Cuando empecé a pensar en lo que he ido escribiendo en estas columnas (las de mi paso por Beriain), no me dí cuenta de todo lo que había sucedido durante mi primer año allí pero, lo cierto es que, al parecer, fue un año de lo mas “intenso”.
Cesar Viteri.
Lo cierto es que al principio era un tanto incordio. Venía a casa algunos sábados a la tarde (al principio con mi hermano, mas tarde, aunque no estuviera este). Se encerraba en una habitación, y se dedicaba a ordenar los comics mientras yo jugaba al ordenador.
Mas de un día le decía “Oye, que me voy”, y el respondía “Da igual, ya me quedo yo con esto”.
Lo cierto es que ante esta respuesta, no tenía muchas opciones. O le mandaba a paseo, o me aguantaba y me quedaba en casa (tonto que es uno, esto ultimo es lo que hacía).
¿Y cual es el “conceto”?
Pues el “conceto” es la historia.
En aquel instituto conocí a una persona que me marcaría. Este era uno de mis profesores; Jesús (creo que ese era su nombre) Pastor, conocido como “El Pastor” (sobrenombre este, otorgado no por que fuéramos su “rebaño”, sino por su aspecto mas bien campechano).
Recuerdo coger el autobús, la linea dos. No era capaz de creérmelo, me dirigía hacia Ramar. Es curioso lo que cambias con el paso del tiempo. Aquel minúsculo viaje me tenía emocionado, cuando ahora mismo hay muy pocas cosas que me emocionen. Si, puedo sentir ansiedad cuando espero un envío, o el estreno de una película, puedo sentir impaciencia por la llegada de una fecha, pero estas son sensaciones distintas.
Por este titulo, y dado como acabo la ultima columna, podríais llegar a pensar en unos “descubrimientos” que no llegaron, ni hasta el momento, han llegado a tener lugar. Sino a descubrimientos (anunciados estos ya en anteriores columnas) en otros campos que tratare mas adelante en la de hoy. Pero antes, comenzaré con lo que ayer finalizaba.
Así que idos olvidando, de eso (ya se que este comienzo es un tanto forzado, pero solo quería “avivar” un poco vuestro interés).

A lo que íbamos (sera breve): Esther, first contact.

Creo que ya desde sexto, tenía claro que no quería estudiar. Que acaba EGB y lo dejaba. Lastima que mis padres no opinaran igual.
Puestos a elegir lo menos malo, lo cierto es que yo tiraba mas hacia FP que hacia BUP (quizás porque decían que se estudiaba menos, quizás porque lo veía como algo mas “manual”). Ya para aquel entonces tenía bien claro que acabaría en la tienda, y que cuando esto sucediese, prefería el taller antes que la oficina o la propia tienda.
Es curioso como van apareciendo y desapareciendo los recuerdos. Como nuestra cabeza nos hace creer unas cosas, a base de “eliminar” los recuerdos que contradicen la historia que quiere hacernos creer.

¿A que viene esto?, os preguntareis.

Hay quien dice que los años ochenta son una década para olvidar (hola, Iñigo), pero en lo referente a vídeo juegos, para mi fue la década mas grande que ha existido. Los bares de Pamplona estaban abarrotados con las las maravillas que los japoneses nos traerían a los viciados de las recreativas. Las pantallas de máquinas como 1942, Commando, Kung Fu Master, Ghosts and Goblins, Green Beret, Terra Cresta, Terra Force, Chelnov y tantas otras mas, quemaban las retinas de mis ojos mientras trataba de alcanzar la siguiente pantalla.
Ahí estaba yo, delante de mi “primer” ordenador. Lo cierto es que aquellos juegos me impresionaban mucho mas que las cosas en tres dimensiones que se hacen ahora. Es mas (llamadlo nostalgia si queréis), cada vez que me pongo un emulador, me lo paso mucho mejor que viendo la ultima revisión del Doom.
Lo cierto es que se me hace difícil “catalogar” y ordenar cronológicamente los recuerdos pertenecientes a mi estancia en tan “sacro” colegio. Lo de Alsasua era fácil, ya que pasé por tres distintos, pero con mis “amigos” los curas pasé cinco años de lo mas anodinos.

Hay alguna cosa que reseñar, pero mas que nada anécdotas graciosas relacionadas con los profesores o algún compañero, que vivencias mías directas.