Biografía daegonita XXI: El Juego de los inmortales IV

Por Javier Albizu, 1 Abril, 2020
Cuando se acercaba el final del noventa y seis las cosas que se me acumulaban iban cada vez a más.
Aparte de las campañas que tenía en curso, aún no había abandonado la vena fanzinera1. La primera época del Mercenario había terminado, pero estábamos en faena para sacar nuestro fanzine de Cyberpunk: I/O.
El único número de este fanzine salía en noviembre de ese año pero, en paralelo, también había estando tratando de sacar adelante una segunda época para Mercenario. Un proyecto que terminó muriendo sin llegar a publicar nada.
Aún conservo por mi disco duro todo los material que nos entregaron (parte de ellos recuperados de los mismos disketes de los que rescaté las versiones primigenias de Daegon) y quizás algún día haga algo con ellos.

Entre el material que preparé para aquel ejemplar, a pesar de escribir dos módulos y dos ayudas de juego, no había nada de Daegon. Casi mejor así.

Pero habíamos dejado a nuestros héroes recién salidos de un nuevo viaje entre planos. Se habían hecho con dos de las reliquias que buscaba el aspirante a emperador de Shinzay… y no tenían intención de entregarlas. Porque players gonna play.

Algo mejor equipados, continuaban con su interrumpido viaje hacia Mashlan cuando su barco era atacado por el hermano de su cliente, el otro aspirante al trono. Durante el asalto a su barco, y al ver la situación complicada, Gomlin saltaba al mar y se veía obligado a deshacerse de su armadura y su maza si quería tener una esperanza de salir a flote. Algo que luego resultaría ser fatídico.

La cosa es que el hermano de Morisato no quería acabar con ellos sino que buscaba su ayuda. Tras convencerles de que él era un mejor candidato al trono y obviar que habían rapiñado unos objetos que no les pertenecían, les ofrecía un trato que no les convenía rechazar.
Su hermano había hecho un trato con Shinkage para que no se opusiese a su coronación y, a cambio, le había ofrecido un territorio en el que asentarse y hacer con él lo que le placiera. Tenían que ir hasta allí y acabar con él.

En un nuevo “asalto a la casa del gobernador” los jugadores acababan con la vida de Shinkage… al menos de manera temporal, pero no sin que uno de los personajes perdiese inteligencia por culpa de una enfermedad. Lo que tiene enfrentarse al señor de las plagas.
Por supuesto, una vez hecho esto, los jugadores no volvieron reunirse con el nuevo aspirante sino que siguieron su camino hacia Mashlan ahora con las tres reliquias. Porque players gonna…

La trama de la guerra civil en Shinzay venía relacionada de forma directa con eventos que habían sucedido durante la “Gran Campaña”. La desaparición de Dairus había creado un gran vacío en el esquema de poder en todo el este y, durante mucho tiempo, los conflictos por llenar aquel hueco se sucedieron aunque, por norma general, no volvieron a afectar a los jugadores.
Lo acontecido a Dairus era algo que había sucedido en segundo plano. Fuera de partida y sin la intervención de los jugadores. Un evento cuyas repercusiones tenía intención de explotar más adelante pero para el que no llegué a encontrar un momento oportuno. Algo muy similar a lo que sucedió con el destino del antiguo gobernante.

Pero bueno, estábamos de viaje. Un viaje hacia Mashlan cuyos contratiempos no habían terminado. Al estar buscados por los dos aspirantes al trono, los jugadores no podían moverse con libertad por el país y se vieron obligados a contratar una embarcación pequeña para llegar hasta la isla. Una embarcación que terminaría encallando en una pequeña isla a medio camino. Una isla en la que encontraban y liberaban a otro nuevo enemigo. Un sacerdote del dios del miedo cuyo único consejo hacia ellos fue “Temedme y viviréis”.
Pese a hacer caso a esta advertencia, el personaje que había perdido inteligencia moría… de miedo y su jugador dejaba el grupo.
Por su parte, el sacerdote escapaba y se convertía en otro cabo suelto que cerrar más adelante.

Una vez ya en Mashlan, Rassan, el Yr’Draag, desaparecía en el vórtice de hojas de personajes que nunca vuelven a aparecer y era sustituido por Ryoga el Mashanita. Un nuevo medio demonio. A su vez, y sustituyendo al jugador que lo había dejado, entraba uno nuevo llevando al mashlanita Amoto no Makina, un samurai. Ya sabéis. Los jugadores y los nombres.
También allí se encontraban con una vieja conocida… que no conocían. Con la ninja Hideko Nagoshi y su prometido Birchthorm Strathaim, un noble del continente del que se estaba aprovechando.

Birchthorm no dejaba de ser un elemento prescindible. Alguien cuya muerte iba a desencadenar otra serie de acciones pero sin ningún tipo de personalidad o propósito más allá de aquello. Otra de esas cosas que hoy haría de otra manera.

Hideko, por otro lado, era todo lo contrario. De la mala de turno que había aparecido en la segunda aventura que dirigí en Daegon, había ido teniendo un arco que se hacía más rico con cada nueva aparición. Al igual que me sucedía con Rogani, era un personaje por el que sentía curiosidad. Alguien con quien me lo pasaba bien. Un elemento de ese mundo al que quería ver crecer y, quizás por esa misma razón, utilicé en exceso durante el transcurso de las aventuras.

Hideko había ofrecido sus servicios a uno de los inmortales pero, al descubrir su naturaleza y propósito, le había abandonado. Para su desgracia, este le mando una enfermedad incurable así que había vuelto para vengarse antes de morir.

