuela, Smith. Y una cosa es que haya buen ambiente, y otra que esto sea un cachondeo.
- Pero señor…
- De acuerdo, igual me excedí en la última cena, pero eso no significa que ya seamos íntimos…
- ¿Puede hacer el favor de escucharme un momento sin interrumpir?
- Que uno tiene morriña de la tierra, y el vino estaba muy bueno. Pero por mucha fama que tengamos los latinos, soy un profesional y continuo siendo su superior.
- Señor, si puede hacerme el favor de mirar esta pantalla.
- ¿Qué me decía?
- Las imágenes… las pantallas… - Smith cambió la imagen del monitor central.
- ¿Qué es eso?
- De lo que llevo un buen rato tratando de hablarle.
- ¿Una mancha en la lente del satélite, o en el monitor? Dígame que es cosa del monitor. No me diga que tenemos que preparar una misión para limpiar la mota de un cristal que cuesta más que lo que cobraríamos en veinte vidas.
- No es cosa del monitor.
- Ya está. Como si lo oyese: El hispano éste se ha cargado nuestro satélite…
- El satélite tampoco esta roto.
- Y volverán con lo mismo: Esto nos pasa por contratar a espaldas mojadas. ¡¡¡QUE SOY ESPAÑOL, JODER, DE ESPAÑA!!! ¡¡¡QUE ESO NO ESTA EN MEJICO!!!
- Señor, lo está volviendo a hacer.
- Una mota. Una puta mota de polvo, un jodido pixel me va a costar el curro.
- Señor, no es una mota ni un error - Smith amplió la zona seleccionada y la “mota” comenzó a ganar definición y… lo que parecían edificios.
- Esos renders están currados. Casi hasta parecen de verdad.
- Señor, mire las grabaciones de ayer y antes de ayer.
- ¿Quieres dejar ya lo del “señor”?
- Vale, pues mira, escucha, y no me vuelvas a interrumpir hasta que terminen las imágenes.

Las grabaciones comenzaron a pasar antes los atónitos ojos de señor Gutierrez.
Martes: Una isla aparece de la nada cerca de la costa de Cádiz, cuatro horas después desaparece.
Miércoles: Nada
Jueves: La isla vuelva una hora antes que el martes, para volver a desaparecer.
Viernes: De nuevo la isla, pero esta vez se adivinan edificios poco definidos.
Sábado: La misma isla, edificios distintos, y se puede percibir actividad en sus calles.
Domingo: De nuevo la misma isla, pero esta vez también hay una montaña repleta de edificaciones. Aparecen también lo que parecen grandes aves… No, espera, no son aves. Son tipos con alas.

- Ahí ya te has pasado
- Señor, esto es muy serio.
- Casi consigues que me lo crea.
- Señor…
- ¡Que lo dejes ya! ¡Que no cuela! Si se la hubieses hecho a otro, me habría reído un rato, pero que me lo hagas a mi no tiene ni puta gracia.
- ¿Quieres escucharme de una jodida vez? Esto no es una broma, no es un fallo informático, no es una conspiración contra tu ego. Es algo real, y nos van a pedir que lo expliquemos.
- Pues tienes un problema.
- ¿Porqué?
- Porque acabo de decidir que mis vacaciones han comenzado hace un par de minutos.

**********************

No. Mal. Esto no hay por donde pillarlo.

Nuestro héroe se encuentra sentado en el sofá. Sus piernas, cruzadas sobre los cojines, soportan el portátil. Algún observador externo podría deducir que se encuentra en posición de trance Zen, otros más puristas podrían criticar la incorrecta colocación de los pies, pero para nuestro héroe todo esto es irrelevante. Para él, esta es la posición para tratar de escribir de hoy y ahora, de un jueves cinco de julio de un año indeterminado a las cinco y media de la mañana. Una posición, dicho sea por otro lado, que tampoco da resultado.
La pantalla brilla emitiendo sin piedad su blanco cegador mientras el puñetero indicador del cursor parpadea sin avanzar un ápice. Sabe que no se va a mover solo, que las letras no van a ir apareciendo por arte de magia, pero no por ello pone sus dedos sobre el teclado para dar comienzo a la sesión de escritura.
Cierra los ojos y echa la cabeza hacia atrás con un suspiro de resignación. Se saca las tabas. Primero de los dedos para pasar a las muñecas. Los huesos crujen, pero siguen sin salir palabras de ellos. Estira sus brazos hasta que nota también como crujen sus hombros y espalda.
No hay prisa, mañana no tiene que trabajar, pero no hay nada decente en la tele (vaya sorpresa) y le apetece irse ya a la cama. Tiene que subir algo al blog, es su deber auto impuesto.
- ¿Para quién? - se pregunta.
- Puntos suspensivos - es todo lo que obtiene por respuesta.
Vuelve a mirar a la pantalla, esta vez con la determinación marcada en sus ojos. Tratando que esto marque alguna diferencia. Nada, como de costumbre. Su rostro se contrae en una mueca de frustración mientras abre la boca lista para emitir un grito que sólo es emitido por su mente.
- ¿Para qué? - se pregunta esta vez.
- Para hacerlo. Para mejorar.
- ¿Y cómo vas a saber si mejoras cuando nadie te lee?
- Confiaremos en que la práctica lleve a la mejoría. Quizás la mejoría lleve a los lectores.
- Para llegar a los lectores hace falta algo más que técnica. Hace falta escribir sobre un tema que les interese.
Esta voz no es la de antes. Trata de ubicarla, de buscarle la intención real. ¿Desanimarle o sugerirle una hoja de ruta?. Irrelevante, no escribe para cualquiera, escribe para encontrar a otros como él. Para una entelequia que no sabe si existe.
- Blablabla. Dime algo que no sepa.
- Si no interesa a quienes te conocen, va a estar complicado que llegue a llamar la atención de un desconocido. Será porque hay pocas cosas con las que perder el tiempo en internet.
- He dicho algo que no sepa.
- ¿Has pensado en buscar amigos nuevos?
- ¿Has pensado en irte un rato a la mierda?
Perfecto, lo está volviendo a hacer, discutiendo consigo mismo. Está como para que lo encierren.
- No te creas tan especial.
- Gracias, simpático.

Cierra de nuevo los ojos y hace recuento de historias, de las que se encuentran en estado embrionario y de las que tiene algo más desarrolladas. Tiene cuatro documentos abiertos, cuatro de las... no quiere pensar en cuantas, historias que tiene empezadas. De las ideas que pululan entre sus neuronas en busca de concreción, pero sus dedos no son capaces de convertir en palabras las imágenes que su mente genera para ellos.
No quiere recurrir a lo fácil. Lo fácil es demasiado... fácil. Lo fácil es rendirse, escribir sobre lo que no le cuesta esfuerzo, postergar aún más las historias que le cuesta escribir, pero está un poco hasta las narices.

Parpadea y para humedecer un poco sus córneas y cierra los ojos de nuevo para mandar su cabeza hacia otro lugar. Ese lugar en el que habita alguien muy parecido a él. Alguien a quien se dedica a torturar sin excesivo remordimiento. Alguien que puede usar como chivo expiatorio, a quien puede acusar de las cosas que no se atreve a acusarse a si mismo. La piel de otro en la que aprender de errores propios. Aunque igual es capaz de complejizar la cosa un poco más.
- Estupendo, lo que necesito en estos momentos. Otro universo más a desarrollar.

La idea lleva rondando por su cabeza desde hace ya años. El concepto básico no es que sea del todo original, ha leído historias de temáticas similares con anterioridad, pero la originalidad absoluta no sólo no es su objetivo... sino que, a estas alturas de la película, también es imposible. Su imaginación siempre estará influenciada por todo lo que ha visto y leído. Lastrado por cientos de referencias, conscientes o inconscientes, de cosas que ha hecho gente antes que él. Así que, dado lo fútil que resulta la búsqueda-de-lo-nunca-antes-escrito, se limitará a añadir su ínfimo granito de arena al conjunto.

En esta historia, por supuesto, habrá un personaje central. Un personaje que, a estas horas de la mañana no tiene mejor idea que bautizar con su propio nombre; Javi. Lo piensa un poco más y decide que no. No hace falta que le ponga apellidos.
La decisión tiene algo de sentido. No porque sea él, si no porque, como todos sus personajes, es una parte de él, y estos relatos en concreto van a ser más “suyos” que el resto. No porque les tenga más aprecio que al resto, sino porque, cree, las reacciones y conclusiones que va a otorgar al personaje van a ser más cercanos a la manera de funcionar que tiene su propia persona.

En estos relatos, Javi va a ser el único personaje que no sabe que es una creación literaria. Se para un momento y reflexiona sobre la palabra que acaban de pronunciar sus neuronas: Lliteraria. Ahora va y tiene ínfulas. Serán las horas.
El resto del reparto de personajes, continúa, no sólo será consciente de su no-existencia, sino que será capaz de hablar directamente con él, el AUTOR.
Esas mayúsculas. En fin.
Le hablarán tanto a él (unas veces directamente, otras hablando de él en tercera persona llamándome “el autor”. Muy bien, ahora minúsculas. Bajémonos un poco el ego) como a aquel que los esté leyendo en ese momento.

El universo en el que enclavará a este “Javi” también será similar al mundo real.
¿Cómo lo llamará? ¿JaviVerso? ¿Se confundirá el lector esperando poesía al mencionar la palabra “verso” y acudirán engañados por los resultados que aparezcan en los buscadores tras esa sucesión concreta de letras?
Lectores. Sí, claro. ¿Y qué más?

Por si acaso lo matizará de alguna manera. Verso no literario. Verso de Uni”verso”. Un universo pequeño pero no microscópico... aunque sí. El universo que existe dentro de la cabeza del personaje.

El resto del reparto estará compuesto por personajes bastante arquetípicos. No será muy amplio, quizás una docena de más de personajes.
Piensa, piensa...
Cuatro personajes “secundario-principales”. Dios (el casero de Javi), no, mejor dios, con minúscula.
Satanás, el vecino de abajo (mayúscula o minúscula... ya lo decidirá más adelante), la... ¿muerte? (...) ¿una muerte tipo Pratchet, tipo Gaiman, tipo Marvel o tratará de darle otro enfoque?
Ya lo decidirá más adelante.
Finalmente, el antagonista (casi mejor, este sí con mayúscula) El “malo” de cada relato, que siempre será el mismo, aunque su aspecto quizás varíe de unos relatos a otros.

Bien, esto marcha. Vamos a putear un poco más al prota. Javi es esquizofrénico. No, no exactamente. No va a cambiar de personalidad, pero en su cabeza van a existir otros “yoes”, no otras personalidades, sino de las distintas facetas o aspectos que componen una personalidad: Su parte sarcástica, su parte hipócrita, su parte lógica, etc, pero con voz propia.
¿Saben estas “personalidades” que son seres ficticios?
Sí. ¿Por qué no?
¿Basta esto como para empezar?
Abre los ojos y mira el reloj. Joder, las seis de la mañana. Técnicamente ya ha fallado. Ya es viernes y esta tendría que ser la entrada del jueves. Bah, ¿qué diablos?

Crea un nuevo documento en blanco y coloca los dedos sobre el teclado. Aprieta aún más sus párpados y manda su cabeza hacia el...

**********************

Microverso

Javi esta en uno de los bancos de un parque cualquiera. No tiene trabajo, no tiene casa (bueno, tenía de ambos hasta hace un par de días que los perdió). Parece que el universo se ha confabulado contra él, como si dios (¿esto lo pongo con mayúscula o minúscula?) hubiera decidido repentinamente que le odiaba.

Ahora esta sentado en ese banco, leyendo un periódico, buscando lo que hasta hace menos de un parpadeo había dado por sentado.

Sarcástico: ¿Quieres dejarte de ensoñaciones?
Javi: ¿Perdón?
Sarcástico: Estas mirando el periódico, pero no lees nada. Como no busques algo rápido, vamos a estar bien jodidos.
Javi: Aún nos queda algo de dinero.
Sarcástico: Me la suda el dinero.
Materialista: No digas eso. No hay nada mas importante que el dinero.
Javi: Tanto como lo más importante...
Materialista: Tu cállate, que no estoy hablando contigo.
Lógico: Haya paz.
Javi: Gracias.
Lógico: Dámelas cuando hayas encontrado un trabajo y un sitio donde dormir. A este ritmo nos queda dinero para una semana.
Lector: Eh, tíos. Lo tengo.
Javi: Veamos.
Impaciente: Segundo piso. Una habitación y baño. Cien pesetas al mes.
Paranoico: Demasiado fácil, demasiado barato, demasiado bonito. Aquí hay trampa seguro.
Pesimista: Si es bueno seguro que alguien se nos ha adelantado.
Todos: ¿Cien pesetas?
Pesimista: Os lo dije. Era demasiado bonito.
Lógico: ¿De cuando es este periódico?
Sarcástico: De la guerra civil.
Javi: No. Es de hoy.

JAVI: Dejad de darle vueltas. El periódico es de hoy, lo de las pesetas pretendía ser un elemento humorístico. Que se levante de una puñetera vez y vaya a la dirección:

Sarcástico: ¿Calle de la vida 1? ¿Edificio purgatorio? En serio, tío. ¿no te lo podrías haber currado un poco más?

JAVI: Son las cinco y media de... mierda, las seis y media ya, no me hagáis pensar mucho más.

Sarcástico: Lo que tu digas.
Javi: ¿Con quien hablas?
Sarcástico: Con el de siempre.
Javi: ¿Tu amigo imaginario?
Sarcástico: Sí, hombre, sií Una de tus múltiples personalidades esta loca.

JAVI: He dicho que ya os vale

Repentinamente, Javi se encontraba en el interior del apartamento descrito en el periódico.

Javi: ¿Como he llegado aquí?
Sarcástico: El autor, que no sabía como cambiar de escena.
Javi: ¿Por qué no me dejas tranquilo por un tiempo? Bastante tengo con esos lapsus como para que encima te empeñes en volverme aún mas loco.

En aquel momento, alguien llamó a la puerta. Javi, se levantó del sofá (que había sustituido al banco sobre el que se encontraba sentado), y se dirigió hacia ella. Al girar la manecilla, y tras tirar de ella, dos personas aparecieron ante él.
No recordaba que estuvieran en carnaval, pero ambos parecían disfrazados.

dios: Buenos días. Soy dios, su casero.
Sarcástico: ¿dios no tendrías que escribirlo con mayúscula?

JAVI: Achácaselo a mi ignorancia. Creo que se me está yendo la mano un poco ya con esto de las mayúsculas.

Javi: Eeeeh, buenos ¿días? ¿Nos conocemos?
dios: No, ha aparecido en este apartamento por arte de magia... y por una notoria falta de ganas por parte del autor para buscar una manera un poco elaborada para llegar hasta esta situación.
Javi: Dios, no. Eeeeh, aaaah, no se ofenda, era una frase hecha - otro loco mas, piensa Javi. En fin, supongo que aquí estaré como en casa.
Lógico: Oye, ¿se supone que escuchamos o leemos lo que pones entre paréntesis?

JAVI: Según me convenga.

Sarcástico: ¿Acaso esperabas una respuesta coherente?

Javi: Lo cierto es que da el pego, con la túnica, la barba blanca y el percal ese que tiene montado para que le rodee ese aura luminosa. Se tiene que dejar un pastizal en pilas.
dios: No es cosa mía. Citaré a los clásicos y me escudaré en que “Me han descrito así”. Pero todo esto puede cambiar, al fin y al cabo no dejo de ser la proyección dialogada de una fuerza en la que no cree quien esto perpetra (aunque, dicho sea de paso, para no creer en mi, dedica muchos de sus pensamientos a reafirmar esa no-creencia). En fin, y como le decía, soy el casero de esta patética representación del universo que pretende ser el edificio.
Satanás: Buenos días tenga usted. Soy el vecino de abajo.
Lógico: ¿Porque a este si que lo pones en mayúscula?

JAVI: Para joder preguntadores.

Satanás: Como iba diciendo antes de esta interrupción.
Javi: Nadie ha dicho nada.
Satanás: Déjalo…
Javi: No, no, por favor, continúe.
Satanás: Bien…
Javi: A todo esto. Usted da menos el pego. A ver si se lo curra un poco mas la próxima vez. Mas que el demonio parece un ejecutivo... o un político
Satanás: Échale la culpa a la sociedad y a la falta de imaginación del escribiente. De cualquier manera, dudo que mi apariencia sea demasiado estable. La pinta de aquí mi colega, siempre la he hecho gracia “al de arriba”, pero mi representación clásica, con la perilla, la piel roja, lo cuernos y esas zarandajas, tiende a parecerle más risible que aterradora. Las representaciones mas modernas de los tebeos y los juegos de rol tampoco le han convencido. Nada, que el chico es muy rarito para según que cosas. No te acostumbres a este aspecto mío. De aquí a nada (y dependiendo del efecto que pretenda conseguir) seguro que no me ves dos veces seguidas con la misma pinta.
Ah, y olvídate también de esa pose de “señor del mal” y tal, que lo soy, pero no es una cuestión de hacer concesiones a la galería y además es muy cansado y farragoso (no se por qué tengo que poner las comillas con las manos, si él ya las ha puesto en el texto). Aunque mi actitud variara tanto como mi aspecto (y aplica esto también al gordo de la barba blanca y la túnica).
dios: Bueno, la columna se va acabando, así que nos largamos.
Javi: Oigan, que no he firmado ningún contrato. ¿Les he pagado ya?

Pero los dos habían desaparecido ya.

Sarcástico: Eres un vago.
Javi: No es culpa mía. No me han dado tiempo a nada.
Sarcástico: No hablaba contigo.
Javi: Tíos, creo que aquí os vais a sentir como en casa.
Todos: Que remedio.
Sarcástico: Tío, sólo te han faltado las risas enlatadas, das mucha penica.
Javi: ¿Qué?
Sarcástico: No es a ti.

Si hubiera una cámara enfocándoles, toda las personalidades de Javi habrían mirado hacia ella con expresión molesta.

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Bueno, tendrá que bastar por hoy. Me voy a sobar, que en un rato tengo comida sanferminera con los del curro.
San Fermín. Yuju. Por favor, que alguien me pegue un tiro.

Javier Albizu

Macroverso I Sueños interregnos

Macroverso I Sueños interregnos
Nuestro héroe hace como que duerme. Acostado bajo la sábana su cuerpo trata de mantenerse inerte. En la cabeza, reposante sobre la almohada, se pueden ver unos ojos cerrados pero, si nos acercásemos lo suficiente, podríamos percibir como las pupilas se mueven velozmente bajo los párpados.
Javi imagina. Ha bastado que se acostase para que las imágenes fluyan de manera espontánea. No sólo eso, comienzan a aparecer palabras capaces de describir esas imágenes. Incluso le parece atisbar cadenas de sonidos neuronales que se asemejan a frases.
La tentación está ahí. La tentación de levantase y comenzar a escribir.
- Es el momento – dice una de las voces de su interior.
- ¡No lo hagas! - dice otra de ellas - ¡Es una trampa!
Sabe que es un espejismo. Sabe que en cuanto abra los ojos las palabras y los sonidos se desvanecerán. De acuerdo, igual no es en cuanto abra los ojos, pero sí cuando sus dedos se posen sobre las teclas. Si no desaparecen se volverán a todas luces insuficientes. Entre ellas encontrará simas, fosas abisales que no será capaz de llenar o sortear para formar frases coherentes capaces de descifrar o describir las escenas que habitan y parpadean entre sus sinapsis.
… aunque igual está equivocado. Igual esta vez es distinto. Igual es como aquella vez cuando...
No, aquella vez tampoco funcionó. Cuando las legañas se desprendieron de sus neuronas tampoco había por donde pillar el texto.
No va a abrir los ojos ni a mandar su cabeza a un sitio muy lejano en el que sea tentada con nuevas imágenes “con potencial”. La va a mandar a un sitio cómodo y cercano. De nuevo al...

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Microverso.

JAVI imagina que Javi soñaba despierto.

Entraron varios hombres encapuchados en el establecimiento.
¿Qué establecimiento? Da igual. Céntrate en los tipos.
Sus disparos al aire provocaron gritos de pánico entre la concurrencia, pero él mantuvo la calma. De un rápido vistazo se hizo un plano mental de la habitación mientas el resto de sus neuronas se preocupaban en trazar un plan de acción.
Hecho.
Con un ágil salto se impulsó hasta atravesar uno de los paneles del falso techo, para terminar clavando sus poderosos dedos en el hormigón que...
Sarcástico: ¿Poderosos dedos capaces de perforar el hormigón? ¿pero tu dices estas cosas en voz alta antes de escribirlas?
JAVI: A callar.
... se encontraba por encima de este. Sabía que la estructura de alambre, aluminio y placas de aislante no habría sido capaz de soportado su peso.
Sarcástico: Por supuesto, porque nos encontramos en un mundo regido por las leyes de la lógica y la física.
Javi: Lo acabas de ver, lo ha hecho. punto. A callar.
Sarcástico: Claro, claro. Sigue.

Los asaltantes dispararon a ciegas en la dirección en la que había desaparecido, pero Javi ya no estaba ahí provocando que los fluorescentes y el resto de los paneles del techo explotasen provocando una tenue llovizna blanco-amarilla sobre la sala. Pero no todas las balas fallaron, una de ellas le alcanzó incrustándose en su derecho. Ignorando el dolor...
Sarcástico: Ignorando el dolor como quien ignora a un tipo que pasaba por ahí. Por supuesto, a un individuo capaz de perforar el hormigón con sus dedos se la sopla que le peguen un tiro.
Javi: Y dale.
Sarcástico: A todo esto ¿De qué calibre?
Javi: Que es una fantasía. Deja ya de dar el coñazo.

...continuó creando su camino dejando la marca de sus dedos través del hormigón. Tras situarse sobre uno de uno de los asaltantes, aflojó su presa, dejándose caer mientras cambiando la posición de su cuerpo antes de llegar al suelo. Aterrizó sobre el primero de sus objetivos y le arrebató el arma con facilidad para, acto seguido, mandarlo a dormir con un certero golpe del dorso de su mano...
Javi: Que te veo venir. A callar.
Una vez armado, comenzó su cacería.

Sarcástico: Yyyyyy explícame esto. Un tío que puede agujerear el hormigón con sus manos, y al que un balazo en el hombro ni siquiera le ralentiza. ¿Para qué cojones necesita un arma?
Lógico: He de añadir que, como es de rigor cada vez que fantaseas, te imaginas como un ser claramente súper humano. Intelecto, agilidad, fuerza... moralidad. Tanto es así que, los “malos”, sólo logran alcanzarte cuando te interpones en la trayectoria de las proyectiles para salvar a otro cuando, siguiendo el curso más sencillo (si mantenemos una mínima coherencia entre las capacidades que te presupones) podrías acabar con ellos tranquilamente sin armas casi antes de que comenzase el conflicto.
Javi: A ver, las armas son un elemento dramático. Que os lo tengo que explicar todo. Sólo están para dar una sensación de peligro.
Lógico: Con esa respuesta no has refutado mi afirmación.
Sarcástico: Mira que puedes llegar a ser petardo. ¿Y para qué les quitas las armas, si luego usas más que para desarmar al resto?
Lógico: Con lo que también pones en peligro la vida de los rehenes de una manera gratuita.
Sarcástico: ¡Y luego ni siquiera los matas a los tipos chungos!.
Javi: No me gusta matar.
Sádico: Venga, tonto, que nunca lo has probado. Igual luego te gusta.
Sarcástico: Tampoco puedes sobrevivir al impacto de una bala, dar saltos de veinte metros, y perforar acero y hormigón con las manos. Vamos, que yo no diría que ese tipo eres tú.
Javi: Con vosotros no se puede tener una fantasía decente.
Sarcástico: Oh, sí. Lo flipo con tus ensoñaciones y su elaborada estructura. Pero si al final siempre la cascas dejando a “la chica” llorando por un tipo al que no conoce de nada.
Desesperado: ¿Por qué? ¿por qué nos haces esto? ¿Por qué ni siquiera en tus sueños puedes acabar llevándote a la chica?
Javi: ¿Qué queréis que os diga? Me gusta la tragedia.
Sarcástico: Sí, está visto, eres el nuevo señor del drama literario.
Desesperado: Espera, me parece detectar algo. Atención, posible interés afectivo a la a tus tres.
Sarcástico: ¡Alerta de drama!, ¡alerta de drama!. ¡Inmersión, inmersión!.

Volviendo a la realidad, Javi la vio. Su rostro no era especialmente llamativo, pero sus facciones poseían aquella característica que la hacía destacar sobre el resto.

Sarcástico: ¿En serio? ¿no acabas de soltar un contrasentido del quince? (aparte de resultar una descripción de lo más tópica)
JAVI: Chitón.

Quizás fuera aquella sonrisa que parecía iluminarlo todo, o esa mirada en la que uno se podía perder.

Sarcástico: En efecto, nada llamativo. Seguimos en alerta de tópicos.
Javi: ¿Con quién hablar?
Sarcástico: Nada, cosas mías.

No sabía de qué se trataba, pero aquella mujer poseía una belleza serena que le llamó la atención.

Sarcástico: ¡Que sí que lo sabe! ¡Que se lo acabas de describir!
Desesperado: Dile algo.
Javi: Aún no.
Desesperado: Se esta desviando.
Javi: En ese caso poco vamos a poder hacer.
Sarcástico: Es verdad ¿De que sirve luchar contra el cruel hado del destino?
Javi: Vete a la mierda.
Desesperado: No, no te vayas, mi amor. Habríamos podido ser tan felices juntos... ¡Esta corrigiendo su trayectoria!. ¡Se acerca! ¡Se acerca!
Sarcástico: Alinee los cañones, preparen el fuego de cobertura.
Desesperado: Vete a la mierda.
Sarcástico: Que susceptibles que estáis esta mañana.
Javi: Calla, ya esta aquí.
Desesperado: No le hables a este, háblale a ella.
Javi: Bienvenida a Burger Prince. ¿Qué desea tomar?
Ella: Un menú Full Kingdom con foso gigante.
Javi: ¿Que bebida?
Sarcástico: Que seguridad, que saber hacer. Animo Casanova, la tienes en el bote.
Javi: ¿Alguien puede hacer callar a este imbécil?
Imbécil: Sin ofender.
Ella: Limón. También quería un torreón de patatas, y una ensalada feudal.
Javi: Son doce con cincuenta. ¿Quiere ketchup con la hamburguesa?
Ella: No, gracias.
Javi: Tiene el numero setenta y dos.
Ella: Gracias.
Desesperado: ¡Te ha dado las gracias!
Javi: Como todos los que han venido antes.
Desesperado: Bueno, ¿vas a ir decirle algo?
Javi: Sí, espera, que ahora la pido de salir.
Desesperado: ¡Tío!, ¡que es la mujer de tu vida!.
Javi: Tu estas muy mal.
Sarcástico: Ha hablado el gran maestre del equilibrio emocional y el Zen vital.
Desesperado: ¿Ya está? ¿No vas a hacer nada?
Javi: Nop. Quizás en otra ocasión y, de ser posible, en otro entorno.
Desesperado: Entonces ¿La seguimos y nos hacemos los encontradizos?
Sarcástico: Sí, esa parece una buena idea.
Javi: ¿Tú de qué lado estás?
Cobarde: No les hagas caso.
Javi: Por favor, tú no te pongas de mi lado.
Lógico: Él siempre está de tu lado, o tú siempre estás del suyo. Negarlo es fútil.
Desesperado: ¡Nunca lo conseguiremos! ¿Por qué no acepté aquella oferta para irme con aquel maniaco depresivo?

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Estupendo, en este momento, nuestro héroe no sólo se había desvelado, sino que se encuentra un poco depre de manera estúpida y autoinfligida.
Se da la vuelta en la cama manda su cabeza a algún lugar algo más lejano. Mejor dar la tabarra a alguno de los otros personajes que no le han salido tan respondones. Lo que está claro es que hoy no va a dormir una mierda.

Javier Albizu

Macroverso II Malos despertares

Macroverso II Malos despertares
Nuestro héroe, por fin, duerme. Mientras duerme, ya que no tiene otra cosa mejor que hacer, sueña. Sueños de héroe trágico, de psicópata peligroso o de niño asustadizo que acaba de descubrir que está desnudo en mitad de clase. Curiosamente, eso no es lo que le parece más preocupante; no sabe de qué asignatura es la clase... ni en qué curso está... ni en qué colegio.
Abre los ojos y maldice mientras murmura por lo bajo.
- ¿Tantos años que hace que lo dejamos, y seguimos con estas mierdas del colegio?
Mira el reloj a través de las legañas y maldice por lo bajo mientras murmura. Nada nuevo sobre el horizonte, salvo... ¿cómo le han podido surgir legañas en tan poco tiempo?

Cierra los ojos de nuevo y vuelve al tajo. Sueña con conocidos y desconocidos, con dolor y muerte, con personajes a medio formar y universos que no son sino meros esbozos. Palabras sin frases, escenas sin contexto, historias que no son más que trazos etéreos e inconexos. Sueña de nuevo y envía su mente a todos esos lugares a que sea testigo imperturbable de sus Génesis y Apocalipsis particulares.
Hasta que, finalmente, su inconsciente cae hasta un lugar pequeño y familiar. JAVI sueña mientras, en una pequeña parte de su interior, Javi se evade imaginando.

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Dejarse caer al vacío. No había sensación más gratificante. Solo allí se sentía en paz, alejado del ruido, alejado de la gente, alejado del mundo. Dejarse mecer por los invisibles brazos de las corrientes de aire sin saber cuando acabaría aquella experiencia. Sólo cerrar los ojos, extender los brazos y dejarse caer en un mundo sin arriba o abajo, un mundo sin suelo. Un mundo sin preocupaciones, hasta que ese mundo es destruido por la realidad... y ciertas voces indeseables.

Porque, al igual que cada jueves, “ella” atravesó la puerta llenando con su luz el local. Una vez ante el mostrador, se acercó hasta Javi para pedir el mismo menú de siempre. De nuevo, tras la breve espera que precede a la bandeja llena de deliciosa... y, por lo que se dice, nada sana, comida rápida, se despidió con un gracias, y una sonrisa.

Desesperado: Otra vez lo mismo. ¿Cuándo le vas a decir algo?
Javi: Lo he hecho.
Desesperado: ¿Que has hecho que? Yo no he escuchado nada.
Literal: Le ha preguntado qué deseaba tomar.
Desesperado: ¡Vete por ahí!
Sarcástico: Espera, espera. Ese “Lo he hecho” no era una respuesta literal. Llevaba implícita una respuesta sincera.
Javi: ...
Desesperado: ¿Es eso cierto? ¿Por fin has encontrado tu grial, tu frase de entrada genial, y me la he perdido?
Javi: ...
Desesperado: ¿Y qué ha respondido ella? ¿También me lo he perdido?
Javi:..
Sarcástico: Cuanto silencio. Esto huele a vergüenza. Huele a auto engaño facilón. Yo apostaría a un... ¡Se lo has dicho todo con la mirada!.
Javi: ...
Sarcástico: Habla ya, condenado.
Javi: Bueno………….pues si.
Sarcástico: Juajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajua
Javi: Lo sabía, tenía que haber seguido callado.
Desesperado: ¿Una mirada? ¿Pero tú estas gilipollas?
Sarcástico: Vamos a ver. ¿Qué mirada ha sido?
Javi: Joder, la de los jueves, el resto me las he dejado en casa.
Sarcástico: No sigas con evasivas, te hemos calado. Seguro que tienes en mente un significado muy concreto de lo que has querido decir con esa mirada.
Javi: …
Desesperado: Suéltalo ya, cojones.
Javi: Bueno... la idea era transmitir un “me pareces una chica muy guapa”
Lógico: Tú estás tonto.
Sarcástico: Esa no me la conocía. Conozco la “mirada distante y misteriosa”, la de “cordero degollado”, la de “tipo duro que te hace saber que te podría partir la crisma, pero a quien no le mereces la pena el esfuerzo”, la de “voy a ver si te doy la suficiente lastima como para que me hagas caso” (muy parecida a la primera), la de…
Javi: Ya te vale.
Lógico: Si sabes que ninguna de esas miradas sirve para una mierda ¿por qué sigues con ellas?
Sarcástico: Espera, espera. También tienes el encogimiento de hombros multiuso.
Javi: Hay matices que…
Sarcástico: Sí hombre, sí, matices. Mira tío. Tienes un repertorio de miradas equiparable al de Zoolander.
Cinéfilo: Gran película.
Javi: A ver, Sarcástico. ¿Tú no estabas de mi parte en esto?
Sarcástico: Estaba de acuerdo contigo en que no podías tomar el asalto nada mas verla por primera vez. A día de hoy, sigo opinando lo mismo. Pero eres tú quien se esta contradiciendo.
Javi: ¿Cómo que me contradigo?
Analítico: Se refiere al uso reiterado de expresiones como “No la conozco de nada”, algo a todas luces obvio, para luego proferir un “se lo he dicho con la mirada”. A ver si te aclaras. Si quieres conocerla, intenta conocerla, pero no nos vengas con las memeces esas de falso tipo con su autoestima “torturado y maltratado por el destino”. He de añadir que esto último ha sido un poco redundante.
Sarcástico. ¡A ver si no nos apropiaos del papel de los demás!.
Analítico: Lo siento, pero no eres el único hasta las narices de esa pose.
Sarcástico: No hombre, no. Esa no es su pose. Si pose es de “tipo de pocas palabras misterioso e inescrutable”.
Javi: ¡Hola!. ¡Estoy aquí!. ¡No habléis como si no estuviera!
Sarcástico: Esto no va tanto por ti como por el jefe de verdad de la barraca, pero como está sobando no se va a dignar a responder.
Javi: Creo que es la primera vez que agradezco que mentes a vuestro socorrido “Autor”
Sarcástico: Pero ya que no anda por aquí, creo que vamos a aprovechar para darte un poco más de caña.

