La orden de la coherencia universal

La orden de la coherencia universal
Como ya escribí hace un tiempo, al menos en mi caso, las historias tienden a comienzan de una manera más extraña y anárquica.
Generalmente comienzan como retales sueltos sin relación aparente para, a continuación, comenzar a luchar entre ellas para hacerse un hueco entre los espacios focales de ese caos entrópico que es mi cabeza.
En el caso concreto que nos trae hasta aquí, todo comenzó con una mala traducción. Una de esas que tanto abundan y que se dedican a sustituir palabras inglesas por aquellas que poseen una mayor similitud sonora en nuestro idioma.
Traduces “Fabric” por “Fábrica” puede quedar como algo medianamente aparente (erróneo pero puede llegar a dar el pego) pero cuando ese concepto va ligado a “Espacio-tiempo”, la cosa ya cambia para convertirse en algo totalmente delirante.
Entonces es cuando entra en juego tu (mi) yo literal y una chispa de vida nace en el vacío neuronal y comienza a desperezarse.
Analizas la idea y te dices “esto da como para un relatillo”. Algo aislado y ligero. Le daremos e intentaremos que su tono sea cómico, ya que nada demasiado serio puede salir de ahí. Lo escribes, lo publicas en la web, y das el asunto por zanjado, o eso crees.

Porque sigue ahí. En la periferia de tus historias tratando de encajar. Tratado de ocupar ciclos de reloj de tu mente mandando mensajes.
- ¿Encajo aquí? - te pregunta.
- ¿Encajo aquí?.
No, tampoco. Sólo eres una idea suelta. Una ocurrencia sobre la que no hay que dar muchas vueltas más. Aunque en ocasiones sientes que estás mintiendo. Podr... comienzas a decir, aunque te detienes a tiempo. No.
Pero con cada nueva historia que se forma en tu cabeza, ella vuelve a preguntar.
- ¿Encajo aquí?.
Hasta que un día cometes un error. Un día respondes... igual sí, y todo se lía.
A partir de entonces ya no es ella quien pregunta. Eres tú quien comienza a interrogarse: ¿Cómo?.

No tienes una historia, pero comienzas a crear un universo alrededor de la idea... sólo para darte cuenta de que ese universo te suena. Esos conceptos ya los habías utilizado, lo que estás haciendo es adaptar este abstracto a “uno” de tus paradigmas previamente desarrollados.
Sigues dándole vueltas y ves que ese no era “uno” de tus paradigmas, sino “EL” paradigma.
No tienes varios, no eres capaz de tenerlos. Según vas tratando de dar lógica y sentido a la idea, lo único que ves es cómo ya formaba parte de tu lógica. De tu forma de entender y estructurar los universos.
Es fácil. Sólo tienes que unir los puntos. “A“ lleva hasta “B” de una manera indefectible.
Es más, ya te habías dado cuenta mucho antes. Como diez años antes de ponerte a hacer de nuevo las mismas elucubraciones cuando hablabas de La teoría de la historia única.
Así que corres a releerlo (y seguramente reescribirlo, porque estará redactado con el culo) pero finalmente optas por dejarlo como estaba. Con sus faltas de ortografía, su redacción deficiente y sus demás defectos. Dejas que esa entrada sea una muestra de quien fuiste y escribes una nueva entrada al respecto a la que llamas... La teoría de la historia única (Redux) (así de original eres), donde vuelves a contar lo mismo, pero con las maneras torpes e insatisfactorias de quien eres a día de hoy... sea cuando sea (y quien seas) hoy.

Y te das cuenta de que sí. De que, efectivamente, sólo tienes una historia, sólo que no es así. En tu ansia de coherencia, quieres que todo encaje.
No, tampoco es eso. Te das cuenta de que intentas que todas tus historias, que todos tus universos se adapten a tu manera de entender la realidad. Que, de alguna manera, por más extraña que sea, sean capaces de decir algo sobre ti.
De tu manera (extraña o personal) de entender la creación y los procesos que llevan hasta ella, de cómo ves la épica y la grandiosidad, la coherencia o el surrealismo, el horror o el humor.
De cómo te empeñas en que todo encaje, aunque no tenga ningún sentido.

