¡Eh, tío!

¡Eh, tío!
Ninjas, pingüinos, espías, mosqueteros, berenjenas, Batman, brujas, dimensiones paralelas, asignaturas optativas, rupturas de la cuarta pared, pianos que caen del cielo, humor referencial, humor disparatado, humor surrealista, crossovers, demonios y ponys. Todo eso y mucho más lo puedes encontrar en ¡Eh, tío!



La primera tira

Mi relación de amor con ¡Eh, tío!, comenzó el siete de octubre de dos mil siete. Más concretamente sobre las nueve y cincuenta y cuatro de la noche.
No recuerdo como llegué hasta la página, ni cual fue la primera tira que leí. Supongo que acabé ahí a través de el enlace de algún blog sobre tebeos. Lo que no sé es no salí de esa página hasta haberme leído todo lo que tenía publicado hasta ese momento.
Tras leer la primera tira, comencé a ir hacia las anteriores hasta que, alrededor de las diez y media, decidí que ya era una buena hora para comenzar a trabajar. A las cuatro y media de la mañana continué con la lectura de aquel grupo de personajes que me había encandilado, a eso de las seis de la mañana, cuatrocientas cuarenta y cinco tiras, y un par de recopilatorios en formato cbr más tarde, ya no quedaba más que leer. Pero yo seguía queriendo más.
No. No tengo memoria fotográfica ni ninguna capacidad similar. Me he limitado a narrar la historia que cuentan los archivos que, aún a día de hoy (varios ordenadores y discos duros después) se encuentran en mi servidor.
Cada vez que leía una de las tiras, descargaba la imagen correspondiente a mi ordenador e iba a por la siguiente. Si, por la razón que fuera, aquella web desaparecía de la red de redes. Yo tendría mi copia para toda la eternidad.

El año siguiente tuve la suerte de ver una charla sobre webcómics que dio su autor, Morán en un instituto de Madrid dentro de algunas jornadas de no-sé-qué, y descrubrí que, aparte de un tío simpático y gracioso en diferido, también lo era en directo.
Aprovechando que el año siguiente comencé a colaborar con la Navarparty, hice uso de mi recién adquirida posición para conocer a Sergio Morán en persona el año siguiente, cuando (le engañé) me lo traje para, oh sorpresa, que él e Ismurg (otro chaval igualmente simpático y gracioso... y webcomiquero) dieran una charla sobre webcómic en la misma (que podéis ver aquí).

Para aquel entonces ya había comenzado otros proyectos como El Vosque, comenzaba a colaborar con El Jueves, y había abandonado un proyecto que comenzó como trabajo de clase sobre los superhéroes y las ciencias (cuyas entradas se pueden encontrar aquí,aquí y aquí) pero, para aquel entonces, mi corazón ya pertenecía irremediablemente al Sexteto, las tiras Non Sequitur

De esta manera, a trompicones y partido en unos cuantos cientos de miles de cachitos de si mismo, Morán ha conseguido encontrar el tiempo para mantener viva su tira que, la semana pasada cumplía ya ocho años.
Mientras tanto, entre tira y tira, me ha obligado a querer a los personajes de su “Vosque” Pratchetiano, o a darme una razón para echar un vistazo cada semana al jueves con su tira Anunciado en TV.

Ahora es cuando te preguntarás...
Sí, vale, todo muy bonito. Gran autor, mejor persona y blah, blah, blah, pero.
¿Cuál es la historia?
Ummmm, estoooo, cómo decirlo. Bueno, hay unas cuantas. Todas ellas tienen mucho sentido... dentro de su contexto... y hay... una... continuidad... cuando no deja de haberla.
¿Y el dibujo qué tal?
Hombre... estoooo... tiene una anatomía y una arquitectura muy personales.
¿Narrativa?
Bueno... como os iba diciendo...
¿Personajes bien definidos?
Sí, sus contornos están entintados... y esas cosas.
Déjate de preguntas y vete a leerlo. Luego, si eso, lo hablamos.

De acuerdo, se le pueden achacar fallos. Montones de fallos. Su dibujo puede parecer sencillo (lo es) pero encaja perfectamente con lo que cuenta. Es más, cuando trabaja con otros dibujantes “mejores”, los chistes no parecen tan buenos como cuando los ilustra él.
Sus historias son muy dispersas y es muy referencial (y autoreferencial), pero no abusa de ello, y sabe cuando volver a sacar los chistes y tramas recurrentes.
No se sabe si va improvisando las tramas. Si realmente hay un plan por detrás, o se limita a unir retazos que ha ido dejando sueltos para darle una coherencia a posteriori. Esto, que a mucha gente le dará igual, a mi me suele molestar bastante... salvo en ¡Eh, tío! donde lo acepto con sorprendente facilidad.

Sólo sé que yo sigo esperando cada nueva tira con la misma ilusión que el primer día.

Javier Albizu