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Nuestro héroe despierta de nuevo. Se siente un poco estúpido, y algo más depre de lo que se encontraba cuando se ha acostado, aunque no es capaz de localizar el punto de origen de esa sensación. Para mejorar la situación, su cuerpo se niega a reconocer que ha permanecido en la cama durante más de cinco horas y continúa tanto o más roto y cansado que cuando se ha acostado.
Pero se no importa, se impone una ducha y prepararse para la comida.
Yuju, San Fermín, y tal.

Javier Albizu

Macroverso III Mis problemas con las mujeres

Macroverso III Mis problemas con las mujeres
Agradece la ducha. Tanto el agua caliente como el vahó que genera, así no tiene necesidad de hacer gran cosa para mandar su cabeza hasta otro lado... aunque esta vez no se va muy lejos.
Se imagina en la “Centro de mando para la dominación mundial” A.K.A.: La habitación del ordenador. Está sentado tratando de escribir algo cuando, de repente (siempre suceden las cosas “de repente”) escucha como alguien tira la puerta abajo.
Mira hacia arriba, hacia la balda en la que se encuentran sus espadas... de acuerdo, sus réplicas de espadas y, durante un segundo, valora cuál de las dos coger. Finalmente opta por el ninjato. Es más compacta que su katana (esa cuya hoja se dobló el día que tubo la poco afortunada idea de usarla a modo de bastón). No la saca de su funda, tampoco quiere herir a quien quiera que sea su atacante, al fin y al cabo, esto es una fantasía transitoria, el pobre desgraciado no tiene ninguna oportunidad.
Durante otro segundo su mente busca entre el catálogo de arquetipos a su oponente. Serán dos... punkys de peli ochentera. ¿Por qué no? Han elegido un mal lugar para buscar su dosis de crack.
Sale a su encuentro en el recibidor y les apunta con el extremo de la vaina. Los individuos no parecen muy brillantes. Tras una conversación algo intrascendente en la que trata (sin demasiado esfuerzo ni detalle) de decirles que se queden quietos mientras llama a la policía, ellos se lanzan al ataque.
Nuestro héroe retrocede hasta el salón. No porque no pueda acabar con ellos allí mismo, sino porque en un espacio más amplio la coreografía del combate podrá ser más espectacular.
Mientras una parte de su consciencia ha salido de la ducha, se ha secado y se está vistiendo, otra de ellas está realizando cabriolas y llaves imposibles contra sus rivales un par de habitaciones más allá.
Para cuando se ha vestido y bajado hasta el portal, el enemigo ha cambiado varias veces. De dos punkys a tres mafiosos del Chicago de los años treinta, de estos a una banda de matones rusos llenos de tatuajes. Al final, como de costumbre, una horda de ninjas. Siempre suele terminar enfrentándose a ninjas.
Mientras sale a la calle invoca a la parte de su consciencia que permanece en casa, y esta atraviesa la ventana del salón para volver con él. Por supuesto, los ninjas van detrás suyos, pero los hace desaparecer con un simple gesto de negación con su cabeza.
Le ha parecido que uno de ellos iba de blanco con faja y pañuelico rojo. Ninja sanferminero, uno más para el repertorio.
Se ajusta los auriculares y se prepara para partir hacia su aciago destino: La parte vieja. Valora en su mente las posibles rutas tratando de predecir y evitar las zonas con mayor densidad de gente... excesivamente intensa. La tarea es complicada pero finalmente toma una decisión. Compacta los hombros, adopta la expresión de NO, no me importáis ni tú ni lo que me puedas decir, consulta de nuevo la hora e inicia el camino. Veinte minutos y una breve elipsis después, se encuentra con la espalda apoyada contra la pared que se encuentra frente al local en el que tendrá lugar la comida. Aún quedan más de media hora para que empiece a llegar conocida, así que estudia el lugar. Busca detalles que se le hayan pasado otras veces que ha atravesado esta calle. Comienza a imaginar la silueta recortada de una figura sobre lo alto de un campanario, cuando un decide que ahora le apetecen más robots gigantes. Una mano enorme y metálica aplasta a la figura y la catedral, mientras un rostro inexpresiva se alza tras de ella.
¿Qué tipo de robot usaremos? ¿pilotado o autónomo? ¿qué hace aquí?
No, resulta que no le apetece tanto el robot. Su consciencia se sumerge dentro del mausoleo de las historias aún por desarrollar y echa un vistazo. En el primer nivel se encuentran los bocetos de personajes. Imágenes genéricas definidas sólo por una acción que se repite en bucle. Allí, en un habitación con infinitas esquinas y recovecos, alguien practica katas de un extraño artes marciales. Junto a él, pero a universos de distancia, un guerrero salta desde un lugar indefinido dispuesto a entrar en combate aún no se sabe contra quién. En otro lugar de su mente se puede contemplar también el amanecer situado en un lugar desde el que se puede abarcar todo el universo. En otro de ellos, desde hace ya meses, un personaje se gira y tensa un arco.
Espera, ¿se gira o es la cámara la que gira a su alrededor?
Se acerca un poco más mientras el personaje sigue en su bucle.
¿Arquero rápido o arquero tranquilo?
Detiene el tiempo mientras piensa sobre ello.
Arquero tranquilo. Acerca la cámara tratando de averiguar algo más sobre él. Antes era una acción, ahora una pose estática. Está apuntando ¿cuánto tiempo lleva así?
Apenas respira y tiene los ojos cerrados. Él. No, ella, está esperando a que su víctima... no, víctima no, víctima suena a asesinato y acaba de decidir que ella no es una asesina. ¿Objetivo? No lo tiene claro, ya decidirá la palabra concreta más tarde.
El individuo o la criatura a la que está esperando pasará pronto, pero ella lleva mucho tiempo aquí, días esperando, apuntando. Ha ralentizado sus constantes vitales para reducir al mínimo sus necesidades corporales. La figura se va perfilando, meditación; una mujer oriental. Oriente, de nuevo, tiene que hacérselo mirar. Traza sus referencias hasta la viñeta de un tebeo. Una araña que ha comenzado a tejer su tela entre el arco y la flecha. Quiere la idea, el concepto, pero no a la araña. Comienza a trabajar a partir del frío. Sí, hace frío.
Ha nevado pero ella no lo nota. Tiene los ojos cerrados y la nieve es la que dibuja sus párpados. La cuerda está empapada y tanto sus hombros como la parte superior de sus brazos y la flecha es completamente blanca Finalmente llega su... lo que sea y todo se mueve a cámara lenta.
Sus labios se separan y ella vuelve a la vida Toma aliento y su pecho se hincha. Exhala creando una pequeña nube de vaho. Abre los ojos mientras sus dedos sueltan la cuerda y la flecha vuela veloz. La nieve que había sobre el proyectil se queda atrás como si fuera su estela, el agua que impregnaba la cuerda comienza a caer creando una fina cortina, la cuerda vibra cada vez más lentamente hasta que su oscilación se detiene.
Por las rendijas de su percepción ve un rostro familiar, No sabe su nombre pero sabe que trabaja en la empresa, parece que ha llegado la hora pero tiene suerte, el sujeto no se dirige hacia él. La procesión de seres vagamente reconocibles no se hace esperar, pero la dama fortuna sigue de su lado y todos se dirigen hacia el bar en lugar de en su dirección.
Una mano toca su hombro, emboscada por el lado contrario. Se gira para encontrarse con unos labios que, supone, emiten sonidos con la intención de que lleguen hasta sus tímpanos. Su consciencia termina de regresar al mundo exterior. Por encima de los labios percibe una nariz, el resto de los atributos necesarios para componer un rostro no tardan en ocupar su posición. Nombre código Felipe.
- Que te quites los auriculares de una vez, cojones ya - le escucha decir mientras sus actos se adelantaban a la petición. No detecta enfado real en la voz - ¿No entras?
- Na, aún faltan muchos por llegar y prefiero ahorrarme los pisotones, empujones y vertidos de líquidos diversos. La verdad es que todo eso es algo sin lo que puedo vivir.
- Tú mismo, nos vemos dentro.
- Vale - acompaña la palabra con un gesto de despedida de su mano.

Vuelve a ponerse los auriculares y trata de regresar a la nieve, pero la arquera ya no está ahí. Se ha movido a un lugar más lejano dentro del mausoleo, al lugar en el que se encuentran los personajes que necesitan un universo en el que encajar. Busca por los alrededores tratando de localizar a algún otro ser necesitado de contexto pero no se puede concentrar. Entre la distracción y el chunda chunda que existente más allá de su aislamiento autoimpuesto han roto el momento creativo. Entrar o no entrar, esa es la cuestión. Aún no ha entrado nadie con quien le apetezca lo más mínimo hablar. Entrar implica estar de pie rodeado de gente que no le importa una mierda. Hacer de hombre puerta cuando la gente incapaz de percibir su entorno no quiere asumir que estorban al colocarse en las rutas de paso. Chunda chunda aún más alto aderezado con berridos y expresiones de excesiva confianza.
No. Se queda fuera.
Entonces llega la duda ¿le apetece hablar con alguno de los compañeros del trabajo que han confirmado su asistencia a la comida?. Redefine la pregunta ¿alguna de las personas con las que le puede apetecer hablar se va a encontrar en un estado adecuado como para tener una conversación según sus términos?
Lo duda. Al menos no durante mucho rato. Quizás quince minutos, media hora como mucho, repartidos de manera esporádica a lo largo de toda una comida que se puede alargar durante algo más de dos horas sumando la sobremesa.
- ¿Me compensa?
Depende, aunque eso no importa. Dijo que iba a ir a la comida, con lo que largarse para casa tendría que eliminarse de la ecuación, pero no puede. Debería volver al origen de la primera pregunta ¿cuándo entra? pero su mente es caprichosa y se niega a eliminarla la reflexión previa. La mente domina al cuerpo, dicen. En su caso, la mente ni siquiera es capaz de dominarse a sí misma.
Si sabía todo esto ¿por qué ha venido?
Trata de no responderse usando la palabra que lo lía todo, la que empieza por “i”, el último recurso que indica que todo lo demás ha fallado. Fija su vista en un punto concreto aunque indiferente, uno que vaya a permanecer inalterado, y desenfoca la mirada para volver al interior de su cabeza.
Necesita acudir a algún lugar en el que todo sea fluido, uno de sus universos consolidados en el que conoce tan bien a los personajes que casi son seres autónomos. Necesita situarse en una de las historias que se encuentran en un estado de gestación avanzado, y continuar a partir de ese punto, pero por más que busca no encuentra ninguna que le saque del bucle.
¿Por qué ha venido?
Mala pregunta. Es un por qué que no es un por qué. No está buscando las razones, no las de hoy, no las de ahora. Ese necesidad siempre latente que trata de controlar bajo mil capas de lógica empieza a ganar fuerza. No puede controlar qué o cómo se siente, no puede cambiar cómo le afecta, pero sí que puede elegir cómo lo exterioriza. Cómo reacciona ante ello. Su expresión se vuelve más dura y su mirada más sombría. Todo parece indicar que hoy va a ser uno de esos días.
Entra en el bar cabreado consigo mismo mientras su mente busca un lugar intermedio desde el que saltar a otro de sus universos. No tiene que pensar en... no tiene que pensar en...
- Hombre, Javi - no reconoce la voz ni la cara de este individuo ¿quizás alguien de oficinas? - Silvia estaba preguntando por ti, lástima que no se haya enterado de que eres gay, porque me parece que anda detrás tuya.
- ¿Mande? - mientras trata de hacer memoria ¿quién narices es Silvia?, valora si le merece la pena decirle a este tarugo que no es gay - Pobrecica - decide que no le merece la pena y que, además, hoy no es un buen día para conocer mujeres.
Conocer mujeres, eso era sobre lo que no quería pensar. Gracias por todo, Tarugo, ya te puedes ir largando a la mierda.
No ha venido a eso, no ha venido “por” eso. Lo sabe, lo tiene claro, pero sus tripas le dicen a su mente que tiene que dudar.
¿Seguro? preguntan los estratos más primarios de su ser. Es posible, responde otra parte dentro de él que no es capaz (que tiene miedo) de identificar.
De nuevo busca la ruta de huída, el punto intermedio, el nexo entre sus realidades, hasta que lo alcanza.

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Despertó en el camastro de una habitación. Todo lo que veía a su alrededor parecía gritar “hospital” (por no mencionar que en las sabanas blancas que le cubrían se podía leer, en efecto, el nombre del hospital en el que se encontraba... aunque no era capaz de leerlo)
¿Cómo había llegado hasta allí?
La cabeza le dolía horrores y el resto del cuerpo le iba a la zaga.
De nuevo miró a su alrededor, esta vez tratando de ignorar el dolor y buscando algún dato más significativo, pero todo era de lo más clásico e indefinido. Hospital cien por cien. Cómo odiaba aquellos lugares.
¿Que le había sucedido para acabar allí?... ¿Por qué odiaba los hospitales?
En la mesilla situada a su derecha no había nada. Nadie parecía haber ido a visitarle. No habría revistas, botellas de agua o restos de alimentos. Nada que pareciese indicar que alguien había permanecido al lado de su cama durante su convalecencia.
¿Cuánto tiempo llevaba allí?
Entonces se dio cuenta. No había puertas ni ventanas, trampillas o aberturas. Ningún medio de acceso hasta allí, ninguna manera de escapar.
¿Dónde estaba?
Aquello no tenía ningún sentido. No era capaz de recordar nada. No había en su mente ninguna imagen anterior al momento que estaba viviendo.
¿Quien era él?
Trató de forzar su mente, de sobreponerse a las punzadas que perforaban su sien, pero no consiguió nada. Nada en absoluto. Desesperado se echó las manos a la cabeza mientras la agitaba gimoteando.
- Nonononononono.
No fue hasta que se fijo en sus manos, que se dio cuenta de la mayor obviedad que se le había pasado por alto.
El no era él.
Era ella.

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Trata de decidir hacia dónde salta desde ahí. ¿Dónde encaja esto, con qué personaje?
Contacto.
Microverso.

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Sarcástico: Bonita fiesta, ¿eh?
Javi: ¿Perdón?
Sarcástico: Que vuelvas aquí, que esto es un peñazo sin la posibilidad de meterme contigo.
Javi: La verdad es que no sé por qué he venido.
Lógico: Te invito un compañero del trabajo.
Javi: Ya lo sé. Lo que no sé es por qué acepte venir.

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No. Basta. Mal, no vayas por ahí.
El deja vu no augura nada bueno.

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Sarcástico: ¿Quizás porque es el único que te habla?
Javi: Es posible.
Sarcástico: A todo esto. ¿Cómo se llama él?
Javi: Si, estooo. Lo tengo en la punta de la lengua.
Sarcástico: No te esfuerces.
Javi: No, que me tiene que salir.
Sarcástico: Que no te esfuerces, que no tiene nombre.
Javi: No me seas capullo, claro que tiene nombre.
Sarcástico: Que no, que “el autor” ha pasado de ponérselo.
Javi: Pronto empezamos hoy con eso.
Sarcástico: Ya te puedes ir armando de paciencia, porque todo apunta a que hoy va para largo.
Javi: Déjalo.
Lógico: ¿Por qué no te vas de la fiesta?
Sarcástico: Por lo mismo por lo que ha venido.
Javi: ¿Ah, si? ¿Y por qué he venido? Listillo.
Sarcástico: Deux ex machina.
Pedante: No se escribe así.
Sarcástico: A callar.
Javi: ¿Mande?
Sarcástico: Nada, que mires hacia la pared de la ventana.
Javi: ¿Y por qué iba a hacer eso?
Sarcástico: Tú calla y mira.

Javi se volvió. Tratando de rodear con la mirada a la gente que atestaba la sala, logró vislumbrar lo que se encontraba en la pared señalada. Pegado a ella había un sofá, y sentada sobre este, se encontraba la solitaria figura de…“ella”.

**********************

No. Basta. Mal.
Deja vu.

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Lógico: Oye, Sarcástico. Tu no tienes cuerpo propio, ni ojos propios con los que mirar, así que no tiene sentido que la hayas visto antes que Javi.
Sarcástico: Me lo han chivado.
Desesperado: Callos los dos. Dios, cuanto quiero a este dios. Venga tío, es tu oportunidad, vete a hablar con ella.
Analítico: Lo cierto es que es una oportunidad inmejorable. Parece que todo el mundo la esta ignorando, igual que a ti.
Paranoico: Esto no me gusta nada. Seguro que es una trampa.
Sarcástico: Sin duda.
Analítico: En fin, ¿qué, te animas?
Lógico: Coincido con analítico. Si quieres comenzar una conversación, este parece uno de los momentos más adecuados para hacerlo.
Cobarde: No lo hagas.
Pesimista: Sabes que nos va a mandar a un lugar poco agradable.
Javi: Voy.
Sarcástico: Chan chan, que suenen las fanfarrias.
Javi: Que alguien silencie a ese bocazas. ¿Consejos?
Lógico: Has preparado esta conversación desde que conociste a la primera chica que te gustó.
Optimista: Esta chupado.
Sarcástico: Estamos perdidos.
Pesimista: ¡Eh!, ¡esa frase era mía!
Sarcástico: Pero lo importante es la entonación.
Javi: ¡¡¡Callaos!!!.
Desesperado: Silencio todos.
Sarcástico: ¿Estás seguro de que quieres hacer esto?.
Javi: Joder, a ver si os aclaráis.
Sarcástico: No, si no te hablaba a ti.
Javi: Y dale. Anda, vete a hablar con tu “autor” imaginario, y déjame en paz un rato.

JAVI: ¿Que pasa?
Sarcástico: No me vengas con “que pasa”. Sabes perfectamente lo que pasa.
JAVI: Ojalá pudiera detenerlo.
Sarcástico: Pues estamos bien.
JAVI: ¿Alguna idea?
Sarcástico: Lo tuyo es putear a tus personajes, seguro que se te ocurre algo.
JAVI: … podría hacer que la historia avance y presentar a un nuevo personaje.
Sarcástico: Tú mismo, a ver si sale algo bueno de esta sítuación.
JAVI: No, con el día que tengo hoy, ten por seguro que no será nada bueno.

Javi: Pues lo que te decía. Yo creo que la mejor película de Kevin Smith es Mallrats. A partir de ahí ha ido a peor.
Ella: Persiguiendo a Amy se puede salvar, pero tienes razón.
Sarcástico: Que truco mas vil y rastrero.
Javi: ¿Truco?
Sarcástico: No hablaba contigo.
Javi: Vale, sigue hablando con quien quieras, y déjame tranquilo.

JAVI: Lo se, lo se. Pero ¿qué quieres? Nunca he sido muy bueno comenzando conversaciones.

Ella: Oye. No se de que, pero tu cara me suena.
Javi: Trabajo en el Burger Prince. Te sirvo tu menú Full Kingdom todos los jueves.
Ella: Es verdad. No te reconocía sin la gorra y el uniforme.
Javi: Espero salir ganando con el cambio de indumentaria.
Ella: Tenlo por seguro.
Javi: Oye. ¿Cómo es que has venido a esta fiesta?
Ella: Nada, mi novio es amigo del que la organiza.
Paranoico: Os lo dije. Esta fiesta solo era una trampa de “el autor”.
Sarcástico: Desesperado, suelta esa espada. Es demasiado larga como para que te puedas hacer el suppuku en condiciones.
Desesperado: Lo estas disfrutando, ¿verdad?
Sarcástico: No, pero tampoco me sorprende. Mientras el otro Javi no ligue, este seguro que no se come una rosca.
Desesperado: ¡Estamos perdidos!

JAVI: Jo, jo, jo, pero que graciosos que sois.

Javi: Pues igual le conozco. Ese tío es el único medio humano del curro, y he hablado con alguno de sus amigos.
Antagonista: No me conoces. Aún no había salido en estas micro historias. Soy tu antagonista.
Javi: ¿Eso es nombre o apellido?
Antagonista: No lo entiendes; he sido creado expresamente para ser tu tormento, arruinar toda esperanza de felicidad que puedas albergar en tu interior y esas cosas.
Sarcástico: Algo chusco pero bueno, para salir del paso.
Antagonista: Hombre, una cosa es ser el antagonista y otra ser un recurso chusco. Da un poco de tiempo a que me presente en condiciones.
Javi: Oye, ¿tu escuchas a mis otras personalidades?
Antagonista: Deux ex machina.
Pedante: Y dale.
Javi: Como mola.
Antagonista: ¿Perdón?
Javi: Que esta bien eso de encontrarme a alguien que no crea que estoy loco.
Sarcástico: Nadie cree que estés loco. Tú eres el único que cree que los demás creen que estás loco.
Javi: Si, vale, lo que digas.
Antagonista: No, no. Yo no estoy aquí para hacerte la vida mejor, sino para amargártela. ¿No te das cuenta de que si soy el novio de “ella” es para que no pueda estar contigo?
Javi: Entonces no estas enamorado de ella.
Antagonista: Sí, digo no. Joder. Que sí, que sí que estoy enamorado de ella.
Javi: Entonces no sales con ella para hacerme la vida imposible.
Antagonista: No, pero eso debería dolerte.
Javi: ¿Por qué?
Antagonista: Porque “ella” es la chica de la historia.
Javi: Mira. No negaré que es una chica muy guapa y, por lo poco que he hablado con ella, también parece muy simpática. Pero de ahí a que me haya enamorado en diez minutos va un mundo.
Antagonista: Entonces ¿no me odias?
Javi: ¿Por qué debería hacerlo?
Antagonista: Pues……No se me ocurre nada más……Ya esta. Me gusta el Shadowrun.
Friki: ¡Hereje!¡A la hoguera con él!
Javi: Vale, ahora si que te odio.
Antagonista: Que alivio.
Javi: No. Que te guste el Shadowrun sólo indica que tienes un criterio nefasto en lo que a juegos de rol se refiere, no que seas una mala persona.
Antagonista: Pero ¡tienes que odiarme!, ¡ese es mi papel!
Javi: ¿Tú me odias?
Antagonista: La verdad es que no.
Javi: Pues nada, asunto arreglado. Un día de estos quedamos, y jugamos a un juego bueno de verdad. Si quieres te puedes traer a tu novia.
Sarcástico: Te estás ablandando.
JAVI: A eso le llamo yo reconducir la situación a buen término.
A eso se le llama ser cobarde, a eso se le llama no ser capaz de afrontar la realidad.

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La nueva voz le devuelve a la realidad. Esa voz no pertenece al Microverso, no sabe de dónde ha salido. Se miente, sabe perfectamente de dónde ha salido. Forma parte de él y no se puede esconder de ella huyendo a otros mundos que existen en su interior.
- Cobarde - repite la voz.
- Sí, lo reconozco. Nunca lo he negado.
- Enhorabuena, eso lo hace aún peor.

Javier Albizu

Macroverso IV Una gran vida social

Macroverso IV Una gran vida social
Silencio. Por fin un segundo de paz mental. Que esta quietud provenga de su incapacidad para encontrar palabras que rebatan sus propios argumentos, no parece especialmente preocupante en estos momentos, pero la acusación sigue ahí y sigue siendo válida.
Una parte periférica de su mente vuelve por un momento a la realidad y se da cuenta, recuerda, que no ha pasado un segundo. Ha llegado el resto de la gente y ya se encuentran todos sentados a la mesa. Por un momento su parte automática ha tratado de calcular las rutas que iban tomando sus compañeros con la intención de buscar un sitio idóneo en el que situarse, pero le ha sido imposible alcanzarla a tiempo sin empezar a dar empujones. Finalmente, el azar le ha colocado entre dos individuos a los que apenas conoce. Dos entes, hombres genéricos, que no dejan de hablar a voz en grito entre ellos sobre alcohol, mujeres, fútbol y política.
No, realmente no había silencio, sólo una calma tensa propiciada por el ruido de estática que generan en su mente las conversaciones que le rodean. Una calma que se rompe con una pregunta que se hace a sí mismo y cuya respuesta conoce perfectamente.
- ¿El conocimiento y la aceptación lo hacen peor?
Por supuesto. Lo sabe y lo acepta. No tiene la excusa de la ignorancia. Se justifica diciendo que tampoco se queja, no al menos de cara al exterior, tampoco por falta de ganar, pero exteriorizarlo implicaría reconocer su hipocresía ya que tampoco hace nada al respecto, no mueve un dedo por mejorar su situación.
- Sí, enhorabuena, cobarde, tienes aquello por lo que has luchado. ¿Quieres aspirar a algo mejor?, haz algo.
Y aquí está, en el lugar en el que quiere estar... corrige, en el que ha elegido estar. ¿Quiere estar aquí?... corrige ¿es este el lugar en el que debe estar?
Mira a su alrededor una vez más ¿quién es esta gente, qué sabe de ellos, le importan?. Nadie, nada, no. Sólo son cascarones vacíos, palabras sin contexto, nombres de personajes sin una historia por detrás. Son lo que ha elegido que sean.
- Mentira.
No se atreve a que sean más. Lo ha intentado, poco pero lo ha intentado. Se niega admitir que siente algo más que simpatía por alguno de ellos, pero no parece que ellos compartan esa simpatía. Al menos no la expresan de una manera que él sea capaz de percibir. Necesita datos concretos y objetivos, acciones que no tengan múltiples lecturas posibles. Necesita estar seguro, no tener que interpretar los signos, no tener que arriesgarse a suponer, pero nadie le da eso.
- Cobarde.
En su mente las reglas de interacción están claras pese a que, en más de una ocasión, ha llegado a romperlas. En ocasiones ha supuesto, ha presionado más allá de la barrera de su de seguridad personal, ha cedido al deseo de ignorar los datos objetivos que tenía frente a él, ha elegido creer algo que sabe que no es cierto, pese a que la experiencia empírica le ha demostrado que no hay nada. Y casi siempre ha sido por alguna mujer. Casi siempre ha ignorado lo que se encuentra por encima de las reglas, uno de sus principios primordiales: el de ecuanimidad.
- Cobarde, mentiroso.
Sabe que no es ecuanimidad lo que le otorga ese principio, sólo una excusa, una justificación a la que aferrarse cuando es el miedo el que se impone.
Pero continúa con su autojustificación. Las relaciones, cualquiera de ellas, deben seguir su hoja de ruta, su comienzo nudo y desenlace. Conocimiento fortuito, simpatía y amistad. Forzar el encuentro a partir de una “intuición”, basarla en la mera atracción, sea del tipo que sea, es hacer trampa. Es igual a una mentira y una relación fundada sobre una mentira es un error. Entre los múltiples criterios i... ha estado a punto de usar la palabra pero no, aún no ha llegado a ese punto, así que hace una pequeña trampa... a no tener en consideración para el establecimiento de una relación, el sexo de individuo se debería encontrar en los primeros puestos. El inicio sólo puede basarse en la única fuerza objetiva del universo, la única sin una agenda propia, la única sin objetivo: El azar.
Pero el azar debe ser acotado, filtrado y reducido a valores objetivos que transformar en reglas. Los factores a tomar en consideración son diversos, puntos en común, aficiones, sí, el acercamiento que se tiene hacia esas aficiones, también, popularidad, no, aspecto o gustos estilísticos, tampoco. La simpatía o el carisma son demasiado subjetivos e inútiles si no existe un nexo de unión más allá de eso.
Las reglas están claras, son un mantra que se repite en bucle dentro de su cabeza, pero la realidad y los reflejos condicionados por el instinto o el entorno tienden a entrar en conflicto con los axiomas de su lógica personal porque, aún así, les falla una y otra vez.
Porque, por más que luche, por más que desee ser otra cosa, es humano. Porque está atado a la contradicción, porque es esclavo de la subjetividad y es consciente de todo ello, se odia por esa misma razón, por algo que no es capaz de controlar ni cambiar.
La situación se está volviendo demasiado intensa y dolorosa. Tiene que huir, pero de nuevo está en bucle. No puede mandar su mente a otro de sus mundos mientras se encuentra en este estado.
¿Ataque ninja? No, no está como para coreografías o luchas. Busca en sus recuerdos recientes, algo drástico, algo brutal, un cataclismo le vendría bien.
Primero llega el estruendo, como un trueno cercano, después un ruido reverberante de metal chocando contra piedra. Los cascotes comienzan a desprenderse mientras el techo se desmorona. Cunde el pánico y la estática de las conversaciones cesa para ser sustituida por el pánico, pero él abandona su sitio, sólo se levanta y espera.
Entonces (siempre es entonces) la mole metálica atraviesa el techo para caer sobre los ocupantes de la sala ¿cuántos pisos había encima? Da igual, no pienses.
Javi alza sus brazos y detiene la caída del robot que antes ha visto destrozando la catedral. Los músculos se tensan y el metal cede un poco creando una hendidura en el puno el que se apoyan sus manos, el suelo se rompe bajo sus pies provocado el mismo sonido que ha escuchado en cientos de animes. Él se limita a apretar los dientes y aguantar dando tiempo a que huyan los demás.
Tus huesos deberían estar rotos y tu cuerpo debería estar hecho pulpa ¿quién ha creado al robot, quién lo ha derribado?. No pienses, sólo aguanta un poco más.
Silencio. Esta vez de verdad. Es el momento, cierra los ojos y su mente busca el reino fronterizo entre el mundo real y sus universos personales. Sí, lo ve, hay una brecha y salta por ella.

**********************

- Die Rückkehr
- ¿Qué?
- El regreso, pero en alemán.
- ¿Nazis?
- No ¿por?
- Por lo del idioma.
- Ah, no, que estoy hasta el gorro de la utilización de expresiones hechas en inglés sólo para molar y he decidido probar con una variación.
- ¿Y no lo podías decir en cristiano?
- Hombre, que uno es el malo y le gusta tener un pequeño toque exótico.
- Por fale. ¿El regreso de quién?
- El mío, hombre. El mío.
- ¿Y a qué viene esa soplapollez ahora?
- Tú sabrás.
Esto es una pérdida de tiempo, busca otra grieta y la atraviesa llegando de nuevo al...

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Microverso

La piedra se clavaba en su espalda provocándole un dolor indescriptible. Todos los músculos de su cuerpo se encontraban mas allá de su limite
Sarcástico: ¿Más allá, en serio?
la tensión era insoportable, pero no podía aflojar “Un segundo mas. Un minuto mas” se decía.
A su alrededor, los cascotes de la ruina en la que se había convertido aquel edificio le recordaban que, cuál iba a ser su destino en cuanto cediera un ápice.
Pero el permanecía inquebrantable. A escasos metros de su posición, los bomberos retiraban los últimos escombros que habían caído sobre “ella”.
- Se encuentra bien -escucho decir a uno de ellos- parece un milagro.
Ver emerger su rostro entre el caos de polvo y cascotes hizo que las fuerzas retornaran a su exhausto cuerpo “unos segundos mas” se repitió “déjame que vea como la ponen a salvo”.
Ella se volvió. Aún se encontraba aturdida por la velocidad a la que se habían producido los acontecimientos. Los pilares que sustentaban el edificio habían explotado y el techo se les había venido encima. Javi había interpuesto su cuerpo como un renovado pilar, haciendo palanca para sustentar todo el edificio sobre su espalda, tratando de dar tiempo a la evacuación. Él era lo único que impedía que todos acabasen sepultados.
Los bomberos daban gritos para que la gente se apartase y alguno de ellos miró en su dirección. En su rostro se reflejaba la certeza de que no iban a poder sacar a Javi de aquel lugar, pero aquello ya no le importaba. “Ella” también lo miraba. Apenas habían cruzado unas palabras en su vida. No podía decir que se conocieran. Pero aquel “gracias” que le dijo con la mirada fue todo lo que necesitaba para aguantar. “Un poco mas” se decía.

Sarcástico: Juajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajua
Javi: ¿Y tú de qué cojones te ríes?
Sarcástico: De ti, hombre, de ti. ¿No es obvio?
Javi: Vaya hombre. Gracias.
Analítico: Esto ya ralla en lo absurdo.
Lógico: ¿Ralla?
Analítico: Era por no cebarme con el pobre chico.
Sarcástico: Juajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajua
Javi: A ti ya te vale. Ya os vale a todos.
Sarcástico: No, no, si aún nos queda para rato. Estás haciendo un esfuerzo muy gordo por superar los límites de tu patetismo.
Analítico: No negare que tiene un punto masoquista
Masoquista: Ese soy yo.
Trágico: Pues a mi me ha parecido todo muy bonito.
Lógico: ¿Es que ninguna de tus fantasías puede ser mínimamente verosímil?
Fantasioso: Es que entonces no serían “fantasías”.
Sarcástico: Perdón, perdón. Snif, snif. Juajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajua
Javi: No se qué es eso que te hace tanta gracia.
Sarcástico: Es que no falla. Otra fantasía, otra en la que sales mal parado, sin la chica, y al final acabas aplastado.
Lógico: Eso es lo de menos. Esa fantasía no tiene ningún sentido.
Fantasioso: Hola, hola ¿hay alguien ahí? Es una fantasía. No tiene porque ser lógica.
Lógico: Nadie puede sujetar un edificio con su espalda, el punto de apoyo es demasiado pequeño. Caso de que su cuerpo no quedase destrozado por el impacto. En el improbable (imposible) caso de que su cuerpo fuese mas duro que el material del que este hecho ese edificio, lo único que conseguiría es que el pedazo de cemento que colisionara contra su espalda se quedase ahí, desprendiéndose del edificio, que seguiría su trayectoria hasta alcanzar el suelo.
Sarcástico: ¿Pero tu escuchas lo que estas diciendo?
Desesperado: Atención, atención. Esta entrando.
Sarcástico: Zafarrancho de combate. Todos a sus puestos. Que perezcan antes de llegar a nuestras trincheras.
Desesperado: Vete a la mierda.
Sarcástico: Y volvemos al menú de respuestas rancias.
Javi: Callaos todos.
Sarcástico: Segunda página del menú.