Javier Albizu

El lugar justo antes del más allá

El lugar justo antes del más allá
En los límites del universo, en el umbral que separa la entropía de la existencia, moran ellos. Su hogar se encuentra más allá de la vida, donde los conceptos pierden su forma y los axiomas su validez. Pocos son los que saben de su tarea y menos aún los que alguna vez han establecido contacto o comunicado con ellos, pues son criaturas atemporales, constructos exadimensionales incomprensibles para las mentes mortales que han nacido y moran bajo su creación.
Su oscura labor es, en sí misma, una contradicción y un sinsentido para nuestras percepciones constreñidas por el paradigma de los cinco sentidos.

Ellos son los creadores de conceptos, los diseñadores de universos, los maquetadores de realidades, los funcionarios cosmogónicos.
Ellos trabajan en:

LA FÁBRICA DEL ESPACIO-TIEMPO

Y, por primera vez en la historia, tenemos grabaciones exclusivas sobre sus actividades (bueno, en realidad no son grabaciones, ya que no poseemos dispositivos capaces de captar a los integrantes de la plantilla, pero hemos hecho una reconstrucción con actores aficionados que nos ha quedado la mar de mona)

Hora: Fuera de la corriente temporal
Lugar: Oficina de gestión de proyectos del sector 5. Sección de desarrollo de nuevas tecnologías.

