Nunca a la última 002

Menos a la última que nunca, y sin tener aún muy claro qué o cómo quiero que sea esto, llegamos una vez más a la fecha de entrega.
El documento de texto con los enlaces sigue creciendo y se acerca ya a los cuatrocientos artículos a compartir… lo que me provoca una pereza infinita a la hora de ponerme a ordenarlos, ponerles las etiquetas de HTML para que sean pinchables, y decidir bajo qué título los presento.

Es más, una gran parte de ellos ni siquiera me los he leído, así que el compartirlos se me hace algo arriesgado. A ese saco van a parar todas las entradas de blog con nombre interesante cuya duración o complejidad es superior a lo que puedo adivinar en un vistazo rápido.
Hay mucho de Open Culture, Xataka (con quienes, por más interesantes que sean sus artículos, tengo un problema muy serio con sus títulos) y Ars Technica (cerca de una cuarta parte del total), hilos del Tuister y vídeos del TuTubo mezclado con materiales sueltos de todo origen, tipo y condición.
Para complementar a lo que voy encontrando nuevo (que ya será viejo para el momento en el que lo comparta), voy recuperando cosas que me recuerda el Caralibro que compartí en los tiempos pretéritos.
Por poner un ejemplo, en el caso concreto de hoy, de entre todo lo que fui compartiendo en los catorces de marzo pretéritos, hay cosas que no cabrían aquí como un comentario de hace nueve años en el que decía volver desde Madrid con tres Commodores más (comprados por Ebay a un canadiense mientras me alojaba en cada de un amigo), y otras que sí que podrían encajar, como mi queja año tras año (desde el dos mil trece) del anuncio de Gügel del próximo asesinato de su Reader. Como consecuencia de esto, y mientras comenzaba a mirar alternativas a este RSS, en la limpia de blogs difuntos que le siguió descubrí que también había desaparecido Halón Disparado, lo que me entristeció, o que Mark Evanier había cambiado la ruta de su feed.
En años posteriores me apunté para “más adelante” una página que sonaba interesante1 a la que no volví a hacer caso, vi una camiseta de la que ya me había olvidado2, un artículo interesante en el que se hablaba sobre el papel de la RAE3 o un sketch del show de Tracy Ullman en la BBC4.

Aparte de cosas como estas, de vez en cuando me encuentro con material propio que del que no tengo registro en ningún otro lado. Textos que escribí pero que no recuerdo a cuento de qué salieron, como este que compartí un día doce de hace unos años:

El "creo que esto se me va" de hoy:

Me pides que elija como si tuviera elección. Como si no elegir no fuese en sí mismo una elección.
Me exiges que decida entre una u otra cosa. Que no existen opciones más allá de aquellas que me planteas.
Pero mientes. No sé si por maldad, por ignorancia o por ceguera, pero mientes.

El mundo de las decisiones es binario, pero la cantidad de opciones a valorar carece de límites.
Con el lenguaje tratamos de condicionar la realidad. Tanto la nuestra como la de los demás.
A través de él fingimos ser algo que jamás seremos; entidades cuyas acciones moldean aquello que somos capaces de percibir.
Y esto no es así, con las palabras nos limitamos a describiendo el universo de una manera que nos permita enfrentarnos a él. No lo limitamos ni le damos forma, nos engañamos mientras pretendemos hacer ver que lo comprendemos. Aparentamos saber allí donde solamente creemos. Nos colocamos como un elemento central de algo ante lo que no somos nada, algo que no somos capaces de abarcar.
Inventamos atributos humanos para algo que no los requiere. Ocultamos nuestra ignorancia bajo una máscara de suficiencia, miramos al infinito y por el simple hecho de haber inventado palabras y conceptos para describirlo lo creemos subyugado.
Somos algo. Sí, pero sólo motas en el infinito, instantes en la eternidad, elementos prescindibles dentro de un gran esquema que no nos necesita.
Somos buscadores. Aspirantes al conocimiento, pretendientes a un lugar dentro de una certeza inalcanzable.

Me pides que elija, como si en tu mano estuviese la capacidad de crear u otorgar opciones.
Me exiges que tome una decisión como quien se engaña creyéndose poseedor de una respuesta.
Pero mi decisión no depende de ti ni de tus opciones. Mi decisión sólo depende de la verdad.

No recuerdo el proceso mental que me llevó hasta ahí, pero creo que está relacionado de alguna manera con otro comentario de unos días antes en el que ponía algo del estilo de..

Claro que tengo corazón. Tengo montones de ellos, míralos, los tienes aquí en frascos perfectamente etiquetados, pero estás desviándote del tema.

Esto quería ser el punto de partida para algún relato que algún día retomaré, pero que no tenía apuntado en ningún otro lado.
Notas todas estas que quedarán perdidas como lágrimas en la lluvia hasta que, un año después vuelva a recordármelas alguna de las redes sociales, pero que no tengo manera de rastrear el resto del tiempo… hasta ahora.

