Biografía daegonita LXXIV: La novela IV

Por Javier Albizu, 7 Abril, 2021
No recuerdo exactamente con quién empezó todo. Cuál fue el primer personaje que “importé” en Daegon desde otros universos de ficción. Técnicamente, supongo que fue “Predator”1 aunque, claro, nunca fue “un personaje” tal y como lo entendemos. Mas no importa.

A lo largo de las aventuras que precedieron a “La Gran Campaña” había ido sacando personajes que, de una u otra manera, eran trasuntos daegonitas de personajes conocidos. Como ya comentaba en su día, por ahí andaban Dredd, un sacerdote de la diosa de la justicia, Marv (de Sin City) como un medio troll o de Conan… un bárbaro / ladrón / guerrero (aunque no llegué a presentarlo nunca como pirata, sí que tenía claro que no llegaría a ser rey). Personajes que se fueron convirtiendo en parte del reparto habitual. Una serie de individuos que, junto a otros habituales de creación propia, habían tenido también su propio peso durante los hechos narrados en la novela.

Si al grupo formado por los jugadores lo podríamos considerar el “Equipo A”, este habría sido el “Equipo B”. Un “equipo” que había llevado a cabo sus propias misiones de las que muchas veces los jugadores no fueron conscientes. Acciones de las que no todos regresarían con vida. De cualquier manera, ninguno de aquellos personajes “externos” volvió a aparecer en las aventuras posteriores. El único que quedaba era el bueno de Syzygy Darklock, pero su evolución le llevó a tener un trasfondo propio y un nombre nuevo, Iorum Arcanus.

Claro está. A la hora de trasladar las andanzas del resto de aquellos individuos a un texto narrativo… no me pareció muy adecuado utilizar sus nombres originales. Por otro lado… tampoco tenían una personalidad demasiado definida. Es la ventaja que te da el usar personajes que todo el mundo conoce. Así pues, se me abrían dos caminos:
1.- Podía obviar sus acciones y su presencia
o
2.- Podía dotarlos de otros nombres.

Elegí la opción dos.

Una vez decidido esto, se me presentaban otras dos opciones:
1.- Podía cambiar los nombres pero dejar los arquetipos
o
2.- Podía crear personajes nuevos con su propio trasfondo y personalidad.

Una vez más, elegí la opción dos.

Con esto, el “Equipo A” quedaba conformado por:

Aikiler (anteriormente conocido como “Lobezno, del clan aikilers”)
Expósito
Kyrus (anteriormente conocido como “John Smith”)
Marcus Apolo
Sajar Naul (anteriormente conocido como “Gulmungur Montoya”)
Samón (anteriormente conocido como “Manos, guerrero indómito”)
Sombra (anteriormente conocido como “Shadow of Shayka”)
Yakumo Onimaru (anteriormente conocido como “Yakumo Urutsokidoji”)

Dejando al equipo B con:

Dama Borealis
Jirmun Lohar
Sondra
Vain Horst

A su vez, a Horst le acompañaba una serie de aliados y amigos (que no llegarían a tener punto de vista propio, por no hablar de “apellidos” o “familias”):

Chom Pol Gog
Corolu
Illund
Laeda
Leoric
Lysander

Con la excepción de Chom Pol Gog (que había sido uno de los personajes que había interpretado el mismo jugador que llevó a Sombra y Aikiler) y Sondra, todo estos personajes eran de nueva creación.

Por otro lado, dentro del “grupo de Horst” tenía un problema. Corolu, Leoric y Lysander eran personajes perfectamente intercambiables. Tres soldados que, al igual que Chom Pol Gog, habían desertado junto a Horst, su superior. Tres excusas para soltar y recibir exposición… pero que no tenían voz propia. Cada vez que hablaba uno de ellos no era capaz de determinar por qué lo hacía él y no cualquiera de los otros. Mientras escribía estas líneas me decía que no sabía muy bien qué me llevó a crear un grupo de esas dimensiones pero, haciendo memoria, las cosas se ha ido aclarando un poco.

Estos tres y Chom Pol Gog iban a tener su “momento de gloria” en una batalla. En la misma batalla en la que desaparecería Darus. Por eso tenía un problema. Si quería que su muerte llegase a importar al lector, primero tenía que lograr que le importasen. Buscaba para ellos un momento similar al de la muerte de Helfdane o la plegaria final de “El guerrero número 13”2. Tenía que encontrar sus personalidades y voces propias bastante antes de que llegase ese momento. Pero había tiempo.

Todo lo que sucedía en la novela tenía lugar en orden cronológico… aunque había alguna que otra trampa vía flashbacks o narraciones de los unos a los otros. Todo el primer capítulo estaba dedicado a la presentación de los personajes y, en menor medida, del mundo.
No quería presentar a los “protagonistas” como un grupo de Pjs. No todos se conocían y, aquellos que sí que tenían algún tupo de relación no tenían porqué hacer su aparición juntos desde el primera momento. Necesitaba justificar sus respectivas reuniones con algo un poco más elaborado que la mera casualidad, el destino o una profecía.
Porque, aunque sí que había una “profecía”, no había “elegidos”. Aquellos textos decían que la realidad estaba condenada. Que el final estaba cerca. No concretaba el cómo o el cuándo. No tenía una lectura sencilla. No había en ella nombres de personas o lugares. El Kilgar Doreth trabajaba únicamente con aproximaciones.

Otro de los elementos que iba a tratar era precisamente el concepto del “destino”. Quería hablar acerca de qué sentido tenía seguir lo que entendías que indicaba una profecía que decía que no podías ganar. Esa era la causa de las desavenencias más grandes entre los “inmortales”. La causa de los conflictos. Cuando nos movíamos en el plano terrenal, no se trataba de un conflicto de “buenos contra malos”, sólo de gente que consideraba que el otro estaba equivocado. Claro está, luego estaban “Los condenados a vivir”, pero esa es otra historia.

Por último, y como no podía ser de otra manera, los cuatro individuos que he mencionado antes no iban a ser los únicos en morir a lo largo de la novela. Por la misma, no todos los personajes con punto de vista iban a sobrevivir. Tampoco iban a morir todos los “acompañantes”. No quería telegrafiar las cosas, pero tampoco quería dar sorpresas que resultasen gratuitas.

En fin, que tenía muchos berenjenales que ir definiendo y concretando. Un buen jaleo entre manos.

Enlaces:

1. Referenciando y trasuntando
- Predator
- Biografía daegonita III: Yo fui un fanboy tardoadolescente

2. El guerrero número 13
- La muerte de Helfdane
- La plegaria

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