Sarcástico: ¿Que? ¿Te aburres?
Javi: Bueno, he tenido días mejores.
Sarcástico: No lo jures.
Deja vu: Deja vu
Sarcástico: No lo jures.
Deja vu: Deja vu
Sarcástico: Que sí, pelma, que ya lo deben haber pillado.
Lógico: Analicemos la situación.
Sarcástico: Oh, no. Por favor que vuelva Deja vu.
Deja vu: ¿Deja vu?
Sarcástico: Si es que eres de un chistoso cuando te pones en plan conceptual…
Javi: ¿Queréis dejarme en paz?
Sádico: No
Javi: Al menos tenía que intentarlo.
Masoquista: Por favor, no paréis.
Sarcástico: ¿Queréis dejarlo?
Deja vu: Deja vu.
Javi: ¿A que jode?
Sarcástico: No se cuando eres peor, cuando no tienes nada que decir, o cuando te niegas a aceptar que no tienes nada que decir.
Javi: A mi déjame tranquilo. Estaba tan a gusto con mi cabeza en otro plano de existencia.
Sarcástico: ¿Durante cuánto tiempo más vas a seguir evitando el salir por aquí?
Javi: ¿Otra vez hablando con “el autor”?
Sarcástico: Sí.
Javi: Vale, os dejo solos.
Sarcástico: …
Javi: …
Lógico: Esto no tiene sentido.
Javi: Lo sé, pero él es quien se empeña en negar la realidad.
Lógico: Dijo el que habla con las voces de su cabeza…
Javi: Iros todos a tomar por culo.
Lógico: ¿Quieres salir de una vez?
Javi: No quiero irme.
Lógico: No hablaba contigo.
Javi: Anda y que os den a todos.
Lógico: ¿Contento?
Javi: ¿A ti que te parece?
Lógico: Estoooo…
Javi: Tampoco era para mí, ¿verdad?
Lógico: Pues la verdad es que no.
Javi: (censurado)
Sarcástico: ¿Satisfecho? ¿Vas a dignarte a aparecer de una vez?
Lógico: ¿Se puede saber qué es lo que pretendes?

JAVI: Nada, sólo quería salir de ahí.
Sarcástico: ¿Te aburrías un poco?
JAVI: Entre otras cosas.
Sarcástico: Pues cómprate un perro.
JAVI: No me gustan los animales.
Lógico: Pues búscate algo que hacer.
JAVI: Ya tengo un trabajo.
Sarcástico: Algo útil.
JAVI: Me parto y me mondo con tu fina ironía.
Creativo: ¿Por qué no escribes algo?.
Sarcástico: ¿Tu estas tonto?
Creativo: ¿Es a mí?
Sarcástico: Ya puestos… sí, también a ti.
JAVI: Quizás en otro momento.
Lógico: Sabes que venir aquí no va a solucionar tu jaleo mental.
JAVI: Sí.
Lógico: Este microverso ya está muy impregnado de tus neuras... de las malas.
JAVI: Sí.
Sarcástico: Sois los dos toda una fiesta.
Analítico: Que manía con alargar esto hasta la nausea.
Sarcástico: Y con soltar una obviedad tras otra.
Obvio: Parece que hoy es mi día..
Concreto: ¿Entonces qué va a ser, purga o aislamiento?
JAVI: Aún no lo sé, pero ya no creo que pueda librarme de este lugar.
Concreto: Entonces, supongo que esto es un adiós.
JAVI: ¿Puedo quedarme un poco más?
Sarcástico: Como si estuvieras en tu cabeza.

**********************

Otro universo malgastado, infectado por todo lo que no puede soportar de sí mismo. Otro lugar al que no podría regresar, otra historia que no evolucionará.
Hasta que se termina la comida y sobremesa su cuerpo sigue en modo automático. Acompaña al grupo cuando se van de copas aunque no toma nada. Tampoco habla con ellos, lo único que no quiere es estar solo consigo mismo, pero no lo consigue. En estos momentos lo único que es capaz de escuchar es a sus pensamientos.
- Estás solo, estás rodeado de gente pero estás solo. Vas a acabar solo. Espabila, imbécil.
Pero no espabila, no reacciona, se limita a vagar pretendiendo formar parte de algo a lo que no pertenece. Está cansado, mentalmente exhausto y sólo quiere desconectar. Cerrar los ojos y que no haya imágenes tras los párpados, pero sabe que no va a conseguirlo.
El ruido de los fuegos artificiales le devuelve de nuevo a este mundo. Ya son las once, no tiene sentido que siga aquí, no tiene sentido que haya venido, así que se va.
Quizás mañana no sea otro día de mierda.

Javier Albizu

Macroverso V Alternancia, inconstancia, inconsciencia e incoherencia

Macroverso V Alternancia, inconstancia, inconsciencia e incoherencia
Fecha: La que gustéis.
Hora: Siempre/Nunca/En algún momento.
Lugar: Limbo conceptual.

Si aceptamos que todas las ideas provienen del mismo lugar, que el ser humano posee algo parecido a un imaginario colectivo, que estos dos conceptos existen en alguna parte; Éste sería el lugar marcado con la “X” (en el caso de que no lo aceptéis, esto no va a tener ningún sentido para vosotros)

Si nos vamos acercando a la “X” veremos como se van formando ante los ojos de nuestra mente, obviamente, una “X” más grande, pero una vez que nos hemos acercado lo suficiente como para no ver la gran aspa, nos adentraremos en un nuevo universo infinito (confinado dentro de una forma finita pero, hey, a mi no me miréis, yo no creo las normas)
Dentro de este universo subjetivo, las cosas no son como en el nuestro. Lo físico no sólo carece de espacio, sino también de sentido. La forma no es sólo innecesaria, sino que es imposible. El estatismo no existe; todo es cambiante y fluido. Todo es igual, pero igual no es lo mismo. Cuando se trabaja con conceptos, por lo general, tendemos a acabar con migrañas, liados y a no ponernos de acuerdo.
Ni siquiera los arquetipos resultan entes fiables. Mientras nadie diga lo contrario, la mente no es un sentido (y si algún día se reconoce como tal… pues seguiremos igual). Así que todo aquello que percibimos a través de ella no se acepta como valido dentro de nuestro fantabuloso, terrenal, delimitado y acotado “mundo real”

Ahí, en el centro de todo esta anarquía entrópica, se encuentra “Ella” (o “Él” para las chicas o las gentes de sexualidad divergente)

Miradla. No se trata de que no podáis dejar de mirarla, es que no queréis dejar de hacerlo.
Al contrario que el resto de criaturas que pululan por el plano conceptual, pese a que cada uno veremos algo distinto, pese a que algunos se hagan los duros, los de-vuelta-de-todo o los desengañados, todos percibimos, sentimos y esperamos lo mismo. Y no. No es “eso”, guarros (y si lo es, me parece que el texto que buscas está escondido debajo de tu cama, u oculto detrás de esos botes en el baño)

Aclarado esto, supongo que ya sabéis lo que toca. No, sigue sin ser “eso” (la X que corona esta entrada es meramente casual)

Hasta el momento, podríamos afirmar que su existencia ha sido muy agitada, ser el centro afectivo de toda una especia implica bastante ajetreo, pero lo lleva bien. Lo ha llevado bien hasta que nuestra querida entidades/concepto/arquetipo; “Ella”, se ve repentinamente arrastrada fuera de su ubicación.
Hasta que se ve obligada a atravesar dimensiones y realidades, mundos y continentes, para acabar en el mismo centro de los eventos que se producen en este pequeño Macroverso nuestro.

Como no podía ser de otra manera el paso desde el nivel conceptual hasta el plano físico, resulta una experiencia traumática, más aún cuando pasas de ser “Ella” a ser, simplemente, “una”. No se trata de una cuestión de ego, ya que los conceptos nunca han tenido opción de ser otra cosa. El problema es la adaptación a los rigores de la existencia corpórea.

Una de las principales complicaciones en este caso es la naturaleza eminentemente subjetiva del presente concepto. En los casos de otros conceptos, es probable que el paso a la materialidad sea un problema, pero no altera en exceso su esencia o su “misión”. En el caso que tratamos ahora, sólo hay esencia ya que la “misión” varía con respecto al cultura o la personalidad del receptor/idealizador del concepto. Cuando eres un reflejo de las aspiraciones de todo el mundo, el convertirte en el ideal de una única persona debería ser una tarea de lo más sencilla, pero parece que la lógica mundana no se aplica a nuestra invitada, y el paso de la esquizofrenia suprema a “simplicidad” del individuo parece llevarnos, en este caso, hacia la locura. De haber podido quitar las “aspiraciones sobrantes” quizás nuestra amiga habría podido salvarse de la perdida total de su cordura, pero el caso es que la personalidad resultante trata de ser una condensación de los deseos e ideales de toda la humanidad, lo cual no es posible según los axiomas que gobiernan nuestro pequeño, limitado e infinito Macroverso.

Pero obviemos esto. Miremos hacia otro lado y aceptemos de nuevo como ciertas las trampas narrativas de, aquí, el tahur de las letras que perpetra estos textos. Pero no desesperéis. No nos (y por “nos” nos referiremos a “me”) gustan los personajes locos o irracionales. Así que aceptaremos que “Ella” deja de ser la “Ella” universal, para convertirse, casualmente, en mi “Ella” personal. Así que me permitiréis que no la describa, ya que, al seguir siendo en mi cabeza un concepto abstracto, no tengo la menor idea de su aspecto.
Marcadas ya las directrices de este caso concreto, tenemos a “Ella” convertida en mi “Ella” (aunque al resto del universo sólo le parezca “una” y el lector se la pueda imaginas con el aspecto que considere conveniente) suelta y desorientada, aunque relajada y tramposamente cuerda en mitad de nuestra historia.
Quizás os preguntéis
¿Sabe la razón por la que está aquí?
Aunque no os lo preguntéis, esta sigue siendo una cuestión con una respuesta sencilla. No.
¿Han desaparecido, o es “Ella” consciente de que hayan desaparecido con anterioridad otras abstracciones del Limbo conceptual?
Para un constructo subjetivo, cosas como el tiempo, el espacio y la comida basura son materias irrelevantes a la par que complejas. Antes o después, ahora o mientras tanto, son conceptos con los que no se tienen que enfrentar. Así que, mientras no se termine de ubicar dentro de su nueva existencia asumiremos que no sabe nada de nada. Más adelante, cuando termine de aceptar el rol que se le ha asignado en esta historia, ya será otro asunto.

Mientras tanto, nos vamos a echar un vistazo al...

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Microverso

Saltó.
De nuevo el viento azotaba su rostro mientras descendía velozmente. Las corrientes le mecían haciéndole sentir que podría remontar el vuelo cuando quisiese. Él sabía que no era así, no podía volar, pero no le importaba. Sólo importaba aquella embriagadora sensación de ingravidez. Cuando dejase atrás las nubes, cuando pudiese contemplar la cercanía de su destino, sólo entonces se preocuparía. Hasta ese momento sería completamente libre de cualquier atadura.
- ¿Otra vez saltando al vacío? - aquel comentario no le pillaba por sorpresa - Mira que puedes llegar a ser cansino - pero no por ello dejaba de ser molesto.
Ignoró la voz y continuó cayendo.
- Vale, parece que hoy estamos en modo “ignorar todo” ¿De verdad crees que te va a servir?
Aún podía sentir como su cuerpo era mecido por las corrientes de aire.
- Y dale. Si quieres ponerte así, venga, analicemos esto. Saltó... ¿Desde donde has saltado?
- Eso no importa. Cállate y déjame tranquilo - Creía que, en aquella ocasión, sería capaz de ignorar a las voces de su cabeza pero, para no faltar a la tradición, estaba fracasando.
- En serio. Párate un segundo y analízalo el asunto.
- No hay que analizar nada. Esto es una fantasía. No hace falta que tenga sentido.
- Y como no es obligatorio que tenga sentido, haces todo lo posible para que no lo tenga.
- ¿Quieres dejarme soñar tranquilo?
- No. Esa es una de las cláusulas que acepté al firmar el contrato.
- Y como eres muy responsable, te lo tomas muy en serio, ¿no?
- No soy una persona, sólo soy un producto de tu imaginación. Corrijo, en realidad otro producto de otra mente, la del tipo de ahí arriba.
- Ya esta. Te ha costado un poco pero ya lo has soltado. Tenías que mencionar a vuestro puñetero “autor”
- También está en el contrato, ya sabes, para recordárselo a los lectores.
- ¿Lectores? ¿No soy el personaje de una película? Que decepción - trató de continuar con el descenso… hacia donde fuese, pero ya era inútil, el viento ya no le mecía, ya no era capaz de sentir la ingravidez (caso de que tal cosa fuera posible). Se había detenido - Al menos seré el prota.
- Tío. Que estas trabajando. Tómatelo tú un poco en serio.
- Pero si no hay nadie.
- Que aún no haya llegado “Ella” no implica que el resto del mundo no merezca el apelativo de “alguien”
- Esta tardando mucho, ¿no?
- Eso. Tú sigue ignorando lo que te digo.
- Tú ignoras mi pregunta, yo ignoro tu comentario.
- Comprendo. Para tu versión desfasada del concepto de amor romántico-trágico-e-inalcanzable con el que tanto le gustaba fantasear, esa chica sea un ideal. ¿Para qué arriesgarse a que otros te puedan causarte el sufrimiento y brusco dolor del rechazo, cuando te lo podía producir tú solito de una manera más controlada?
- Ya tendría que haber venido. Suele ser muy puntual.
- Y dale. Hoy estamos en plan autista.
- Ella no es “Ella”. “Ella” es un concepto abstracto, ella una persona real.
- Le podéis echar la culpa a vuestro “autor” por haberme dibujado así.
- No, tampoco es un tebeo.
- Lástima.
- Es ya te voy pillando el punto y me lo está poniendo muy fácil.
- ¿Perdona?
- Nada, que cuando me deis el coñazo, con echarle la culpa a vuestro “dios”, asunto resulto. Además, parece que hoy estas tú sólo ¿dónde se han metido los demás?
- Es verdad… No hay nadie más por aquí. ¿Hola?
- ¿No hay nadie más?
- Pues no.
- ¿Y cómo puede ser que no te hayas dado cuenta hasta ahora?
- Exigencias del guión, supongo.
- Porque, claro. Vosotros sois un producto de mi imaginación. No sois reales. No tenéis forma ni sentidos. Así que supongo que el mundo real lo veréis a través de mis ojos.
- Creo que pecas de un error de concepto. Vale, sí, de acuerdo, no somos reales. Pero tampoco lo eres tú. Nosotros somos un apoyo para el autor. Somos una especia de “narradores conceptuales” ya que estas historias no suelen contar con un narrador omnisciente. Nuestra tarea es la de transmitir ideas. Tratar de clarificar el punto de vista subyacente debajo de la historia que se esta contando.
- Para estas alturas ¿No me habríais dejado ya colgado para poneros a “hablar” con vuestro “Él”?
- Tras nuestra última conversación suponía que ya no habría más historias por estos lares, pero parece que ha cambiado de idea. Es más, parece que has salido reforzado con el cambio.
- Yuju ¿Voy a tener súper poderes?
- Igual te ha vuelto inmune a nuestra influencia.
- Venga, lánzame tu mejor golpe.
- ¿De que color es la ropa que llevas?
- ¿Que?
- Lo que oyes. Que me digas de qué color es tu ropa.
- Pues… mi ropa… es… ¡No me líes!
- No lo sabes.
- Claro que lo se. Lo que pasa es que esa pregunta es una estupidez. ¿Que pretendes demostrar con eso?
- Y dale. Pues te demuestro que no existimos. No tienes ojos con los que ver el “mundo real” porque el mundo en el que te mueves ni es real, ni existe.
- ¿Por qué no te vas a hablar con alguno de tus colegas de ahí adentro y me dejas tranquilo un rato?
- …
- Un poquito de silencio, por fin. Sólo falta que aparezca “Ella” y el día se podrá dar satisfactorio.
- ¿Lo ves?
- ¡¿El qué?!
- “Ella”. No tiene nombre. Has estado hablando con ese personaje. Te has enamorado estúpidamente de él (o, mejor dicho, ella) y ni siquiera sabes su nombre.
- Soy tímido… No se lo he preguntado.
- Es sólo un concepto. Si ahora te pregunto de qué color tiene el pelo, o los ojos. Si te pido que me digas cuantos años aparenta o cuanto puede pesar, no sabrías que decirme.
- … pues claro que sabría. ¿Cómo iba a enamorarme de …?
- ¿De una abstracción? ¿De un concepto ideal?

La puerta del Burger Prince se abrió y ambos dejaros de discutir. Pero no fue “Ella” quien había activado el detector de proximidad, sino un hombre. Podríamos tratar de describirlo, pero su apariencia carecía de la más mínima relevancia.

- Yo conozco a este tipo - Javi no sabía si el “tono de voz” de aquel ser de su cabeza era de sorpresa, temor, incredulidad, o todos ellos juntos.
- Ah, ¿sí? Pues a mi no me suena de nada.
- Normal, hasta ahora sólo había sido otro concepto. No debería estar en este plano de irrealidad.
- ¿Y quién es?
- En la mente del autor se llamaba Deux Ex. una abreviación mal escrita un poco más cómoda de usar que el ponerse a explicar el concepto. Posiblemente sea abstracción que más odia.
- Pues nada. Bienvenido sea. Igual es que ha decidido joderle la vida a otro para variar.

- Bienvenido al Burger Prince - Javi comenzó con el saludo en modo automático - donde el cliente es…
- Hola - el extraño le interrumpió. No parecía estar de humor para aguantar la perorata publicitaria. Es más, no parecía encontrarse en muy buen estado - Déjate de marketing y vamos al asunto. No se cuanto duraré por aquí.
- El asunto… ¿Tenemos algo pendiente usted y yo?
- Deja el numerito. Te acaban de decir quien soy.
- A ver, me han dicho un nombre (o algo parecido) de ahí a que nos conozcamos va un mundo.
- Había olvidado lo capullo que es este avatar.
- Dímelo a mi - la voz de su cabeza se unió a la conversación.
- Lo sé, lo sé. Al menos yo no tengo que soportarlo a diario.
- Hombre, metafóricamente hablando…
- Sí pero, aun así, no te envidio.
- Quita, quita. Bastante tienes ya con lo tuyo.
- Y yo que empezaba a pensar que este iba a ser un buen día - Javi dudaba sobre que era mayor; si el cabreo porque le estuviesen ignorado, o la sorpresa porque el extraño pudiese hablar con la voz de su cabeza - ¿Queréis que os deje solos? - decidió que estaba más cabreado que otra cosa. Ambas cosas le habían sucedido con anterioridad y, con el tiempo, la sorpresa por lo segundo iba mermándose poco a poco - ¿Queréis un café y un bollo?
- No, no. Si yo a quien venía a ver era a ti - la expresión de Deux Ex cambió de manera repentina. Su pose de charla intrascendente desapareció para traer de vuelta al aspecto desmejorado con el que había entrado en el local. Es más, a Javi le pareció que le iban surgiendo moretones y cortes por todo el cuerpo de manera espontánea. Como de costumbre, nadie más parecía darse cuenta de lo que sucedía ante sus ojos.
- ¿No tendrías que ir a un médico?
- No, hombre, no - el tono desenfadado de su voz contradecía el aspecto demacrado de Deux Ex - Como nos liemos a hacer cosas medianamente lógicas, igual termino por desaparecer, morir o lo que sea que toque hoy, sin tener tiempo de decirte el mensaje del día.
- ¿El mensaje del día? ¿Que eres, una galletita de la fortuna con patas? Anda, siéntate ahí mientras llamo a una ambulancia.
- Que no, ¡cojones! Que no tenemos tiempo para esas cosas. Que poco me gusta hacer las cosas tan mal.
- Tampoco te cebes con el chico, que para eso ya está servidor - la voz en la cabeza de Javi volvía al ataque - Ya sabes que tampoco es culpa suya.
- A ver, Mike.
- ¿Con quien hablas ahora?
- Pues contigo.
- Pero yo no me llamo Mike, soy una parte de ti mismo, no me puedes llamar por otro nombre.
- ¿Por qué? ¿Porque eso sería algo que haría un enfermo? ¿Un esquizofrénico?
- Vale, vale. Pillo tu punto de vista. Pero, ¿porque Mike?
- Estaba entre Johnny o Mike. Siempre hay algún personaje secundario en las películas con uno de esos nombres. He hablado, y ese ha sido el primero en salir.
- Ya te he dicho que esto no es una peli.
- ¿Te parezco alguien a quien eso le pueda importar una mierda?
- ¿Y ya está? ¿Así de repente te ha salido el carácter?
- Sí, ya ves como son las cosas.
- ¿No resulta un tanto forzado?
- Mira, estoy hasta el gorro de no poder cagarme en tus muertos sin que la mierda me salpique también a mí.
- Vale. Ya lo pillo, es cosa “suya”
- No, venga tío, no sigas por ahí, que íbamos medio bien.
- Pero es que es muy obvio. Eso de describirme simplemente como una voz en tu cabeza acaba por resultar reiterativo. Esta es la salida más fácil.
-
-
-
- ¿Qué? Has has terminado ya de hablar con “Él”
- No. Sigue sin querer salir por aquí. La verdad es que es bastante extraño.
- Hola - Deux Ex agito la mano ante los ojos de Javi - Sigo aquí - la mano se iba desdibujando poco a poco.
- ¡Hostia! - Javi retrocedió de un salto.
- Vale, ya voy a tener que hacerlo a toda prisa - Deux Ex no parecía sorprendido. Ni siquiera parecía que aquello de doliese. Tan sólo parecía levemente contrariado y resignado - Ella no va a venir. Ni siquiera está ya “aquí”.
- Ya se que no está aquí.
- ¡Cállate! ¡Cállate de una puta vez, y déjame hablar! - ahora si que parecía algo desquiciado - No he dicho aquí, sino “aquí” a ver si aprendemos a leer. No está en este universo - Javi abrió la boca dispuesto a decir algo, pero Deux Ex extendió el brazo para detenerle. Su mano ya no estaba, y el brazo parecía seguir el mismo camino, pero el gesto en sí fue bastante elocuente - No se te ocurra hacer ningún chitecito fácil de los tuyos ni ninguna de tus obviedades. No ha sido abducida, ni secuestrada ni nada por el estilo. Simplemente no está, y más te vale que empieces a buscarla porque, de lo contrario, tú seguirás el mismo camino.
- ¿Y por dónde empiezo a buscarla si no está en este universo?
- A mi no me preguntes. Yo sólo soy la excusa argumental para comenzar la historia. Si el autor se lo hubiese querido currar un poco habría creado un personaje para esta labor, pero como este microverso va a desaparecer ha preferido ahorrarse el esfuerzo.
- ¡Y dale con vuestro “autor”!
- ¡Y dale con la cabezonería del avatar de los cojones! Mike, más te vale que le convenzas para que empiece a mover el culo, o también os vais a ir a tomas por ahí.

Deux Ex terminó de desvanecerse. Lo ultimo en desaparecer fue su expresión de hastío.

- Joder, a ver dónde cojones voy esta vez - fueron sus últimas palabras.
- Ha desaparecido - Javi no sabía si sentirse aliviado por el fin de aquel pequeño incordio, o preocupado por el mensaje que le había dado.
- Sí. Muy teatral todo.
- ¿Y ahora qué?
- No sé. Tú mismo.

**********************

Noche de sábado a domingo
Fecha irrelevante.
Mundo “real”

Nuestro héroe duerme (hecho este, por otro lado, normal, siendo como son las seis de la mañana, pero todo un logro a tenor de los últimos días)
Pero, para no desentonar completamente, Javi no duerme bien.
Sus ojos se abren y mira al despertador, un acto reflejo de lo más molesto pero que en este momento cuenta con un pequeño contratiempo. No es capaz de comprender los números, letras, o lo que sea que le esté mostrando aquella maquina infernal.
Mira a su alrededor y el paisaje, pese a resultarle remotamente familiar, no es capaz de ubicarlo.
¿Es su casa? ¿Quizás el vestuario del trabajo? ¿Está conduciendo la carretilla elevadora? Preguntas en teoría sencillas cuyas respuestas le eluden.
- Venga, que esta es una fácil - la sensación no le gusta y comienza a causarle una desagradable ansiedad que ya le es conocida.
Trata de centrarse. Cierra los ojos de nuevo y vuelve a abrirlos. Nada, continua siendo incapaz de enfocar los caracteres del despertador. Sobre la mesilla hay unos cds. Aquello debería indicarle que está en casa (en el trabajo no tiene mesilla... y tampoco una cama en la que dormir) pero su mente no es capaz de procesar la información.
Se quita de encima las sabanas y se levanta. Aquella acción tampoco sirve para aclararle su ubicación, pero sí para calmar la ansiedad.
Comienza a caminar por el pasillo, extraño, ya que no recordaba haber salido de la habitación. Las paredes parecen sólidas, pero mirando al suelo, ve que éste no está. Para terminar de definir el cuadro, al subir de nuevo la vista, las paredes se han hecho traslucidas. Camina sobre una especia de vació cósmico sacado de los delirios lisérgicos de algún colorista desquiciado. Pero este descubrimiento no le sobresalta y continua caminando durante horas por el pasillo que, pese a haber desaparecido, continua ahí.
No sabe si está vestido o en ropa interior. No sabe si está calzado o camina descalzo. No sabe si hay luz... pese a ser capaz de ver lo que se encuentra frente a él. Tampoco sabe dónde termina el pasillo, es más, no sabe si aquel pasillo tiene fin. Se limita a caminar sin avanzar, a vagar sin rumbo.
En aquel momento alguien atraviesa el pasillo (que, recordemos, no existe) de un extremo al otro. Camina a un ritmo pausado, pero Javi no ha tenido tiempo de reconocerle. Acto seguido, desaparece atravesando una de las paredes inexistentes.
Ahora Javi ya no se encuentra en el pasillo cósmico, sino en una habitación... igualmente cósmica, tremendamente similar a su habitación de invitados. En el suelo lisérgico de la estancia se encuentra Diana, su hermana. Aquello no sería raro (bueno, más raro aún) de no ser porque su hermana vive en Valencia. Sentada sobre el vacío estelar, Diana arranca los tablones que forman el suelo real de su casa. Al darse cuenta de que su hermano está ahí, alza la mirada, y le sonrió, pero no dice nada.
- Cojonudo - Javi no sabe si acaba de decir aquello, o sólo lo ha pensado - Estoy soñando.
No sabe a ciencia cierta si es consciente de que está soñando, o si sueña que es consciente de estar soñando. Lo que sabe (o sueña saber) es que, por la mañana, no habrá descansado nada, y los pies le molestarían después la infinita caminata onírica que se acaba de pegar.
No trata de hablar con Diana, al fin y al cabo, no es ella. Se limita a quedarse mirándola de brazos cruzados a la espera de que la escena cambie, o de despertarse.

Pero el despertar no llega, y la velocidad del tiempo pare ralentizarse por momentos. Su hermana continua sin decir palabra, él no tiene intención de interactuar con aquella proyección nostálgica y la paciencia se le va agotando a pasos agigantados (su contenedores de paciencia tienen una capacidad considerable, pero están notoriamente mermados por el cansancio de la jornada previa y el viaje a pata hasta aquella Valencia onírica)
Mientras su mente divaga sobre los pasos, su longitud y las distintas magnitudes que se podían medir con ellos, comienza a escuchar unas pisadas acercándose.
No es capaz de situarlas espacialmente y tampoco recuerda que sus pisadas, o las de su hermana, hayan producido sonido alguno. Pero aquello, a todas luces, resulta poco significativo.
Se da la vuelta. Si... lo que sea que se acerca es una sorpresa, obviamente tiene que venir por detrás. Pero donde antes se encontraba su espalda, sólo hay montones y más montones de nada. En ese momento una sombra le cubre. Proviene de la dirección hacia la que estaba mirando antes (y en la que ahora se encuentra su espalda) No recuerda que hubiese un foco o fuentes de luz que puedan proyectar alguna sombra, pero ya se está habituando a las cosas que suceden en este lugar. Resignado, se da la vuelta de nuevo.
Ante él (ahora sí) se encuentra la enorme figura de Unryl, uno de los múltiples personajes que ha creado para sus relatos. Como acostumbra a pasar con los personajes que crea, no tiene una imagen especialmente definida. Lo único que asocia a ese nombre es un personaje grande, lacónico, poderoso y apesadumbrado.

- ¿Sabes lo que te espera? - la pregunta no es que sea para lanzar cohetes, pero Unryl nunca ha sido especialmente locuaz.
- Sí. Otro lunes muerto de sueño.
- No - también le gustan los personajes crípticos pero, en momentos como este, odia de una menare muy especial este detalle en particular.

Le despierta, esta vez parece que de verdad, el sonido de su móvil. Su mano, en un acto reflejo, trata de agredir al despertador pero, por muchos botones que golpee, lo único que consigue es encender la radio o el CD, sin lograr que cese el molesto pitido. Sus ojos legañosos tardan un poco en localizar y dirigirse hacia la maquina que su mente sigue empeñada en acusar de la generación de esta sinfonía de ruido y dolor. Tras unos momentos de dolorosa ceguera, sus pupilas logran desencriptár el arcano código que oculta los números que le ciegan con su fulgor fosforescente.
Las seis cero ocho.
¿Ha dormido hasta las seis de la tarde?
Su intelecto desierta un par de segundos después que sus ojos. Son las seis de la mañana y no es el despertador lo que estaba sonando.
Torpemente se desembaraza de las sabanas que se anudan alrededor de su cuerpo y se incorpora sobre la cama. Sus manos tratan de buscar entre el amasijo que forman la ropa apilada sobre la mesa hasta que, por fin, da con el móvil. La pantalla le muestra un nombre: Sandra.
Una compañera de trabajo le llamaba un…
¿Qué día es?
Sábado. Bueno, ya domingo. Al menos dentro de un rato no tendrá que ir a trabajar.
Una compañera de trabajo le llama un sábado a las tantas de la mañana. Aquello no parece presagiar nada bueno.
- Dime – responde tras pulsar varios botones. Trata de poner la voz menos soñolienta de la que es capaz.
- ¿Te he despertado? - la voz de ella parece tratar de ocultar el pedal que lleva encima.
- Sí - el silencio se hace por unos momentos.
- ¿Estas ahí? - pregunta Javi.
- Sí… sí… Lo siento tío. Es que no sabía a quien llamar - parece apunto de echarse a llorar.
- ¿Qué ha pasado?
- Ese gilipollas estaba con la guarra de… y me dice… Pero ¿de qué va ese tío? Le he mandado a la mierda y he pensado… y con la que llevo encima prefiero no coger el coche, y como me dijiste que si alguna vez me hacia falta, pues eso, que te he llamado, pero no tengo ni zorra de donde vives. Ya se que es un marrón, pero no se que hacer ¡Ese tío es un cabrón! ¡Como me lo encuentre otra vez y me diga… ¿pero de que va?! ¡Le arreo tal patada en los huevos que meará por la boca! ¿No va el tío y me dice…?
- Sandra, Sandra - Javi trata de frenar el farfullar de su amiga, no es la primera vez que la ve / escucha en ese estado y sabe que va a comenzar a repetir la misma letanía otra vez pero aún más enredada, añadiendo más y más detalles y apelativos escatológicos - Calle Miguel Servet cinco, tercero c. ¿Dónde estas? ¿Voy a recogerte?
- No tío, que estoy cerca pero no me acordaba del numero. Estoy ahí enseguida – cuelga el teléfono.

Javi permanece sentado sobre la cama pensativo. Obviamente aquello no significa nada. Es más, él no quiere que signifique nada, aunque le una parte en su interior a la que trata de acallar estaría encantado si así fuese. Aquella chica le cae muy bien, pero más allá del trabajo apenas ha tenido relación con ella.
Pero aquello paree no importarle a su mente, que ha decidido irse de viaje y comienza a mostrarle imágenes de mundos donde ambos están juntos. La cosa cambiaba enseguida y él no era él, sino alguien que no se le parecía demasiado a él. Por su lado, ella si que se parece a ella, sólo que no lleva una cogorza del quince, ni habla como un camionero.
Durante unos minutos la parte lógica de Javi trata de luchar contra su imaginación pero, como de costumbre, pierde.
Se recuesta sobre la cama y se permite el lujo de aceptar, durante unos minutos, la felicidad falsa que le brinda su imaginación. Ya tratará de sofocarla cuando suene el timbre de la puerta. Trata de dormir. No sabe cuánto tiempo tiene antes de que llegue Sandra pero, entre la curda que parecía llevar encima, y que nunca ha estado en su casa, está convencido de aún le quedará un rato largo.
Aún así, por si acaso, no se atreve a dormir profundamente.
- Como si dormir profundamente fuese una elección - sonríe resignado hacia sí mismo mientras se da cuenta de la fútil del plan - Trataremos de dormir sin más.

