La teoría de la historia única (Redux)

No sé dónde fue. Si lo leí o escuche en algún otro lugar con antelación o si, por el contrario, fue una conclusión a la que ya había llegado por mi mismo con anterioridad.
Sea como fuere, de haberlo encontrado en otro lado, ese alguien a quien referenciaba decía (o escribía) que los escritores y demás… llamémoslos “creadores” (o creativos) se dedicaban a narrar siempre una única historia, variando tan solo la forma en la que esta era presentada.
Si aceptamos esto como cierto, podríamos afirmar que algunos lo camuflan mejor y otros peor. Que hay quien no se preocupa en disimularlo, o quien ni siquiera es (o quiere ser) consciente de lo que está haciendo. Pero el hecho inequívoco, inevitable e inalterable es que cada autor sólo tiene una “historia” que contar.

Ayer (hace diez años) me puse a escribir un nuevo relato corto ambientado en Daegon sólo para darme cuenta de que había elementos muy similares entre este “nuevo” relato y Kuunsej, la anterior historia que había escrito ambientada en el mismo mundo.
Asimismo, también me fijé en que la historia de varios de los personajes de mi novela (mi eternamente postergada novela) poseían a su ves múltiples puntos en común con los protagonistas de estas dos historias (más allá del hecho de que estos personajes también aparecían-aparecerán en ella).

En su momento, según iba avanzando en la escritura de la novela, me decía a mi mismo que aquella sería mi “historia definitiva” de Daegon, mi “Señor de los anillos” (sólo que menos aburrida y peor escrita) pero de un tiempo a aquella parte me había dado por pensar en la posibilidad de que todas las historias que había escrito y arbitrado no dejaban de ser siempre la misma.
¿Me limitaba a repetir un mismo patrón con cada nuevo relato?.
¿Se trataba esto de una limitación natural en mi, o lo escribía porque realmente se trataba del tipo de relatos que me gustaría leer?.
¿Hilaba demasiado fino en mi búsqueda de la originalidad (una falsa originalidad que, por otro lado, mi yo de hoy ya ha descartado como su meta final) que veía autoplagios en todos mis textos donde no los había, o realmente había dado con la piedra de toque de mis limitaciones?.

Recuerdo la molestia ante aquel pensamiento. Una molestia que me aquejaba cada vez que trataba de ser “original”. Cuando mi mayor empeño era tratar de crear una fantasía “diferente”, pero me limitaba a ocultar las similitudes con la fantasía “anterior” bajo cientos de capas de maquillaje y cosmética.

Ahora soy más viejo y... diferente (no me atrevería a decir que más sabio, aunque confío en serlo) Sin duda, aquellas historias eran independientemente entre sí, pese a la similitud que compartían su tono y sus protagonistas. Aunque eran diferentes pese a ser la misma.
Eran historias que se han narrado hasta la saciedad desde los tiempos antiguos. Negarlo o “maquillarlo” no va a lograr que el realidad cambie.

Por supuesto que los personajes poseían un carácter similar; tipos de pocas palabras y con una historia trágica de fondo, gente de un único y gran amor perdido, torturados por su pérdida (y su culpa) durante toda la eternidad. Hombres destinados a un final tanto o mas trágico que su historia pasada.
Me gusta ese tipo de personajes y me gustan esos personajes en concretos. Habían nacido y crecido en mi mente. Había contemplado todo su desarrollo e incluso me había llegado a sorprender por alguna de sus reacciones. Me gustaban (y me siguen gustando) las historias que había creado para ellos. Historias también llenas de tópicos miles de veces antes.

Entonces me consolaba diciéndome que ahí donde Kuunsej no tenia un final feliz (aunque el relato en sí no tenía un “final”, sino que se limitaba a ser la presentación del personaje), en el de Dayon que estaba escribiendo entonces sí que había un final... “feliz” (al menos para alguno de ellos... aunque, de haber sido consultados, habría sido difícil consensuar una misma definición al concepto “felicidad” para todos ellos).
Pero, aún así, y aún sabiendo que las historias de fondo eran distintas, la similitud entre los personajes de Kuunsej y Dayon, al igual que un hecho concreto de sus pasados (que no desvelaré ahora, por lo que si os entra la curiosidad os tocará leerlos) me preocupaba.

A día de hoy ese tema concreto ya ha dejado de preocuparme. Los personajes me importan a mi, y eso es lo que importa realmente. Sí, beben de mil fuentes. De todo aquello que he visto, leído y experimentado, pero despojados de todo ello no serían nada.
Las historias también son tópicas, aunque no por ellos malas. Es indudable que podrían estar mejor escritas y algún día me tendré que poner a ello.
Pero son únicas. Las he escrito yo, como sólo yo soy capaz de hacer, y eso es todo lo que importa.

… aunque claro, que le gustasen a alguien más tampoco estaría nada mal.

El contenido de este campo se mantiene privado y no se mostrará públicamente.

Plain text

  • No se permiten etiquetas HTML.
  • Las direcciones de correos electrónicos y páginas web se convierten en enlaces automáticamente.
  • Saltos automáticos de líneas y de párrafos.

Luis (no verificado)

Hace 9 años 6 meses

Una vez escuché decir algo parecido a esto: "cuando un autor consigue lo que quiere, comienza a plagiarse a sí mismo una y otra vez. a eso le llaman "tener estilo propio"".

En cualquier caso, aunque dudo que haya una _única_ historia por autor, sí que creo que es cierto que hay grandes "atractores". Tendencias profundas. Probablemente debidas a nuestros miedos, inquietudes o esperanzas internas. Al final, hable de lo que hable, uno no puede dejar de hablar de uno mismo.

Pero ese "uno mismo" cambia...

Javier Albizu

Hace 9 años 6 meses

Al final, si reducimos toda historia a su misma esencia, nos queda poco más allá del "Chico conoce chica".
Si lo reducimos aún más, sólo es la historia de un chica o una chico. Como nace, conoce y pierde a gente y cómo muere.
Lo importante es que lleguemos a presentar al personaje con la suficiente profundidad como para dar a conocer al ese chico o esa chica con lo suficiente como para que llegue a importarle al lector.