Biografía daegonita LXXXII: La novela XII

Por Javier Albizu, 2 Junio, 2021
Muy bien.
Hemos terminado con los interludios.
Toca ir a por lo magro. Empezar con la recolección de todo lo que hemos sembrado durante el primer capítulo.
Todo bien, ¿no?
Pues no. Con el comienzo del segundo bloque la cosa empezó a desmoronarse. Veo que los correos de actualización se hacen menos frecuentes. Pero ese no es el único problema. Entre marzo y junio apenas llego a escribir siete páginas. Entre junio y diciembre no logro terminar otras diez.
Mal rollo. Señales inequívocas de que algo va mal. Aun así, esto no quiere decir que no pase nada relevante durante esos periodos de tiempo. Más bien todo lo contrario. No sé hasta qué punto una cosa pudo condicionar a la otra.

La estructura del segundo capítulo seguía con las dinámicas que había adoptado para el primero. La historia continuaba avanzando a base de micro-segmentos. De porciones de texto de tamaño indeterminado que ya no tenían un “protagonista” tan fácil de identificar. Tampoco se separaban con la misma claridad.
Trataba de hacer que el texto llevase una organización cronológica pero, con tantos personajes, era complicado que las acciones no se solapasen. No importaba que toda la gente sobre la que escribía estuviese en un el mismo edificio.

Empezaba con una reunión entre Shar Kushen y Vain Horst (cuyo nombre real se descubría que era Vain Unryl. Un dato que tampoco iba a ninguna parte). Con un poco de melodrama familiar y un poco más de intrigas palaciegas del pasado. Otra ensalada de nombres. De personajes, apodos, lugares y conceptos pertenecientes al Dominio concentrados en apenas cuatro páginas.

La cosa continua con una lectura de votos. Estamos en una boda entre dos de los personajes. De dos individuos a los que apenas conocemos. Mal. Haz que los conozcan un poco mejor antes de meterte en estas cosas. Que importen al lector.

De ahí, sin un aviso especialmente perceptible, pasamos a una conversación que tiene lugar en uno de los jardines de palacio. Exposición sin filtro acerca de la trama. Desde ese lugar nos movemos hasta uno de los salones para presenciar un poco más de (otro) melodrama que terminaría en tragedia. Salto a otra sala. Al baile. Al momento en el que la novia le comenta a uno de los invitados que está embarazada. Más melodrama. Más tragedia anunciada de manera obvia (tan obvia que una de mis lectoras lo vio venir a la legua. Mal. Más cosas a revisar). Movemos la cámara hasta uno de los balcones donde dos de los invitados hablan. Tienen más en común de lo que creen (y mucho más de lo que sabe el lector), pero trato de preparar el terreno para “giros sorpresivos futuros” (no parece que los lectores vean venir este o alguna de las semillas que he plantado antes. Eso puede ser bueno o malo. ¿Se acordarán de estas conversaciones cuando llegue el momento?)

La conversación es interrumpida por el comentario de un niño. Se trata de un guiño hacia… supongo que hacia mí mismo. Es una boda, ergo hay una banda de músicos. El hijo de una de los integrantes de la banda está dando vueltas por ahí. Su madre le echa una reprimenda, se disculpa, habla con los “afectados” y se lo lleva.

Esa mujer es una nueva traslación de alguien a quien conozco. De una compañera de trabajo y amiga que acaba de tener un hijo.
Me da por pensar. Por pensar en otro amigo también músico. En alguien que murió hace unos años. En alguien que ya ha aparecido por esta web en alguna que otra ocasión1. Alguien a quien sigo echando de menos.
Decido en el momento que “también está ahí”. Al menos una pequeña parte distorsionada de él lo está. Su versión deagonita se encuentra en esa boda. Algún día, cuando encuentre las palabras adecuadas, me podré a escribir la historia de ese personaje.
A ellos no tardarán en seguirles otros.

Saltamos de nuevo. Esta vez se trata de un corte más brusco. Algo más “drástico” que poner dos saltos de línea. Plantamos más semillas. Intentamos despertar preguntas en el lector. La lectora avispada me dice que detecta algo… pero no sabe qué. Eso está bien.

Echo la vista atrás y veo el desastre que he generado. Eso no hay por dónde pillarlo. Todo está redactado con el culo. No puedo seguir sin haberlo corregido antes, pero no tengo fuerzas para volver a empezar.
Ya lo retomaré más adelante.

Enlaces:

1. Eduardo
- Mundo laboral III (Eduardo Berasategui)
- Macroverso XI Epílogo de una vida

El contenido de este campo se mantiene privado y no se mostrará públicamente.

Plain text

  • No se permiten etiquetas HTML.
  • Las direcciones de correos electrónicos y páginas web se convierten en enlaces automáticamente.
  • Saltos automáticos de líneas y de párrafos.

Índice