Se imagina a sí mismo flotando en la posición del loto, en el centro de una esfera infinita en la que sólo existen él y el color blanco. La esfera se expande con cada uno de sus latidos. Más allá de ella se encuentran los pensamientos conscientes que se empeñan en mantenerle desvelado.
Pero no falla, también les acompaña el insistente pitido que aparece cuando todo lo demás se ha silenciado.
Las disquisiciones sobre la posibilidad de que algo sea esférico (o de cualquier otra forma, ya sea, o no, geométrica) a la par que infinito las dejará para las charlas con sus colegas de ciencias.
Vale, de acuerdo, el que algo infinito se expanda también era un contrasentido en su mismo, por mucho que matemáticamente sea posible. Pero aquello era otro de los pensamientos conscientes que tiene que estar más allá de la esfera blanca (que, pese a ser infinita y estar en expansión, no impide que el ruido de las ideas llegue hasta él)
Aunque, claro. Si ve que es blanca, también debe haber por ahí un punto de luz para iluminarla. Pero él se imagina con los ojos cerrados, así que tampoco debería ser capaz de percibir aquello.
Trata de mandar a paseo todas estas disquisiciones disquisiciones chorras, pero las muy condenadas se empeñan en rebotar por los limites de la esfera infinita, incordiándole una y otra vez. Parece que este plan tampoco funciona… una vez más.
Su universo infinito-pero-menos pasa, sin previo aviso, de tres a dos dimensiones. La esfera se transforma en un círculo y él parece un dibujo plano sacado de la viñeta de algún tebeo.
Ya no se fabrican los infinitos como antes.
El tamaño de la circunferencia se reduce por momentos, perdiendo su forma, comprimida por la presión de las ideas que la rodeaban. Mientras tanto, Javi extiende los brazos tratando de impedir el acabar aplastado por aquel, a todas luces, ineficaz campo protector.
- A la mierda - abre los ojos y miró al despertador. No ha pasado ni un minuto desde que los ha cerrado.

Se levanta y, tras ponerse la bata, se dirige al salón. Enciende la tele y el portátil. Cambia los canales de manera aleatoria hasta encontrar en alguno de algo que no sea la tele tienda; La reposición de una peli de acción de los ochenta. Hay cosas peores.
Abre los documentos que tiene con textos a medio escribir, y revisó el programa de mensajería. No hay nadie conectado.
Se sienta con los pies cruzados sobre el sofá y agarra una consola portátil en la que se pone a jugar al Tetris.
- Tantas cosas por hacer, y tan pocas ganas de hacerlas - se recrimina mientras las figuras se le acumulaban en la pantalla.

Está nervioso y no sabe el por qué. Bueno, sí que lo sabe pero esta es una reacción carente del más mínimo sentido. Al menos no lo tiene analizándola fríamente.
Como no puede ser de otra manera, esta sensación provoca una nueva andanada de preguntas y soliloquios mentales. Por más claras que pueda tener las cosas todo lo claras, esto no es razón para que su cabeza vaya dejar de darle la paliza con el asunto.
En fin. Deja la consola sobre el sofá y se imagina a sí mismo saltando desde algún punto indeterminado de la pared, y zambulléndose en su cerebro. Buceando entre sus neuronas llega hasta una habitación donde se encuentran varios de sus “yoes” sentados formando una circunferencia abierta. Hablan entre ellos de asuntos de toda índole. En cuando entra en la sala, se hace el silencio. En el centro haya una silla vacía reservada para él. Se adentra en el círculo sintiendo como la mirada de todos aquellos seres le siguen con impaciencia en su camino. En cuanto toma asiento, todos vuelven a hablar al mismo tiempo, pero ya no entre ellos, sino directamente a él.
Trataba de establecer un cierto orden en aquella cacofonía, pero no le hacen ni caso. Después de este primer fracaso, trata de filtrar las voces sin éxito, todas son la suya.
Toma aire mentalmente y se levantó dispuesto a irse, logrando por fin que se haga el silencio.
- Vamos a ver - le dijo una de sus voces - ¿A qué viene tanto alboroto? - esa debe de ser su parte lógica.
- Va a venir una chica - el comentario es demasiado genérico como para dilucidad de que parte de si mismo le está hablando ahora.
- Eso no deja de ser una suposición - de acuerdo, es su parte puntillosa, aunque también pude ser la tocapelotas o la pesimista.
- Asumamos que lo que nos han dicho es cierto - la lógica vuelve al ataque - Continúa sin tener sentido este jaleo.
- Los datos de los que disponemos nos indican que ha cortado con su novio – esto es demasiado aventurado para atribuírselo a la lógica, puede tratarse de la segunda voz que ha hablado antes.
- Eso es una suposición - la lógica contraatacaba. Pare que esta logrando imponerse. Eso es bueno - Carecemos de la información suficiente como para afirmar tal cosa.
- ¿Alguien sabe si tiene novio? - ¿Cotilla o Desesperado?
- Eso se encuentra fuera de los asuntos a tratar - muy bien, se dice. Dales duro, Lógico - No estamos interesados en ella.
- ¿Seguro? - esta pregunta no le gusta, su parte conformista entra en juego.
- Mientras no cambien las cosas, sí - la respuesta es demasiado críptica como para tratarse de Lógico. Alguien más entra en juego.
- Las cosas son así, especular es fútil - como le gusta escuchar esta voz.
- Muy bien ¿Puede estar ella interesada en nosotros? - vamos, ahora no, cuando la cosa parecía encarrilada. Esta voz tiene que estar de broma, pero no, son Desesperado y Peliculero hablando al unísono.
- Continúa fuera del tema que estamos tratando.
- Va a venir a nuestra casa - no, previsor, cuando ya casi estaba solucionado - Hay que tratar de prever y valorar todas sus posibles motivaciones y pensar en las reacción ante cada una de ellas.
- Y las razones que motivarían esas reacciones - lleva por aquí desde el principio, pero a Analítico le ha costado comenzar a hablar, pero no está sólo, detrás de aquellas palabras también anda Inseguro.
De reojo Javi ve a Desesperado preparándose para atacar.
- Es posible que ella quiera “vengarse” de lo que sea que le hayan hecho con nosotros - Peliculero se le ha adelantado, pero tampoco ha sido de mucha ayuda.
- Lógico, como vuelvas a decir “fuera del asunto” te arreo - sí, ahí está Desesperado.
- Pues arréame, pero no tenéis ninguna razón real para dedicaros a dar tantas vueltas - ahí, ahí, Lógico, con un par - Os estáis dedicando a marear la perdiz y fantasear.
- Vale, son unos bocas, pero tú estas negándote a aceptar que tienen parte de razón - y dale, de nuevo tan cerca, pero no, Analítico tenía que abrir la boca otra vez - Podría tratarse de una oportunidad para encontrar, por fin, una pareja - No, espera, es Conformista tratando de utilizar psicología inversa.
- Datos concretos: - Lógico vuelve a la carga - Nos ha llamado una compañera de trabajo. Nos ha llamado para pedirnos ayuda. Hemos aceptado ayudarla, así que le ayudaremos. Más allá de eso, el resto es especulación.
- Pero…
- Ni pero ni leches - vaya, por fin Correcto se ha decidido a aparecer - Como cualquiera de vosotros trate de aprovecharse del estado en el que aparezca esa chica, os las veréis conmigo y, Javi, ya sabes qué significa eso.
- Dejar de montaros películas - y Romántico le va a la zaga - Cuando surja la cosa, sea con quien sea, será de una manera natural y espontánea. Entonces dará igual todo lo que digáis. Yo hablaré, y asumiré el mando.
- Espero que no sea como la otra vez - piensa Javi para para sus aún más adentros.
- Eso no te lo crees ni tú - Conformista vuelve a la carga - Estoy hasta el gorro de tu tiranía. Nunca tienes los redaños para asumir control de facto, pero siempre estas tocando los cojones.
- ¿De verdad? - Romántico parece realmente cabreado - Estoy hasta las narices de Desesperado y de ti. Siempre tratando de buscar cualquier resquicio para debilitar la voluntad de Javi y hacer lo que os venga en gana.
- Eso es lo que quieres, ¿no? - y Desesperado se suma al ataque, otra vez - Que acabemos solos. Al menos nosotros tratamos de hacer algo para solucionarlo.
- Si, quejaros y no dejarnos tranquilos a los demás - parece que este comentario ha molestado a Correcto - ¿Qué más habéis hecho?
- ¡Ya basta! - a ver si esta vez Lógico zanja el asunto de una vez por todas - Sabemos o, podemos asumir con un alto grado de certeza y, a partir de los datos de los que disponemos, que esa relación no funcionaría.
Por unos segundos el silencio se apodera de nuevo de la sala. Unos escasos segundos de paz interrumpidos por el sonido del timbre.
La consciencia de Javi emerge de nuevo para asumir el control de su cuerpo y es este es el momento en el que sus preocupaciones e inseguridades aprovechan para bajar al estomago y alimentar al alien que trata de abrirse camino hacia el exterior. Mientras trata de acumular fuerzas se limita a abrir la puerta del portal sin preguntar, y se queda esperando la llegada del ascensor.
- ¿Por qué cojones estoy tan nervioso?
Como de costumbre, sabe cual es la respuesta a esta pregunta. En el remoto caso de que alguna de las voces de su cabeza que trataba de desoír tuviese razón ¿Será capaz de hacer lo que consideraba correcto si ella daba un paso hacia donde considera que no debe?
Se dice a sí mismo que sí, pero nunca se ha visto expuesto a esta hipotética situación con anterioridad. Al darse cuenta de lo peregrino de esta preocupación y lo improbable de la hipótetica reacción, no puede evitar el sentirse un tanto estúpido, pero el alien continua con el desgaste de su fauna intestinal.
- ¿Por qué me tengo que angustiar con estas chorradas?
El ascensor abre sus puertas, y de él emerge la criatura/entidad llamada Sandra. El pedo parece prácticamente extinto, porque su rostro, sobre todo, muestra odio.
- Hola - es todo cuanto Javi se ve capaz de proferir.
- Hola - el rostro de Sandra, repentinamente se ilumina mientras su expresión cambia hacía las facciones que él recuerda - Perdona este follón.
- Tranquila - Javi realiza un gesto caballeresco con la mano y se inclina invitándola a entrar - Tú pasa y descansa.
- Mira que eres bobo - Sandra se abraza a su cuello y, tras unos segundos, le da un beso en la mejilla. Javi, mientras tanto, se ve incapaz de conseguir que su cuerpo responda. Demasiados cálculos, demasiados vectores de aproximación, demasiados equívocos posibles. Para cuando ha trazado un curso de acción en respuesta a este abrazo, ella ya se ha soltado - Gracias.
- ¿Quieres pasar, sentarte y charlar un rato? - logra decir al rato.
- Casi mejor me voy a echar directamente. Ahora sólo estoy como para gritar y aplastar cráneos.
La acompaña hasta la habitación de invitados tratando de que no de demasiados tumbos. De repente parece frágil y desorientada. A punto de echarse a llorar de rabia.
- ¿Puedo abusar un poco más de ti?
- Prueba.
- Me puedes dejar algo para dormir. Mi ropa, ahora mismo, apesta un poco a cualquier cosa.
- Tienes una camiseta sobre la cama.
- Gracias. Hasta mañana - dice mientras cierra la puerta.
- Hasta mañana - responde él con una exhalación, mientras se dirige meditabundo hacia su habitación.

Javier Albizu

Macroverso VI Datos objetivos

Macroverso VI Datos objetivos
Día: Quizás
Hora: No
Lugar: Limbo conceptual

Ya estamos aquí de nuevo pero, en esta ocasión, la “X” que señala el lugar ha cambiado. Es una marca más tosca, atemorizadora por momentos, un refugio en otros. Al igual que nuestro anterior objetivo, también desprende un carisma que hace que no seamos capaces de apartar la vista.
En algún momento de nuestra vida, todos hemos deseado vernos imbuidos de este concepto. Pero no nos engañemos, esta vez no hemos llegado hasta este no-lugar porque un mapa, un GPS o un vidente nos haya indicado el camino. Al contrario que con “Ella”, no hemos venido porque queramos o porque sintamos que este sea el lugar en el que desearíamos existir, porque no existan razones en este u otro universo capaces de hacernos desear abandonar su compañía.
No. En esta ocasión la llamada es igualmente primaria, pero nada tan prosaico.

Una vez que nuestros sentidos han sido capaces de ordenar y dar sentido a toda esta entropía neuronal que nos rodea, nos damos cuenta del por qué nos hemos adentrado hasta alcanzar al concepto/arquetipo que se haya ante nosotros. Lo hemos conocido bajo mil rostros. Como amigo y como enemigo, en la ficción y en la realidad, con tantos nombres distintos como rostros.
De nuevo, cada uno habremos llegado a una localización distinta y contemplaremos un ente con una apariencia única y personalizada (pese a haber llegado al mismo lugar, y estar contemplando el mismo avatar). Hasta quien terminaremos por bautizar como “Tipo Duro”

La pregunta, al igual que la que tendríamos que habernos formulado en la anterior ocasión, es:
¿Qué pasa cuando una fuerza desconocido extrae a este concepto del imaginario para “importarla” y “anclarla” a nuestro “mundo real”?
¿Se olvida el resto de la humanidad del concepto?
¿La reconoceremos si nos la encontramos por la calle?
¿La veríamos cada uno de la manera en la que la imaginábamos?
Quizás a “Ella” todas estas disquisiciones le asaltaron mientras su recién nacida mente unitaria se forjaba, pero este caso es distinto porque a nuestro nuevo amigo, a “Tipo Duro”, todo eso le da igual.
Sí, es un ente abstracto repentinamente condenado a la concreción y, por supuesto, lo primero que le alcanza es la desorientación, para continuar con el vértigo. Pero pronto llega la reflexión y, finalmente le abducen la comprensión y la aceptación.
Tipo Duro no es un concepto de palabras, es un ente (ahora un hombre, aunque también podría haberse transfigurado bajo la forma de una mujer de haber estado esto escrito por una fémina) de acción.
Pero la acción no debe ser algo gratuito. Para que se desencadenen sus acciones necesita de un motivo, generalmente externo (al fin y al cabo, no es un ser humano). Necesita un fin concreto (para su nueva existencia “concreta”)
Los fines necesitan de razones.
Para conocer las razones, necesita saber las respuestas.
Para obtener las respuestas necesita conocer las preguntas.
Para entender las preguntas necesita conocer el contexto.

Así que “Tipo Duro” busca un lugar en el que asentarse y medita, observa y estudia su nuevo entorno.
“Tipo Duro” es un tipo de acción.
Cuando comience la acción podrán ralentizarlo, pero nada será capaz de detenerlo, o eso es lo que él cree.

Pero eso será en otro momento, por ahora demos un pequeño salto de nuevo hasta el...

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Microverso

Caía, así que debía de estar soñando pero, en aquella ocasión, todo era distinto. La caída no era una experiencia relajante. No se sentía flotar, no notaba cómo el viento le acariciaba sustentándolo. ¿Sería una pesadilla?
Continuaba cayendo y su estomago fue el primero en sentir la sensación de vértigo. Su velocidad aumentaba, pero continuaba sin ver el suelo. Cerró los ojos y los abrió de nuevo. Estaba tumbado en su cama. No, no era él, era otro. Aquella tampoco era su cama, ni se encontraba en su habitación. Podía ver los pensamientos de “el otro” en su mente. Pensaba en una mujer, pero no era “Ella”. “El otro” estaba quieto pero él continuaba descendiendo a toda velocidad. Cerró los ojos de nuevo y volvió a abrirlos.
Caía... pero no. Descendía, pero había algo raro en su trayectoria. Se estaba precipitando... hacia arriba.
Vale, aquello era un poco más raro que de costumbre.
Trataba de analizar la situación, pero su cabeza se iba a otras partes. Lugares que no reconocía, gente que le provocaba una sensación de “deja vu” pese a que no conocerla de nada.
- Aún no.
Una voz sonó... a su alrededor.
Su ascenso/caída se frenó al chocar contra algo invisible. Pese a no verlo, sabía que era una gigantesca mano invisible.
- No tengas prisa. Pronto llegará.

Despertó. Ya era de noche, pero se encontraba en medio de la calle. Recordó que estaba volviendo a casa después de trabajar.
- Bienvenido de vuelta - Mike le hablaba desde el interior de la cabeza - Pensaba que me ibas a dejar al mando. Lástima del pequeño error de diseño que no permite tomar el control de tu cuerpo.
- ¿Cuánto tiempo he estado “fuera”?
- No pongas comillas mentales cuando hablas conmigo. Queda muy ridículo.
- Vale, lo tendré en cuenta, pero respóndeme.
- Poco, apenas unos minutos.
- ¿Y no estabas en el sueño?
- Nop. ¿Me he perdido algo interesante?
- Bueno, si bien no ha sido lo que llamaría “interesante”, sí que ha sido raro.
- ¿Seguimos con las comillas?
- Dame un respiro.
- De acuerdo ¿Raro como un piso asequible, o como un viaje de pellote?
- Nunca he tomado pellote. Creo.
- Ya me entiendes.
- Supongo que me quedo con la segunda opción.
- ¿Más que lo habitual?
- ¿Cuantas veces me he quedado dormido mientras andaba, y cuantos de mis sueños te has perdido?
- Vale, ya te sigo.
- Hoy estas muy lento. Incluso parece que el vacilón soy yo.
- Parece que las reglas van cambiando, y no me gusta.
- ¿Estamos jugando a algo?
- Es una manera de hablar. No será un juego, pero las cosas, los axiomas de esta realidad, parece que están cambiando.
- Venga, tío, no sigas por ahí. ¿No puedes dejarlo ni siquiera por un día?
- Vale. Me estoy volviendo blando. Pero eso no cambia los hechos.
- No te lo niego. La pregunta es ¿Qué hacemos?
- Tú mandas. Ordena tus prioridades y nos ponemos a ello.
- ¿Esa es toda la ayuda que puedo esperar de ti?
- Ya sabes, me han dibujado así.
- No hay prioridades. Que los “axiomas”...
- Y dale con esas comillas, último aviso.
- Vaaaale. Que los axiomas cambien, suponiendo que entienda a qué te estás refiriendo cuando te dedicas a utilizar esa expresión, aparte de no ser asunto mio, es algo sobre lo que no puedo hacer nada. Así que sólo queda...
- Ella.
- Sasto.
- ¿Y cuál va a ser el curso de acción, Sherlock?
- Pues había pensado en visitar a Antagonista.

El principal inconveniente de este curso de acción era que nos sabía dónde encontrar a Antagonista. Sólo lo había visto en una ocasión y, pese a que, en un principio, debería haber surgido una cierta hostilidad entre ambos... aquel tipo le caía bien. El problema era que no sabía su dirección, apenas sabía nada de él y tampoco sabía muy bien qué preguntarle cuando lo encontrase.
Mientras caminaba hacía casa Mike se mantuvo extrañamente silencioso. Desde que aquella desagradable voz de su cabeza comenzó a meterse con él, había deseado un momento de tranquilidad como el que estaba teniendo lugar pero, en aquel momento concreto, habría preferido cualquier distracción antes que quedarse a solas con sus pensamientos y aquel molesto zumbido que lo embarullaba todo.
La noche era ideal para caminar pero no le apetecía hacerlo. Sólo quería llegar a casa, echarse a la cama, apagar las luces, apagar su cerebro y descansar.
¿Por qué aquello le afectaba tanto?
Aquella chica era guapa, lo admitía, pero no más guapa que otras clientas que habían pasado por su trabajo. Ni siquiera era una de las clientas más habituales, o de las que le daba más palique mientras esperaban su pedido. Pese a que era consciente de que estaba como una regadera, Javi se consideraba a sí mismo una persona cabal y racional, y no terminaba de encontrarle sentido a aquella a reacción suya tan desproporcionada.

Al llegar a casa, le sorprendió ver a tres personas sentadas charlando delante del portal. Ver allí a dos de aquellas personas le pareció, hasta cierto punto comprensible, ya que, al fin y al cabo, dios y satán eran su casero y su vecino de abajo. Pero no sabía qué razón podía haber llevado a la tercera persona hasta allí a aquellas horas. Parecía que no tendría que buscar a Antagonista y que el destino, o quien fuera, había decidido ahorrarle el trabajo y amargarle un poco más la noche.

- Aquí llega - dijo dios al verle llegar.
- ¿Qué hacéis aquí fuera a estas horas? - Javi no estaba de humor como para andarse con rodeos.
- Nosotros disfrutamos de nuestro libre albedrío mientras dure - dijo satán señalándose a sí mismo y a dios - Tu comparsa en esta escena es este pobre hombre - Javi odiaba cuando la panda de locos con los que le había tocado convivir se dedicaban a hablar de aquella manera. Pero el alquiler era barato.
- Vale, pues al grano.
- Ella no está - Antagonista parecía preocupado. Por un lado aquello era lo único que le parecía normal en lo que llevaba de día. Por otro, y aunque él mismo tenía intención de ir a buscarle, no sabía muy bien qué pintaba aquel hombre delante de la puerta de su casa.
- Ya lo veo - no pudo evitar soltar la gilipollez. La diversión, la preocupación y la culpa iban pidiendo turno alternativamente en su cabeza. Incluso se imaginaba la maquina que les iba asignando los números.
- ¿Y bien? ¿Qué vas a hacer?
- ¿Yo? ¿A mi que me cuentas? Tú sabrás qué le has hecho, o si volverá.
- Mike ¿Me echas una mano? - aquel golpe bajo no se lo esperaba, aunque en un día como aquel no tendría que haberle pillado por sorpresa.
- Javi, deja de hacer el capullo y tómate esto un poco en serio - Mike siempre estaba ahí para estropearle la diversión.
- Vale, tú dirás.
- A ver. Todo esto va sobre ti. Tú eres el que debe tomar la iniciativa.
- ¿Pero tú de qué cojones vas? ¿Qué estás diciendo, que me la he llevado? ¿Que se ha... ido a donde sea por algo que he hecho o dicho?
- No. No es que se haya ido, o se la hayan llevado. Ha desaparecido. Ya no está “aquí”
- Perdona, creo que te has dejado un par de puntos para entrar en la definición canónica de “críptico”
- Pues es lo que hay. Ahora búscate la vida, a mi me toca hacer mutis.

**********************

Día: Siguiente
Hora: Temprano (o demasiado tarde)
Lugar: Mundo “real”

Su esfera de paz y luz infinitas hacen aguas por todas partes (no sabe de dónde viene el agua y, preguntarse aquello tampoco le ayuda a descansar) No hay manera. Esta claro que esta noche no va a dormir. Si a todo esto le sumábamos que, en la habitación de al lado, Sandra ronca de manera ostensible algo (en teoría) tan sencillo como dormir, se convierte en una quimera inalcanzable.

Se levanta y se encamina de puntillas hacia el salón. Mientras hace esto, no puede evitar el escuchar en su cabeza la clásica música de “acechar” de los dibujos de la Warner.
Al llegar al salón comprueba que, con el barullo mental que le ha provocado la visita, se ha dejado encendidos el portátil y la consola. Al menos la tele sí que la ha apagado. Se sienta en el sofá y trata de adoptar la posición del loto, pero nunca ha sido capaz de doblar tanto sus rodillas. Prueba suerte y mira si alguien se ha conectado en los programas de mensajería. Nada.
La consola se esta quedando sin batería, así que la tampoco va a poder despejar la mente por ahí. La pone a recargar. Son las siete de la mañana y no tiene ni puñetera idea sobre qué hacer.
Opciones, opciones. De nuevo tantas posibilidades, tantas elecciones posibles y tan pocas ganas de tomar ninguna.
Podría limpiar. Lo cierto es que la casa está bastante guarra (es más, en aquel momento todo le parece infinitamente más sucio y desordenado que hace un par de horas)
Nah. Aparte del ruido que metería, aquello podría dar a su invitada una idea equivocada de dónde se ha metido. Cierra los ojos y manda su cabeza hacia otro lado. Mentalmente repasa, una vez más, todas las historias que tiene pendientes, trata de saltar a una de ellas para continuar en alguno de los puntos recurrentes en el que siempre las retoma.
Muy bien, parece que esto funciona, ahora toca centrarse en uno ¿Su versión/homenaje de La Atlántida, o la justificación/trasfondo de los Tanraq?
Tampoco es que pueda elegir. Por su cabeza van apareciendo en bucle una sucesión de imágenes aleatorias; Fragmentos distorsionados de películas y bustos parlantes colgados en mitad del vacío, que repiten siempre una misma frase o palabra. Paseos imaginarios por mundos imposibles o el sonido de los golpes de un combate del que sólo percibe los destellos provocados por el entrechocar de las espadas. Esta ruleta gira y gira hasta detenerse en el interior de la mente de Ulwrath, uno de esos personajes cuya mayor desgracia es la de haber sido creados por él.

El sonido de la puerta tre de vuelta su cabeza hasta este mundo. No recuerda haber dejado de escuchar los ronquidos, pero parece obvio que Sandra se ha levantado. Poco después escucha el sonido de la ducha, parece que también se ha perdido el momento en el que ha salido de la habitación. El alien de su estomago despierta de nuevo y empieza a moverse por su interior buscando la salida.
Enciende la tele, y mira el reloj. Las ocho y media. O su invitada necesitaba poco el dormir, o tampoco ha sido capaz de hacerlo.

- Vaya, nunca habría imaginado que te gustaban estas cosas - su cabeza se había ido otra vez de paseo y, esta vez, es la voz de Sandra la que le trae de vuelta. Sus ojos logran enfocar las imágenes que le muestra la pantalla y se da cuenta de que está viendo algo que debe ser la reposición de algún culebrón.
Javi se gira hacia la dirección desde la que ha venido la voz, y la ve. Al lado de la puerta del salón, Sandra permanece de pie. Aún tiene el pelo mojado por la ducha, y solo lleva puesta la camiseta que había dejado en su habitación y sus botas. La camiseta le llega casi hasta las rodillas y es suya, por lo que debería tratarse de una prenda de lo mas antierótica, pero no. Bello, hermoso, bonito. Su mente trata de encontrar una palabra que describa lo que tiene delante, y lo que mejor le suena para describir esta visión es... perfecto. Mientras tanto, procesándose en paralelo, sus neuronas se preguntan si el tener olfato añadiría algo a esta experiencia, y no puede evitar pensar que estas cosas sólo pasan en las películas.

- Hola, guapo - Sandra le saluda reforzando esta palabra y la mirada que la acompaña con un gesto de su mano.
Javi trata de pensar una réplica. Algo original y gracioso. Mientras tanto en su cabeza su cabeza trata de convertir en palabras las sensaciones que le toman al asalto:
- ¿Por qué estás buscando una replica original para un simple “hola”? - De acuerdo, el guapo que ha venido después no ha sido precisamente una ayuda.
- ¿Está tratando de seducirme, señorita? - no sabe si el tono en el que ha soltado la frase es el correcto, pero las voces en su cabeza tampoco terminan de ponerse de acuerdo sobre la intención última de esta respuesta.
- ¿Sabes que la gente normal no habla así, verdad? - en su rostro aparece una sonrisa. Todo parece indicar que se lo ha tomado como una broma. En la votación popular que está cerca de finalizar dentro de su cabeza todo parece indicar que van a ganar, y con bastante diferencia, los que defienden el “Eso era lo que queríamos”.
- Aceptaremos “anormal” como un halago. ¿Qué tal? ¿Mejor? - trata de pensar en cuánto tiempo ha tardado en salir la replica, pero le da la impresión de que ha sido demasiado. Esta imprecisión no le gusta demasiado.
- Bueno, mi cabeza aún tiene que dejar de dar botes por ahí adentro - sigue sonriendo. Esto sigue bueno, cree.,, y sigue haciendo que está visión sea aún más perfecta.
Aunque si esto ya era perfecto, se supone que no puede mejorarse. Decide cambiar la apreciación de su primera impresión por “casi perfecto”. También se propone dejar de intentar catalogar o definir este momento, por más que es consciente de que no lo va a conseguir.
- Siéntate cuando y como gustes - decide continuar con el uso de su vena arcaica.
- No se... - la sonrisa desaparece por un momento y se convierte en una expresión de preocupación y tristeza. Parece que se ha acordado de lo que fuese que la ha llevado hasta allí. De todas formas, se sorprende al comprobar que esto no le hacía perder un ápice de su... casi perfección - Tendría que irme - decepción o alivio, el traductor de su cabeza no sabe por cuál de los dos decidirse - Aunque tampoco tengo muy claro que hacer - se sienta en el sofá junto a él.
- Tómate tu tiempo - quiere preguntarle sobre lo que le ha pasado, pero opta por esperar a que sea ella quien saque el tema - No tengo planes para hoy.
Sandra se echa las manos a la cara y se encoge. Parece que se va a echar a llorar pero, tras analizarlo un poco más, no, esto no parece tristeza, sino rabia e impotencia.
La conoce. Corrige, la conoce más o menos. No sabe cuántas veces a visto a esta chica plantar cara a camioneros, capullos y listos en general en el trabajo. Tiene ante él a alguien que se parece mucho a la persona que conoce pero, en quien nunca ha pensado que le utilizaría la palabra “frágil”para describir.
Un abrazo parece la respuesta más apropiada para esta situación, pero un análisis rápido le enumera cinco maneras diferentes en las que se puede malinterpretar esta acción (aunque está seguro de que hay muchas más) así que no hace nada. Se limita a mirarla, sentirse mal y a odiarse a sí mismo un poco más que hace un rato. Se siente mal como persona, mal como ser humano, mal como amigo.
- Cobarde - en esta ocasión la traducción es sencilla, pero tampoco ayuda - Estúpido, desgraciado. Te mereces todo lo malo que te pase.
Finalmente el cuerpo de Sandra deja de estremecerse y el llanto no llega.
- ¿Tú que harías en mi lugar?
- Supongo que antes de tomar una decisión, sabría la razón por la que me encuentro así - cruza los dedos para que este intento de humor funcione.
- Perdona... es que esto tampoco es nada que me haya pasado antes.
Silencio
- ¿Me vas a preguntar que ha pasado, te da igual, o empiezo a largar sin más?
- Ah, sí, perdona ¿Qué ha pasado? - estúpido, estúpido, estúpido.
- Tío, a veces pareces de otro planeta.
- ¿Gracias?
- No, pero bueno. A ver, he pillado a mi cuñado poniéndole los cuernos a mi hermana.
- Vaya.
- Ya te digo.
- Vale, ya sabes que hoy...
- Ayer.
- Vale, ayer ¿porque eres tan puntilloso con esas chorradas? No, déjalo. Ayer había cena del curro. A todo esto ¿Porque no viniste?
- Si que fui - opta por no corregirle y decirle que fue una comida que enlazó con una cena - pero me largue después de la cena.
- Ah, sí, es verdad. Perdona... el alcohol... mi cabeza... ya sabes.
- Puedo hacerme una idea.
- Sabes que no vivo en Pamplona, así que, como no quería cortarme con las copas, le dije a mi hermana, que si que vive aquí, si podría dormir en su casa esta noche. Y va y me encuentro al cabrón de su marido, en un bar, metiéndole la lengua hasta los pulmones a una tipa.
- Supongo que estas segura de que era tu cuñado.
-
- Y de que la tipa no era tu hermana.
-
- Vale, vale. Así que deduzco que no sabes si contárselo a ella, o no.
- Jo, que listo eres - sí, sarcástica sí que es una palabra que ha utilizado para describirla alguna que otra vez. Parece que vuelve en sí.
- Es un don, pero no te sientas inferior por ello. Es más, arriesgándome aún más, el problema no es tanto el contárselo, como el cuándo y el cómo.
- Ahí le has dado - la sonrisa parece que trata de asomarse de nuevo. Esto no era bueno, cree. Esta esperando una respuesta que él no tiene.
- Pues no te envidio - brillante, Javi. Te has lucido con tu respuesta.
- ¿De verdad? ¿Con lo que mola?
- Llámame raro.
- No sé qué haría sin tus consejos.
- Hombre...
- Mujer.
- Vale, mujer. Antes que nada yo intentaría hablar con él.
- Es verdad, seguro que hay una explicación lógica. Estoy convencida de que le estaba practicando una traqueotomía con la lengua a esa zorra.
- A ver, puedo parecer un poco inocente, pero tan tonto no soy. Por lo que cuentas, los actos hablan solos, pero no estaría de más saber el contexto - muy bien, Javi, vas arreglando la situación. Ahora viene cuando te acusan de ponerte del lado del corneador. Todos los tíos sois iguales y blablabla.
- ¿Tú crees? - rápido, di algo antes de que recupere todas sus funciones mentales.
- ¿Qué quieres que te diga? Esas cosas de pareja son muy suyas (por lo que me han dicho) Que Igual andan con problemas (y él va “arreglándolos” como todo un macho) Yo hablaría con él sobre lo que “vi” y le daría la oportunidad de que fuese él quien se lo contase a tu hermana. Si no lo hace, pues ya volvería a estar la pelota en tu tejado.
- Pues... pues igual tienes razón
- Pero vamos, ahora que esta la cosa chupada, si quieres sí que te cambio el papelón.
- Gracias. Y yo pensado que ya estaba todo solucionado - por fin regresa la sonrisa, aunque se le escapa una lágrima... perfecta.
Se hace el silenció, y entonces Javi se da cuente de un pequeño (y aún más incomodo) detalle. Mirándole fijamente a los ojos, le pregunta:
- ¿Puedo hacerte una pregunta un tanto “intima”?
- Adelante.
- ¿Llevas ropa interior debajo de la camiseta?
- ¡¿QUÉ?! - Sandra arma el brazo para una bofetada.
- Espera, espera, esto tiene una explicación lógica, casta y pura.
- Sorpréndeme. Tienes cinco segundos y descontando.
- Esa camiseta que llevas es mía, y te está un poco grande. Entre otras cosas, el cuello está un poco cedido, y cuando te inclinas hacia adelante, corro el riesgo de que mi mirada se dirija hacía... ahí.
- ¿Y con ropa interior lo encontrarías más aceptable?
- Vale, déjame que reformule la pregunta. Bueno, mejor déjame que la convierta en una petición. ¿Podrías ponerte tu ropa para librarme de la tentación?
- Tío, eres la polla.
- Espero ser algo más, pero no has respondido mi pregunta/petición.
- Sí.
- ¿Sí, a que? ¿A que llevas ropa interior? ¿A que te vas a poner tu ropa (o algo menos tentador)? ¿A que soy algo más que un miembro viril? ¿Sí a todo y formateamos el disco duro?
- Sí a ninguna de esas preguntas.
- Ah, vale, eso lo aclara todo.
- No. La verdad es que has acertado antes con lo del intento de seducción - ¡¿Qué?! De acuerdo, esto no se lo esperaba. Le halaga y no se lo cree... no se lo quiere creer, pero no se lo esperaba.
- Pues sí que estás en shock.
- Que no, imbécil, que es verdad.
- Pues nunca lo habría imaginado.
- Tampoco acabo de entenderlo yo, así que imagínate.
- Vaya. ¿Me siento halagado u ofendido?
- Tómatelo como quieras, pero como no me digas algo al respecto antes de que se me termine de pasar la resaca, esto se va a volver aún más incomodo.
- Pues no se muy bien qué quieres que te diga. Me pareces una chica muy guapa y me llevo muy bien contigo pero, esta creo que ha sido la conversación más larga que hemos tenido. Vamos, que no es que seamos íntimos o nos conozcamos demasiado.
- Sigues sin responder.
- Pues... no se si la cosa funcionaría.
- A ver. Te estoy diciendo que me gustas, no que seas el padre de mis hijos.
- ¿Me lo puedes explicar con palabras sencillas? Es que entre el alien de mi estomago y el derrame cerebral que acaba de desatarse, me va a costar un rato reaccionar y formar pensamientos coherentes.
- Te iba a preguntar si te apetecería quedar algún día para dar una vuelta o algo. Pero, visto lo visto, me parece que casi mejor si dejamos la cosa como está.
- No, no es eso. Pero es que esto es algo nuevo para mi.
- ¿Que una tía te pregunte si quieres salir con ella?
- No, que una tía quiera salir conmigo.
- ¿De verdad? No soy capaz de imaginarme el por qué.
Esto es algo para lo que no estaba preparado. La opciones y los datos son claros, y la decisión es sencilla. El problema es que no quiere hacer lo que considera que debe. Puede aceptar el quedar con ella y alimentar unas “esperanzas” (¿de verdad quiere salir con él?) en una relación en la que entraría sólo aportando dudas y reticencia (aunque agradecería la compañía) O puede decirle que no, y confiar en que se lo tome a bien y comenzar, con el tiempo, una relación de amistad.
¿Por qué quiere decirle que no, cuando quiere decirle que sí?
Datos objetivo: No va a funcionar. Demasiado distintos a todos los niveles,
Dato objetivo: Hay atracción, es es obvio.
Dato objetivo: Eres un cobarde, te sientes solo, agradecerías la compañía y no crees que vayas a tener otra oportunidad, pero no quieres ser un cerdo. Pero no crees que vaya a funcionar. Comenzar esto sería un error.
Dato objetivo: Las partes de ti mismo que quieren que digas que sí son las que menos te gustan.