- ¡GUTIERREZ! – todo en la expresión del jefe de proyecto García parece indicar que no está contento. La verdad es que no está nada contento – ¿Quiere hacer usted el favor de venir de una puñetera vez a mi oficina?
Más allá de la puerta se puede escuchar el sonido de unas pisadas aceleradas acercándose por el pasillo. Después, silencio y unos leves golpes en la puerta.
- ¿Señor? – Gutierrez esta sudando tras la puerta. El tampoco parece contento, pero su rostro, más que ira, muestra miedo.
- Adelante, adelante – pese a que Gutierrez no puede verle desde el otro lado, García acompaña sus palabras con un ademán de su mano – ¡Que pase ya! ¡cojones! – parece que el jefe tiene prisa.
Mientras con una mano se seca el sudor de la frente, con la otra, Gutierrez sujeta montones de planos. Tras guardar el pañuelo, abre la puerta con timidez. No es un tipo muy grande, pero entre su andar cabizbajo y la enorme mesa de su jefe, casi parece un enano.
- ¿Puede explicarme esto? – sin dejar tiempo a su empleado a sentarse, el jefe golpea con un dedo inquisidor los planos que hay sobre su mesa.
- Son los planos para la ampliación de la sección vigésima del cuadrante treinta y dos del parsec ocho de la sección cinco.
- ¿De verdad cree que le estaba preguntado eso?
- No, señor, disculpe. Son los nervios.
- Pues deme una razón para que las obras sigan aún en el estado en el que se encuentran.
- Pues verá, señor… Es que no hay espacio – Gutierrez se encoje preparándose para la bronca.
- Vamos a ver ¿COMO COJONES QUE NO HAY ESPACIO? ¡NOSOTROS HACEMOS EL ESPACIO!... ¡Y EL TIEMPO!... y miniaturas, camisetas y otro montón de cosas que no vienen ahora al cuento... ¡SI NO QUIERE QUE LE SAQUE A HOSTIAS DE ESTA OFICINA SERA MEJOR QUE ME DE UNA EXPLICACION UN POCO MÁS SÓLIDA!
- Verá, es que no hay espacio… espacio físico. Vamos, que otra gente ha ocupado el espacio que íbamos a ocupar nosotros. Que nos han colado un par de galaxias que no son de nuestro sector.
- ¿Y nadie se ha dado cuenta?
- Verá. Es que aparecieron así, sin más. Al parecer las estaban llevando a su ubicación definitiva… alguien activo un agujero negro a donde no debería… y la cosa es que acabaron consolidándose en nuestro sector.
- Serán – García activa el intercomunicador - ¡QUE ALGUIEN ME TRAIGA AQUÍ AHORA MISMO A SATUR!
- Hemos tratado de arreglarlo, jefe, en serio – mientras tanto, Gutierrez continúa con sus explicaciones – pero es que esas galaxias no se parecen en nada a las que nos habían encargado. Tendríamos que cargárnoslas del todo para continuar con las obras y se nos sale del presupuesto, porque iba a generar una cantidad de escombro que tampoco tenemos donde meter. Ahora estamos concentrando nuestro esfuerzos en tratar de “empujar” el resto del espacio para hacer hueco a nuestro proyecto, pero nos está costando un poco más de lo esperado.
- ¿Y no me lo podíais haber dicho antes para poder comentárselo al cliente y tratar de ganar un poco de tiempo?
- Le mandamos un memorando por la mensajería taquiónica, y recibimos la confirmación de que había sido recibido. Aquí tengo el comprobante – Gutierrez ondea el mensaje como una banderola, pero sabe que aquello no le va a servir de mucho – ¿Lo ve? ¿Lo ve? Tengo el comprobante – su voz baja de volumen poco a poco, mientras se encoje de nuevo para recibir otra bronca.
- ¿Está usted tonto? ¿Una cagada de ese calibre y no hay una sola persona en el equipo capaz de decírmelo en persona? – mientras vocifera, García revisa la mensajería taquionica. Cuando encuentra el mensaje el color de su rostro cambia de rojo ira, a rojo-infierno-sobre-la-tierra – “Señor” – lee en voz alta, y fingida entonación nasal, mientras balanceando la cabeza de un lado a otro con gesto de burla y desdén – “Debido a problemas técnicos, el proyecto de ampliación de la sección vigésima del cuadrante treinta y dos del parsec ocho de la sección cinco, sufrirá un leve retraso”
- Bueno… verá…
- ¿Tiene una explicación para esto?
- Pues… bueno… la verdad es que no… PeroelmensajeloescribióLópez – dice con voz apresurada, mientras con un dedo extendido apunta hacia algún lugar indeterminado fuera de la oficina.
- Dígame que, al menos, han buscado alguna solución temporal – el tono calmado en la voz de García contradice el tamaño que está adquiriendo la vena de su frente – Algo que pueda sugerir, o con lo que podamos engañar al cliente mientras arreglamos esto.
- Sí, verá señor, aquí le traía los planes de contingencia que habíamos desarrollado – Gutierrez despliega de manera desordenada los planos que hasta ahora mantenía apretados contra su cuerpo.
- ¿Se encuentra alguno de ellos en curso?
