Biografía daegonita V: Crisis en mapas infinitos

Por Javier Albizu, 9 Octubre, 2019
Seguimos en el noventa y cuatro, seguimos dando vueltas a las cosas y, en ese momento, llegan hasta mi Hotz y Hârn1. Un advenimiento que traería consigo el nacimiento de mi amor por ambos. Una pasión que no se limitaría a artista y obra, sino que también daría inicio a mi relación de amor / odio con la cartografía.

Los mapas de Hârn eran lugares en los que perderse, y la proyección que utilizaba para plasmar aquel planeta me hizo querer adoptarla para mi pequeño proyecto. Aunque, claro, en mi ignorancia cometí un pequeño error de cálculo.

En aquellos momentos yo no poseía el juego, sino que sólo había visto lo que nos mostraba el señor “HardMaster” cuando dirigía las partidas. Así pues, el mapa del que yo me enamoré, y que asumí que correspondía al mundo entero, realmente correspondía en exclusiva a uno de sus continentes.

Sólo tras fotocopiar aquello, calcarlo en otra hoja mientras lo sujetaba contra un cristal, y dibujar mi nuevo mapa encajado en aquella proyección, me di cuenta de que el mundo era mucho más grande.

Más no importa. En aquellos momentos bastante tenía con lo que se me estaba viniendo encima. Tocaba dividir una vez más los territorios que componían aquel nuevo / viejo mundo, y distribuir ciudades a lo largo de su superficie. Pronto me di cuenta de que aquello iba a requerir bastante más de lo que era capaz de llevar a cabo en unas cuentas sentadas. Estaba yo como para entrar en otro tipo de disquisiciones.

Ante mi se presentaban varias disyuntivas. Opciones entre las que primaban dos: Podía volver a distribuir las masas continentales en la proyección completa o crear nuevos continentes para llenar aquellos huecos.

La opción elegida fue: No sé. Por ahora lo dejo así y ya decidiré cómo sigo de aquí a un tiempo.

… Aunque aquí me puedo estar columpiando un poco.

Porque recuerdo (o creo recordar) la cagada a la hora de elegir la proyección, pero no tengo en mi poder ninguno de los mapas que hice sobre ella. No conservo ninguna de las versiones previas que creé hasta dar con la que utilicé para dirigir en su momento. Sólo tengo claro que este no fue el único que hice sino una “versión_final.versión_X.ahora_sí_que_sí.versión_quizás.o_igual_no”.

Sí que conservo la hoja en A3 en la que está el lápiz de la plantilla de la proyección equivocada, pero la distribución de los continentes está borrada. También conservo los lápices que hice del calco de la proyección final incluyendo los meridianos. Tampoco destruí el documento que contiene los lápices del mapa final plasmado sobre una fotocopia de esa plantilla con los meridianos en el que se pueden ver restos de correcciones.

La que utilicé para dirigir sólo tiene a lápiz las fronteras de los países y los números que indicaban las grandes ciudades. En la parte trasera fue donde iba apuntando los nombres que correspondían a esos números así como la nación en el que se encontraba cada una de ellas. El resto es un montaje creado, seguramente con Corel Draw, a partir del escaneo del anterior documento eliminando las líneas divisorias.

Nuevamente, todo era bastante arbitrario. Seguía sin haber historia y los países no dejaban de ser palabras raras esparcidas al azar sobre un pedazo de papel. Los nombres y las ubicaciones de los países que no habían pisado los jugadores fueron cambiando según iba dirigiendo partidas y, a pesar de las apariencias, todo seguía siendo tan improvisado como en la primera versión.

El noventa y cinco empezaba con más mapas, o eso dice la fecha de un documento encontrado perdido entre mis disketes. En enero nacía Edera, una estructura superviviente del pasado casi mítico que pretendía ser una obra colosal y que, como de costumbre, se quedó corta. Se trataba de una ciudad construida sobre un puente de cerca de un kilómetro situado sobre en la parte más elevada de lo acantilados creados por el paso de un gran rio.

Como en casa sólo tenía el Commodore 128, este mapa estaba hecho con el Corel Draw que tenía instalado en el ordenador del trabajo. Un dibujo que no dejaba de ser una colección de cuadrados y rectángulos distribuidos al azar sobre un rectángulo mayor. La obra urbanística de un demente que, poco después, sería el punto en el que daría inicio algo mucho mayor.

En fin, todo aquello estaba muy lejos de terminar. Tanto es así que aún la parte cartográfica se encuentra aún muy verde. Todo ello gracias a, o por culpa de, Campaign Cartographer2.

A finales del noventa y cuatro, mientras regresaba en bus las GenCon de Barcelona, leía en el número 209 de la revista Dragon un artículo que comparaban diferentes programas para crear mapas. No se podía comprar en las tiendas españolas y yo aún no tenía una idea muy clara de lo que era Internet, así que el pedirlo era algo harto complicado. Pero el sueño no tardó en hacerse realidad. Pronto llegaría hasta mis manos y todo cambiaría… una vez más.

Enlaces:

1. H & H
- Eric Hotz
- Hârn I: Sólo para tipos duros
- Hârn II: Y sin embargo, te quiero

2. Drassanes, Dragones y Mapas
- GenCon 1994
- Dragon Magazine 209
- Pro Fantasy Software

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