- Yo... creo que va a ser que no. Ya te digo que me caes muy bien pe...
- Déjalo, me visto ahora y me largo. Creo que prefiero darme de hostias con mi cuñado.
- No tienes porque irte, y no quiero que te vayas así...
- No, va a ser lo mejor.

Sandra se ha ido. Bien por ti, Javi. Estas hecho un crack (y el lunes va a ser un día muy incomodo en el curro)
Vale, no son ni las diez de la mañana de un domingo ¿Y ahora que?
Descuelga el teléfono.

- ¿Sí? - Marcos descuelga al otro lado.
- Hola M, ¿está D?
- Hola Javi, acabas de subir a nivel nueve.
- Mola - Marcos cuelga.
Ha alcanzado ya el nivel nuevo en el odiometro de su cuñado, acaba de superar a Data (el de los Goonies no, el de Star Trek)
Poco después suena el teléfono.
- Hola D.
- ¡Que no me llames D!
- Pero si es una de mis películas favoritas.
- Ya, pero no soy un tío.
- Ya, ni un cazador de vampiros. Ni un medio vampiro.
- Vale, evitas el tema por el que has llamado desde el segundo uno. La has debido de liar bien gorda. Anda, déjate de rodeos y empieza a largar.
Esa es su hermana, al menos siempre le queda ella para contarle sus penas.
- No lo sabes tú bien.

Javier Albizu

Macroverso VII Malos despertares, la secuela

Macroverso VII Malos despertares, la secuela
Fecha: Otra
Hora: Un poco más tarde (o quizás no)
Lugar: Limbo conceptual.

Nuestra mirada se ve atraída una vez más hasta el lugar marcado con la “X”. De nuevo nos zambullimos en esa no-dimensión en la que habitan los conceptos comúnmente aceptados. En ésta ocasión la “X” que marca el lugar se ha movido un poco. No, por ahí no, un poco a la derecha (o a la izquierda, todo depende de nuestro punto de referencia) Sí, más o menos por aquí, entre Harvey: el conejo rosa invisible y los elfos de sexualidad distraída.
Es posible que os preguntéis ¿Cómo podemos ver a un conejo invisible? A lo que, caso de que os hayáis hecho la pregunta, os respondería ¿Realmente lo estáis viendo?

Muy bien, tras afianzar la foralidad del escribiente, si podéis hacerme el favor, dirigid vuestras miradas para que se centren en éste arquetipo consensuado por nuestro bienamado imaginario colectivo que os señalo en estos momentos y que nos ha traído hasta aquí en esta ocasión (ya sabéis, con la “X”)
¿Hecho?
Sigamos entonces.
Para entendernos o terminar de liar la cosa un poco más, pondré un nombre a eso que estáis mirando. En un alarde de originalidad, le llamaremos a nuestra abstracción… “Tipo Listo”.
Fijaos en él. Para no fallar a la tradición que nos acompaña cada vez que asomamos por este limbo conceptual, cada uno estamos viendo algo distinto pero, en esta ocasión, sí que hay un elemento común para todos nosotros. No sabemos que forma tiene, no sabemos qué es lo que le gusta para desayunar, pero hay algo de lo que estamos seguros: Él sabe que le estamos mirando. Una vez descubiertos, podemos mirar para otro lado, podemos silbar distraídamente y hacer como si la cosa no fuese con nosotros, pero el vacío nos ha devuelto la mirada y esto provoca una situación un tanto incómoda.

Ahí está él. Cerca pero distante, seguro e inapelable. Confiado, ya que cuando la misma razón de tu existencia es “saber”, se podría decir que la sorpresa es lo único cuyo significado realmente no comprendes (y digo comprender porqué, obviamente sí que conoce su significado).
Aunque, claro, si asumimos que la compresión real sólo puede ser otorgada por la experiencia, podríamos decir que nuestro querido avatar comprendería más bien poco (tendiendo sus posibilidades, que no capacidades, comprensoras hacia la nada)
De cualquier manera, no estáis obligados a coincidir con mi apreciación. Ventajas / Desventajas de ser un ente abstracto.

Una vez aclarado (o no) esto, continuamos observando la inacción de este ente inmaterial. Por supuesto, él “sabe” que seguimos por aquí escudriñando desde los recovecos dimensionales y analizando su misma esencia aunque tratemos de disimular nuestra curiosidad; Esa es su naturaleza. De la misma manera, y por la misma razón, no hará nada al respecto.

Entonces ¿por qué seguimos aquí una vez aclarado el asunto? Porque, claro, esto es (o pretende ser) un relato, una historia, y las historias necesitan de acciones que las hagan avanzar. Los relatos se mueven por los oscuros senderos y turbios recovecos de la mente de quien los escribe, torciendo leyes universales a voluntad y mutando lo inmutable según su conveniencia.
Es por esto que “alguien” (quizás quien se dedica a estas lides tecleadoras, quizás otra persona, individuo o ente) forzando la credibilidad del lector, en un momento dado decide sorprender a nuestro tranquilo concepto y arrastrarlo a un entorno hostil. Trasladarlo al mismo lugar al que ha “invitado” a sus hermanos no euclídeos.
Por supuesto, esto estaba premeditado, y nuestro amigo Tipo Listo lo sabía pero, dada su nula capacidad de acción / reacción, nada puede hacer al respecto. De cualquier manera, rogaremos la clemencia de aquellos cuya percepción de este concepto no coincida con la que se ha expuesto hasta el momento, ante esta tergiversación de las leyes de la (su) coherencia, y confiaremos en que el resultado final les resulte lo suficientemente satisfactorio (y coherente porque, lo parezca o no, ese es uno de los objetivos de toda historia de aquí quien esto maquina) como para perdonar esta pequeña trampa argumental.

Dicho esto, nuestro amigo, Tipo Listo, se encuentra atrapado en un cuerpo físico dentro de un mundo material. Obviamente él sabe en qué lugar se encuentra y cuales son las razones que le han llevado hasta ahí (ya sabéis, su naturaleza y demás) también sabe lo que necesita hacer para volver a donde quiere estar (sí, amiguitos, es tan listo que se ha leído el relato antes de que este terminado) así que inmediatamente comienza a representar su papel dentro del gran esquema.
Porque nuestro amigo también sabe que no tiene demasiado tiempo y que, según se vayan sucediendo las palabras unas a otras, su esencia dejara de ser suya, hasta que no se reconozca a sí mismo. En éste lugar ya no es un concepto; es un personaje. Y los personajes, por muy ligados que estén a un concepto, son entes finitos constreñidos por las necesidades (o caprichos) de la historia.

Tipo Listo sabe que tiene que encontrar a sus “hermano” Tipo Duro y Ella, pero primero buscará al primero, ya que éste tendrá problemas para comprender los paradigmas reinantes en el mundo en el que ahora existe.

Mientras tanto en la Antártida...
No demasiado lejos, Tipo Duro, por su parte y muy a su pesar, está cercano a descubrir que las cosas no funcionan de la manera correcta.

Mientras busca las respuestas necesarias para guiar sus pasos el destino, el azar (o quizás otra persona, fuerza o concepto) hace que su camino se tope con un muy conveniente incendio. Como ya se explicó en su momento, al igual que nuestro invitado de hoy, Tipo Duro también tiene su propia naturaleza, y esta no sólo le impele a actuar, sino que también le impulsa a hacer lo correcto (dentro de su limitada comprensión de la realidad).

Frente al edificio, la policía y los bomberos han acordonado la zona, pero el fuego continúa descontrolado. Los agentes discuten los unos con los otros sobre las rutas y la posibilidad de evacuar a las personas encerradas entre las llamas. La ubicación de la gente atrapada está claramente marcada en un mapa que va pasando de mano en mano, como si el calor que emana del edificio impregnase también el papel.
- Mal - piensa nuestro temporal protagonista - Están desperdiciando el tiempo de oxigeno que les queda a las personas atrapadas.
Se requiere de una acción y ¿quién mejor para ello que Tipo Duro?. La decisión es rápida, el curso de acción a seguir se traza a la velocidad del pensamiento poco reflexivo.
Si mediar palabra con los agentes, salta las vallas y se dirige corriendo hacia el edificio. Mientras se acerca deja que el agua bombeada de manera constante por los bomberos le empape el cuerpo y la ropa. Tras tomar una bocanada de aire limpio, se cubre el rostro con su chaqueta húmeda y se introduce sin vacilación en el edificio.
En el interior el calor es sofocante lo que no facilita la concentración para tratar de ubicarse dentro del plano que apenas ha sido capaz de ver de pasada. Si no está equivocado, aún le quedan tres plantas para llegar al primero de sus objetivos.
Las escaleras son de baldosa y parecen resistir sin problemas su paso, pero la pintura de las paredes y el material aislante del techo se desprenden incandescentes, cortándole el paso, o tratando de hacerle arder también a él. Avanza agachado para tratar de no respirar el humo pero, después de subir dos plantas en esta posición, su espalda comienza a molestarle.
Esto le resulta una anomalía. Él siempre ha sido un concepto. Asuntos como la fatiga, las dudas o los axiomas físicos que sufren aquellos avatares ficticios que le han encarnado en diversas historias, jamás han repercutido en su no-persona.

Llega hasta la puerta que da acceso a la tercera planta, pero está cerrada. Su mano, pese a estar cubierta por la chaqueta, le duele como si la hubiese sumergido en lava en cuanto toca la manilla, pero esto no le impide abrirla. Pero, tan pronto como la puerta se ve libre del cerrojo, se abre propulsada por una explosión de llamas, tirando escaleras abajo a un aturdido e incandescente Tipo Duro.
La corporalidad representa un inconveniente más importante de lo que jamás habría esperado. Pero, tanto en su mente como en su naturaleza, el objetivo sigue claro. De esto no cabe duda alguna, él hace lo que debe ser hecho, aunque ahora comienza a dudar sobre si será capaz de llevarlo a cabo.
El fracaso o la muerte no le son algo ajeno a su memoria. Muchas de sus encarnaciones han fracasado o perecido para que la trama continúe, o como un fintas argumentales, giros inesperados dentro de la historia, pero siempre tienen lugar en algún momento dramático o en uno de los puntos culminantes de la historia. No aquí, no en las escaleras que llevan de la segunda a la tercera planta de un edificio cualquiera.
Mientras traba de incorporarse se dice, y trata de convencerse de que él no moriría aquí. No retrocederá. No fracasará. Las vidas de estas personas dependen de él. Pero, por mucho que lo intenta, su cuerpo se niega a responder como debería y el dolor se abre paso por encina de la adrenalina.
Su mente continúa diciéndole que nada de esto importa, que es irrelevante para el resultado final. Tiene una misión, un papel que cumplir en esta historia. La rabia aún es más fuerte que el dolor. La voluntad más fuerte que la carne. Existe una razón para que él estuviese ahí. No puede morir así, no puede morir aquí, no pod…
Cae inconsciente.

Poco después, Tipo Listo llega hasta el callejón en el que se encuentra Tipo Duro. Su cuerpo está cubierto de quemaduras que funden piel y ropa, pero respira. El hombre que acaba de dejar el cuerpo ahí se cruza con él y le guiña un ojo de manera cómplice antes de continuar con su camino.
Esto no era bueno. No es nada bueno. Y lo peor era que él sabe como acabaría todo.

Definitivamente, el mundo “real” no le gusta nada.

Dicho esto volvemos al...

**********************

Microverso

- Vale ¿Y ahora, qué?
Javi estaba tumbado sobre la cama. No creía estar soñando, pero todo podía ser. Lo que sí que agradecía era que Mike no estuviese tocándole las narices en aquel momento.
Por muchas vueltas que le diese no terminaba de tenerlo claro. “Ella” no estaba. Bueno, más concretamente no sabía dónde estaba (lo cual, debía reconocer, que era algo de lo más normal) pero Antagonista, su novio, tampoco sabía nada y, para terminar de redondear la cosa, le decía que él tenía que resolver aquello. La verdad, todo sea dicho, aquello no tenía ningún sentido. Ni siquiera para los cosas que solían pasarle a diario.
Finalmente cerró los ojos y no tardó en dormirse.
- Ya te ha costado - una voz le hablaba en sus sueños. Le sonaba pero no era capaz de identificarla. Parecía que la noche no iba a ser mejor que el resto del día.
- Dime lo que quiera rapidito - en otra ocasión igual habría respondido mejor, pero estaba bastante hasta los mismísimos de todo aquello - No estoy de humor.
- Vale. Salta.
- ¿Qué?
- Que saltes, membrillo.
Sin saber porqué, saltó. Como era de esperar, sus pies se separaron del suelo. Pero parecía que no iba a caer. Aquello no era normal, pero era un sueño, así que siguió a la espera de lo que venía después. Continuó ascendiendo, y su velocidad aumentaba por momentos. Vale, era raro pero, hasta cierto punto, esperable; no era la primera vez que volaba (o algo parecido) en sus sueños.
Su ropa comenzó a deshacerse, a esta le siguió la piel y después los músculos, nervios, órganos y huesos. Al final sólo quedó su forma astral y dejó de ascender. Se dio la vuelta y contempló la tierra. La había visto muchas veces en fotos o la tele, pero aquella vez le parecía distinta. Nada que ver con las “Oooooohs” ni “Aaaaaaaahs” ni expresiones diversas de asombro o deslumbramiento. Nada de eso. Aquella esfera (¿Era una esfera?) le parecía pequeña, irrelevante e... ¿incompleta?
- Te ha costado llegar - una mano astral se apoyó sobre su hombro etéreo. Era Deux ex.
- Muy bien ¿Y ahora, qué? - sólo quería que aquello terminase y descansar de una vez. Además, le asaltó una pequeña sensación de deja vu.
- Tranquilo, ya falta poco. Pero antes hay que hacer unos últimos ajustes - le empujó.
No tenía cuerpo físico, pero notó el impulso y comenzó a precipitarse en picado. Notaba el aire sobre su ¿esencia? Y contemplaba la tierra acercándose a una velocidad de vértigo. Cuando más caía, más cambiaba lo que tenía ante él. Finalmente atravesó una especie de bruma que parecía cubría lo que tenía ante sí... ¿O aquella neblina había estado siempre cubriendo sus ojos?
Aquello parecía “real”. Los colores más nítidos, la luz más brillante... el tortazo que se iba a pegar más doloroso que ninguno que se hubiese dado antes. Mientras se decía que aquella acción era estúpida e inútil (y no iba a evitar que se matase (por supuesto, siempre y cuando una forma astral, dentro de un sueño, pudiese morir) se cubrió la cara con ambos brazos y se preparó para el impacto.
El mundo (y sus brazos) desaparecieron y se encontró mirando un techo. No era el suyo, pero se le hacía familiar.
Trató de mirar sus manos, pero no lo vio claro. La luz de la habitación estaba apagada y estaba muy oscuro, pero aquella oscuridad era distinta. Más... ¿oscura?
Sus manos tantearon la pared en busca de un interruptor. Aquella sensación también se le hacía extraña. Trató de incorporarse y su cuerpo también se le hizo extraño. Pesado y ligero al mismo tiempo, como si no fuese completamente suyo. Aquellos conceptos parecían obtener un nuevo significado en aquel momento. El tacto de la pintura de la pared, las sabanas bajo su espalda. Absolutamente todo despertaba interrogantes en su mente. Aquellas preguntas y su imposibilidad para convertirlas en afirmaciones le estaban produciendo migrañas... e incluso aquellas migrañas era incapaz de definirlas con las palabras que aparecían en su cabeza. Decidió dejar de pensar en aquello, pese a ser perfectamente consciente de que tampoco lo lograría.

Logró encender la luz y levantarse. Aquella no era su habitación... ¿o igual sí? Se abofeteó mentalmente por aquella pregunta. Levantó la persiana y, mientras lo hacía, una pregunta más trataba de aflorar en su mente, pero la metió en un pozo, puso una montaña encima y dinamitó aquel mundo. La pregunta se quedó malherida y huyó de su mente.
La luz proveniente del exterior le golpeó como un ariete. No esperaba que fuese de día. Aquel golpe pareció expulsarle de su cuerpo, y se encontró de nuevo flotando sobre el mundo.

- Ahora ya lo sabes - dijo la voz - Ella está allí.
- Cojondo ¿Y ahora, qué?

**********************

Día: Lamentablemente, el mismo.
Hora: Un poco (muy poco) más tarde
Lugar: Mundo “real”

- Hola - Sandra ha vuelto. Esta vez están sentados frente a frente en un lugar público, y su atuendo es menos sugerente. Al menos en en este inicio de conversación se ha ahorrado el “guapo”
- Hola. Gracias por venir.
- No hace falta que me des las gracias. No estoy aquí.
- Vale, ya lo sé, pero no hace falta que te cebes - está soñando y, obviamente, esta no es la Sandra real, sino un constructo de su mente ante el que poder explicarse. De todas formas, nada parece indicar que esta recreación sea especialmente afortunada o conseguida. Le falta ese “algo” que acostumbran tener sus avatares mentales.
- Pues nada, cuando tú quieras.

Por lo normal, la cosa no suele suceder así. Él acostumbra a acceder a la ensoñación con la conversación ya comenzada y la retoma desde un punto específico. Pero hoy ha sido todo bastante extraño y ni siquiera podía intuir que esta conversación no va a desentonar con el conjunto. Va a tener que comenzar la escena desde el principio. Con lo que odia ser él quien inicie las conversaciones... ya sean reales u oníricas.

- Estooo, vale...
- ¿Interrumpo? - Daimon, otro de sus personajes recurrentes, se cuela en el sueño.
- Sí, interrumpes. Lárgate.
- Disculpe el señor, pero agradecería que me remates de una vez o me permitas vengarme. Que uno puede ser estoico y casi imbatible, pero la paciencia nunca ha sido mi fuerte.
- Que sí. Pesado. Fuera, fuera - en este momento no le apetece bucear en las desgracias de sus personajes, lo cual es raro. Se le ocurrían pocas ocasiones más propicias para mandar su cabeza a otro universo pero, al parecer, el tren para aquellos lugares ha salido sin él. Nunca ha andado falto de inspiración para diseñar nuevas maneras de traumatizar a sus creaciones, pero paree que la musa estaba de vacaciones o en otros asuntos.
- Cuando quieras comenzamos - Sandra parece divertida - No es que tenga nada mejor que hacer, pero seguro que quieres que terminemos cuanto antes.
- Que sí, que sí - no acaba de entender por qué trata de ganar tiempo ante esta escena. Puede repetirla tantas veces como quiera, pero está realmente nervioso. Aún dormido nota como su cuerpo real comienza a sudar - No me atosigues.
- ¿Crees que vas a solucionar algo haciéndote esto?
- Contigo, bueno, con Sandra, no.
- Aham.
- Esto es más una preparación que otra cosa.
- Aham.
- Ya sabes, por si se presenta una situación similar.
- Aham.
- ¿Quieres dejar ese “Aham”?
- ¿Prefieres un “Aja” o “Aha” a secas?
- No, prefiero que me ahorrases el sarcasmo.
- Pues nada, es muy sencillo; ahórratelo.
- ¿No crees que, de poder, lo haría?
- Pues deja de echarle la culpa a esa pobre chica.
- No le estoy echando la culpa de nada.
- ¿Entonces para qué la has puesto aquí delante?
- Ahora mismo no te pareces mucho a ella. Es más, cada vez te pareces más a...
- ¿A ti?
- Aaaaaaaaaaaarg. Déjalo ya.
- Hola - Sandra ha vuelto. Blablablabla. Comenzaba el segundo asalto.
- Hola, gracias por venir.
- Pues bien. Tú dirás - mierda, sigue teniendo que comenzar la conversación él. ¿Por qué no empieza ella con las preguntas, como suele ser la costumbre?
- ¿Interrumpo? - ahí está Kinrase, otro de los habituales.
- ¡VETE A TOMAR POR... POR... POR AHÍ! - ¿por qué ni siquiera en sueños puede lanzar un buen juramento?
- Vale, vale, ya me voy.
- Venga, te lo voy a poner fácil.
- Te lo agradecería.
- ¿Por qué me dijiste (bueno, le dijiste) que no?
- Me alegro que me hagas esa pregunta.
- ¿Ahora vas a empezar a tomártelo a broma?
- Perdona, son los nervios.
- Venga, a ver si empieza a tener todo esto algún sentido.
- Pues verás. Ya te dije que me parecías muy guapa y muy simpática...
- Sí, ya me lo dijiste, ya lo sé, no te repitas.
- Bien. La cosa es que, por lo poco que sé, somos muy distintos...
- ¿Y por qué no averiguas algo más antes de abrir la bocaza?
- Espera, las cosa no funcionan así. Empiezas con una pregunta para la que yo tengo respuesta y, después, continuas con otra para la que también estoy preparado. Así hasta que me quedo contento.
- Ya, pero eso no va a servir para nada.
- Sirve para que yo me sienta mejor y me reafirme en mis decisiones.
- Ya. ¿Y si estás equivocado?
- Pues... Hala, otro más. Bueno, pues (y dale) si estoy equivocado...
- Si estás equivocada ya te lo descubrirá algún otro.
- Más o menos.
- Entonces no quieres arreglar nada, sino perpetuar tu auto-engaño.
- Vale. Parece que lo vas pillando. Pero no tendrías que decir estas cosas en alto, porque pones a prueba mi burbuja de auto complacencia.
- Que digas estas cosas en alto tampoco creo que ayude mucho.
- Me parece que no vamos a sacar nada en claro esta noche.

La luz del sol golpeándole directamente en los ojos abiertos le despierta. En este momento confluyen tres nuevos factores de extrañeza: Está de pie, con los ojos abiertos, y sus brazos se encuentran en posición de levantar la persiana. Para estar dormido se encuentra de lo más activo.
Mira el reloj. Son las dos de la tarde, y continúa siendo domingo.
Definitivamente, este fin de semana estaba resultando, citando la maldición china, de los más interesante. Espera que se termine cuanto antes.

Javier Albizu

Macroverso VIII Saltos, macarrones, señores del mal y malos domingos

Macroverso VIII Saltos, macarrones, señores del mal y malos domingos
Microverso

- ¿Hola? - Cojonudo. Pensó. Estoy soñando otra vez.
Pero esta vez parecía que había suerte: nada ni nadie en el horizonte. Cerró los ojos, y trató de dormir dentro de su sueño. Un momento de tranquilidad tampoco le vendría mal.
- ¿Qué haces aquí?
Fin del momento de paz, tocaba un nuevo y apasionante encuentro con la voz “misteriosa”
- Es mi cabeza. ¿A quién cojones esperabas encontrar? El que no debería de estar aquí eres tú (seas quién seas)
- Despierta, cenutrio, y busca el puñetero camino hacia donde está Ella.
Despertó con la pregunta de costumbre: ¿Cómo narices se había metido en aquel lío?
No, no era suficiente con las voces en su cabeza, también tenía que haber estrellas invitadas mientras dormía. Trataba de aclarar sus pensamientos, pero el cabreo aumentaba por momentos. Le habría encantado que Mike tuviese razón para poder cagarse el los muertos de su “autor”
- ¿Vas a moverte? - hablando del rey de Roma, ahí estaba Mike.
- Claro. Sólo tienes que decirme hacia dónde.
- Sencillo: Hacia donde está Ella.
- Venga, listo, dime cómo llego hasta ese mundo que sólo aparece en mis sueños.
- Pregúntaselo al tipo que te enseñó el camino de baldosas amarillas.
- Claro, como no tengo que bastante con las voces que están apalancadas en mi cabeza, voy a ir invitando a más ocupas.
- ¿Por qué no hablas con “el de arriba” y le oblogas a que te diga cómo continua esto? - trataba de sonar sarcástico, pero sólo conseguía sentirse ridículo burlándose de una parte desquiciada de su personalidad.
- Ya sabes que hace tiempo que no aparece por aquí. Parece que le ha dado por cambiar las reglas.
- Deja de darme largas y empieza a darme ideas.
- Sigues apuntando en la dirección equivocada. Sólo soy una excusa argumental, tendrás que hablar con otro personaje para poder buscarte la vida.
- Si no recuerdo mal, me dijiste que soy el personaje de un relato, no el de un videojuego.
- Puedes alargarlo todo lo que quieras, pero mientras no te muevas esto no se va a solucionar.
- No me vas a dejar tranquilo hasta que lo haga, ¿verdad?
- Puedes probar suerte. Igual hoy es ese día.
Se levantó. Que remedio. Mientras se duchaba trataba de pensar en películas, juegos o libros. Buscaba un punto de partida a partir del que comenzar, pero ninguno le valía.
Aquello no tenía ningún sentido. No creía en otras dimensiones, no creía en la magia, no era devoto de ninguna religión. Aquello no había por donde pillarlo, pero todo el mundo le urgía en que se moviera, que hiciese algo. Estaba rodeado de tipos que estaban como una regadera y parecía que aquello estaba comenzando a afectarle.
- Claro, como siempre has sido un tío tan centrado... - y, claro, Mike. Mike siempre estaba por ahí para terminar de arreglar las cosas.
- ¿Quieres dejarme tranquilo?
- Mmmmmm. No.
- ¡Joder! ¡Vas a acabar por volverme loco!
- …
- Bueno, ya me entiendes, más loco aún.
- Blablabla. ¿Ahora es cuando te echas a llorar?
- Pues igual lo que hago es volverme a la cama. Igual me doy la vuelta, me echo a dormir, y paso de todos vosotros.
- Menos lobos. Sabes que eso no va a colar.
- Gracias por ponérmelo tan fácil. Hala, vete a cascarla por ahí.
- ¿Pero vas en serio?
- …
- Oye, ¿se puede saber de qué vas?
- …
- Sí, ahora te estoy hablando a ti. Al menos manda a alguien para que me eche una mano.
Alguien llamó a la puerta.
- Gracias.
- …
- ¿No vas a levantarte?
- …
- Nada, que no quiere levantarse.
- JAVI, QUE SOY DEUX EX. ABRE, COPÓN.
- Que duro eres, así seguro que consigues que te haga caso.
- …
- QUE SE COMO PUEDES LLEGAR HASTA DONDE ESTA ELLA.
- Bueno, por ahí supongo que podremos conseguir algo.
- …
- Pues parece que va a ser que tampoco.
- Se aceptan sugerencias.
- Menudo instrumento divino estas hecho.
- Debo reconocer que he tenido días mejores... pero ha sido con otros autores.
- ¿Y ya está? ¿No vas a intentar nada más?
- A ver. Igual esto vale. QUE ME HA DICHO ANTAGONISTA QUE HA CORTADO CON ELLA.
- Claro, eso tiene mucho sentido. Ha ido hasta donde sea que está, han cortado, y ha vuelto para decírtelo.
- No eres de mucha ayuda.
- Es un don... y mi papel.
- Pero que pelmas que sois.
- ¿Ves? Ha funcionado.
- Menudo crack está hecho el autor. Tiene unos giros argumentales que rompen caderas.
- Sólo para que conste, después de esto voy a ignoraros por completo para el resto de la eternidad.
- Sí, sí, sí. Os odio mucho y blablabla.
- Que quede claro, esto es lo último que voy a deciros.
- Y dale, que sí.
- Muy bien, veo que vais a seguir intentando alargar esto aún más y no me vais a dejar terminar. Gracias. Que os follen. Adiós.
- Vale. Esto no me lo esperaba. Supongo que habrá que cambiar el plan.

**********************

Día: No
Hora: Tampoco
Lugar: Limbo interregno.