- Aún no. Todavía nos quedan algunos pequeños – Gutierrez acompaña esta palabra con un gesto de su mano – detalles por pulir, y queríamos consultarlos con usted antes de ponerlos en práctica.
- ¿Y a que estaban esperando para hacer las consultas?
- ¿Puedo serle sincero?
- Por favor.
- Nos estábamos rifando quien vendría a proponérselos.
- ¿Son ideas de bombero?
- Bueno… aun están por perfilar y matizarse. Ya sabe como son estas cosas.
- Sabe que se está jugando el puesto.
- En un principio, necesitábamos saber para que quería el cliente el espacio que había comprado
- Al parecer, uno de sus usuarios lanzó una sonda espacial hace unos cuantos siglos y va a alcanzar los límites del sector. Él quiere mantener ante sus usuarios la apariencia de un universo único e infinito, así que necesita mantener el engaño, al menos unos cuantos siglos más.
- ¿No sería más sencillo meterle un buen pepinazo a la sonda? Los accidentes ocurren en el espacio.
- No.
- ¿Crear un bucle entre el comienzo y el fin del sector?
- Tampoco, contabilidad dijo que vendría bien el líquido que nos daría la operación. Así que la única opción viable ahora es la de formatear ese sector del espacio según las indicaciones que nos dio el cliente.
- Vale, pues ahora empiezan las ideas de bombero
- Enséñeme lo que tiene, a ver si podemos utilizar algo.
- La primera opción que habíamos barajado era el insertar unos cuantos años en su línea temporal. El problema es con que los llenamos, y como hacemos para que el cliente no se de cuenta.
- Mala opción. Los de producción y diseño están liados ahora mismo con el chandrío que montó el tipo aquel del sector doce con la chapuza de tratar de alterar el pasado de sus usuarios. Ya sabes, todo ese jaleo de las guerras cósmicas.
- ¿Aún no lo han terminado de arreglar?
- No
- Pues si que debió liarla gorda.
- Más ideas.
- Esta me encanta, pero aún está un poco verde. Incluye la utilización de segundos teraluminicos.
- Pero… ¿Eso no está aún en fase alfa?
- Sí. Ese corredor temporal aún está en investigación, pero está dando muy buenos resultados. Además, hasta que nadie invente nada capaz de moverse a esa velocidad sin perder su cohesión, hay mucho tiempo.
- ¿Y que había pensado?
- Verá. Metemos al cliente en el corredor teraluminico durante unos segundos. Lo que para él sería apenas un parpadeo, a nosotros nos daría unos cuantos cientos de años para poder hacer la obra.
- Hay un pequeño problema.
- Lo sé. Lo sé. No sabemos si el cliente podría sobrevivir a la experiencia.
- Aparte de ese. Los usuarios del cliente habrían evolucionado todos esos años sin su supervisión, así que él se daría cuenta del cambio. Es más. Muy posiblemente, para cuando volviese ya se habrían olvidado de él, y no creo que le gustase. Por no mencionar como se pondrían los de contabilidad si les decimos que el pago de la obra se va a retrasar tanto tiempo. Bastante tienen con las amenazas de las fundiciones de Quarks de no producir si no hay pasta pronto, como para irles ahora con esas.
- Pues ya sólo nos queda una opción más entre las que estábamos barajando. Aunque es un poco cutre.
- ¿Más que estas?
- Sí. Es bastante más convencional y nos va a salir por un pico. Podríamos construir sus galaxias en otro lado, y enlazarlas con un puente subespacial. Con el tiempo podríamos ir moviendo las estrellas, poco a poco, a sus ubicaciones definitivas.
- Eso es una locura. El beneficio se nos iría a paseo, y como al cliente se le ocurriese inspeccionar esa sección, se daría cuenta enseguida de la chapuza.
Se hace el silencio en la oficina y, poco tiempo después, se comienzan a escuchar los rítmicos golpeteos del bolígrafo del señor García sobre la mesa.
- ¿Se puede? – tras unos minutos, una voz les habla desde el otro lado de la puerta. Es Saturnino Pérez Pérez, responsable de la división de obras públicas y transporte.
- Pasa, Satur. Puede retirarse, Gutierrez. Ya volveremos a hablar – la voz del señor García parece algo más calmada.
Mientras se cruzan en el umbral de la puerta, Satur y Gutierrez se saludan con un leve gesto de sus cabezas.
- Pues tú dirás – tras tomar asiento, Satur comienza a hablar – ¿A qué viene tanta prisa por verme?
- Satur, tío ¿A qué clase de gente me contratas, que andan soltando galaxias donde no deben?
- ¡Ah! Eso.
- Sí “Eso”
- No fue culpa suya. La culpa fue del generador de agujeros.
- Entonces ¿Fue un error técnico? ¿Le podemos pasar el marrón al fabricante?
- Se podría intentar, pero va a estar complicado.
- Verás, el aparato es nuevo, y funciona bien. El problema es el manual. Estaba mal traducido. Alguien puso “fábrica” donde debía poner “estructura” y todo lo demás se fue al garete.
- Putos traductores. Lo bien que viviríamos de no ser por ellos.
- No te quejes. De no ser por los traductores, ni siquiera estaríamos aquí.

