Nunca a la última 012

Por supuesto, yo no supe de esta cita directamente a través de ningún texto suyo, sino gracias a Sergio Aragonés y Mark Evanier mientras rompían los juguetes de otros.
Es posible que esta pareja referenciase al primer autor de la cita con su “Trapped In A World He Never Made”, aunque también lo es que homenajeasen a quien la popularizó en el mundo de los tebeos antes que ellos3, algo que los traductores por aquí convirtieron en “Atrapado en un mundo que no es el suyo”, pero ese es ya otro tema.

Que rindiesen honores a uno, al otro, o a ambos también es otro tema, y aquí no hemos venido a hablar de eso, sino de mundos de los creamos una pequeña parte por el mero hecho de existir. Del mundo en el que vivimos, de cómo lo percibimos y de las pequeñas parcelas de este que ocupan los demás.

“Atrapado en un mundo que no ha creado” no deja de ser una sucesión de palabras un tanto… peculiar. Dependiendo de cómo la interpretemos es una obviedad sin demasiado sentido o una manera de escurrir el bulto. Porque nuestro granito de arena está ahí.

En ocasiones algunas de mis amistades me han comparado con un alienígena, un robot o Sheldon Cooper. Me dicen que ni siento ni padezco. Que, dadas mis reacciones, no parezco un habitante de este mundo, y eso me parece bien. Por más mentira que sea, esa es mi intención.

Porque puede parecer que vivo “Atrapado en un mundo que no comprendo”, pero hay muchas partes de él que no es que no entienda, sino que trato de mantener a raya en mi persona.
Quizás no comprenda la necesidad de alcohol o el café, esa urgencia por reivindicar la masculinidad o heterosexualidad de uno en público o esa querencia por sentirse rodeado por la masa que muchos parecen sentir. Y no lo comprendo porque no las he experimentado, pero esto no significa que sea incapaz de comprender que otros puedan tener impulsos o necesidades diferentes a las mías.

Comprendo el dolor y la rabia, la frustración y la tristeza, el agotamiento, la desesperación y el deseo de querer que todo termine. Comprendo todo esto, lo siento y lo rechazo siempre que me es posible. Siempre que me encuentro con fuerzas.
Entiendo y comparto la necesidad del conectar con otros, pero no el que esto sea a costa de quien eres ni a costa del otro.

Entiendo el privilegio y la injusticia. Los veo y los vivo a diario, igual que veo como otros los niegan. Otros, igual que yo, privilegiados. Privilegiados que distan (distamos) mucho de tener unas condiciones de vida perfectas, pero que son infinitamente mejores que las de otros tantos que tenemos a nuestro alrededor. Gente que quiere que quien vive mejor que ellos viva peor, en lugar de preocuparse porque quienes tienen menos mejoren sus condiciones. Gente dispuesta a hacer lo que critica en el otro para llegar a alcanzar su misma posición.

Es fácil ver las contradicciones en los demás pero muy complicado el aceptar las nuestras. Alejar nuestra mirada del “yo”, del “ahora” y del “quiero” es un ejercicio complejo, porque somos el centro. Tratar de tener una visión de conjunto requiere de mirar constantemente hacia atrás. De analizar lo que hicimos y aceptar nuestros errores, nuestra responsabilidad. Nuestra parte de culpa.

Porque fallamos. Lo hacemos constantemente, y aun así el mundo sigue girando. Ese mundo que ayudamos a crear.

Conozco el impulso que lleva a uno a buscar justificaciones ante su actos erróneos. Vive en mi al igual que otros muchos rasgos que desprecio. El ofenderte cuando dicen de ti algo que sabes que es cierto y querer responder, el querer hacer daño a quien te lo ha hecho a ti. El deseo de negar tus defectos y juzgarlos en los demás. El querer desestimar el todo a partir de una única frase o un momento concreto.

Lo que no conozco es la seguridad. Vivo en la duda constante. Mi única certeza es aquella que me indica que cualquier cosa que haga o diga puede estar equivocada. Por más que lea, analice o estudie, puedo estar errando, y eso es algo que está bien. Porque no puedes sacar de su error a quien “sabe” que está en lo cierto. Quien no acepta la posibilidad de carecer de toda la información, quien se niega a aceptar que vive en un mundo complejo.

Espero no negar nunca algo que fui por más despreciable que me parezca hoy, porque eso significaría que hay una lección que he olvidado.
Me he encontrado a mi mismo defendiendo cosas que antaño negaba y, más allá del rubor por quien fui, me alegro por quien soy. De la misma manera, hoy puedo estar equivocado en mis afirmaciones, pero espero ser lo suficientemente inteligente para aceptar mis errores cuando me los hagan ver.
Hasta entonces, seguiré defendiendo aquello en lo que creo. Porque tener dudas no significa ser equidistante. Aceptar que puedes estar equivocado no significa que creas estarlo, sólo aceptar que tienes sesgos.

Pero los impulsos siguen ahí. También habita en mi interior el “No todos los tíos”, también se encuentra en mi interior el que teme a los que no son como yo, el que no quiere escuchar el mensaje que se haya detrás de la ira y la indignación de quienes han sido sistemáticamente humillados. La lucha no está ganada y se tiene que seguir luchando a diario.

Y jamás podré entender lo que es ser una mujer en esta o ninguna otra sociedad, al igual que no entenderé lo que siente alguien huido de una nación en guerra o una dictadura. Por más grande que sea mi imaginación, no tengo la capacidad para hacerme una idea de la necesidad o la desesperación de quien carece de las cosas más básicas hasta el momento en el que lo pierda todo.

Pero están ahí, los veo y no tengo soluciones.

Mi divagar discursivo me ha traído hasta aquí, y no sé cómo seguir. Me encuentro en un punto muerto, en una metáfora precisa de otros tantos deseos y planes que no llevan a ningún lado.

Enlaces:

1. Y, donde digo alguien, digo A.E. Housman (sea quien sea)

2. Los destructores
- Sergio Aragons destroys DC
- Sergio Aragons massacres Marvel

3. Howard el pato de Steve Gerber

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