Instituto Politécnico (Adiós a los estudios)

Había finalizado con éxito FP 1 de electricidad. No se muy bien porque, ni si fue idea mía o de mi padre, pero la cosa es que al año siguiente me apunté a FP 2 de electrónica, idea esta brillante como pocas.
Si mi pericia estudiantil con aquellos de mi “nivel” ha quedado ya harto desmentida, lo que me faltaba era llegar a otra especialidad, que lo único similar que tenía con lo anterior que había estudiado, era la similitud de sus nombres, por todo lo demás eran como de realidades y lógicas opuestas. Así que ya la habíamos liado.

La cosa es que, a pesar de que el resto de asignaturas si que estaban a un nivel similar (aunque no igual, dado que eran escuelas y profesores distintos), mi carencia de una base en lo realmente importante (las asignaturas técnicas), me lastró de tal manera, que no era capaz de acertar en ninguna de ellas.
No recuerdo cuanto aguante allí (se que no acabe el año), pero se me hizo eterno. Al principio, cada vez que había un examen a la vista los nervios me destrozaban el estomago. Esto fue incrementándose de tal manera, que llegó un momento en el que ni siquiera podía levantarme de la cama del dolor.

No se si llegue al tercer trimestre. La cosa es que, cuando los médicos que tenía una ulcera, parece que mi padre por fin pilló la cosa, y el mismo día me preguntó si quería dejar los estudios. ¿A que no sois capaces de adivinar mi respuesta?.
Al día siguiente ya estaba apuntado a un cursillo de mantenimiento de ordenadores del INEM. Por supuesto, cuando no estaba en el cursillo, estaba trabajando en la tienda, con la salvedad, de que en aquel momento comencé a cobrar, nada menos que quince mil pesetas al mes (no todos los meses, pero bueno, era bastante mas que las mis pesetas semanales que recibía hasta entonces).

Pero a pesar de “haberme quitao” de los estudios, aún quedan secuelas.

Quizas tenga que ver con que, mas de una vez, me despertaba y, daba igual que hora pusiera en el reloj, yo veía la hora de ir a clase, así que me vestía y me disponía a ir a clase. Mas me vale que el sueño de mi pobre madre es ligero y siempre me pillaba en la puerta a punto de ir a clase, ya fueran las tres o las cuatro de la mañana.
Acto seguido, y sin replicar a mi madre (no tenía sentido, sabía lo que pasaba en cuanto la veía asomarse), me iba a mi habitación, y me volvía a meter en la cama con la ropa de calle puesta.

Pues bien, resulta que tengo un sueño recurrente. El sueño no es que sea siempre es el mismo, el fondo si que permanece igual.
Los hay que sueñan que salen a la calle en calzoncillos o en pañales, pero lo mio no va por ahí. Mi “pesadilla” consiste en que estoy yendo a la universidad o que he vuelto a estudiar.
Generalmente me encuentro camino de clase, sin saber como me he metido en eso. La cosa no da para detalles sobre lo que se supone que estudio, pero no hace faltan falta tales minucias para hacerme pasar un mal rato.

Lo de levantarme a las tantas y no ser capaz de ver la hora, me sigue pasando, pero lo tengo controlado, pero lo de soñar que vuelvo a estudiar es algo que me sigue tocando mucho las narices.

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