- ¿Hola?
-
- Sé que estás ahí.
-
- ¿Vas a seguir jugando a esto durante mucho rato?
- Perdona, he tenido que hacer esto un poco rápido y estaba preparando el nuevo discurso. Ya podemos empezar.
- Como de costumbre, empezando con el culo.
- Gracias, eres un amor.
- Déjate de gaitas, que te estas luciendo con la entradilla (en tu mejor tradición)
- Algún día de estos tengo que ponerme a analizar sobre la necsidad de estas cosas.
- Bla, bla, bla, aún no has empezado.
- Que sí, que sí, que me des un minuto para acabar de centrar un poco el asunto.
- Puedes darle todas las vueltas que quieras, pero el tema esta claro: Tu protagonista ha decidido pasar de ti.
- Hombre, yo no lo diría así. El enfoque es un tanto simplista.
- Pues yo lo veo cristalino. Sea como sea, toca improvisar.
- ¿De verdad crees eso?
- Creo lo que tú quieres que crea. Ya sabes... tú escribes, y yo... esto... eso, lo que sea.
- Venga, a ver si hacemos que esto avance un poco. Vamos a empezar con una recapitulación.
- ¿Cómo esos capítulos que son un copia - pega de los anteriores? ¿Qué vas a hacer, poner aquí parrafitos de las anteriores entradas para ir ganando tiempo?
- Que no. Lo que pasa es que esto lo comencé hace ya un tiempecito y...
- Si no se acuerdan, que lo lean, que para eso está por ahí colgado. Nos hemos levantado vagos, ¿Eh?
- A ver, es que es un poco complicado de explicar...
- Que no. Que te cebaste mucho puteando a tu álter ego y no te ha quedado más remedio que hacer que reaccione de una manera coherente y pase de ti.
- ¿Eso es lo que crees?
- ¡Y dale!. Que no vuelvas por ahí, que vamos a acabar en un bucle infinito.
- De acuerdo. Entonces igual lo mejor es soltarlo directamente en plan monologo.
- No esperes que te diga que sí a nada. Tú mejor que nadie sabes cual es mi papel en esta historia.
- Por supuesto que lo sé. De no ser así ya te habría dado pasaporte hace tiempo.
- ¿Debo sentirme halagado?
- Tampoco es para tanto. Esto no deja de ser una historia sencillita, y hemos llegado a la parte en la que tú pasas a ser el prota.
- Hala, venga, toma huida hacia adelante... Que no cuela. Que esto va sólo de Javis.
- ¿Y qué... quién te cre..? Joder, cuesta no tomar el caminito de marras. Vamos a decirlo despacito y vocalizando bien para que ni siquiera a ti te cueste entenderlo: Tú también eres otro Javi.
- A ver, me has llamado Sarcástico y Mike, pero de Javi nada de nada. El prota siempre ha sido “el otro”.
- Eso es lo que podía parecer, pero tú siempre has tenido más dialogo que él. Tú eras el que daba “vidilla” a esta parte de la historia y no el sosito de Javi. Sin tu parte, el Microverso habría sido un muermazo. En definitiva: Sin ti, escribir esto habría sido un coñazo.
- Eres único echándote flores.
- No eres JAVI, al igual que tampoco lo es “El otro”. Sólo eres “un Javi”. Uno con el que me tendré que conformar.
- ¿Conformarte para qué?.
- Da igual. El tema es que ha llegado el momento en el que te toca saltar a primera línea.
- No me jodas. A mi lo que me mola el papel de listillo. Ya sabes, lo de saber más que los demás, vacilarles y saber que siempre llevas las de ganas en una discusión. El de pringado a putear no creo que sea un papel que encaje demasiado.
- Uno: No puedes elegir y Dos: Tampoco creas que vas a cambiar mucho. Para personajes a traumatizar tengo muchos dispersos por ahí.
- Promesas, promesas. Bueno, a ver, ¿en qué fregado me vas a meter?.
- Nada, nada. Una un poco de lobotomía selectiva, un poco de ingeniería de personalidad y todo solucionado.
- Y que los demás que miren hacia otro lado y finjan que no soy quien soy.
- Podría ponerme puntilloso y justificarlo, pero tampoco es que haya que disimular mucho. Al fin y al cabo nunca has existido en el universo al que te mando.
- Y con todo esto te ahorras también el encontrar un método “realista” con el que Javi pudiese llegar hasta allí.

Javi, este nuevo Javi, no “el otro”, comienza a caminar hacia el portal. Todo lo que ha pasado en los últimos días no deja de parecerle ciertamente increíble, pero esto ya no importa. Las dudas, fauna de la que se ha visto rodeado, el tipo misterioso de sus sueños y las voces en su cabeza han cumplido su misión. Tiene miedo pero, tragando saliva, no sin cierta dificultad, da los últimos pasos.
Al otro lado del umbral se encuentra un mundo distinto y desconocido, pero es donde está Ella.
- Que sí, cansino, que ya lo saben. ¿Puedo cruzar de una vez?
Se siente extraño al cruzar, como si su cuerpo cambiase... pero manteniéndose igual en lo esencial.
- ¡Pero si nunca nos has descrito a ninguno! ¿Para qué dices nada de cambiar de aspecto si sigues sin intención de decir que pinta tenemos?
Tras atravesarlo se queda sobrecogido, sin habla.
- ...
- He dicho que te quedas sin habla.
Recuerda haber estado aquí antes en sueños, pero contemplarlo con sus propios ojos lo convierte en una experiencia nueva y sobrecogedora. Tras unos minutos de reflexión y adaptación (y espantar a los tipos que se le quedan mirando) se dirige hacia las personificaciones de los arquetipos que le deben ayudar en su búsqueda. Aunque estos dos individuos no tienen muy buena pinta.
Tipo duro parece una momia y se le veía destrozado, pero aún así (o, quizás, gracias a ello) sigue resultando impresionante. Aún sin saber el estado de deterioro real en el que se encuentra su organismo, resulta asombroso que sea capaz de mantenerse en pie.
Por su parte, tipo listo está también destrozado. Abrir el portal en un mundo en el que esto es imposible (de acuerdo, si lo ha logrado, imposible, lo que se dice imposible tampoco debe serlo, pero sí algo muy chungo) le ha arrebatado hasta la última brizna de su esencia y está arrugado y escuálido. Como si se fuese a partir por la mitad en cuanto empezase a soplar un poco de viento.

- Hurra por el séptimo de caballería - piensa el nuevo / viejo Javi para sus adentros - Menos mal que te ibas a cortar un poco con el nivel de puteo.

No tiene ni idea de cómo logrará volver a casa cuando esto termine, pero no importa. Tiene la sensación de que ya no hay posibilidad de vuelta hacia atrás pero, para su sorpresa, lo más extraño era que no le importa demasiado.

Mientras tanto, al otro lado del portal, la voz ”misteriosa” que se estaba haciendo pasar por “El Autor”, sonríe. Ha colado. Por más tópico y tramposo que suene, todo transcurre de acuerdo con el plan.

**********************

Día: Ahora sí
Hora: Segundos después
Lugar: Mundo “real”

- Hola.
- Hola - justificación onírica, segunda parte...
- Puedes empezar cuando quieras - ...y comienza igual de mal que la última vez. Toma aire y se lanza.
- Déjame un segundo - no, lanzarse no ha sido la palabra correcta.
- Tómate todo el tiempo que quieras - pero, tratando de mirarlo por el lado positivo, esto tiene algo bueno: No puede ir a peor.
- A ver, en el fondo debes saber que no quería ofenderte - no es su mejor inicio, pero es un comienzo, aunque es un mal comienzo que, para su gusto, se acerca demasiado al peor.
- Eso es lo mejor que se te ocurre.
- Hombre, perdón, mujer, así, de sopetón...
- ¿Me estas pidiendo que lo racionalice?
- Si me puedes hacer ese favor.
- Tío, ya sé por qué sigues sin comerte nada a tu edad.
- Gracias por unas palabras tan inspiradoras y halagüeñas.
- Dátelas a ti mismo - no, por favor, cabecita mía, no tires por ese camino otra vez. ¿Podría hacerme alguien el favor de sacarme de aquí?.
El teléfono le despierta. Salvado por la proverbial campana. Mientras responde, de reojo mira el reloj; no ha pasado ni un minuto desde que se ha vuelto a acostar. Continúa siendo el domingo más largo del fin de semana más largo de la historia.
- Si?
- ¿Javi?
- Hola, mama.
- ¿Has comido ya?
- No, aún no.
- ¿Quieres venir a comer con tu padre y conmigo?
- Son más de las dos ¿Aún no habéis comido?
- No.
- ¿Ha pasado algo?
- No. Sólo que hace varias semanas que no te vemos.
- … vale, me visto y voy para allá - esto suena algo raro, pero está claro que no va a poder dormir y no le apetece hacer la comida... ni discutir con su madre.
Se viste con lo primero que pilla a mano, se despeja lavándose la cara y sale a la calle.
San Fermín, se dice que no odia estas fechas, que ha hecho un pacto de no-agresión con ellas; Si la fiesta no se mete con él, él no se mete con la fiesta, pero no puede negar una cierta animadversión. Bueno, si que puede negarlo, pero sería algo bastante estúpido por su parte.
Se pone los auriculares, y sube el volumen al máximo. Gafas de sol: Colocadas. Manos en los bolsillos: Hecho. Vista al frente y encogimiento de hombros: en situación. Aislado tanto como le permite la tecnología de todo lo que le rodea, parte raudo hacia su objetivo. De vez en cuando se filtra algún sonido en los silencios entre canciones, pero es capaz de ignorarlos.
Mientras camina a toda velocidad, su cabeza comienza a analizar y darle vueltas a la breve conversación que ha tenido con su madre; mejor eso que volver a la conversación anterior.
- Tu padre y yo nos separamos - No, demasiado melodramático.
- Nos ha tocado la lotería y te vamos a pagar un piso - ¿Hay lotería en San Fermín?
- Vas a tener un hermanito - ups, no. Definitivamente, mejor que no.
- ¿Cuándo vas a hace algo productivo con tu vida? - sí, este es uno de los clásicos. Ya empieza a sonar a ella.
- ¿Cuándo vas a echarte una novia? - abortar, abortar, aunque ese sea el tema, mejor no tentar a la bicha antes de llegar. Otros días (otros muchos días) le da igual pero, si sale hoy, seguro que termina hablando de lo que ha sucedido. Malditos poderes mágicos de las madres.
Sonríe resignado y desvía la mirada. Se imagina corriendo como a una velocidad de vértigo sobre la barandilla que le separaba del paseo del Arga. La velocidad de su otro yo se acerca a la de la luz, pero no es capaz de ir más rápido que su yo real. Cambia de distracción.
Con su poderoso giro de cintura esquiva a todos los que se cruzan en su camino. Otros días suele ser sencillo, pero durante las fiestas no es algo tan fácil como puede parecer. El caminar zigzagueante de los borrachos es un reto mayor al de los habituales viandantes. Mete la cabeza aún más entre los hombros y acelera el paso: Sala de máquinas, velocidad de escape.
Veinte minutos después llega a casa de sus padres. Las tres, una hora nada anormal para su rutina alimenticia, pero no para sus padres. Mientras sube las escaleras los desvarías regresan a su mente, ahora con un veinte por ciento más de delirio.
- Hola, hijo - su madre está tendida en el suelo cubierta de sangre y su padre le recibe tan alegremente con el cuchillo en la mano. Que tu padre tenga el apodo de “El carnicero de la Txan” es algo que termina por afectarte con el paso de los años. Ya podría haber sido ferretero.
- Nuestra nave ha venido a recogernos por fin. Tienes macarrones en el horno - No, el marciano siempre ha sido él.
- El demonio al que vendimos tu alma al nacer ha venido a reclamarla. Hay macarrones en el horno - bueno, al menos se libraría de los san fermines. Pero le empieza a apetecer comer macarrones.
Llega al piso de sus padres y abre la puerta con su copia de las llaves. Atravesa el recibidor y va directamente hasta la cocina. Su padre está ya sentado y comiendo. Al lado tiene otro plato esperándole. Mierda, hoy hay menestra.
- Siéntate, que se va a enfriar.
- Hola ¿Qué tal? ¿qué es de tu vida? Nos alegramos de verte - no puede evitar el retintín en su tono de voz.
- ¿Qué quieres? ¿Un buenos días? - su madre, la ninja del delantal, aparece por la retaguardia.
- Tardes sería más correcto.
- Calla y come. Tú siempre con tus tonterías - parece enfadada, y no es por la hora ni por el comentario. Esto no presagia nada bueno.
- Pero ¿se puede saber que te pasa?
- ¿A mi? Eres tú la que me ha llamado.
- ¡Tú es que estás tonto!
- A ver, nunca he sido ningún cerebrín, pero tonto, lo que se dice tonto, tampoco - su madre le pega una colleja.
- Ahora no te hagas el listillo.
- ¿En qué quedamos?
- Deja de marear a tu madre - por fin su padre entra en la conversación. Su madre le da otra colleja - Mujer, tampoco es para tanto.
- ¿Que no es para tanto? A este paso se va a quedar solo. Va a terminar vistiendo santos.
- Tú tranquila, esa opción queda descartada. Por lo demás, no me va tan mal – finalmente todo encaja. Diana, la traidora de su hermana les ha llamado. Esto clama venganza - Supongo que habéis charlado con vuestra adorable hijita.
- No. Nos ha llamado Marcos - nota mental, nunca subestimes el odiómetro de tu cuñado.
- ¿Qué es esto? ¿Una “intervención”? ¿Vais a tratar de reconducirme por “el buen camino”?
- ¿Eso es lo que quieres? ¿Acabar solo y amargado?
- Bueno, acabar solo no me importa - mintió, pero le sorprende darse cuenta de que esta respuesta no está demasiado lejos de la verdad. No sabe si alegrarse o tener miedo por ello - Lo de amargado ya es otro asunto.
- ¿Pero tú le oyes?
- Mujer, tampoco es para tanto - su padre le defiende. Parece que su apoyo está por encima de su deseo de terminar la comida con tranquilidad. Nota mental; devolverle el favor algún día de estos.
- ¿Ves? No es para tanto. Además, joder, aún no me he muerto. Vamos, que me queda tiempo de sobra para buscar algo (si me da por ponerme a ello)
- ¿Y qué tenía de malo esa chica? A ver.
- Pues... nada. Sólo que no iba a funcionar.
- ¿De qué me hablas? ¿De una lavadora?
- A ver, os dicen que le gusto a una chica ¿y me echáis la bronca porque no me he casado con ella? ¿En tan poca consideración tenéis mi criterio? ¿Qué sabéis vosotros de ella? A ver.
- Pero Javi, que ya sabes que sólo queremos lo mejor para ti.
- Pues ahora mismo lo mejor para mi es largarme - se da la vuelta y se va - muy maduro, Javi.

Perfecto. Es un domingo perfecto. Sin dormir, sin comer y cabreado. Mientras camina de vuelta a casa cruza los dedos y espera a que el fin del mundo no llegue antes de haber comido algo. Todas estas señales no pueden apuntar a otra cosa.

Llega a casa. Cabreado y hambriento, pero llega. Que le apetezca cocinar algo ya era otro asunto. Abre una lata de espárragos y una bolsa de patatas fritas, saca la botella de agua del frigorífico y se encamina al salón. Después de repartirlo todo por la mesa, la estampa no le convence lo más mínimo.
Lo guarda todo y sale a la calle de nuevo. Si algo bueno tiene San Fermín es que puedes comer a cualquier hora. Otra cosa es que no te atraquen con el precio ni te intoxiques con lo que te vendan. Visto lo visto, decide ir a tiro hecho, por lo que le básicamente le quedan dos opciones: Hamburguesa o Pizza. Lo mismo que puede comer a cualquier hora también durante el resto del año.
Ya que ha salido opta por la hamburguesa. Le apetece más Pizza, pero eso lo podía haber pedido también desde casa. Listo, Javi, muy listo.
- Espero haber estado más espabilado con el resto de las decisiones del día - no, no sigas por ahí.
Por la misma y brillante regla de tres que ha utilizado para el primer descarte, elimina también de la ecuación los restaurantes de franquicia que sirven a domicilio, pero esto tampoco logra que se sienta más listo. Más bien la cosa se encauza hacia el lado contrario. Toca comida de franquicia... que no realice entregas a domicilio. El día va mejorando por momentos, en estos momento no le importaría que el armagedón llegase ahora mismo.
Mientras sube por el parque de la Biurdana, activa su mirada láser imaginaría que corta todo lo que se encuentra en su rango de visión; farolas, pivotes, arboles... puentes, nada es capaz de resistirlo. Eso sí, cuando algún transeúnte se le cruza por delante, su mirada lo esquiva y rodea. Si dirige sus ojos hacia el suelo, creará una grieta hasta el extremo opuesto del mundo, partiendo por la mitad el planeta, si los dirige hacia el cielo, el sol será quien sufra las consecuencias. Pensándolo bien, este rayo imparable continuaría su trayectoria después de atravesar la tierra, así que no importaba hacia donde mirase; mundos morían por su poder mire hacia donde mire, y toda masa sólida que el universo ponga en su trayectoria sería destruida.
- Bwahahahahaha - en su interior se siente un señor del mal y dentro de su mente adopta esa pose.
Aunque claro, ni siquiera mentalmente le agrada la idea de matar a nadie. Mira que era fácil, y ni siquiera como señor del mal vale una mierda.
- Tío, eres único dándote ánimos.
“Apaga” el rayo letal y continúa su camino hacia la comida. Al llegar al lugar marcado con la “X” apaga el mp3 y hace memoria sobre cuántas y qué canciones ha escuchado durante el trayecto: Cuatro. No es su mejor marca, pero bueno, tampoco estaba tratando de batir ningún record.
De repente le vuelven a la mente el antojo de macarrones de antes. Mierda. Valora irse a otro lugar, pero opta por no tentar más a la suerte. Para el día que esta teniendo, tampoco hay demasiada cola, así que llega, come y se marcha. Para las cinco ya ha terminado. Chúpate esa, Julio César.
Para la vuelta a casa decide tomar una ruta alternativa. Durante unos momentos se queda mirando la cartelera de los cines Golem, pero no hay nada decente para ver. Sabiendo de antemano lo que le espera, decide pasarse por el centro para ver si hay algo decente en los Carlos III. Un rato, y cosa de cuatro mil “personas excesivamente alegres” después y llega. Nada. Para que luego digan que Internet se está cargando a los cines.
En fin, al menos ahora tiene la excusa para pasar por delante de su sitio preferido de Pamplona. No tiene ni idea de cómo se llama el lugar concreto. Es más, no sabe si esa porción concreta de arquitectura tiene un nombre por sí misma, o pertenece a otra estructura que sí que haya sido bautizada, pero le da igual. Baja la Avenida de Guipúzcoa y se detiene frente a las escaleras justo antes del Portal Nuevo.
- ¿Qué sería esto en origen? - se pregunta una vez más - ¿Un monumento?, ¿una construcción meramente utilitaria? ¿un montón de piedras que le sobraban a alguien?, ¿sólo unas escaleras?.
¿Qué verá el resto del mundo cada vez que pasa por aquí? No importa, pueden ver lo que sea, jamás la verán de la misma manera. No la mirarán tal y como la veía él.
Mientras se ha todas estas preguntas (de nuevo y una vez más) llega hasta ellas, y todo lo demás desaparece de su mente.
Se las imagina nevadas. Las hojas de la flor de cerezo revolotean a su alrededor mezclándose con los copos de nieve, como las entradas de esos templos japoneses que ha visto en tantas películas y a los que tanto le recuerdan.
En lo alto del tramo final, dos personas luchan. Entrechocan sus espadas y dan saltos imposibles. Samurai de blanco contra ninja de negro. Colores puros, primarios y perfectos aderezan una coreografía hipnóticas. Nada como tenían que ha visto en las de las últimas películas de Zhang Yimou. Nada de pretenciosidad ni lirismo de todo a cien. Esto eran hostias como panes, como tienen que ser dadas.
En este vistazo de apenas dos segundos, en su cabeza se crea planta la semilla para una (otra) historia más de amores, épica y tragedia. Después, continúa con su camino por la acera nevada.
- ¿Nieve en julio? - se dice extrañado - Pues sí que va rápido esto del cambio climático - tampoco es que le importe demasiado, al fin y al cabo la nieve le gusta y esto ayudará a “despejar” a algún que otro sanferminero de pro - Tendría que haber salido con botas.

Cruza el Portal Nuevo y entonces la ve. Le suena de algo, lo que es extraño ya que sólo es capaz de ver la espalda de esta chica. No. Más que “sonarle”, o recordarle a alguien, siente una atracción instantánea.
¿Flechazos a estas alturas de la vida? Se ve que el día de hoy le está afectando más de lo que creía. Continúa en su velocidad de crucero y trata de no desviar la mirada hacia ella cuando la adelanta. Fracasa estrepitosamente.
Verle el rostro cambia la sensación. Lo cambia todo. Ya no es una mera atracción, es... ¿Amor?
- ¿Amor a primera vista? - piensa - Tío, tú estas fatal de lo tuyo.
Acelera el paso, pero no consigue dejar atrás esas facciones... indescriptibles.
- Cállate - se dice - Déjame tranquilo un rato.
Llegó al cruce de Cuatrovientos y mira hacia ambos lados. Coches por todas partes. Mientras cruza el paso de peatones se imagina disparando rayos, esta vez repulsores, desde sus manos. Los morros de los coches que le rodean se incrustan en el suelo, obviamente, deteniendo a los vehículos en sus trayectorias. Por “suerte” a los conductores no les pasa nada.

Finalmente llega a casa y se mete en la cama. No son ni las siete.
Activa su esfera infinita de aislamiento, pero ya sabe que esta noche tampoco va a poder dormir nada.

Javier Albizu

Macroverso IX Lluvia de marcianos

Macroverso IX Lluvia de marcianos

Macroverso IX Lluvia de marcianos.

- ¿Así que esto es el mundo real? - ahora soy el prota se dice para sí Sarcástico/Mike/Javi Versión Z, ¿Cómo se supone que tengo que comportarme? ¿Tendré que convertirme en un ser lamentable como mi antiguo anfitrión?.
Decide que no, decide que todo se vaya a la mierda, pasa, pero pasar de estas preguntas imlica que su mente deja el camino a las siguientes. ¿Y ahora, qué? ¿Tiene sentido buscar a “ella” si él ya no es realmente “él”? ¿Le importa algo de todo esto?.
Descubre que llevar la voz cantante es algo más complicado que ser un mero recurso. Antes no tenía preguntas para sí mismo, sino para “el otro”. Preguntas para las que él ya tenía respuesta.
Trata de calmar su mente y centrarse. Si esto es el mundo real ¿debe respectar las reglas del Microverso? ¿Qué sabe de este lugar?.
Nada.
- Pues no me parece para tanto. Ya estamos aquí... todos, seamos quienes seamos. Ya hemos llegado ¿Qué me podéis contar? ¿Algún plan? - trata de parecer confiado, pero no sabe qué es lo que está transmitiendo a sus interlocutores. Mierda, si esto es lo que significa ser el prota, quiere dimitir cuanto antes.

- Poca cosa - dice el tipo que no está vendado - Mucho me temo que más o menos estamos como tú. Aunque esperaba estar equivocado y que nos trajeses noticias - una nueva decepción del nuevo mundo: Tipo listo no hace honor a su nombre. De repente sabe cómo llamarlo ¿por qué?. No, definitivamente, esto de las preguntas sin respuesta no le gusta nada. Bueno, al menos él no es el único que se encuentra perdido. Aunque ahora se siente algo estúpido por buscarse un consuelo tan inútil.
- Pues estamos buenos. Supongo que aquí, el amigo Akhenatón tampoco tendrá mucho que agregar.
-
- Vale, tampoco te hernies intentándolo - Javi hace ademán de protegerse cuando Tipo Duro comienza a caminar hacia él. Al menos alguien si que parece merecedor de su apelativo - Tampoco te pongas así.
- Tienes que entenderle, aparte de tener el cuerpo completamente abrasado, también tiene la traquea destrozada tras el incendio y no puede articular palabra. Me sorprende que sea capaz de andar - Tipo Listo parece salir en defensa de ambos - Así que comprenderás que no es muy conveniente sacar ciertos temas.
- ¿Incendio? Parece que me he perdido la parte divertida – se dispone a hacer un chiste sobre gente “quemada” pero, aparte de que iba a tratarse de un juego de palabras muy simplón, prefiere no arriesgar su anatomía.
- Tampoco te creas, efectos secundarios de una trama terciaria. Poco más.
- Entonces, está aquí para...
- Hace un momento lo sabía, pero cada vez veo las cosas menos claras. Supongo que algún plan tendrá “el de arriba” para él.
- Yupi - no trata de disimular la desgana en su voz - Con lo que me gustan las sorpresas. De todas formas... ¿no se supone que “el de arriba” ahora es el de “aquí al lado”?. ¿No estamos en su mismo nivel de existencia?.
- Buena pregunta... no lo sé, pero creo que así es.
- Entonces ¿no debería ser libres para hacer lo que nos rote? ¿No se invalida la historia en la que estaba incluido antes?
- De nuevo, buena pregunta.
- Pero no tienes ni idea de su respuesta.
- Efectivamente.
- Me parece que cambiar tu nombre por el de Tipo Inútil.
- No tengo nombre, nunca lo he necesitado.
- En fin ¿Puedes aportar algo, o lo mismo me da empezar viaje sin vosotros?
- No puedo retenerte. Por ese lado eres completamente libre de hacer lo que quieras.
- ¿Quién me mandaría a mi meterme en esto?
- Si te gusta la certidumbre, no has elegido la mejor historia en la que embarcarte.
- Sí, claro, estar aquí ha sido mi elección.
- Y eso que aún estamos un poco entre dos aguas, según pase el tiempo y te vayas adaptando a esta realidad tendrás una idea menos global del conjunto de la historia, y serás más una pequeña parte de ella.
- Por ese lado no tengo problema, no tengo ni puñetera idea de qué pinto aquí. Lo único que tengo claro es que “el otro” tenía que querer buscar a “ella”, pero no sé si a mi me apetece demasiado.
- No te engañes, aquí poco pintamos cualquiera de nosotros. Sólo somos... sólo somos...
- Menos que nada. Bueno, sólo somos uno más.
- Como te iba diciendo...
- Así que estamos tú y yo solos para investigar.
- Eso me temo.
- Y no tenemos nada mejor que hacer que buscarla.
- Al menos eso suena como un comienzo.
- ¿Alguna idea sobre por dónde empezar?
- Por lo general, estas cosas solían comenzar con un sueño, pero parece que hemos pasado el umbral de un ciclo para pasar al siguiente.
- No sé, noto como un cierto deja vu. Como si esto de las chorradas crípticas y sin sentido fuese una constante (lo cual me repatea bastante)
- Te acabarás haciendo a ello.
- Vale, ¿Por dónde empezamos?
- Te puedo decir lo que he averiguado, o lo que de recuerdo de mi anterior existencia, acerca de nuestra situación.
- Vale, ponte a ello, pero tampoco repitas nada que se haya dicho antes, que hay cierto tipo de reiteraciones que no me van.
- De acuerdo, resumiendo: Estamos en una ciudad llamada Pamplona. Se supone que estamos en medio de una fiesta, (lo cual deduzco por el alto porcentaje de gente cercana al coma etílico y la “uniformidad” en la vestimenta “pintoresca”) - se echa la mano al bolsillo - No tenemos dinero - iba a utilizar la expresión “ni un duro” pero no tiene claro cuál es la moneda local - Confío en que, si nos arrimamos a alguna cuadrilla de “alegres pillastres”, podremos mimetizarnos como parte de ellos y que nos inviten a comer algo que no superará los mínimos controles sanitarios. El asunto de la mimetización aún es una teoría aún por validar, la segunda parte, la del riesgo implícito en comer algo que se les sirva en según que sitios, lo da como algo más bien cierto.
- Casi que preferiría ahorrarme esa parte y acabar cuanto antes. No me apetece quedarme demasiado tiempo por aquí.
- Bien. Puntos a favor: Si hemos aparecido aquí, supondremos que es aquí donde tenemos que buscar a nuestro objetivo.
- Nuestro objetivo. Ni que nos la fuéramos a cargar.
- Continúo con nuestro último punto a favor
- ¿Sólo dos?
- Deja de interrumpirme: No es una ciudad grande.
- Por poco grande que sea, buscar a una persona que no conoces, en un lugar que tampoco conoces, atestado de gente ajena al lugar, yo diría que lo llevamos crudo.
- Me has quitado los puntos en contra que me disponía a enumerar. No sé qué me da que ahora mismo la cantidad de gente que no es de la ciudad duplica a los nativos.
- ¿Qué es esto, un vórtice dimensional? ¿Esta gente no tiene vida en sus puñeteras ciudades?
- Yo no utilizaría la palabra “vida” para describir lo que nos rodea.
- Hala, alegría. ¿Entonces, qué? ¿Empezamos a encuestar guiris aleatoriamente?
- Por supuesto. Podríamos empezar con algo sencillo. Algo como: Buenos días, ¿me podría decir si ha visto a una mujer a la que no puedo describir?
- Vete a la mierda - empieza a comprender a... a... a alguien, pero no es capaz de recordar a quién. No, definitivamente, esto no es un buen comienzo.

**********************

El lunes no ha ido mal. La verdad es que no ha estado nada mal.
De acuerdo, para ser completamente sinceros, el comienzo de la mañana ha sido un tanto extraño. Por un lado, Sandra no ha aparecido por el trabajo, lo cual tiene su lado bueno, y su lado malo.
Por el lado malo, está el sentimiento de culpa ante la posibilidad de que la enfermedad que ha aducido como razón para no ir sea mentira, y que la auténtica razón sea que no quiere verle a él. Por el lado malo, también, está el que se alegra un poco de ello, ya sea verdad o mentira. Por el lado malo, de nuevo, que se siente como un capullo integral por alegrarse de ello, aunque sea un poco.
Por el lado bueno... Mierda, no hay lado bueno. Vaya, el lunes está empezando a normalizarse.
Javi, el centro del universo, ataca de nuevo.
Posibilidades como que esa enfermedad sea cierta, que el domingo se hubiese agarrado una parecida a la del sábado, o que descansase en la cárcel por haber asesinado a su cuñado se pasean por su mente, pero su ego y sus ansias auto-flagelatorias han optado por descartar estas últimas opciones (aunque a la tercera le da alguna que otra vuelta por la cabeza, aderezándola con la presencia de mutantes, derrumbamientos de muros, salvamentos in extremis, ninjas y ¿por qué no? asesinos pontificios)

Por fin llega al (a un) lado bueno: Está el sentimiento de relajación (no exento de culpabilidad) al llegar al trabajo y enterarse de que no sería un día incomodo (al menos no en ese aspecto). Pero pronto se da cuenta de que no, eso puede hacer que se sienta algo mejor, pero que no lo convierte en una buena persona.

Como era de esperar en un lunes de San Fermín, el curro ha brillado por su ausencia. Cuatro camiones a descargar en los muelles y poco más.
Así que ha aprovechado para apropiarse de unas cuantas hojas de reciclaje de las amables señoritas de la oficina mientras se preguntaba ¿será alguna de estas Silvia? , y las ha pintarrajeado tratando de hacer dibujos (con escaso, por no decir nulo, éxito) para que, finalmente, acabasen en la basura. Para completar la mañana, y ya que estaba por la labor, también se ha dedicado a pulir algunas de las historias que han tenido a bien en ir apareciendo y ponerse a dar vueltas por su cabeza.

El camino hacia casa se prometía igualmente tranquilo. No hacía demasiado calor, no había mucha gente a la que esquivar, y la música que iba sonando de manera aleatoria por los auriculares era la que le apetecía en aquel momento.
Entonces le ha venido a la cabeza. Todo esto es demasiado bueno. Tiene que estar durmiendo, y se acaba de dar cuenta, así que no pasará mucho tiempo antes de que empiecen a suceder cosas raras (o no tardará en despertarse. Lo única duda es que pasará antes)
Pero no. Para su alivio temporal, no está durmiendo (lo cual no es óbice para que lleguen las cosas raras)
Se para en un semáforo, y comienza la fiesta.
La primera cosa, rara, lo que se dice rara, tampoco es que lo sea. Parada junto a él, se encuentra “ella”. La chica que vio ayer mientras volvía para casa (y que, ya sea en primer o segundo plano, no se ha podido quitar de la cabeza desde entonces).
No sabe por qué ha mirado para ese lado (bueno, en realidad sí que lo sabe, pero en este momento le entra una duda estúpida) Con lo tranquilito que estaba mirando hacia adelante.
Basta un segundo, menos tiempo aún que el que le dedicó en la anterior ocasión, y ya comienza de nuevo a activarse el mecanismo que da inicio al bailoteo de la caballería cosaca (caballos incluidos) en su cabeza.
Pero es que, esta ¿mujer?¿chica? es tan... tan...
No es nada, no la conoces, mira hacia el frente. Ya vuelve con la tonadilla.
Ella no es nada. Debería serlo, al menos para alguien que no la conoce, pero no lo es. No, y no es la mera atracción, es algo más.
Vamos a ver, sólo es una chica (muy) guapa. Otra desconocida más, como las hay a millones en el mundo, como otras tantas que ignora día a día. Pero esta mujer tiene algo...
Irr... no, no empieces con la palabra. No tiene “algo”.
¿Seguro?
De acuerdo, igual lo tiene, pero sólo para aquellos que la conocen, que no es tu caso.
Que sí, que sólo es una (otra) tía.
Que no la mires.
Ahora no la estoy mirando.
Que no pienses en ella.
Trata de no pensar en ella. Que las voces de su monologo interior se callen, pero sabe que no va a conseguirlo.
- Vamos a ver - gira su mente hacia su interior y trata de que haya paz - Estoy en ello. Dejadme tranquilo con el asunto y puede (sólo puede, tampoco prometo nada) que me concentre lo suficiente como para dejar de pensar en ella.
Esto es mentira, lo sabe. En cuanto se callen esas vocecillas la cosa va a ir a peor. Empezará a cuestionarse lo divino y lo humano.
Que si no debes mirarla porque es una perdida de tiempo y no vas a volver a verla (tampoco vas a pararte a hablar con ella ¿para qué?)
Que si no puedes pensar en una relación (¡UNA RELACIÓN!) basándote únicamente en la apariencia de una persona. Pero no se trata de su apariencia.
Que tienes que ser ecuánime con tu atención hacia los demás (¿pero quién cojones te crees que eres?) que si no los conoces (¿y así como pretendes conocer a nadie?) o los ignoras a todos o les haces a todos el mismo caso (¿Pero tú te escuchas?)
Que si fuese un tío no le harías ni caso. Triste pero obvio (¿triste? ¿por qué?)
¿Por qué no puedes ignorarla?
Le cuesta un poco, pero se da cuenta de que ya está haciendo todo eso que se dice que no quería hacer. Que le está dando vueltas y la cosa parece que aún va a ir para largo.
Así que ya sabe lo que toca.

Vamos a ello.