Durante aquella aventura aproveché para profundizar un poco más en Mashlan y su capital, Shugawara (nombre este sacado de un callejero de Tokio que había comprado tiempo atrás). Una ciudad para la que había creado un nuevo mapa lleno de cuadraditos con el Corel Draw.

Curiosamente, el amigo que me había ayudado con la traducción de términos japoneses me comentó que aquello que estaba presentado “no lo sentía como Japón”, lo que no dejó de parecerme chocante. Hasta donde yo era consciente, el acercamiento que había tomado para aquellas aventuras era el mismo que estaba teniendo en la campaña que estaba dirigiendo en Kara-Tur. Una campaña que él también estaba jugando y sobre la que no había hecho ningún comentario similar.
No sé hasta qué punto esta diferencia que notaba vino derivado de la falta de una referencia visual para Daegon que sí que tenía en Dungeons o que realmente estuviese haciendo las cosas de una manera diferente, pero fue algo que me hizo pensar. Un debate interno que aún no ha finalizado.
Porque igual es mejor que no se parezcan pero, en ese caso, ¿no sería mejor que no utilizase la terminología de nuestro mundo?
Aunque, por otro lado, me parece deshonesto el utilizar otras palabras para referirme a elementos tan concretos de esa cultura.

En fin, en aquella aventura también se presenté a Takuma Shoten, el “Forjado de almas”, un conjunto de palabras que creo que saqué de las novelas de Musashi, pero que estaba ahí para ayudar a los medio demonios del grupo.

Como de costumbre, no había nada escrito en aquellas aventuras, sólo ideas generales que iba desarrollando según iban transcurriendo. Lo único que conservo es lo único que había; las páginas del cuaderno en el que apuntaba los nombres que iba a ir dando a los personajes según fuesen saliendo.

El hecho de que las hojas de este cuaderno no estén ordenadas de acuerdo a cómo se fueron sucediendo las campañas me hace dudar a veces acerca de la secuencia real en la que fueron sucediéndose las cosas, pero esa es ya otra historia.

Y mientras escribo esto me acabo de acordar de cuál era el papel de Trevor Sunjammer y Nest Ravenwood, a quienes mencioné al principio de esta campaña. Qué cosas tiene la memoria.
Eran dos de los integrantes del grupo que se convirtieron en los inmortales. Los dos únicos que habían descubierto el juego, y que se habían negado a participar en él. Los personajes que habían dado inicio a la campaña cuando los jugadores les ayudaron a acabar a los asesinos que había enviado Gahur a por ellos.

Muy bien, ya tenemos a los jugadores en la recta final de esta historia. Sin saber lo que estaban haciendo, lograban evitar que se lleven a cabo los planes de Tadanobe Yatsubushi, el inmortal para el que había trabajado Hideko, salvando por el camino a Minako Yinai y evitando que su hijo no nato se convirtiese en el “Grath Suu”; un portal viviente entre dos planos.

Aun así, Yatsubushi que, al igual que el resto de los inmortales, había terminado por ser poseído por un demonio, escapaba dejando un nuevo cabo suelto por recuperar más adelante. A partir de aquel momento ya no sería conocido por su nombre sino por el del demonio que tenía el control; Heid Tagal.

La campaña terminaba poco tiempo después con el desenmascaramiento del resto de los inmortales / demonios que se habían hecho con el control de varios daimios, la muerte de Gahur tras ser revelado su paradero por parte de Rogani y alguna que otra sorpresa. De regalo, todo esto provocaba el cierre de las fronteras de Mashlan una vez más.
Por el camino, por supuesto, morían un par de personajes y otros les sustituían.

Y digo sorpresas porque Gomlín y el ailan morían a manos de… el difunto padre de Gomlín.
Unos pescadores que andaban por la zona por la que se había desecho de sus cosas el enano gigante encontraron entre sus redes la armadura y la maza. Como consecuencia de esto, uno de ellos fue poseído por ellas… sin erótico resultado para el otro.

Gomlín era sustituido por Imagawa Tensui, un samurai, y el ailan era sustituido por un sihima… que también moría antes de que terminase la campaña.

Los sihima eran algo nuevo que había creado en fechas recientes. Una mezcla de influencias provenientes de varias obras japonesas3.
Por un lado, su nombre venía de algo totalmente arbitrario; de uno los ataques de uno de los “Demonios de Kimón” de Ninja Scroll, pero su trasfondo no tenía nada que ver con aquello. Eran una mezcla de distintas filosofías aunque sobretodo influenciadas por el budismo. Se les conocía como los “sacerdotes de las siete preguntas”, pero estas preguntas no eran únicas, sino que cada uno de sus integrantes tenía que encontrar las suyas. Algo que me vino a la cabeza cuando Mamoru Oshii me la llenó de preguntas tras ver Ghost in the shell.

Otra de las sorpresas fue el encontrarse y liberar a Ty Sune Kozura, un personaje histórico de Mashlan sobre el que había estado escribiendo en la cronología de la isla. Porque, como ya vengo diciendo, siempre tengo el impulso de hacer estas cosas y no siempre consigo controlarlo.

Para terminar, la enfermedad incurable de Hideko era curada por Arlag… aunque lo que hacía este era transferírsela a Birchthorm sin que ni él ni su prometida fuesen conscientes. Cabos sueltos y más cabos sueltos por solventar más adelante.

Enlaces:

1. De fanzines
- I/O
-
Mercenario v1
- Jugando a ser editores I
- Jugando a ser editores, la secuela
- Sir Roger Mercenario

2. El Musashi de Eiji Yoshikawa

3. Más influencias de oriente
- Ninja Scroll
- Patlabor
- Ghost in the shell

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