Antes de servir a la patria

Antes de escribir la columna de ayer tenía una duda (bueno, mas de una), sobre una serie de eventos y las fechas en las que tuvieron lugar tales sucesos.
Pero como la memoria es así de caprichosa, pues ha tenido que ser hoy cuando recuerde nuevos detalles que van poniendo las cosas en su orden cronológico. Así que vamos a ello.

Momentos laborable-frikis.

Es curioso lo relativo que se hace el tiempo cuando tratas de recordar las cosas. Siempre (bueno, siempre siempre no, solo de unos años a esta parte cuando he tratado de recordarlo) he pensado que mi estancia en el taller desde que dejé de estudiar, había sido mas prolongada de lo que, al parecer fue.
Pero echando cuentas, resulta que esta debió de ser mínima.
Mi “ascensión” a la tienda, coincidió con la compra de un ordenador, un 386 a 40 megaherzios. Se estaba tratando de introducir entre las que se vendía en la tienda la informática musical y, dado que yo era (y sigo siendo) el “informático” oficial de la tienda y la familia, me tocó a mi encargarme de tal sección. Hasta aquí la versión oficial.
Lo que sucedía en realidad, es que la sección de teclados y midi de la tienda no se movía demasiado, y había una persona ocupándose exclusivamente de esta sección (Alberto “El Skualo”, un tío muy majo, a parte de un gran teclista). Así que como la cosa no daba para un sueldo en una sección tan específica, pero tampoco era una sección que pudiera quitarse tan alégremente, así que a Alberto no se le renovó, y a mi se me reubicó en el organigrama de la tienda.

Hasta aquí el punto primero.

Asimismo, no recordaba exactamente cuando comenzó a publicarse el fanzine “El mercenario, el fanzine independiente que solo se vende por dinero”. Revista aperiódica de y por los aficionados del club Mordor (usiase, el nuestro), que duraría cosa de cinco gloriosos números.

¿De que manera esta relacionado esto?

Poco después de mi ascensión, fui enviado a Barcelona a l´aula (creo que se escribe así) de música, a recibir un cursillo sobre informática musical y midi, a la vez que visitaba las instalaciones de Roland (distribuidor en España de esta marca de sintetizadores). Recuerdo que cuando me lo propusieron, estaba aterrado ante la idea de pasar una semana solo en un lugar en el que no conocía, razón esta por la cual dije que si iría sin pensármelo dos veces.
El cursillo (faltaría mas) era en julio, mas concretamente durante los sanfermines (no iba a faltar yo una semana de la tienda con esta abierta).

Armado con una bolsa de deporte con cuatro trapos, un walkman (con sus correspondientes cintas) y lectura friki, llegue a la estación de Sants de Barcelona. Lo primero que hice, comprarme una guia de la ciudad, y marcar en ella los lugares fijos que visitaría. Lo segundo, coger un taxi para que me llevase hasta el hostal en el que me alojaría.
Aquel lugar, sin ser gran cosa (dos camas y un armario) no habría estado mal, de no ser porque el cuarto de baño quedaba fuera de la habitación, como a unos diez metros. Ya por aquel entonces mi entrada en carnes me hacía levemente inmune al frío, y acostumbraba a dormir sin pijama, así que si quería hacer mis necesidades en medio de la noche, o perdía el tiempo vistiéndome, o me arriesgaba a practicar el exhibicionismo.

Para mi, lo de los cursillos pronto se convirtió en lo de menos. Estaba en Barcelona, ciudad repleta de tiendas frikis, a una de las cuales hacía pedidos todos los meses. Por fin conocería el santuario al que regularmente enviaba mis “donativos”, por fin vería Gigamesh.
Es mas, no solo conocería el local, sino que pase por el todos los días que duró mi estancia en aquella ciudad. Por lo demás, todo lo que debía aprender en aquel cursillo, ya me lo había enseñado antes Alberto.

Y aquí es donde viene el dato que sitúa cronológicamente esto antes que mis estancia en la prestación social. Ya que durante mi estancia en Barcelona, hice de “comercial” del fanzine (otra cosa que me aterraba, me daba una vergüenza inmensa y me forcé a hacer).
A cada tienda a la que iba, ofrecía nuestra revistilla. En algunas, como Gigamesh (el mismísimo Alejo Cuervo en persona), me pidieron varios ejemplares (en ese caso concreto, cincuenta), y en otros (como Vertice comics) nada de nada.
Al final regresé a Pamplona con la bolsa mucho mas cargada que como había salido. Debían ser las cinco de la mañana, y como no sabía que autobús subía desde allí hasta Iturrama, ni vi ningún taxi, pues me volví a casa andando. Lo de menos era el camino, lo peor fue que casi me despellejo las manos con la bolsa (que estaba a reventar de libros).

Pues una vez contado esto, viene la parte que lo sitúa antes de la prestación. Pues durante esta, conocí a Carlos, aficionado también a los comics (aunque no al rol). El y unos amigos suyos también habían hecho un fanzine, aunque era mas “literario” (de relatos cortos, y alguna historieta con dibujos). Y he recordado que “intercambiamos” ejemplares de las creaciones en las que habíamos participado.
Así que, dicho esto: Ya esta establecida la secuencia de los hechos (que diría Grissom).

Tamañana

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