Un rayo golpea el suelo justo a su lado. De no haberse apartado en el último momento ahora sería un pedazo de churrasco muy hecho.
Mirando al cielo, ve que un nuevo rayo se dirige hacia ella. De un salto la aparta de su trayectoria para recibir él el impacto, pero de poco le sirve (¿a qué velocidad se mueven esos rayos para que él pueda anticiparse? No importa, esta historia no va de eso). Un haz tractor está izándola ¿Quien está haciendo todo esto, y qué quiere conseguir? ¿Quiere matarle a él, o a ella? ¿Quieren matarla o raptarla?
Tras levantarse dolorido, sus piernas le impulsan de un salto hasta lo alto del semáforo, sólo para apoyarse, ganar inercia y llegar hasta lo alto de una farola. De ahí a la barandilla de un balcón cercano, para rebotar en él y poder llegar a lo alto de uno de los edificios donde toma impulso para el salto final que le eleva hasta las alturas.
Mientras vuela no sabe qué le espera en su destino. Al cruzar las nubes aún no lo tiene decidido ¿Dioses o extraterrestres?
Venga, extraterrestres. Se protege la cabeza con los brazos y se prepara para el impacto. Contacto. Con la colisión crea una brecha en el casco metálico de la nave al atravesarlo.
Una ves en el interior, duda. Igual mejor dioses.
Golpeado por los rayos del sol, ahora más cercanos, avanza por la cima de esta montaña.
Aunque... igual mejor extraterrestres.
El aire viciado de los pasadizos que recorre se ve sacudido de vez en cuando por pequeñas descargas de estática. Por suerte, las abundantes sombras que lo cubren todo le ayudan a esconderse de las patrullas que la custodiaban.
¿Y cómo me aclaro para llegar a donde sea que la tienen encerrada? No quedaría muy lógico (¿lógica?¿aquí?) que pudiese entender lo que dicen o ser capaz de leer su escritura.
Venga, vamos a volver a lo de los dioses, y no nos complicamos demasiado.
Allí estaba ella, suspendida en el aire delante de sus hermanos.
¿Por qué la han traído?
Tratan de arrebatarle su poder, es una deidad rebelde que ha preferido vivir entre los hombres, pero el panteón necesita de sus dones.
Sí, definitivamente, los dioses son una elección mejor.
Carga entre las filas de los titanes arrebatándoles su presa. No se atreve a mirarla para no quedar paralizado por su resplandor (¿resplandor?, sí, casi mejor resplandor. Prefiere evitar el uso de términos como belleza y sus sinónimos)
- ¿Quién eres? - dice ella - ¿Por qué haces esto?
- Sólo soy un hombre que trata de hacer lo correcto.
- No te sacrifiques por mi.
Acaba ya con la cháchara, pasa a la acción, Aléjala de ti de una vez.
- Lo siento
- ¿Por qué?
- Por no poder conocerte mejor. Por no poder hacer lo que me pides.
Que lo dejes ya.
La arroja tan lejos como puede, mientras se encaraba a sus hermanos. Lejos ya de sus hermanos, ella es libre para volar por su cuenta. Ella se dispone a volver a ayudarle, pero la ha enviado a la suficiente distancia como para que no pueda llegar a tiempo a la contienda.
- ¿Quién eres? - pregunta uno de ellos - ¿Quién osa contravenir nuestros designios?
Mmm. Se plantea la respuesta molona “Vaya birria de dioses que sois si ni siquiera sabéis eso” “Ya no hacen seres omnipotentes como los de antes”. Pero opta por una más clásica. Más “dramática” y adecuada para los tintes que está tomando todo esto.
- Un hombre - dije finalmente - Sólo soy un hombre.
Y carga contra ellos. Todo tiene que acabar antes de que ella llegue hasta aquí, no quiere arriesgarse a que salga herida.

El semáforo se pone en rojo, por fin. Comienza a caminar tan rápido como se lo permitieron sus piernas y cruza la carretera como una exhalación sin mirar hacia atrás.
Durante unos momentos se plantea el retomar esa historia, pero enseguida lo descarta. Demasiado facilona, aunque ha servido a su propósito.
Aunque, igual, habría sido mejor elegir a los extraterrestres.

El líder de los extraterrestres aterriza creando un boquete en la carretera. Varios de los coches que no pueden frenar a tiempo se precipitan por la abertura.
Del interior del cráter, aún humeante, surge la imponente figura de la armadura potenciada de este ser.
- Hemos estado muy cerca - dice - Pero esto aún no ha terminado.

**********************

- Vale, entonces... ¿el plan, es...? - Javi trata de aclararse hablando en voz alta, mientras espera a que alguno de sus “aliados” sugiera algo - Por favor, no digáis “dominar el mundo”.
En este nuevo mundo, y rodeados por las hordas cuasi comatosas de los devoradores de alcohol, nuestros tres héroes están desorientados y perdidos. Muy perdidos.
Pero el día aún va a ponerse peor... por no decir que mucho más raro.
La respuesta que obtiene son rayos que caen desde el cielo en la lejanía y algo metálico que se precipita con un sonido atronador.
Ante todo esto sólo puede decir:
- Hombre, no me jodas.

A su lado, un conmocionado turista no puede dejar de repetirse:
- Tenía que haberme ido de vacaciones a otro lado.
El señor Gutierrez había huido de su puesto en la NASA para evitar que su mundo racional fuese puesto en duda al hacerse preguntas sobre algo que sabía que había visto, pero no quería reconocer como real. Pero, por lo visto, el mundo se empeñaba en hacer hincapié sobre el cariz extraño que había decidido adoptar.
Primero, el incendio que había aparecido ante sus ojos hacía un par de días. No habría sido raro... de no ser porque, el segundo anterior, el edificio estaba perfectamente, no se parecía en nada al que había aparecido en su lugar ardiendo y no había rastro de los bomberos o la línea de contención (que, curiosamente, se parecían mucho a las de las películas americanas)
Cuando el tipo poseído por un ataque de heroicidad estúpida decidió entrar en el edificio, prefirió mirar para otro lado.
Después, la nevada “instantánea” y delimitada del día anterior... del que nadie parecía haberse dado cuenta. Lo del incendio había conseguido hacer como si no lo hubiera visto, pero aquello, por mucho “Nanana” mental que se repitiese, no conseguía que desapareciese. Y comenzaba a dudar sobre su estado mental.
Pero, tras lo que acaba de presenciar... incluso después de todo aquello, hace que ya se vea con el embudo en la cabeza y la camisa de mangas extra largas anudadas a su espalda.
La cosa ha empezado con un haz de luz llegado desde el cielo. Raro, vale, pero vete tú a saber si era el foco (con una señora lámpara de unos cuantos millones de vatios) de algún espectáculo de la fiesta. Pero al mirar al cielo buscando su origen, de repente se había nublado... pero sin que el día se oscureciese un ápice (ni las nubes impidiesen el paso de la luz que delimitaba el haz)
Después, la figura que parecía ascender atrapada por el haz... y el tipo que parecía volar siguiéndola, como sacado de alguna película de esas japonesas de tipos que se dedican a dar brincos imposibles.
Muy bien, quien hubiese hecho aquel efecto especial se había dejado una pasta. El “Nanana” volvía a su cabeza, pero el estruendo provocado por la colisión del artefacto en la carretera le ha impedido seguir escuchándolo.
Al menos de esto sí que parece que se está enterando la gente. Casi se alegra del pánico que sigue a la escena.
- No estoy loco - grita – Bwahahaha, no estoy lo...
- Aparta, mendrugo.
Cuando aquel tipo le aparta, no entiende la razón. Al ver que uno de los hombres que le acompaña parece una momia ciclada, el “Nanana” regresa. Cuando otro artefacto similar al que ha caído en la carretera se estrella donde él se encontraba hace un momento, supera su estado de estupefacción, y comienza a correr mientras continúan cayendo uno tras otro los artefactos del cielo.

Así que nuestros héroes se encuentran ante lo que parece una... ¿lluvia de extraterrestres acorazados?
De cada boquete del suelo sale un nuevo exoesqueleto con su arma disparando a lo loco. El pánico se hace de inmediato y una marea humana de gente de rojo y blanco comienza a arrasarlo todo.
Tipo duro, como impulsado por un resorte, entra en acción. Para estar gravemente quemado es increíble la manera en la que se mueve. En un instante incapacita al más cercano y, de unos disparos imposiblemente certeros con el arma que le ha arrebatado a su primer objetivo, inutiliza las de los demás.
Cero víctimas, y todas las armas destruidas. Debe reconocer que el tipo, incluso aquí, es una máquina. ¿Cómo es que un “simple” incendio lo dejó así?
Pero el nivel de rareza de todo esto va en aumento, alcanzando unas cotas desorbitadas, por no decir ridículas.
Tipo duro incrusta de un puñetazo el casco de uno de los acorazados en sus hombros. Tras arrojar la armadura que ha inutilizado contra otros dos “invasores”, salta en busca de un nuevo objetivo.
En su caída, el boquete sobre el que se alzaba su presa se hizo algo más profundo.
- Esto no tiene ningún sentido - dice Tipo listo.
- Se nota que eres el lumbreras del grupo.
- Me refiero a que es más anormal que lo que hemos hecho hasta ahora.
- ¿Eso es lo que te dice tu rarómetro?
- Está cerca.
- ¿Quién cojones ha hecho todo esto? Como me respondas con una vaguedad te juro que te arreo.
- Supongo que se refiere a mi - el que responde no es otro que el líder de los invasores.
- ¿Ves como no era tan difícil? A todo esto ¿y tú, eres...?
Una de las armaduras que ha arrojado Tipo duro aterrizó junto a ellos.
- A ver si tenemos un poco más de cuidado - el desconocido se aparta un poco mientras se quita el casco.
- Déjalo, ¿no ves que le hacía falta un poco de diversión? Te estabas presentando.
- Cierto. Soy Deux ex - alzando uno de sus brazos, agarra por el cuello a Tipo duro, que en este momento parece indefenso.
- ¿Y has venido a ayudarnos, o a terminar con nuestros sufrimientos?
- A ayudaros, por supuesto. Aunque no me lo han puesto nada fácil.

**********************

- Irr... - su cabeza quiere usar la palabra, pero no se lo va a permitir.
Javi llega a casa, pero su cabeza continúa por ahí atrás atrás. Para ser más exactos, en un semáforo a unas cuantas calles de distancia. Ni siquiera una invasión alienígena ha logrado extirpar a esa mujer de su cabeza.
Por un momento, la tentación de hacer que se la lleven los invasores ronda sus pensamientos, pero aquello no solucionaría el problema; su avatar en aquella historieta los habría seguido hasta los confines del universo para rescatarla y... posiblemente, morir en el intento (otra vez)
- Venga, alegría.
Enciende la tele y es recibido, como de costumbre, por anuncios. Que sorpresa. Apaga el sonido y enciende el ordenador para poner música.
Su estómago empezó a a gruñir. Sí, debe de ser la hora.
Se dirige hacia la cocina para hacerse la comida, pero ya sabe lo que se va a encontrar: Espárragos y patatas fritas (¡cielos, también hay una lata de atún!)
Se presenta la disquisición de todos los días, el terrible drama existencial que consigue que LA preocupación del día se aleje un poquito (¡yupi!): ¿Pedimos comida, o bajamos al súper?
Salir a la calle y arriesgase a la (remota) posibilidad de encontrarse (y empeorar un poco más) otra vez a su nueva y flamante obsesión, o quedase tranquilito en la seguridad de su casa, esperando que le llegue algo sano, sano para comer.
- Ah, ¿qué diablos? - se decide probar suerte.
Al fin y al cabo, ¿cuantas posibilidades hay de que se la encuentre otra vez?... Además... tampoco hay nada malo en el simple hecho de cruzársela. ¿verdad?. Ya sabes, no puedes controlar el azar.
- Tío, estás fatal.
Está saliendo por la puerta, cuando se da cuenta. Con el calor que hace en la calle, y se ha vuelto a poner la chaqueta. Su cabeza sigue muy lejos y su cuerpo está en modo automático.
Vuelve a colgar la chaqueta en el perchero y agarra las llaves y mientras se repite una y otra vez que no está saliendo para ver si se cruza con ella.
- Tienes que hacértelo mirar - le dice una de sus voces mientras está esperando el ascensor.
- Joder. No he apagado la tele. Mierda, el ordenador tampoco. Bueno, da igual.
Mientas sale por el portal, su cabeza vuelve al ataque:
- ¿Por dónde sería más probable que aparezca?
- Irr....
- Oh ¡Cállate!
- ¡Cállate tú y tira por la ruta de siempre!
Definitivamente, está siendo otro día de esos.
Auriculares al máximo, encogimiento de hombros y ruta planificada.
Súper, lata de alubias (la más grande), azúcar (¿azúcar?, pero si no tiene leche en casa), mmm que buena pinta tiene la foto de esa caja de... ¿espinacas congeladas? Vale, ¿por qué no? Cosas más raras ha comprado. Chorizo, chorizo picante, chorizo de pueblo, chorizo de Pamplona. Venga, chorizo de pavo también... y de jabalí. Sí, con eso será suficiente.
No, espera, macarrones también.
Auriculares al máximo, encogimiento de hombros y ruta planificada hasta casa.
Misión cumplida.
Sube a casa y comienza a meter las cosas en el frigorífico. Mira secuencialmente la lata de alubias y la bolsa de macarrones, finalmente se dice: “ya me haré esto otro día”. Saca del frigo los chorizos que acababa de meter y pilla la tabla de cortar.
Se sienta delante de la tele y empieza a cotar.
- Mierda, no he comprado pan... ni queso.
- ¡Hey! ¡No estaba pensado en esa tía! - Mierda, ahora sí.
Algo en la pantalla llama su atención. Hay un montón de extraterrestres acorazados estrellándose contra el asfalto. La escena le suena, como un deja vu, aunque no logra ubicarlo.
Espera a que terminen de pasar las imágenes y ve que son las noticias. Para cuando silencia la música la música y sube el volumen de la tele ya han pasado a la siguiente.
¿Película nueva? ¿De quién?
Quiere buscar algo en internet, pero no tiene mucho con lo que empezar.
Espera.
Espera.
Espera un poco. No era un deja vu, era una de las historias a las que había estado dando vueltas.
Algún productor de Hollywood ha vuelto a robarle una idea... antes de que la escribiese. Seguro que van a hacer otra superproducción genérica. Que iría al cine y saldría diciendo “Tendrían que haberme dejado a mi hacer la historia”
Cojonudo. Estaba siendo un día perfecto.
Bueno. Al menos ha vuelto de dejar de pensar en...
- Mierda.

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- Vale, nos vas a ayudar... - Javi mira su muñeca para ver la hora. La aparición de Deux Ex ha sido muy dramática pero, cuando se trata de él, ha aprendido a mantener un tono escéptico ante lo que pueda decirle - ¿Y cuánto vas a tardar en desaparecer otra vez? - No tiene reloj, pero se trata más un gesto simbólico que otra cosa.
- Dame un voto de confianza. Mis idas y venidas tampoco son cosa mía.
- Pues vaya Deux Ex de los cojones.
- Sí, sí. Ja, ja. Yo también te quiero.
- Venga, empieza a largar, que seguro que estás desperdiciando un tiempo precioso con estas tonterías.
- Sé donde está Ella.
- Que sí, que sí, que eso ya lo esperábamos. Al grano.
- Está cerca de “El autor”
-
- ¿Ningún comentario gracioso? Vaya, parece que he conseguido dejar sin palabras al gran bocazas.
- No me jodas.
- No tendría tan mal gusto.
- Entonces, con lo que nos ha costado llegar hasta este puñetero lugar ¿No está aquí? - iracundo, se gira hacia Tipo Listo - ¿Y cómo es que no sabías tú esto? Pringao, que eres un pringao.
- ¿Quieres dejarle continuar?
- Gracias. No tenéis que iros a ningún otro lado.
- Menos mal. Pero bueno, este sigue siendo un pringao.
- ¿No eras tú el que decía que me diera prisa?
- Vale, sí. Continúa.
- Perdona - esta vez era Tipo Listo el interumpidor - ¿Podrías soltar a Tipo Duro? No veo a través de las vendas, pero yo diría que ya estará empezando a ponerse azul.
- Cierto, cierto. Con la verborrea del cansino este lo había olvidado - Tipo Duro ha permanecido inmóvil e impasible durante todo este tiempo. Para ser alguien que estaba sujeto por el cuello y suspendido a un palmo del suelo, la verdad es que lo estaba llevando bastante bien.
Tras tocar de nuevo el suelo su posición no cambia ni un ápice, como si lo hubieran “apagado”.
- Bueno, esto ya está durando mucho para lo que suele ser normal en mi, así que mejor si voy yendo al grano. Ella está aquí.
- Que sí, que ya lo has dicho. Menos mal que ibas a dejar de irte por las ramas.
- A callar. Ella está aquí, igual que “El autor”
- Y dale.
- “El Autor” ese tipo cuya mayor diversión en la vida ha sido dedicarse a putearnos. Que os ha matado una y otra vez. Que ha matado a vuestras novias, a vuestras mujeres, a vuestro perro y vuestros pececitos de colores.
- Que sí, que sí.
- ¿Y sabéis quien se ha encargado de todas esas jodiendas?
- Ilumínanos.
- Yo.
- Hombre, muchas gracias, hijo de ...
- Una y otra vez. Porque sin mi ese capullo no es nada. Sin mi sus historias no avanzan. Sus personajes no tienen razones para actuar y sus tramas serían una puñetera mierda.
- Hombre, contigo tampoco es que ganen mucho.
- ¿Y sabéis lo qué me da a cambio a mi?
- ¿Dinero, casinos, furcias?
- Nada.
- Que cabrón.
- Me odia. Siempre trata de mantenerme oculto, que no se note que estoy ahí. Soy el jodido ninja de las sub-tramas. El puto hombre invisible de los argumentos. El maldito maestro de marionetas de los secundarios.
- Y bastante malhablado, todo sea dicho ya de paso.
- ¡Que cierres la boca! Estoy hasta el gorro de esto, y esta es mi ocasión de desquitarme, y estoy seguro de que vosotros también. Es hora de clamar venganza y cargarnos a ese desgraciado. Vamos a acabar con el malo de una vez por todas. Ya así no volverá a quitarnos, a maltratar o a matar a la chica nunca más.

**********************

Nada. No puede dejar de pensar en esa mujer.
La pequeña distracción que han supuesto las imágenes que ha visto en la tele apenas han logrado mantener su atención durante un par de horas, antes de que su cabeza vuelva de manera continua y exclusiva al monotema del día.
Lo ha probado todo: Leer, navegar por internet, ver alguna película, incluso... ¡LIMPIAR! Pero nada resulta.
No lo entiende. Nada de esto tiene ningún sentido. Su realidad se tambalea de maneras nunca antes experimentadas. Siente acercarse el gélido abrazo de la desesperación. El ponzoñoso hedor del desquiciamiento (de acuerdo, no tiene olfato pero lo del pestazo del desquiciado es una forma retórica) El mundo, de repente, se ha vuelto un lugar triste y solitario.
- Espera, espera, espera - trata de tranquilizarse mentalmente - ¿Tú estás tonto?
- Venga, piensa. Racionaliza. Empieza con el clásico...
- No hagas preguntas cuya respuesta ya conoces..
- Bueno, es un comienzo.
- ¿Te has planteado si te estás volviendo loco con esto por haber hecho el imbécil con Sandra?
- Eh, para. No vayas por ahí.
- ¿Por qué?
- Porque eso no me va a ayudar.
- Claaaaro. No tiene nada que ver con lo que te ayer tu madre.
- ¿No me has oído? Que no sigas por ahí.
- Vas a acabar solo, y te cargaste la oportunidad de evitarlo.
- Y dale. ¡Que lo dejes ya!
- Sabes que esto no funciona así.
- ¿De verdad crees que hice el idiota con Sandra?
- No importa lo que crea yo.
- Eso, quítate el muerto de encima. Para no gustarnos el fútbol, somos unos maestros en tirar balones fuera.
- Pues no me la devuelvas y responde.
- No. No hice el imbécil. Hice lo correcto.
- Entonces, piensa ¿Cuál es la causa de todo esto?
- Esa mujer...
- A la que has visto durante dos segundos.
- Sí, lo sé. Venga, vamos a ello otra vez.
- Irr....
- No, sin usar esa palabra.

No hay réplica mental. Bien.
Se tumba en el sofá y se queda mirando el techo. Concentrándose en él se dedica a buscar formas entre las irregularidades del gotelé. No es una actividad apasionante, pero logra mantener su cabezas ocupada.
Pero no. Hay algo que falla en todo esto. Ha sido demasiado fácil. Los pensamientos están volviendo a primer plano cuando...
Suena el timbre.
- Salvado por la campana.
No es el timbre del portero automático, sino el de puerta. Por norma general no suele abrir. Seguro que es algún vendedor, pero no importa, cualquier cosa es mejor que seguir dándole vueltas a esto. Se levanta como impulsado por un resorte y se dirige hacia la puerta.
Aunque claro. Si abre la puerta así, sin más, estaría actuando movido por la desesperación. Mal, no debe ceder (bueno, igual mal, lo que se dice mal, tampoco, pero sería ceder a un impulso... ¿indigno?¿impío? Se le está yendo la cabeza otra vez). De acuerdo, si abrir, o no, la puerta se está convirtiendo en un tema trascendental, definitivamente, está fatal de lo suyo.
Pero la pregunta sigue ahí, se ha formulado y no es capaz de evitarla. Se detiene y recapacita. La acción ya se ha iniciado y no puede “deshacerla”. Aún está a tiempo de retractarse, pero esto no cambiará el hecho que ha originado la disquisición.
A todo esto ¿cuánto tiempo lleva de pie en el recibidor sumido en esta disquisición estúpida? Igual quien sea que ha llamado ya se ha ido.
No ve luz por debajo de la puerta, así que el pasillo debe estar a oscuras y echar un vistazo por la mirilla no le va a servir para nada. Mira el reloj, son las once y cuarto de la noche. O es un vendedor metiendo horas extras o un chorizo educado. De ser algún conocido le habría llamado antes al móvil.
Retoma uno de los pensamientos previos: El echarse atrás no va a cambiar el impulso inicial, así que opta por abrir la puerta (aunque no puede evitar cruzar los dedos mentalmente. Igual quien fuese ya se ha largado)
- Hola - no había tenido suerte, seguía ahí - soy la vecina del D - bueno, el tema de la buena o mala suerte está aún por decidirse - perdona que te moleste - es “ella”, la mujer, la que ha estado venga a dar vueltas por su cabeza - ¿No tendrás un poco de azúcar? - vaya, ha comprado azúcar antes de venir a casa ¡Que suerte! Espera. ¿Ha dicho “D”? Habría jurado que este edificio solo tiene tres puertas por planta.
- Sí, espera un poco - calma, calma, sólo te está pidiendo azúcar - ahora te traigo un vaso - y después, ¿qué? Piensa, piensa, rápido, un tema de conversación.
- Quieeeeto ¿Qué te pasa? Venga, para y razona un poco - las voces toman al asalto su cabeza. Además, y para variar, están todas de acuerdo. Lo peor es que, teniéndolo todo así de claro, no es capaz de dejar de (No. Lo cierto era que no quiere dejar de) alimentar las esperanzas absurdas que se agolpan, solapan y arremolinan, anulando todo aquello que tanto le ha costado construir como su personalidad, sus valores y su verdad.
- Dale el azúcar. Punto. Nada de conversación intrascendente. Nada de intentar hacerte el gracioso. Eso eres tú. Eres gracioso con quien tienes confianza. Eres ocurrente cuando juegas sobre seguro. Eres simpático como respuesta. Cuando lo han sido contigo. Si das el primer paso puedes cagarla. Si te limitas a reaccionar tras analizar la situación es más difícil que te equivoques.
- Eso. Que de ella el primer paso.
- ¿Qué paso?¿De qué estás hablando? Una tía a la que no conoces de nada te está pidiendo azúcar. No hay conspiración. No hay mensaje oculto. Vive en la puerta de al lado. Azar. Punto.
- Dilo.
- No.
- Usa la palabra.
- Que no.
- Es el momento y lo sabes.
- Irrelevante - la dice.
- Bien.
- Pero...
- Ni pero no hostias. Vaso. Azúcar. De nada. Hasta otra.
- Pero...
- Que no. Que no hay peros.
- ¿Y si quiero dar yo el paso?
- ¿Qué paso? ¿Quién es ella? ¿Qué sabes de ella? Es guapa. Sí. Mucho. Mesmerizantemente guapa. Te lo concedo. Vale, hay algo más. Es posible que se trate de ese “algo” que nos venden las películas. Quieres creer que es ese algo, pero sabes que no lo es. Eso no existe. Te sientes solo y quieres dejar de sentirte así. Eso tiene un nombre: Desesperación. Nosotros no nos movemos por desesperación, lo hacemos guiados por la lógica. ¿Estamos?
- Sí. Vale. De acuerdo.
- Sé que el “pero” está ahí. No lo verbalices, no lo des poder.
- Eso, autoengáñate.
- No se trata de auto-engaño, se trata de no dar el control a la desesperación. Actúa cuando no te sientas así. Cuando seas capaz de mantenernos en silencio.
- Y todo esto por un vaso de azúcar.
- Sí. Ya ves.
- ¿Y cuándo podré plantearme todo esto?
- Cuando no tengas que hacerte la pregunta. Y sabes que eso no pasará hasta que la conozcas.
- ¿Y cuándo llegará el momento? ¿Por qué no puedo empezar a conocerla hoy?
- Estamos volviendo al bucle.
- Sí.
- Y ella está esperando.
- ¿Llevamos mucho con esto?
- Un buen rato.
- Bueno, pues vamos a terminar de una vez..
- Perdona - la voz de la desconocida suena tímidamente desde el marco de la puerta de la cocina - ¿Puedo pasar?
- Obviamente ya lo has hecho.
- Lo siento. Ya salgo.
- No, tranquila, no te estaba echando. Es sólo una manía que tengo de recalcar lo obvio.
- ¿Podríamos hablar un rato?
- Estoooo - hala, venga, vamos a darle a la batidora cerebral - Esto, claro. Pasa - ¿Puedo empezar a alimentar esperanzas ya?
- Tú mismo.

Javier Albizu

Macroverso X Mi único amigo

Macroverso X Mi único amigo
- ¿Pero tú te escuchas al hablar? - ya conoce la respuesta a la pregunta pero, no por obvia deja de ser pertinente - O, al menos ¿Lo piensas antes de soltarlo. Por favor. Dime que la respuesta es “No” a cualquiera de las dos preguntas, o a ambas.
- ¿De qué tenéis miedo?
- A ver. Miedo no es la palabra. La palabra correcta es “No somos asesinos”, bueno, son tres palabras pero se entiende. Al menos yo no lo soy. Así que no me corrijas para hacerte el gracioso.
- Vosotros sois lo que él quiere que seáis.
- Vale. Pues ahora “él” no quiere que seamos asesinos - Javi mira a su alrededor para ver si percibe un mínimo consenso ante esta afirmación. Tipo Listo no dice nada, pero se le ve pensativo. Tipo Duro, simplemente permanece estoico entre sus vendajes - Y me parece la mar de bien.
- ¿Y ya está? - pero Deux Ex no parece dispuesto a rendirse - ¿Él dicta vuestros actos y os quedáis tan anchos?
- Es que es bueno el condenado. Tan bueno... que hasta creemos que somos nosotros quienes tomamos nuestras propias decisiones.
- Pero sabéis que no es cierto. Bueno, al menos desde hace un rato.
- Saber... lo que se dice saber. Hay algo en nuestro interior que nos dice que aquí falla algo. Pero puede ser el hambre, o una laguna argumental.
- Entonces, preferís el auto engaño.
- Puedes llamarlo así. Nosotros lo llamamos “Lo que diga el jefe” Si no tenemos voluntad propia, mucho menos vamos a tener ansias de rebeldía.
- Me estáis diciendo que no vais a hacer nada.
- No, te lo estoy diciendo yo, estos no sueltan prenda. Pero te estás quedando sólo con una parte. Digo que vamos a ir a salvar a la chica y santas pascuas.
- Pero aquí él no os controla.
- Eres tú el que no lo pilla. Aquí no somos conscientes de que nos controla, pero ya nos ha pasado otras veces.
- ¿Y si ahora os encontraseis a su mismo nivel? ¿Si realmente ya no hubiese “autor”?
- Pues haríamos nuestra vida, sin más. ¿Para qué vamos a buscar a alguien que no existe?
- Estás haciendo todo lo que puedes para no entenderme, pero no te va a servir. Vas a tener que abrir los ojos y admitir que esta vez todo es distinto.
- Cada vez es distinto. Sino sería muy aburrido.
- No os dais cuenta de que esta es vuestra oportunidad de resarciros.
- ¿De quién? ¿Por qué?
- No lo marees más.
- Vamos a ver si lo pillas. Si soy un personaje de ficción, lo que haga o diga no cuenta ergo, carezco de voluntad o independencia. Si soy un personaje real (y digo real, sin comillas) no tiene sentido que busque entelequias todopoderosas, llámalo Dios, Crom o “autor” Me dedicaré a hacer lo que considere mejor o lo que me apetezca en el momento.
Que un tío venga a decirme que tengo que vengarme por unas supuestas afrentas divinas suena más los delirios de alguien grillado, y eso es algo que creo que abunda en el (este, o lo que sea) mundo.
- Que convenientes son esas pérdidas de memoria selectivas.
- ¿Perdona?
- Que hace unos momentos llovieran áliens acorazados, es algo que cabe en ese mundo “extraño” en el que vives.
- Vale, igual eso se sale un poco de la escala.
- ¿Y eso qué te indica?
- ¿Una notable falta de imaginación?
- Aparte de eso.
- Pues puede indicar que no estamos en el mundo real, y que tu tesis se cae por los cuatro costados.
- ¿Y si el autor pudiese hacer “reales” sus ideas...?
- Pues se lo podría currar un poco más
- No me has dejado terminar.
- Sigue, hombre, sigue. No te cortes.
- ¿Y si el autor pudiese hacer “reales” sus ideas de manera inconsciente? ¿Y si no supiese que es capaz de hacerlo pero sus deseos se fuesen haciendo realidad de una manera, digamos, “sutil”?
- ¿Como una lluvia de extraterrestres?
- De acuerdo, olvida lo de “sutil”.
- Pues viviríamos en un mundo de lo más anárquico. Dependiendo del tipo de persona de la que estemos hablando, el mundo podría acabarse mañana, o ser un coñazo eterno.
- Dime que mi tesis no va ganando fuerza.
- Bueno, podríamos catalogarla como esquizofrenia paranoide con leves toques de lucidez y coherencia.
- ¿Dónde estabas ayer?
- ¿A qué hora?
- A cualquier hora. Es...
- Irrelevante.
- ¿Por qué has dicho eso?
- No sé. Un deja vu.
- Da igual. Responde.
-
- No lo recuerda, ¿verdad?
- No. lo malo es que me estoy acordando.
- ¿Y qué ves?
- Estoy en la cabeza de otro tipo diciéndole que es un personaje de ficción.
- Ahora mira a tus dos colegas una vez más, y dime otra vez que estoy como una regadera.
- Que tengas razón no implica, necesariamente, que no estés como una regadera.
- Avanza un poco más. Más o menos hasta que llegas a una especie de limbo y charlas con una voz que se dedica a tocarte las narices y cambiar tu papel en esta historia.
- Hecho.
- ¿Qué vas a hacer al respecto?
- Pues me cagaré un rato en sus muertos y seguiré con mi vida (si es que la tengo)
- ¿Después de todo lo que os ha hecho?
- Chico, que tampoco ha sido tan grave. Me ha vacilado y se ha llevado a la chica, pero tampoco es cuestión de matarlo por eso. Además, tú mismo has dicho que no es consciente de ello.
- No os estoy hablando de esta vida y esta historia. Os hablo de todas las historias en las que os ha puteado antes. Todos esos personajes de los que habéis formado parte y a los que ha destrozado sin miramientos.
- ¿Todos esos personajes cuyo recuerdo se va desvaneciendo poquito a poco de nuestras memorias?
- Si es por eso, la solución no podía ser más fácil.

Tratad de imaginaros morir unos cuantos cientos de miles de veces.
Muy bien, sumad a eso que, antes de morir, lo perdéis todo.
No, no hablo de dinero o posesiones. Hablo de que todas aquellas personas a las que queréis mueren de la manera más dolorosa posible tanto para ellos mismos como para vosotros.
Añadidle un poco de melodramática barato.

Imaginad que, un tiempo antes de morir hicisteis algo terrible (a la par que increíblemente estúpido) Algo que no sois capaces de comprender por qué o cómo fuisteis capaces de hacerlo. Algo que se escapó completamente de vuestro control y cuyas consecuencias os torturaron durante años (cuando no siglos)
Todo aquello por lo que vivíais ya no existe y lo peor es que ha sido culpa vuestra. La casualidad no ha tenido nada que ver. Tampoco la mala suerte. Ha sido culpa vuestra pero, por mucho que luchaseis, por mucho que vuestra cabeza dijese “NO” no habéis podido hacer nada por evitarlo.
¿Podéis imaginároslo?
Supongo que no. Podéis creer que sí, o quizás prefiráis auto-engañaros y echarle la culpa a otro, pero no importa. Podéis tratar de haceros a la idea pero, en el fondo, siempre sabréis que teníais otra opción. La cuestión, el hecho, es que no podéis, porque sois gente de verdad porque, aunque duela, tenéis mecanismos para tratar con esas emociones. Nunca llegaréis a “conocer” ni “compartir” lo que pasa ahora mismo por el interior de nuestros tres personajes.
Imaginad que, en un primer plano, por delante de todo lo que sois, imponiéndose sobre vuestros principios, aplastando todo aquello en lo que creéis, aparece el rostro del culpable de todo ese dolor.
Y no, amigos, no se trata de auto indulgencia. No os estáis creando alguien a quien odiar para no odiaros a vosotros mismos. No es un espejismo a quien culpar de vuestros errores.
Es él. Es “real”, y podéis hacer algo al respecto.
Estáis cabreados. Muy cabreados, pero os sentís imposiblemente lúcidos.
¿Que haríais?
¿No lo sabéis?
Yo puedo hacerme una ligera idea.
- ¿Donde está? - Ellos tienen algo más que una ligera idea.