Javier Albizu

Poco después del final, momentos previos al comienzo

Poco después del final, momentos previos al comienzo
Veo que ha regresado de su paseo (figurado) por las oficinas de la fábrica. Espero que haya sido una experiencia satisfactoria a la par que enriquecedora.
Por supuesto, usted no está viendo nada de esto, por lo que tendrá que fiarse de mis palabras.
Si mi siguen, a continuación continuaremos con esta visita guiada por el resto de nuestras instalaciones.
En estos momentos nos encontramos en la sala de operaciones del Servicio de Infraestructuras de la Orden de Coherencia Universal.
En breves momentos presenciaremos como uno de los operarios realiza una de sus procedimientos estándar; monitorizar el final de la vida de una estrella, ejecutar un par de tareas programadas para que coincidan con la ocasión, mirar al reloj, y levantarse para ir a almorzar.
Apasionante, ¿verdad?.
Muy bien. A continuación nos dirigiremos hacia...
¿Perdón?
Sí, por supuesto, eso era todo. ¿qué esperaban?.
De comenzar a meternos con tecnicismos la visita se puede eternizar.
En fin, si se empeña... fabricaremos un poco más de tiempo para usted. Pero luego no se queje si se aburre o la cosa le queda poco clara, usted se lo ha buscado.

¿Por dónde comenzar?
Aquí no hay un dónde o un cuándo, es una cuestión de magnitudes. Es más, ni siquiera hay un “aquí” o un “ahora”, pero trataremos de traducir las ideas en conceptos entre los que nos movemos (no, tampoco hay un “entre”) expresables mediante el lenguaje.

Veamos... Supondremos que hay un ahí, y “dentro” del “ahí” hay un “alguien”. Un alguien a quien definiremos utilizando la palabra arquitecto y bautizaremos con el nombre de Elisa. Junto, alrededor y bajo ella. Solapándose con ella y atravesándola se encuentran infinitos arquitectos más, pero en esta ocasión nos centraremos en ella.
Sí, creo que podríamos comenzar por ahí... o “ahí”.

Elisa contempla el universo. Un concreto que cabría en una de sus manos. Lleva... lo que podríamos denominar como “tiempo” observándolo. Aunque claro, ella (al igual que nosotros) se encuentra más allá del tiempo. Ni siquiera puede interactuar con él o con la materia (aunque sí que dispone de constructos creados para esa tarea)
Desde más allá de la esfera cronal, contempla cada segundo (en realidad vendría a ser una medida un tanto más esotérica, pero confío en que nos entenderemos con esta) durante un... ¿periodo de...?.
Maldición.
¡YA LE HE EXPLICADO QUE ESTO IBA A SER COMPLICADO!.
¿Cómo pretende que le explique estas cosas como es debido si no puedo usar el tiempo como referencia para hablar de los cómos y por qués de estas criaturas?

En fin, diremos que contempla cada segundo durante mucho tiempo ¿contento?. No es que lo detenga, sino que volver a mirarlo carece de sentido más allá de ese... instante.
El tiempo tiene una peculiaridad, y es que cada micra de segundo/espacio es única. Así está establecido por contrato con todos los clientes. Ninguno de ellos se puede repetir ni reutilizar. Es por ello que, cuando se pretende que los constructos (que existen en el “ahora”) interactúen con él, sólo se dispone de una única oportunidad de hacerlo por cada instante.
Con el espacio pasa lo mismo. Cada átomo es único, ya sea mediante pequeñas imperfecciones asignadas de manera arbitraria, por la órbita de sus electrones, o por la cadencia de sus movimientos. Esa es la oferta a la que se compromete la orden.

