Daegon, mes III

Por Javier Albizu, 3 Abril, 2016
Tercer mes, seguimos avanzando y haciendo descubrimientos acerca de cómo va cambiando uno y su “obra” con el paso del tiempo.

Desde la última actualización por aquí sólo he subido una nueva entrada en la web de Daegon:

El gran imperio menetiano

Los tres cuartos de una página que ocupaba en origen se han acabado convirtiendo, siguiendo la tónica habitual, en diez páginas. Voy con un poco de retraso, pero sigo manteniendo la cadencia que me había planteado y en la web ya hay ciento treinta páginas de material.

Una vez terminada la parte del “Gran imperio menetiano” pensaba que la cosa iría más rápido. Más aún teniendo la semana santa por en medio para adelantar cosas.
Como de costumbre, me equivocaba. Ninguna de estas dos asunciones se ha demostrado cierta, y es que no escarmiento, porque claro, esto no es nada nuevo.

En la tercera reescritura de está cronología, hace un par de años, creía que me la ventilaría rápido. Dos meses después, no había pasado de la segunda página. No es una cuestión del bloqueo del escritor, sino de mi eterna inseguridad y de no ponerme plazos. De no tener un plan. De no concretar los objetivos.
Porque uno puede ser inseguro pero, en mi caso, esto no implica una incapacidad para tomar y mantener decisiones, sino el ser consciente de que siempre hay una alternativa mejor para llevar a cabo una acción.
Si no me marco unos objetivos concretos y cuantificables, ya sean estos plazos, cantidad de palabras o páginas. Si no tengo esto, vuelvo una y otra vez hacia a atrás... y siempre hay una manera mejor que la última que utilicé. Porque soy malo escribiendo. Muy malo.

Por poner un ejemplo, las dos últimas semanas llevo volviendo a la descripción de un evento sucedido en Daegon. Sé lo que quiero transmitir pero, al leerlo de nuevo, sé que ahí no está lo que quiero. Tampoco quiero explicitar lo que busco, todo tiene que emanar en el texto, pero no lo hace.
A día de hoy, lo habré reescrito cerca de quince veces, pero he decidido no dedicarle más de dos ratos de veinte minutos cada vez. De no ser así, jamás avanzaré con el resto.

Hoy está así:

Se conserva un texto atribuido a un superviviente anónimo del evento en el que se puede leer la descripción que este realiza sobre el evento y sus consecuencias:

Primero es la sombra, después la presencia, finalmente la mirada.
Engullido por aquello que no existe, todo cesa. La vida no es, el tiempo no transcurre para quedar comprimida su infinita extensión en un único instante. Todo lo que eres y fuiste se descompone para dejar de ser, para unirte a la nada. Al vacío. Pero tu tránsito hasta el olvido no es plácido.
Detalle a detalle, fragmento a fragmento, cada una de tus recuerdos y deseos, de lo que amas y da sentido a tu vida, a quien fuiste, es retorcido y diseccionado. Despedazado.
Te conviertes en pasajero de tu propio cuerpo, en un intruso dentro de tu propia mente, mientras otro, que eres tú, que son ellos, destruye toda esperanza. Cualquier atisbo de piedad, consuelo o gozo te es negado. Eres cosnciente, culpable y ejecutor de cada acto y de cada pensamiento nocivo que pueda haber albergado toda la humanidad desde el principio de los tiempos.
La locura no te es permitida mientras haces lo que haces, mientras sientes lo que sientes, mientras cada partícula de tu ser es desgarrada y recompuesta sólo para ser desgarrada de nuevo. Sólo te son concedidos el miedo, el dolor y el remordimiento. Unas sensaciones que te acompañarán por toda la eternidad de ese momento. No hay salida posible, el fin, la nada, el vacío y la muerte son entelequias vacías. Mentiras que sólo ahora se te muestran falsas. No hay lugar al que huir, el descanso jamás llegará.
El dolor ya no es una sensación, sino tu hogar. Un lugar físico lleno de infinitos matices. Una ubicación de la que jamás se podrá retornar o escapar.
Mientras tanto, las formas te miran impávidas e impasibles desde el otro lado del velo. Sus rostros no muestran emoción alguna, sólo indiferencia ante todo lo que provoca y conlleva su cercanía. Eres el epicentro y el pilar sobre el que se sustenta el universo del dolor, eres irrelevante.

A su vez, la poetisa Desala Telmaqu (Déjshimat, Shirune -1091, -1047) relataba en su “La prosa del dolor”:

Mientras tanto, los Jo'Na'Ryum se aparecen en los escenarios de mayor desolación. Contemplan las escenas de agonía inmóviles, impotentes.

El universo agoniza mientras Lutnatar se torna carmesí y Sholoj palidece. Ya no existe el cielo, sólo el avatar de la desesperanza bajo la carencia de forma de vacío. Un vacío teñido por la gélida oscuridad y el fluido vital de los mundos que se desangran sobre su manto, deslizándose e impregnando toda su superficie.
La uniformidad de lo que no es sólo se ve rota por las heridas causadas por los ojos provenientes de más allá de sus fronteras. De una agonía encarnada que se filtra y lo perméa todo. Que se asoma por las heridas del universo. Que lo desgarran obligándonos a contemplar los horrores que se encuentran al otro lado.
A través de esta mirada se atisba lo que carece de forma, sentido o propósito. El final de todas las cosas.

Pero cuando publique la entrada sobre “La edad moderna” (calculo que allá por mayo) seguro que habrá cambiado mucho.
Siguiendo la progresión actual, la previsión que hacía sobre la extensión de “La enciclopedia del tiempo” no iba muy desencaminada, porque van a ser más de cincuenta páginas (quizás más de sesenta).

Como comentaba por ahí arriba, pensaba que al terminar con Menetia la cosa iría más rápido. Mientras escribía esa sección tenía del orden de siete u ocho documentos abiertos al mismo tiempo con cosas que había escrito en diferentes momentos mientras que, de la sección en la que me encuentro ahora sólo tenía lo que se encontraba en el documento original.
Pensaba que apenas tendría que tocarlo. De acuerdo al plan, tenía que quitar las referencias mitológicas (a fin de cuentas, en esta encarnación, he optado por un tono más aséptico y “cientifista”). Pero el texto tiene lagunas. Montones de ellas que apenas eran bosquejos apenas concretados en mi cabeza.

La primera versión estaba escrita por mi yo de diecinueve - veinte años, con sólo una leve idea acerca del tono que le quería dar al mundo. Lo que quería era ponerme a arbitrar cuanto antes.
Con el paso del tiempo el tono se fue consolidando. Partida a partida el mundo se iba haciendo más consistente, pero esa consistencia no se veía reflejada en un texto concreto. Todo está entre mi cabeza, cientos de notas de las partidas y en cosa de una docena de documentos apenas empezados sobre las naciones.

Por otro lado, los días de vacaciones tampoco han ayudado. Tenía mucho tiempo, demasiado, antes de ponerme a escribir. Lo mismo que me pasa los fines de semana. Tanto tiempo que dedico gran parte de él a dale aún más vueltas a todo antes de empezar a escribir, terminando al final por ponerme a escribir a las dos de la mañana.

Ante la “cercanía” del fin de la cronología, también le doy vueltas a lo que vendrá después, pero aún no hay decisión. A las opciones que me había planteado antes (terminar con las organizaciones que comencé a escribir en dos mil catorce, o ponerme ya con los países) se ha añadido la de ponerme antes con alguna de las tres partidas de ejemplo que quiero escribir antes de finalizar el reto.

Y así seguimos, tercer mes de veinticuatro.
Lo que me queda aún.

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