En multitud de ocasiones me vuelve el acto reflejo de soltar la pedrada que tenga en el momento golpeándome en la cabeza en las redes sociales pero, en lugar de eso, la voy apuntando en el mismo documento en el que plasmo esto (o en el correspondiente al reto con el que esté relacionado).

La perspectiva que da el tiempo siempre ayuda a darles forma, a asentar conceptos5 (aunque vuelvan a cambiar al día siguiente) o ayudar a darles forma6 (una forma que también cambiará día a día).

Y luego queda lo demás. Todo lo demás. Los jardines en los que me meto y los compromisos que voy adquiriendo conmigo mismo como el querer recuperar las secciones muertas de esta web. Otro reto más en sí mismo.
Cada vez me van saliendo entradas más extensas que me requieren más tiempo. Un tiempo que, entre otras cosas, he tenido que arañar a otras cosas (como el curso que hice hace un par de semanas y la preparación para el examen que vino a continuación).

Mientras escribo esto del tirón tengo la cabeza en que hoy aún no he hecho nada de ninguno de los dos retos que tengo en curso. Así pues, ni revisar ni leches. Que, tenga el sentido que tenga lo que aparece por aquí, sea lo que Crom quiera.

Entre hoy y el miércoles que viene trataré de plasmar lo que es, creo que es, o quiero que sea en la actualidad esta web. Una versión 2.0 de lo que escribí hace siete años7 que, pese a estar convencido de que no se parecerá en gran cosa a lo que escribí en su momento, también soy consciente de que tendrá el mismo fondo (el mismo con el que nació su primera encarnación en forma de blog hace ya tres lustros8).
A ver qué sale de todo eso, y si para entonces lo tengo claro.

Enlaces:

1. Ludoscience, estudiando la historia de los vídeo juegos
2. ¿Qué han hecho los romanos por nosotros?
3. El mito de las palabras que no están en la RAE
4. ¿Qué llevaba usted puesto?
5. Daegon mes, xxv
6. Bajo un océano de bits, mes II
7. ¿Qué es Mytgard? v1.0
8. Palabras desde otro mundo v1.0 (Mytgard Alpha 0.01)

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Me da un poco de vértigo pensar en todo lo que he escrito a lo largo de los años y todo lo que he olvidado. En un momento dado de mi vida decidí poner en un listado todas las webs que me parecían interesantes, con la intención de leerlas "más adelante". Ese listado lo perdí, y todas sus webs. Luego hice un listado en un borrador de Gmail, y no lo he perdido, pero tampoco le he echado un vistazo en años. Las webs que me parecen interesantes las anoto allí porque creo que así no se perderán como lágrimas en la lluvia, pero es una acción fútil. Las perdemos, porque no podemos leerlo todo. Lo catalogamos con la esperanza de que algún día volveremos a verlas, pero la verdad es que para entonces habrán surgido otras cosas que nos parecerán más interesantes y al final resultará que lo que nos gustaba no era leer cosas interesantes, sino traer (inútilmente) un poco (demasiado poco) de orden al caos.

He tenido que releermelo para acordarme de qué hablaba esta entrada. Oye, ni tan mal. Viva la dispersión.

Mi ambición preservadora y Diógenes de textos cada vez va a más. El documento de enlaces hace tiempo que no lo toco, pero ahora tengo una hermosa hoja de cálculo con montones de pestañas y fórmulas donde voy haciendo seguimiento de lo que escribo, y donde apunto lecturas (por su un día muere Goodreadas), las distintas versiones que conservo de cada documento que he encontrado (ahora que lo pienso, creo que esto ya lo he puesto en algún comentario en tu web), y cuántas palabras, páginas y revisiones han tenido.

Sí, alguna vez lo hemos comentado ;). No me parece mal, yo también soy muy de catalogar y rememorar y tratar de organizarme. Quizá al final soy bastante más caótico que tú, pero me parece que nos ha picado a los dos el gen archivista xD.

Llevo un tiempo muy a tope con la preservación de información que no le importa a nadie.

Tengo pendiente hacer una entrevista a la persona que montó la primera tienda de especializada en tebeos en Pamplona allá por los 80. Por lo que me he ido informando, ese fue el lugar en el que nació el Club Mordor (algo que no no supe hasta hace poco, y eso que durante muchos años fui un cliente asiduo de aquella tienda) y parte de la escena fanzinera de la zona.

Otro de mis proyectos pendientes es el de escribir una historia de la informática "accesible y entretenida" (algo parecido a la charla que di hace años en la RetroNavar pero con muchos más datos y mejor ritmo).

Aparte de eso, tengo otro montón de frentes abiertos aún por delimitar :).