En fin, estábamos con Elisa. El momento/espacio que está contemplando son los instantes siguientes a los que se encontraba monitorizando el operador (que se encuentra en un nivel de existencia intermedio entre ella y el tiempo/materia).
Sujeta el universo entre dos de sus dedos y lo sitúa frente a lo que podrían ser sus ojos. Tras esto, lo deja flotando ante ella y juntando ambas manos tras su espalda, adopta una pose marcial. En el recóndito rincón de esa masa palpitante que centra su atención, la luz de un sol se extinguirá arrastrando tras de sí lo que podríamos denominar como posibilidad_de_vida_comprensible_por_el_hombre (y alguna más) de todo su sistema. Su proyecto de migración va a comenzar, y ella sólo puede esperar. Inconvenientes e incomodidades de tratar con material espacio temporal.

Este proyecto consiste en la perpetuación de algo que, previo estudio, ha sido catalogado como “merecedor de ser preservado”. Porque pese a que cada átomo y cada segundo son únicos, expuestos a según que condiciones, las entidades que forman acostumbran a adoptar unas características similares.
Así que, dentro de la “unicidad” de esos resultados, existen elementos más “únicos” que otros. Frutos del azar que no pueden ser replicados de manera intencionada en la fábrica. Los llamados irreemplazables. Puede tratarse de una forma orgánica, mineral o vegetal, de un paisaje o una idea, de una sensación o un momento.

Comienzan las explosiones finales, los últimos estertores de la estrella y el constructo, que la rodea como si de una red se tratase, inicia su actividad. Sus circuitos, grandes como continentes, se iluminan asemejándose a megalópolis nocturnas bullentes de vida mientras se acerca el estado de hipernova. Pero algo parece fallar.
Uno de los indicadores de seguridad señala el error. La explosión de uno de los cuadrantes inferiores ha excedido su umbral de asimilación. El sistema de salvaguarda inicia el sistema secundario, y este también falla. Elisa aprieta la mandíbula mientras una arruga de preocupación se marca en su frente. El constructo es viejo pero fiable. Ya ha realizado migraciones desde antes de que la lejana Vía Láctea fuese un proyecto a desarrollar. Por referencias de sus compañeros, también sabe que ha realizado más tareas similares un par de eones después de esta. Mentalmente anota el sector defectuoso y transmite los datos al operador. Por fortuna no es necesario que este actúe “ahora”, el sistema terciario ha sido capaz de soportar la sobrecarga. La migración continúa según la planificación.
La estrella alimenta al constructo, y este demanda aún más energía. Se activan los circuitos de transporte y fijan las coordenadas origen-destino mientras el inventario de entidades a reubicar inunda los bancos de memoria.

En el quinto planeta del sistema, un mineral submarino inicia su transmigración, en el séptimo se trata de un abstracto, del noveno toman una molécula. Todos ellos ven alterada su estructura. Son deconstruidos hasta que sólo son información pura. Datos encapsulados, etiquetados y ordenados para ser transmitidos a través del túnel trans-dimensional que comienza a formarse a través del sol. Su estado cambia hasta que se han convertido en luz pura, un haz más allá del espectro del color que atravesará el espacio y el tiempo hasta alcanzar sus diversos destinos.

La tarea termina y el constructo se va. En el universo/tiempo han transcurrido más de dos semanas y los últimos vestigios de esa estrella se desvanecen. El espacio antes ocupado por esa luz, ahora aloja a un Collapsar cuya supra-masa absorbe toda la materia a su alcance.
En ese tiempo, más allá de la migración, el azar ha seguido su curso. En el firmamentos de cientos de mundos hay una luz menos, pero en el recuerdo de sus habitantes (ya sean o no concebibles ante los ojos o la comprensión del hombre) ha quedado su impronta. A raíz de su última luz surgirán leyendas e historias. Ideas y conceptos. Algunos ya existían, otros son nuevos.

Elisa centra su “ahora” y su atención en otro segundo/espacio crítico. Quizás sea otro segundo en el mismo espacio, quizás contemple otro espacio en ese mismo momento y comienza a analizarlo. Inventaría su anatomía en busca de otros “Irreemplazables”. Cuando no existe el tiempo, no existe el descanso.
El operador abandona su puesto.
Si así lo desea, podemos seguirle y aprovechamos para ver el bar del departamento. Hacen unos pinchos que merecen mucho la pena.

Javier Albizu