Biografía fabuladora XVI: Lugares por elección

Por Javier Albizu, 13 Marzo, 2022
Continuando de alguna manera con el enfoque de la semana pasada, hoy dedicaremos algo de espacio a lo que podríamos considerar como su... “imagen refleja”. A los lugares que, en cierta medida, “descubrí por mí mismo”. Aquellos que sirvieron para proveer de sustento a mi ya_no_tan_infante mente. Hablaré tanto acerca de ellos como del tipo de sustento que trajeron hasta mi vida.

Eso sí, en esta ocasión limitaremos la franja cronológica de estos lugares y obras un poco más. Nos ceñiremos a los que pasaron a formar parte de mi mundo entre mi llegada a Pamplona y el ochenta y seis1 (dos fechas que, aunque puedan parecer totalmente arbitrarias, no lo son del todo).

Claro está, y para no cambiar la tónica habitual, preparaos para dar constantes saltos en el tiempo y los contextos.

Ducho esto, empecemos con el celuloide. Empecemos, por ejemplo, con “cómo conocí a vuestro Bond”.

Si no me falla la memoria, la primera película del amigo James que vi fue “Solo para sus ojos”. Por otro lado, estoy convencido de que la vi en el cine pero, a su vez, no me cabe la más mínima duda de que no lo hice en su estreno. En el ochenta y uno tenía ocho años, vivía en Alsasua. Por otro lado, sé que la vi en Pamplona. Más concretamente, los Cines Iturrama (los que quedaban más cerca de mi casa).

Haciendo mis cábalas mentales locas, recuerdo con claridad que, un día que quedé con el señor MF (el compañero de clase que dibujaba y tenía el Oric Atmos), lo hice después de ver el capítulo de turno de Dragones y Mazmorras. También recuerdo con claridad que en “los Iturrama”, tenían Octopussy en cartelera.

Así pues, dado que esa película se estrenó en España en el ochenta y tres, y que la serie de de marras se emitió por estos lares en el ochenta y cuatro, parece claro que las salas de este cine no eran (o al menos no lo eran siempre) “de estreno”.

De todas formas, aunque hubiese sabido esto en su momento, no creo que me hubiese importado. Me gustaban aquellos cines. Me gustaban sus pasillos recorridos de vitrinas repletas de posters. Me gustaba su moqueta. Me gustaban sus máquinas automáticas de palomitas.

Eso sí, “Panorama para matar”, seguramente la primera peli Bond que vi en el cine “de estreno”, no la vi en su interior, sino en los Príncipe de Viana. En el mismo lugar en el que, unos años atrás, y bajo la supervisión de la hija de unos vecinos, mis hermanos y no pudimos ver Gremlins porque la persona que teníamos delante se había llevado las últimas entradas (al final terminamos viendo Indiana Jones y el templo maldito en los Carlos III).

Con el paso del tiempo, ir hasta “el centro” se fue convirtiendo en sinónimo de ocio. Los “lejanos” Teatro Gayarre, Carlos III y “los Príncipe” eran los lugares a los que iba con los amigos del colegio. Donde hacía “vida social”.

Curiosamente (o igual no tanto), no soy capaz de recordar quién me acompañaba en ninguna de las películas que vi en su interior durante aquellos años iniciátcos (más sobre esto en unos momentos).

Cambiando un poco de tercio (pero no demasiado), la llegada hasta mi vida del Vídeo Club Pedro I supuso otra revolución. Dudo que con trece años (la línea de corte que he marcado para esta entrada) llegase a tener la autonomía suficiente como para hacerme socio, pero sé que pasé mucho tiempo en su interior. Aún soy capaz de recordar su estructura interna. La disposición de sus baldas. La situación de mostrador. Afirmaciones que serían extensivas también para los Séptimo arte, el Film, Láser, Urdax, Irache, Bogart o Cinema.

… otra cosa es ya que estas distribuciones pueda ser replicadas en los negocios que hoy ocupan sus antiguas demarcaciones.

Pero me estoy desviando. A lo que iba.

Por otro lado, por más que veo que Remo, desarmado y peligroso entra dentro de la franja temporal en la que nos movemos, probablemente aún tendría que esperar algo de tiempo para que llegase hasta mí ese peliculón. Algo similar a lo que pasaría con otros tantos.

Porque, por ejemplo, si miramos la fecha del primer enlace, vemos con claridad que su estreno precede por mucho las fechas en las que he acotado. Para el momento en el que supe de la existencia de “Kung Fu contra los 7 vampiros de oro”, esta película tenía ya una edad. Por otro lado, el tiempo transcurrido entre que supe de ella y que esta se mostrase ante mis ojos, supera con creces al que separa el momento de su concepción y el instante al que me refiero.

Igual esto me ha quedado un tanto enrevesado.

En resumen, que supe de la película durante la visita que realizamos a unos primos en Durango. Unos primos “mayores” que, según creo recordar, la habían visto en la ETB y no escatimaron en detalles acerca de sus virtudes. Pero, como “A” no siempre lleva hasta “B”, el saber de su existencia no despertó en mi yo de aquel entonces el deseo de verla.

Porque… vampiros, miedo y esas cosas.

