Larraona V (Hasta nunca)

Es curioso como van apareciendo y desapareciendo los recuerdos. Como nuestra cabeza nos hace creer unas cosas, a base de “eliminar” los recuerdos que contradicen la historia que quiere hacernos creer.

¿A que viene esto?, os preguntareis.

Pues a que la idea que tenía yo de mis primeros años aquí, no se parecía en nada a esa “vida standar” que suelen aparecer en las series, o que ves en los niños de ahora. Me estoy refiriendo, a las clases extra escolares.
Porque así como tengo “grabados” a un par de profesores de las clases para recuperación, hasta hace un rato no había sido capaz de recordar todas las demás clases a las que había ido. Si, niños y niñas. Yo era “otro” de esos niños estresados con actividades extra.
En la tienda comencé a estudiar piano no se si dos o tres veces, y guitarra otras tantas (cuando el/la profe de piano me daba por imposible).
En cuarto de EGB me apunte a Judo en el mismo colegio, aunque creo que no llegue a estar ahí mas de un trimestre. Aquello no se parecía en lada a lo que hacían en las películas o las series de dibujos.
Ya os comenté lo de la academia Eyser, pero a parte de esto, uno de los profesores que me daría clases de matemáticas para septiembre, también nos había dado clases de informática a mi hermano Aitor y a mi.
A esto habría que sumarle también estuve apuntado una temporada al equipo de futbito y al de baloncesto de Larraona, con sus consiguiente horas de entrenamiento.
Que horror, era uno mas de la marabunta de niños hiper atareados (aunque no recuerdo que las actividades extra escolares me agobiaran demasiado, sería porque no les hacia demasiado caso). ¿Influiría esto en mis maravillosas notas?. Pues creo que no.
No es que yo no estudiase, ni que no supiera las cosas, pero parece que solo funcionaba bien bajo la presión extrema de septiembre. Al parecer la presión trimestral era demasiado blanda para mi. A ver, me explico.
Creo que fue en séptimo.
Examen de matemáticas. Por supuesto, suspenso.
Me pregunta el profesor particular, ¿que preguntas te han puesto?
Yo le respondo cuales han sido.
“Pero si eso lo dimos la semana pasada, y te lo sabías” me replica sorprendido.
Y era cierto, y sabía las respuestas, solo que mientras que en los exámenes a los largo del curso me quedaba en blanco, en septiembre parecía que superaba ese bloqueo.
Si es que soy raro hasta para eso.

Volviendo con temas mas agradables que el estudio.
Octavo de EGB, comienza el tercer trimestre, y no puedo levantarme de la cama. Va, y resulta que tengo reúma, pero no un reúma cualquiera, sino de los que se da uno entre cada millon de reumáticos. Si es que el frikismo lo llevo en los genes.

Así que ahí estoy. Nosecuantos meses en cama. No puedo acercarme al ordenador. ¿Cual sera mi salvación?, ¿Como lograre superar el tedio?.
No, no voy a poner aquí anuncios, y pasare directamente a la solución.

Los comics.

No es que tras el “descubrimiento” de los ordenadores hubiera dejado de leer comics. Mi padre seguía comprándolos (de una manera un tanto anárquica, pero los compraba). Lo que pasa es que nunca me había preocupado de seguir por mi cuenta una colección regular. Eso cambiaría aquel año.
Mil novecientos ochenta y siete, que gran cosecha de comics. Hasta mis manos llegan el numero dos de Batman “El señor de la noche”, un numero de Los nuevos mutantes de Claremont y Sienkiewicz, el numero dos de Superman “El hombre de acero” de John Byrne, y el numero tres de “Crisis en tierras infinitas”. Entre la miríada de personajes que aparecen por las paginas de erste ultimo, reconozco solo a unos pocos. Estan Superman, Batman, y Robin, y algún villano que me suena, pero al resto no los había visto en la vida.
Pero aquello molaba. Cientos de tíos vestidos con trajes coloridos y ajustados, se dedicaban a lanzarse rayos, mientras comentaban combates que habían tenido en el pasado. Había algunos que solo aparecían en un par de viñetas, para morir en la siguiente.
Yo quería saber quieres eran todos aquellos tipos, porque narices estaba pasando todo aquello. Pero el flujo de comics era bastante incostante, mi padre pillaba los comics sin mirar títulos, tan solo los que hubiera en aquel momento en el kiosko cuando compraba la prensa.

Tardaría mucho en completar la colección (bastante mas que los doce meses que duraría su publicación. Pero mientras buscaba aquellos números, ante mi apareció un mundo nuevo. Las estanterías de los kioskos y librerías por los que pasaba estaban abarrotados de montones de colecciones. Leía entre sus paginas nombres a los que se hacía referencia en los tebeos que había leído de crío, o me había traído esporádicamente mi padre.
Los personajes pasaban de colección en colección, y había números de mas paginas, aventuras completas que se publicaban estacionalmente.
Por todos los rincones de la casa había algún numero suelto de alguna colección, historias incompletas cuyo final quería conocer en aquel momento.
A partir de entonces, cada vez que pasaba por delante de una tienda de revistas, librería, o lugar en que hubiera una mínima posibilidad de albergar algún comic, estaba, y comenzaba a buscar entre la maraña de revistas “rosa”, y cuadernos de pasatiempos.
Hasta mis oídos llegó la leyenda de que, en la lejanía de lo viejo existía una tienda repleta de aquellas joyas de papel pintado. Un paraíso del friki llamado Tebeo. En aquellos primeros años no haría especial atención a aquellas leyendas. Pero pronto llegaría el día en el que los mitos se mostrarían como ciertos, en el que las profecías cobrarían sentido.

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