300 días en ¡¡¡ESPARTA!!!!

Advertencia:
Para aquellos que hayáis llegado hasta aquí a través de Google, no. Esto no tiene nada que ver con el tebeo o la película.

Una vez dicho esto, vamos a lo nuestro.

Hace mucho tiempo…
No llega a trescientos días, pero se acerca. A finales de julio del año pasado una confluencia cósmica de esas raras, pero raras de verdad, logró que diese el paso que llevaba años negándome a dar, y negándome a reconocer ante mí o cualquier otro que quisiese darlo.
Las razones (sinceras en todas aquellas ocasiones) que durante tanto tiempo había dado a los demás cada vez que me preguntaban por el asunto se volvieron insuficientes. La balanza de equilibrio precario que gobernaba mi toma de decisiones se desequilibro súbita y poderosamente hacia la dirección contraria a la que había tendido hasta aquel entonces.
Decidí cambiar estabilidad y seguridad por la posibilidad, quizás remota, de algo más. Abandonar el negocio familiar en el que llevaba trabajando desde hacía quince años por otra cosa, lo que fuese. Buscar un trabajo en el que solo trabajase las horas que me correspondiesen sin sentirme culpable por irme a casa dejando tareas por terminar. Un trabajo en el que pudiese permitirme a mí mismo el cogerme unas vacaciones sin preocuparme de que las cosas se hiciesen de manera distinta a como yo consideraba que tenían que hacerse. Un trabajo en el que me dijesen lo que tenía que hacer, y no considerase todas las tareas como tareas mías (por mucho que otros me dijesen que no lo eran)
Un trabajo que, aunque no me gustase, al menos no me importase. Que me permitiese tener una vida más allá de él.
Así que tras una temporada larga meditándolo, asegurándome que no era un pronto, algo que se me pasaría después de dormir un par de noches (cosa que ya me había sucedido en ocasiones anteriores, quizás en su momento tendría que haber hecho más caso a estas indicaciones) reuní el valor para decírselo a mi padre. Después de eso lo siguiente era la gran pregunta ¿Y ahora que?
Mi decisión no significaba el abandono inmediato y fulminante, no quería dejar a la familia tirada, y el negocio (pese a no haberme gustado nunca) me importaba demasiado como para largarme sin más, o con un mes o dos de preaviso. Mi intención (y así se la comuniqué a mi padre) era la de aguantar unos años más, quizás hasta que él se jubilase.
¿Y ahora que?
Lo primero era asegurar un cierto grado de estabilidad para cuando ya no contase con el sueldo que me proporcionaba el negocio. Eso pasaba por acabar de pagar mi casa cuanto antes posible, y eso pasaba por una mudanza conceptual hacia tierras más áridas: Hacia ¡¡¡ESPARTA!!!
Bien, vale. Todos (o casi todos) habéis pasado por mi casa y sabéis que… ejem… si bien la decoración se puede considerar ciertamente espartana, la cantidad de tecnología y papelería que consumo tiende más hacia derroteros más cercanos a los de esos blandengues de los Atenienses. Lo primero era recortar gastos y lujos innecesarios. Si bien no todos, al menos sí los más superfluos.
Adiós a la compra de comics, libros y DVDs. Adiós a las ampliaciones faraónicas de los ordenadores, adiós a la compra por ebay de las piezas que iban ampliando mi retro museo de ordenadores y consolas. Adiós, hombre de hojalata, adiós espantapájaros, vámonos para Kansas, Toto (estooo… creo que se me ha ido la pinza para otros derroteros)
Pero bueno, creo que ya pilláis el concepto. Hacerme un presupuesto ajustado para vivir. Sin carencias pero sin lujos.
Y si os soy sincero, no echo de menos esos lujos. De acuerdo, alguna vez si que veo o leo sobre alguna cosa que me gustaría tener, y me veo tentado de mudarme, aunque sea temporalmente, a parajes menos duros, pero ¡¡¡ESPARTA!!! logra prevalecer.
Vale, mi carencia en tebeo “físicos” se ha visto compensada gracias a internet y los amables señores que se dedican a escasear tebeos de manera desinteresada.
Pero la cosa es que no echo de menos (al menos no demasiado) todas esas cosas que he abandonado durante esta búsqueda e intento de conquista de mi futura seguridad. Porque, amigos míos, las cosas verdaderamente importantes no las encuentras gracias al dinero.

(Activando modo cantautor)

Que narices…

(Desactivando modo cantautor)

Que sí, que las cosas que importan de verdad no son las cosas, sino las personas. Que no me permitiré comprarme el último Usagi Yojimbo, pero me da igual, porque puedo estar tranquilamente charlando en Norma con Josemi o con Jordi. Que no me permitiré el cenar o comer dos o tres veces por semana con mis amigos, pero puedo estar con ellos tranquilamente sin mediación de ingesta alguna. Y eso es lo que importa de verdad (al menos lo que me importa a mí)
Así que me voy a quedar por estas tierras durante largo tiempo. De aquí a unos años tendré mi casa pagada, pero seguiré sin mudarme, porque entonces llegará la conquista y anexión de otros territorios. Territorios montañosos que poder compartir con aquellos que me importan.
El combate será largo y duro, pero sé prevaleceré.
Así que, gritad todos conmigo:
¡¡¡ESPARTA!!!
¡¡¡ESPARTA!!!
¡¡¡ESPARTA!!!

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Tosko (no verificado)

Hace 17 años

¡Por fín el terrenito con el Castillo del Malo (tm) y los dos ejércitos privados!

¡¡¡ESPARTA, ESPARTA, ESPARTA!!!

(Me he comprado otra moto, mi señor. ¡Glups!)

Javier Albizu

Hace 17 años

Eres debil, pero eso se puede curar.
Has caido, peor aun puedes levantarte.
Unete a mi, y juntos... (bueno, ya sabes lo que sigue)