Biografía daegonita XXXXXXI: Cabos sueltos II - VII

Por Javier Albizu, 6 Enero, 2021
He de reconocer que, hasta que me puse a analizar las decisiones de diseño que tomé a la hora de ir desarrollando esta campaña, la imagen y el recuerdo que tenía de ella era bastante buena.

Por otro lado, me voy dando cuenta también de que todo el tema de “mundo sin dioses” no lo tenía del todo interiorizado en aquellos días. Cierto es que no había magia divina y había eliminado la magia espiritual, pero aún no había reescrito ni la cronología ni el “mito unificado”. Me había limitado a cambiar el nombre de las razas y poco más. No lo había pensado demasiado ni había profundizado tanto como pueden haber dado a entender los comentarios de algunas entradas anteriores.

La Ky’Lun’Tyr original1 bebía mucho de todo aquello. Tanto ella como la explicación que di a su contexto habían sido elementos totalmente improvisados. No había ningún plan previo, sino un “dejarse llevar”. Una huida hacia delante. Algo que no impidió que aquel “collage” de ideas se convirtiese en la semilla de una gran parte de los planes posteriores. De “La Gran Campaña” y el núcleo metafísico del Daegon primigenio.

Por la misma, eliminar a los dioses suponía un trastorno enorme para con todo lo que habían conocido los jugadores o lo que había escrito. No era tan sencillo eliminar aquel “pequeño” elemento sin verme obligado a poner nuevos pilares que sujetasen la súper estructura. Pero daba igual cuántos pilares nuevos pusiese, cada vez que miraba en otro lugar era necesario poner otros adicionales para evitar un derrumbe.

Cuando escribía acerca de la historia de los ailanu, la presencia de los dioses seguía ahí. Habían sido ellos quienes habían exiliado a esta raza hasta Namak, y era su mano la que había impedido que la tecnología continuase funcionando. El núcleo de la historia que habían experimentado los jugadores continuaba estando basado en preceptos obsoletos.

Idagor no pudo regresar junto con ellos porque era un alianu y, por lo tanto, el “veto” divino seguía pesando sobre él. Aquella fue la razón por la que sólo regresaron quienes lo hicieron. Supongo que aquella fue la razón de la “traición” de Mitsuru ante los ojos de Lenshoek, su amante ailanu.
Han pasado ya veinte años de aquello, y no escribía nada de las historias que dirigía más allá del nombre de los pnjs, así que los detalles son un poco difusos en mi memoria. Eso, y los intentos posteriores por hacer ver como que no habían pasado algunas de las cosas que habían pasado.

En la reescritura que hacía en 2010, cuando también eliminé a algunas de las especies inteligentes no humanas, aún quedaba parte de ellos. Hacía circunloquios semánticos y metafísicos pero, en gran medida, no se me ocurría una excusa mejor que “lo hizo un mago” para que el conocimiento de antaño no fuese funcional a partir de un momento dado.

“Tras la guerra, los poderes mandaron a Kirón como emisario a Daegon para anunciar la buena nueva pero este, debilitado tras milenios de lucha, sería destruido por los armas de Stergión.
Irritados ante aquella agresión, exiliaron a los habitantes de Stergión a Namak, el hogar de los kurbun. Enviándolos a uno de los fragmentos del continente desaparecido que había llegado hasta aquel plano.
Las máquinas que habían acabado con uno de sus hermanos también les ofendían, por lo que derribaron la ciudad volante, y condenaron a todos aquellos con los conocimientos necesarios para crear algo así hasta la isla de Danquol.”

Pero era una solución muy chusca. Una que no me gustaba. Lo sabía desde el mismo momento en el que le di al botón de “publicar”, pero estaba en otro de esos “retos de escritura diaria” y, llegado el momento, mi cabeza no dio para más.

No fue hasta seis años después, cuando comencé con la “reescritura desde cero”, y sin fechas de publicación fija, que di con una solución que me pareció mucho más elegante.

Durante el más de medio año que duró la escritura de la nueva cronología, se me ocurría la idea del “constructo primordial”:

-3016: La provincia imperial de Jormún, Annail Torgú descubre lo que afirman que es el “constructo primordial”, el elemento/material/concepto de la cual surgió todo y sobre el cual se asienta la estructura de la realidad.”

Una idea que después evolucionaría hasta su forma final. Hasta la explicación metafísica que se ha mantenido hasta el día de hoy:

”Los engranajes de la mecánica cósmica, en su infinito, movimiento, se alinearon para demostrar a la humanidad que sus esfuerzos por controlarla sólo eran los delirios de un loco. El cambio fue minúsculo, tan pequeño que ni siquiera pudo ser percibido, pero este se plasmó sobre lo que se bautizaría milenios después como la “Partícula primordial”, el axioma sobre el que se habían construido los preceptos de una gran parte del saber humano.
La infinidad de abstracciones que conforman la realidad, ignorantes de las agresiones a las que habían sido sometida o del prolongado conflicto que tenía lugar en su interior, pusieron fin a ambas.
La tecnología, simplemente, dejó de funcionar y, en sus esfuerzos por tratar de controlar lo incontrolable, la humanidad sólo logró empeorar aún más su situación.

Los experimentos que tuvieron lugar en Stergión provocaron que ellos mismos se auto exiliasen a Namak, el hogar de los kurbun. Allí, confinados en uno de los fragmentos del continente desaparecido que había llegado hasta aquel plano, sus vidas inmortales experimentaron el dolor y el sufrimiento de maneras en las que jamás habían imaginado.

Otros, como los habitantes de la isla de Danquol sufrieron una suerte similar. Ellos quedaron atrapados en una dimensión interregna. No llegaron a abandonar este mundo por completo, pero sí que perdieron el acceso hasta él. La grieta inestable creada por sus experimentos daba a una infinidad de lugares y momentos que recorrerían sin rumbo fijo durante los restos de su existencia.”

Porque, por más importante que se crea la humanidad, sólo es una mota en el gran esquema. Los cambios que puede llevar a cabo pueden ser relevantes para ellos mismos, pero son ínfimos ante el gran esquema. Otro de los temas sobre los que trata el relato que estoy escribiendo.

Así pues… ¿cómo habría sido Ky’Lun’Tyr de haber escrito su historia a día de hoy? ¿Cómo será cuando me centre en ella?

Pues… no lo sé.
Le sigo dando vueltas y tengo ideas. Muchas. Pero hay aspectos con los que no termino de estar contento. Podría convertirlo en un concepto totalmente nuevo. En algo diferente que se aleje de todo lo anterior, pero eso no es lo que quiero. Mi propósito, igual que sucede con todo lo relacionado con este universo, es preservar una parte de lo que ya fue. Algo que pertenezca a sus anteriores encarnaciones. Quiero que sean reconocibles sus antecesores. Que no se traicione su esencia… pero que encaje con lo que busco en la actualidad.

Volverá, eso seguro. Sigue siendo un elemento fundacional de Daegon y tiene todo mi cariño, pero quiero dedicarle el tiempo necesario para hacerle justicia.

Enlaces:

1. Distintas formas de una misma idea
- Biografía daegonita III: Yo fui un fanboy tardoadolescente
- 1999 - Los Ailanu
- 2010 - Alzamiento y barbarie. Orgullo y condena. La última victoria de los ailanu
- 2016 - El imperio ailanu
- 2019 - Orgullo y condena

El contenido de este campo se mantiene privado y no se mostrará públicamente.

Plain text

  • No se permiten etiquetas HTML.
  • Las direcciones de correos electrónicos y páginas web se convierten en enlaces automáticamente.
  • Saltos automáticos de líneas y de párrafos.

Índice