**********************

“Tenemos que hablar”. Vaya. Primero llega el subidón. Súbito, estúpido e irreflexivo. Después la cautela. El socorrido “irrelevante”, el echar agua fría a las neuronas y tratar de frenar el ímpetu.
Entonces todo comienza a precipitarse hacia el abismo esquizofrénico.
- “Tenemos que hablar”
- ¿De qué?
- Piensa. No la conoces de nada. Alerta de posible pirada.
- Pero... es que...
- ¿Qué?
- No sé. Tiene algo.
- Vas a hacer que me repita. ¿Qué?
- Ahora me repito yo. No lo sé.
- ¡Y dale! Datos, necesito datos.
- ¡Joder! ¡Que no lo sé!.
- Pues ya estás tardando en enterarte. Céntrate. Cierra y los ojos y respira. Datos. Sí, ya sabemos que es guapa. ¿Y qué? Ya estamos otra vez. No sabes acerca de qué quiere hablar contigo, y ya estás empezando a pensar en vuestro matrimonio, los niños y el perro.
- ¿El perro?
- Es una manera de hablar. Que no, cojones. Sabes el procedimiento: Conocer, valorar y...
- Y hostión. Sí, ya me lo conozco.
- Un intento, un fallo. Vale, cien por cien de cagadas, pero no me llores. Ya lo analizamos en su momento. ¿Qué pasó? Que no la conocías. ¿Dónde la cagaste? Dejando que la imagen mental que te habías creado acerca de ella ocupase el lugar de la persona real. El problema es que te enamoraste de alguien que no existía. Te dijo que no, punto . Ya lo hemos hablado y lo asumimos hace tiempo. Ahora no repitas el mismo error - Javi levanta la mano mentalmente para pedir turno de palabra - Quieeeto, que te veo venir - pero parece que no va a disponer de su turno de réplica - Vale, no sabemos si ella cometía el mismo error que tú, pero eso ahora es ya:..
- …
- Venga, que tú puedes:...
- ¿Irrelevante?
- Muy bien.
- Pero...
- ¿Se puede saber que te pasa? Ni peros ni... eso.
Los apenas cuatro metros que separan la cocina del salón se le habn hecho eternos con el incesante.
- Nada de echarle miraditas de refilón, que te caneo. Ni se te ocurra girarte.
Definitivamente, va a ser un tanto complicado hablar con ella si no quiere mirarle a la cara. A todo esto ¿De qué quería hablar ella?¿Se lo ha dicho? ¿Se le ha ocurrido preguntárselo?
- A todo esto ¿De qué querías que hablásemos? - decide tentar a la suerte.
- No sé... sólo necesito hablar con alguien - su ego se resiente un poco por la respuesta pero, por otro lado... No. No le ve el lado positivo.
- ¿Llevas mucho tiempo viviendo en el edificio?
- … - duda - No lo sé.
- Pues lo siento mucho, pero no se me ocurre una pregunta más sencilla para romper el hielo - eso, hazte el gracioso.
El silencio domina la escena. No uno de los que le gusta, sino uno incómodo. Sabe que le está mirando, pero no quiere girarse. Aún así, lo hace. En cuanto sus miradas se cruzan, ella rompe a llorar. Su primer acto reflejo es abrazarla y decirle alguna frase hecha, genérica y tramposa. Mentirle para intentar que ella se sienta mejor y se calme, pero también para dejar de sentirse tan mal por el mero hecho de existir en ese momento y lugar concretos del tiempo y el espacio. Mentalmente busca referencias. Convertirse en el reflejo de lo que siempre ha visto en las películas. Pero duda. ¿Haciendo eso sería él, o sólo alguien más imitando un comportamiento ajeno?
Le cuesta todas sus reservas de voluntad el contenerse, pero no puede evitar que su corazón se acelere. No puede apartar la mirada de ella. En su interior, el dolor ante esta infinita impotencia se le hace inaguantable. Quiere rozar su mejilla y secar sus lágrimas, acabar con quien sea que le haya causado tanto dolor. Es algo ajena a su aspecto. No era sólo guapa, es ...
- Eso no lo sabes.
- Déjame en paz.
Se abalanza sobre él y lo abraza como desesperada.
- No sé quién soy. No sé qué hago o cuánto llevo aquí. Sólo camino, me muevo y respiro, pero no me siento ni una persona.
Suena el timbre. Lo ignora. Suena de nuevo. Lo vuelve a ignorar. Escucha como alguien parece estar echando la puerta abajo. Le da igual. Resulta que lo consiguen y, poco después, cuatro tipos llegan hasta el salón.
Muy bien, igual a esto sí que tiene que prestarle un poco de atención atención.

- Qué bonito. Míralos a los dos, ahí abrazaditos - estos tipos le suenan de algo, pero no es capaz de ubicarlos.
- ¿Habéis vuelto a colocar? - no es una pregunta especialmente brillante, pero es un comienzo - Empieza a entrar corriente.
- No, creo que se nos ha pasado aquí, el amigo este, que tenía prisa - señala a alguien que parece el hermano hormonado de Akenatón - Pero bueno, dada nuestra misión, voy a ahorrarme las presentaciones y voy directo al turrón. Hemos venido a matarte.
- Mi blog es malo, pero esto me parece excesivo. Aunque, mirándolo por otro lado, acabo de descubrir que tengo cuatro lectores. Supongo que podré morir feliz.
- No vas muy desencaminado.
- Me dejaréis escribir una última entrada antes de morir - siempre se ha preguntado cómo reaccionaría ante una situación de vida o muerte. La verdad es que parece que se lo está tomando bastante bien. Muy bien, seguramente sólo vienen a robarle pero, aún así, esto se le hace demasiado serio como para estar tomándoselo con tanta tibieza - Ahora que sé que tengo “fans”, supongo que os debo una entrada de despedida.
- Eres la viva imagen de la expresión “el ignorante vive feliz” Menos mal que estoy yo aquí para sacarte de tu ignorancia.
- Ilumíname, oh sabio - a ver, la katana la tengo en mi habitación, así que no es una opción. Como le pongan una mano encima a la chica, estos no salen enteros de aquí.
- Por todos los... - curioso, parece que se está cabreando ¿esto es bueno o malo? - Eres igual de irritante como persona que como demiurgo.
- ¡Toma ya!¡Demiurgo! Cómo se nota que alguien ha sacado partido a sus estudios.
- ¡Ya está bien! Venga, pégale un tiro de una vez - saca una pistola y se la entrega a uno de sus acompañantes. Un individuo que le resulta tremendamente familiar. Está convencido de que se parece mucho a alguien que conoce.
- ¿Vais en serio? - pregunta estúpida, todos los datos parecen indicar que sí que van en serio - ¡Joder!, vamos a hablarlo. ¿Qué os he hecho?
- Que qué nos has hecho. Tú, nos has hecho.
- ¿Un poquito más de concreción? - ¿de verdad crees que es buena idea seguir con las gracietas? - ¿Por favor? - hombre, dónde va a parar. Eso lo arregla todo.
- Somos creaciones tuyas.
- ¿Perdón?
- Si lo miras desde un cierto ángulo (y con un poquito de ironía), tú solito te has buscado esto.
- Creo que me he perdido algún capítulo de esta serie.
- Voy a intentar explicártelo con caramelos. Somos personajes de tus relatos. Esa gente a la que te dedicas a putear. A hacer “dramáticamente interesantes”. A quienes usas como elementos reciclables una y otra vez para plasmar tus neuras y tu sentido de la “épica” y la “tragedia”
- Venga. Estáis de coña.
- Es... verdad - la chica se levanta mirándole horrorizada.
- ¿Qué? No, venga ya - síp, esto se asemeja más a la brillante verborrea que creía que desplegaría ante una situación como esta.
- Eres tú. ¡Tú me has hecho esto!
- Venga - hala, otro venga en dos frases. Céntrate, piensa, busca algo un poco más útil que preocuparte en tu limitado repertorio de expresiones genéricas - No puedes tragarte este cuento - obviamente, puede. Quiere poner la alerta de posible pirada, pero no es capaz. Esos ojos desprenden un dolor atroz. Un dolor de... de esos que le gusta para sus personajes.
- ¿Sabes por todo lo que me has hecho pasar?
- Venga - y van tres - Esto no tiene sentido.
- ¿Sabes cuántas veces me ha asesinado quien más quiero?¿Sabes cuántas veces he tenido que mirarle a los ojos y perdonarle porque, muy en el fondo, sabía que no era culpa suya?¿Sabes cuánto he podido llegar a odiarte durante todos los incontables eones de dolor y agonía que he has pasar? - no sabe si es el miedo ante una muerte casi cierta, o la convicción y el sufrimiento con el que le arroja estas palabras, pero le cree. Esto no tiene ningún sentido, pero le cree. Además, parecía que su voz interna se ha largado, así que no tiene quién le ancle al mundo de los cuerdos.
- Te cedo el honor - Deux Ex le entrega la pistola a Ella.
- Pero yo no os he hecho nada. Yo sólo escribo historias. Vosotros sois personas reales. Yo no puedo crear a personas reales. Además - se le ocurre una idea desesperada ideal para la situación - Mis personajes, mis protagonistas, jamas matarían a alguien así, a sangre fría. Si lo sois, eso tenéis que saberlo. No matan por venganza - hace memoria. No, cree que nunca había escrito a ningún personaje así, demasiado “fácil”... aunque igual está ignorando deliberadamente a alguno que otro - Si me matáis, estaréis demostrando que todo lo que decís es mentira.

Ella mira a Javi, muy bien, al Javi del Microverso. No median una palabra, pero parece que hay u reconocimiento mutuo. Le mira como le gustaría que le hubiesen mirado a él. Parece que hablan sin emitir un solo sonido. Es verdad (se pregunta si ya ha usado este recurso con anterioridad pero no tiene la cabeza como para pensar en según qué cosas). No pueden matarle. En el fondo tampoco es culpa suya. Él sólo contaba la vida de unos personajes que no existían. No podía imaginar que pudiesen llegar a tener sentimientos reales.

- Está visto que aquí tengo que hacerlo yo todo - Deux Ex le arrebata la pistola - Pero bueno, a todo se acostumbra uno.
- ¿Y por qué no se te aplica el razonamiento de antes a ti?
- Porque yo no soy un personaje “normal”. Yo soy el recurso que utilizas y desprecias. La justificación que das para que las cosas sucedan. Soy el barniz que une tus historias y que luego ignoras mientras te dedicas a pisotearlo como si no estuviese por ahí. Soy lo único que podría salvar ahora tu triste vida de mierda. Pero no me da la gana. No me caes bien.
Dispara a Javi a la cabeza, matándolo en el acto.

Silencio y pánico.

- ¿Se puede saber que has hecho? - Javi sale del estado pseudo catatónico en el que se encontraba.
- ¿No es obvio? Lo he matado.
- Serás... - se abalanza sobre Deux Ex, pero él ya no está allí.
- ¿Ya está? ¿Se acabó?
- Eso me temo - Tipo Listo también parece recobrar la lucidez.
- Y ahora... ¿qué?
- Ahora... esto - más allá de la ventana se ven desaparecer los edificios y el mismo aire - la nada - no queda luz ni oscuridad, entropía u orden. Nada que pueda ser percibido.
- No, venga, no me jodas. Este tío podía ser el autor de nuestro mundo. La cagamos y desaparecemos, pero no tiene por que pagarlo este el mundo. No es dios.
- Mucho me temo que el mundo en el que estamos hace mucho que dejó de existir. Sólo era un mundo real... entre comillas.
- Que no, hombre. Que no hemos podido causar el apocalipsis.
- Si esa es tu preocupación, olvídala. No es el juicio final. Nadie va a decidir nuestro destino, porque pronto no quedará ningún lugar al que ir.
- No sabes cuánto me tranquiliza eso.
- Pero sigo sin verle el sentido - ahora es Ella quien habla - ¿Por qué iba a destruirlo todo con su muerte? Él no era así.
- Él no lo está destruyendo nada. La realidad, simplemente, no puede mantenerse sin su ayuda.
- Entonces... nos hemos cargado a Dios. Así, con mayúsculas.
- Es una manera de verlo, pero no creo que la comparación le hubiese halagado.
- No tenemos nada mejor que hacer antes de que se acabe el mundo. Así que te puedes ahorrar las vaguedades y explicarlo de una vez.
- De acuerdo - Tipo Listo toma aliento - Javi, el Javi que está muerto en el suelo, era quien mantenía el universo en funcionamiento, pero no siempre fue así. Al nacer sólo fue una mota más en el tiempo y el espacio.
- No te pongas poético. Al grano.
- No sé si nació así, o si su capacidad para hacer realidad sus ideas le vino más adelante. El hecho es que era capaz de hacer cualquier cosa, sólo que no lo sabía.
Cada noche creaba universos nuevos que duraban tanto como su sueño y se desvanecían al amanecer.
- ¿Qué hemos dicho de ponerse líricos?
- Perdona, supongo que es algo heredado.
Con el tiempo comenzó a crear universos complejos y duraderos. Por lo general, todos ellos partían de una idea sencilla que desarrollaba con más o menos suerte, y el problema surgió allí. Porque surgieron las dudas, las inseguridades y, para qué ocultarlo ya, la pereza.
Había ocasiones en las que no daba con la “tecla” necesaria para que sus mundos fuesen consistentes y coherentes. Ideas que no eran los suficientemente buenas como para sustentar esos universos pero que, en lugar de ser desechadas o pulidas, se parcheaban de mala manera. En lugar de comprender cómo funcionaban aquellos mundos, de aceptar que había cosas que no debían o necesitaban ser explicadas, recurría a justificaciones que sabía que no eran validas, pero que trataba de ocultar bajo capas de palabrería y jerga inútil o, con un simple “por que mola”. Pero, por mucho que tratase de ocultárselo a los demás, el sabía que estaban allí.
- Tío, se acerca el fin del mundo. Un poco de prisa.
- Que sí, que sí, que ya va.
Cada vez usaba más las excusas, el “Deus Ex Machina” y cada vez se enfadaba más consigo mismo por no ser capaz de “crear” sin utilizarlo. Por hacer que los personajes actuaran contra natura con el único objetivo de alcanzar “el momento” que había dado origen a aquellos mundos.

Así llegamos al momento en el que la cosa se descontroló El momento en el que comenzó a soñar con “este” mundo. En cómo podría ser cómo sería su versión “perfecta” del mundo real. El simple hecho de saber que él no sería capaz de crearlo (ya que él era imperfecto) no le impidió fantasear y, con cada nueva fantasía, el mundo cambiaba de acuerdo a sus designios, aunque el no era consciente de ello.
Cada día despertaba en un mundo distinto. En una versión un poco diferente del mismo mundo...
- No me jodas que esto era lo mejor que podía hacer - Javi mira el apartamento con un deje de... desaprobación.
- Oh, no. Él podía hacer cualquier cosa, pero se negaba a sí mismo una posición mejor. No quería hacer que los demás se comportasen de una manera diferente a como realmente eran. No le parecía “justo” el aprovecharse de su “posición privilegiada”. Ni siquiera a nivel subconsciente se permitía esa clase de lujos.
- Me abuuurrooooo.
- Pero llegó lo que tenía que llegar. Javi se enamoró, y ella le dijo que no. Así que el mundo se fue a la mierda. Después de aquello sus sueños cambiaron. Ya no soñaba con mundos perfectos, sino que se dedicó a pensar en la nada. En la muerte. En el final de las cosas. Sus ensoñaciones se llenaron de cataclismos y estrellas que se apagaban. Noche tras noche destruía el universo y cada mañana seguía ahí, pero sólo porque no sabía que lo había destruido. Su ignorancia era lo único que mantenía el curso de la existencia.
Ahora ya no está, y la realidad que él habría recreado le sigue en su último viaje. Se dice que el amor es una fuerza creadora (que lo es) pero también puede ser la causa de todo lo contrario.
- Así que la culpa de todo esto es que este tío era un llorón.
- Hombre, es una visión un tanto simplista.
- Claro, es un alma triste y poética - no puede ocultar un deje de sarcasmo.
- Cállate - Ella le pega una colleja.
- Así llegamos al punto en el que perdió el control... sobre aquello que ni siquiera sabía que era capaz. Primero vosotros tomasteis consciencia sobre vuestra propia naturaleza, y él os alentó a ello plasmando vuestras conversaciones.
Pero aquello tampoco pasaba de ser una anécdota. Sólo erais una gracia. Una herramienta para aclarar sus pensamiento. Cuando Deux Ex tomó consciencia de sí mismo y cuanto le odiaba, fue cuando todo comenzó a precipitarse.
Yo traté de avisar a Javi en sus sueños. Pero el paraje onírico es un lugar muy inestable, por no decir una porquería para los intentos comunicativos.
Deux Ex, en un principio tenía miedo, no estaba seguro de poder acabar con su creador él mismo, así que trató de utilizar a Javi contra si mismo. Por eso fue al Microverso para tratar de “reclutarte”. Tú no dejas de ser una proyección de Javi en aquel lugar, por lo que estabas más cercano que nadie a su misma naturaleza.
- Cuanto honor.
- Sí alguien podía superar la barrera que separaba los mundos sin un apoyo expreso del “autor”, ese eras tú.
- Pues fui el último en llegar aquí, así que ya me dirás.
- A ver, para cuando Deux Ex fue capaz de asumir su papel, vosotros ya llevabais una temporada larga dando vueltas por allí. Además, adaptarse a según que cosas cuenta un tiempo.

Cuando lo vi ponerse en movimiento, también comencé a mover mis piezas, y envié a Tipo Duro hasta este mundo. Pero aquello le enseñó el camino a Deux Ex.
- Vaya Tipo Listo de los cojones.
- No es tan sencillo. La esencia de Deux Ex consiste en que él es capaz de lograr cualquier cosa. Da igual lo inverosímil que sea. Es la justificación suprema. Así que, en mi defensa, diré que lo hice lo mejor que pude.
Por desgracia, cuando Deux Ex llegó al mundo real, metió a Tipo Duro en una situación de la que salió, digamos... “quemado”
- Eso, tú ríete.
- Y, además, para echar más sal en la herida, le salvó. Para terminar la faena, también me arrancó a mi del plano de las abstracciones para que pudiese ver más de cerca su “obra magna”.
- Vaya cuadrilla de pringados con los que me han juntado.
- ¿Quieres dejar de hacerte el gallito? - la mirada de Ella se le clava con dureza.
- Lo siento, es un mecanismo de defensa. Sigue.
- Entonces, a mí ¿quién me trajo?
- Mucho me temo que fue Deux Ex haciéndose pasar Javi. Aunque también está la posibilidad de que fuese el mismo Javo que acababa de tener una experiencia digamos... traumática. Aunque tengo mis dudas. Ya no soy todo lo que fui.
Tras años de mucho sufrir, llorar en silencio y todas esas cosas que se suelen hacer tras un desencanto amoroso, había encontrado una especie de “momento de paz”.
Ya está superado, se dijo, ahora puedo hacer vida normal. Pero no podía estar seguro de aquello sin ponerse a prueba. Así que, inconscientemente, creó una situación que validase su afirmación. Una “prueba de estrés” para demostrarse que no se mentía a sí mismo.
El problema fue que su yo consciente no estaba preparado para una prueba de aquel calibre. Al final la superó, sí, pero no sin recibir (ni causar) daños. Una cosa era que lo hubiese “superado” y otra que quisiera estar solo. Ahí es donde entras tú... creo, o la brecha que le dio la oportunidad a Deux Ex para llegar hasta aquí.

Finalmente, yo logré traerte hasta aquí, Javi. Mi esperanza era justo la contraria que la de Deux Ex, que tú, al ser más cercano al autor, pudieses hacerle ver la verdad (y peligrosidad del asunto). Que adquiriese consciencia de su poder.
Lamentablemente, él nos encontró a nosotros antes, y nos convirtió en meros secundarios de “el plan”

Y aquí estamos, esperando el fin de todo. Vaya, que oportuno, comienzo a desvanecerme.

- Bueno, supongo que esto es el fin - Javi mira a Ella. Deux Ex le ha hecho recordar todas las ocasiones frustradas de ser feliz en sus vidas anteriores y paralelas.
- Al menos me queda el consuelo de que, esta vez, no eres tú quien me quita la vida - la dureza y el dolor han desaparecido de su mirada - Me alegro de que el final me llegue junto a ti.
- Yo no me alegro, pero... - no puede apartar la mirada de esos ojos que se desvanecrn ante él. La acerca para besarla, pero no llega a tiempo.
Típico.
Recuerda una conversación que había tenido con Javi. Cuando le acusó de que, mientras él no tuviese pareja, sus personajes jamás serían felices. Al final ha resultado que tenía razón.
Miró el cuerpo en el suelo.
- Pobre desgraciado. Con un poder ilimitado y no has podido evitar que la historia de tu vida acabe como el culo.

Javier Albizu

Macroverso XI Epílogo de una vida.

Macroverso XI Epílogo de una vida.
Flota en el centro de la (sus) creación(es).
Su mente es capaz de llegar hasta el último rincón del millón de universos que gravitan y se descomponen a su alrededor, pero no es capaz de ver nada. Ni siquiera es capaz de percibir su propio forma. Tampoco se pierde gran cosa.
- Muero - se dice - vaya mierda - este último hecho ya le fastidia algo más.
No sabe si en este segundo infinito pre/post-mortis, en este limbo mental, sus palabras tienen sonido. Ni siquiera sabe si han sido realmente palabras. Aquí no tiene cuerpo, no tiene pulmones ni cuerdas vocales. Nunca los ha tenido, pero es la primera vez que se plantea esta pregunta. Está tratando de evitar la pregunta que realmente importa.
- ¿Cuánto tiempo me queda? - trata de hablar de nuevo pero sigue sin escuchar palabras.
Esta muerte en concreto no estaba contemplada dentro del amplio abanico de las múltiples maneras de morir que ha imaginado a lo largo de su vida. Demasiado... convencional.
No, convencional no es el término que busca. Trillado, sí, ese es. Demasiado trillada.
Ya no hay voces en su cabeza, sólo quedan él y el narrador omnisciente. Siempre ha pensado que este momento de silencio sería uno de alivio pero ahora que ha llegado sabe que se equivocaba. Anota esta corrección a su larga lista mental de errores de apreciación y continúa con su análisis de la situación.
- Demiurgo - así le llamó Deux Ex, lo cierto es que la palabra le gusta - Vaya demiurgo de los cojones he resultado ser.
Muerto de un disparo, asesinado por una de sus creaciones, por una abstracción hecha carne, se pregunta si al menos habrá sido original en esto.
No quiere pensar en el resto de implicaciones, preferiría morir sin recriminaciones ni autoflagelaciones, pero no lo consigue. Apunta una nueva muesca en su libro. Para estas alturas, se dice, ya debe ser una enciclopedia completa.
- Esto ha sido un suicidio. Un suicidio conceptual. Se puede ser imbécil, y luego se puede ser como tú - ya no le quedan voces internas para martirizarse, voces que pueda fingir que no son la suya propia. Sólo queda él y no cabe escapatoria.
Suicidio. Ha pasado mucho tiempo desde que se planteó activamente el suicidio, pero estos momentos siempre han estado muy presentes en un sus procesos mentales. Quizás en un segundo plano, pero muy presentes.
Se recuerda mirando el vacío en forma de carretera bajo el puente que cruzaba mientras volvía a casa desde el colegio. Se recuerda sujetando el destornillador contra su estómago poco después de recibir las notas.
Trata de buscar algún chiste, distraer su atención de este momento con algún comentario ocurrente, pero no surge nada. Se muere y es por su propia culpa. Eso no tiene ninguna gracia.
- ¿Por qué ahora? - ¿por qué no saltó entonces, por qué no empujó el destornillador? - ¿Es esto lo que siempre he querido pero no me he atrevido a hacer conscientemente?.
No. Sabe que esta es una pregunta con trampa, pero siempre ha sido muy bueno haciéndose daño.
Este lugar se parece mucho a uno de los escenarios bajo los que ha imaginado el estar muerto. Más bien a la única opción que ha sido capaz de imaginar. La otra opción; La Nada, el no-después, la no-consciencia, la no-existencia, siempre ha sido algo que se ha escapado a su capacidad de visionar, lo cual no dejaba de tener sentido en sí mismo.
Encerrado consigo mismo, inmóvil e incapaz de relacionarse con lo que le rodea.
- Solo.
Soledad absoluta, soledad impuesta.
Habrá quien le llore, quien le eche de menos a él, pero sólo añorarán una parte suya. Porque sólo ha sido uno más. ¿Qué ha aportado él al mundo para que sea un lugar mejor?. Nada, sólo palabras, y no demasiado bien organizadas y estructuradas. Pensamientos difusos bajo mal expresados bajo la forma de grafos que nadie las echará de menos. La parte que más se ha esforzado por desarrollar, la que más compañía le ha hecho en sus momentos de autoimpuesta soledad, no habrá servido para nada. Desaparecerá junto con él sin despertar la más mínima emoción o reflexión. Nadie echará de menos al creador de historias. Nadie rebuscará entre sus anotaciones para saber de todos los proyectos que ha dejado inacabados, nadie sabrá de aquellos que ni siquiera comenzó a plasmar como palabras, y esto le enfada.
- Aún no es tarde, aún soy consciente de mi existencia. Aún puedo esforzarme más, hacerlo mejor.
Le invaden la sensación de rabia, y eso, se dice, está bien. Ya no tiene una voz que le diga "No te rindas, no te hundas, lucha" pero sabe que esa voz y ese sentimiento también eran parte de él.
No tiene párpados que cerrar para aislarse de lo que le rodea y concentrarse, así que los crea. Tras estos párpados crea unos ojos, y estos están contenidos en un cráneo unido a un cuerpo que se yergue.
Quiere gritar con sus pulmones renacidos, pero decide no hacerlo. No debe malgastar las fuerzas que tanto le ha costado obtener. Necesita meditar, pensar con detenimiento las acciones a tomar. Adopta una pose estoica y abre los ojos para tratar de contemplar/crear con ellos lo que le rodea, pero no tiene éxito.
Su mente nunca ha visto lo que crea. No conoce los lugares, sólo tiene sensaciones e intenciones; lo que desea transmitir con las palabras. Ahora ve que está realmente solo, no hay nadie, está rodeado de paisajes visualmente genéricos. Trata de forzar su mente pero, pese a que se niega a aceptarlo, sabe que no funciona de esa manera.
- Venga – se dice, y esta vez es capaz de escuchar las palabras – esfuérzate más, hazte más fuerte.
Saber algo nunca le ha impedido intentar lo contrario. Siempre hay una posibilidad de que esté equivocado de que no sepa, sino que sólo crea saber.
- La aceptación nunca ha sido lo tuyo - esas palabras no han surgido de él, esa voz no es la suya. Nota como una mano que se posa sobre su hombro.
- Siempre que sólo dependa de mi, no - se gira y lo ve - El autoengaño tampoco acostumbra a serlo.
- Cabezón.
- Pertinaz.
- Como prefieras.
- Sí.
- Y parece que estoy consiguiendo resultados... aunque no los esperados.
- Achácaselo a tu subconsciente - replica E. Un E falso, lo sabe, creado a partir de los recuerdos de su amigo muerto hace mucho - Lo sé, lo sé, ahora mismo debes estar en un estado curioso y, con toda probabilidad, esto estará sucediendo el el breve lapso que tardan tus sinapsis en desconectarse. Técnicamente estás inconsciente, así que nos encontramos en un terreno un tanto difuso en el que los conceptos de inconsciente y subconsciente pueden ser algo confusos, pero no creo que en estos momentos te apetezca hablar de semántica.
- Nunca fuiste de los de recalcar lo obvio, así que, obviamente, eres yo.
- Una parte de "yo" que adopta la forma de alguien a quien solías escuchar.
- Hasta que moriste.
- Hasta que morí, sí. Pero me alegra saber que algunos de mis consejos duraron algo más que mi vida.
- Saber que no eres tú no hace que me alegre menos de verte - un poco de autoengaño consciente no viene mal de vez en cuando.
- Y bien ¿qué vas a hacer?
- Morir, me temo, pero luchando.
- ¿Contra qué? ¿Durante cuánto tiempo?
- Contra lo que pueda, cuanto me sea posible.
- Eres consciente de que con esto sólo alargas tu agonía. De que no hay un enemigo. De que estás condenado a permanecer aquí, solo.
- Sí, pero lo inevitable no acostumbra a hacerme cambiar de idea, y la soledad ha sido la única mujer a la que he conocido carnalmente. Ya estoy hecho a estas cosas.
- Cuando sueltas frases como esa me entran ganas de golpearte.
- Llegas un poco tarde para eso.
- Te mientes, una y otra vez, y aquí estamos.
- ¿Vienes a decirme que me rinda?
- No, nunca te pediría eso, pero sí que te recomendaría que seas objetivo.
- La objetividad no es posible.
- Pero no por eso tienes que dejar de buscarla.
- Supongo que es cierto, pero no creo que te haya traído hasta aquí para decirme eso.
- ¿Para qué me has traído entonces?
- Supongo que para despedirme. En su momento no tuve la oportunidad.
- Es lo que tienen las enfermedades fulminantes.
- Supongo que... también para pedirte perdón por no mantener el contacto con tu familia, por no haber llegado a conocer a tu hijo.
- Mucho “supongo”. Demasiadas inseguridades que no lo son. Siempre has acostumbrado a “suponer” cuanto no te gustan las respuestas.
- No sólo cuando no me gustan, pero lo que dices es cierto.
- Supongo que... sé que también te he traído para darte las gracias. Gracias por conseguir que cambiase... aunque sólo fuera un poco.
- Eso suena a despedida de verdad.
- Sí, eso me temo.
- Tranquilo, no te voy a abrazar. Sé que eso tampoco es lo tuyo. Que, incluso aquí, incluso en esta situación, tienes una autoimagen que no eres capaz de romper.
- Por más que quiera.
- En estos temas nunca fuiste muy listo.
- Lo sé, ser listo tampoco ha sido nunca lo mío - ha hablado sobre él en pasado, pero no es el momento para corregirle... quizás porque sabe que esa corrección no tiene sentido.
- En ese caso, adiós.
- Adiós.

Solo de nuevo trata de recomponerse. Quiere gritarle al universo, a la misma muerte "Lanza tu mejor golpe", pero no lo hace. No serviría para nada. Es una estupidez.
Se acabó. Las luces se apagan, los personajes callan, el escenario desaparece tras el telón, pero no hay aplausos, no hay público.
- Muero - repite.
En la lejanía los soles se extinguen, ya no queda materia de la que alimentarse. Los universos se colapsan sobre sí mismos, las historias se desvanecen.
- Nunca pensé que sería así - dice mientras contempla el fin.
Trata de hacer memoria, de contener la destrucción, de viajar a alguna de sus creaciones, pero se encuentra solo en medio de la gran nada que lo consume todo. Su mente va quedando desierta de ideas y recuerdos.
- Muerte cerebral, supongo. Sí, tiene sentido.
Trata de mantener la pose estóica, de analizar la situación con frialdad, de frenar la ola devoradora, pero no se trata de algo sólido, de algo a lo que atacar o de lo que defenderse. Sólo quedan él, el narrador omnisciente... y la recriminación.
- Las pistas estaban ahí, tendría que haberlo visto venir - los malos recuerdos acostumbran a ser los últimos en desaparecer - Idiota, idiota, idiota - la rabia sigue ahí, pero la cordura que la contenía se va desvaneciendo. La ira se ha apoderado de todo.
Vuelve al puente, vuelve a estar sentado en su habitación con el destornillador. Un salto, un empujón y se habría ahorrado incontables momentos de dolor... y de lo demás. Pero lo demás ya no está ahí para darle fuerzas, para decirle que sí que mereció la pena vivir.
- Tendría que haberlo hecho entonces ¿por qué he esperado tanto?
Miedo, certeza, quizás esperanza. Ya no se acuerda.
- Supongo que ahora por fin sabré si tenía razón.
Se miente y eso es lo único que tiene claro. La nada no sabe, la nada no es.
Ya no quedan imágenes, ni siquiera la percepción mental de su propia forma. No quedan lugares a los que moverse ni un cuerpo con el que hacerlo. Sólo conserva fragmentos dispersos de lo que más teme, aprecia y aborrece de sí mismo; su mente.
- Así no.
Con sus últimas reservas de orgullo se convierte en un gigante que lanza puñetazos al vacío, pero esta vez no depende sólo de él.
- ¡VAMOS! - ahora sí, quiere gritar - ¡VEN Y LUCHA! - pero ya no surge ninguna voz.
Las palabras carecen de nuevo de sonido pero siguen ahí con sus significados. También puede sentir como vuelven rápidamente las sensaciones de pánico e indefensión que tanto detesta. Poco a poco, incluso la rabia desaparece. Se esfuma junto a los malos recuerdos, la recriminación y él.
Al final sólo queda el narrador, pero ya no hay una historia que contar.

Javier Albizu