- Se acerca una nave.
La dulce voz de Mya despertó a Abner. Una vez más se había quedado dormido en el sillón de la sala de control. La habitación podía parecer pequeña para los estándares, con todas sus funciones automatizadas y preparadas para ser controladas por una única persona, pero tras sus paredes se encontraba oculta una maquinaria muy superior a la que se utilizaba para dirigir los grandes cruceros.