Aquella visita supongo que debió ser en el ochenta y seis, ya que recuerdo que nos llevaron a un salón recreativo del lugar. Un mágico local en el que pude jugar al Gauntlet y el Wonder boy.
Con estos datos podemos ser capaces de determinar que había pasado una década desde que aquel crossover loco de las IPs de la Hammer con la Shaw Brothers podía ser escuchado en nuestra lengua y mi encuentro con él.
Pues bien, aún tendrían que pasar algo más de quince o veinte años antes de que fuese capaz de verla.

Pero este no es el único caso de películas experimentadas vicariamente.

Otra obra de la que llegué a saber mucho antes de poder verla (o de saber su título) fue Terminator. En aquella ocasión, ni siquiera supe de ella en primera persona. En un campamento del colegio, uno de los “chicos malos” contaba a sus amigos de manera bastante gráfica cómo un robot arrancaba las tripas a un matón. Tendrían que pasar cerca de cuatro años antes de que pudiese asociar aquella descripción con unas imágenes no tan gráficas como las descritas.

Aun así, este no sería el caso más extremo o inverosímil de “simulaciones en diferido de una experiencia fílmica”, sino que esta sería la que afecta a Cazafantasmas y La historia interminable.

La pelea que teníamos en casa entre mi hermano mayor y yo acerca de “cuál era la mejor” no tenía nada que ver con sus historias o cualidades narrativas. En el momento de aquellas disputas ninguno de los dos las habíamos visto. La pelea venía como consecuencia de sus bandas sonoras. Yo era defensor de Ray Parker Jr, y él de Limahl. Ambos extrapolábamos nuestras preferencias musicales a la hora de posicionar las películas.

Problemas de la pre-adolescencia en el primer mundo.

De cualquier manera, se podría decir que aquella era una pelea que no tenía lugar por primera vez (aunque el contexto sí que era diferente). Ya en Alsasua habíamos discutido acerca de quién era mejor, si Yuri (mi elección) o Nikka Costa. A su vez, nuestras discrepancias no terminarían con aquello. Después vendrían el Sandra vs Modern Talking o el Basil Poledouris (o Alan Silvestri) vs Hans Zimmer.

Cambiando, ahora sí, de tercio, vayamos al territorio del papel impreso.

Un, dos, tres, responda otra vez.
¿Qué tienen en común estas palabras?:
Gonzalo, Bosco, Biblos, Mafalda, Nerea, Macoe, Ortzi, Moven o Perseo.

No. No son nombres propios de personas (al menos no en el contexto en el que lo estoy usando). Son los establecimientos que vendían tebeos entre mi casa, la casa de mis amigos de clase, y la tienda.

Los lugares gracias a los que conocí de verdad el universo Marvel (a través de las publicaciones de Forum), DC, (a través de Zinco) o la 2000AD (a través de Zinco y MC Ediciones).
Soy capaz de recordar dónde compré (o, a buen seguro, dónde dije que apuntasen a la cuenta de mi padre) cada uno de los tebeos que me descubrió alguna de las colecciones que he enlazado por aquí abajo.

Curiosamente, los tebeos de nueva hornada de Bruguera (Jan Europa, Manos, etc...) no los asocio a ninguna de estas tiendas, sino a un estanco que había cerca del colegio.

A esto podríamos sumar también, aunque algo más a desmano, los stands del Día del libro. Una vez al año, “el centro” (una vez más) se convertía en un concepto literal. En un nexo donde encontrar lo que no estaba disponible en los kioskos. Donde rebuscar hasta dar con retapados, Extras súper héroes, novelas gráficas o cosas que ni siquiera sabías que existían.

Por otro lado, la colección de Camelot 3000 tampoco la asocio a ninguno de estos sitios. Porque la mente es así.

Por un lado, vinculo su lectura a Fustiñana. A las esperas para que mi madre saliese del masajista que había logrado que volviese a andar tras más de medio año sin poder levantarse de la cama. Recuerdo el miedo que me daban los ojos y los dientes que les dibujaba Bolland a los monstruos.

Por otro, asocio la lectura de la obra completa a unas vacaciones. No recuerdo el lugar ni el año. Solo estar en una terraza descubriendo cómo terminaba aquello gracias a los dos retapados de lomo dorado.

Dando un nuevo salto, vamos hasta los vídeo juegos. Hasta la noche de navidades en la que escondí mis notas en una funda de guitarra para tratar de evitar la bronca, y me encontré con un ordenador en el salón… con el que ninguno supimos que hacer. Hasta el trayecto inicial C64, Spectrum, Spectrum, MSX. De cualquier manera, eso se trata (y tratará) con más detalle en otra bio2 (que tengo que volver a retomar desde el principio cuando finalice con esta).

Así pues, a los nombres de juegos que menciono por ahí abajo, me limitaré a decir Electrodomesticos Noain, Arevalo Micro Sistemas, Supermercado del Cassette (I, II y III), Paymo, Audio, Radio Frías, Vídeo Club Urdax, Ramar e Igúzquiza. A más fantasmas y espectros3 cuyos nombres sumar a los que he mencionado en esta y otras entradas anteriores. Fantasmas a los que, aunque técnicamente no podríamos añadir los de los bares Chelsey, Moby Dick, Edurne, Payvi, Ibiza 5 (que ha cambiado tantas veces de nombre que ahora ya no sé cuál tiene) o Principe de Viena (ahora Café de Pio), en la práctica han pasado a formar parte de ese mismo calificativo. Porque las recreativas murieron hace mucho. Larga vida a las recreativas.

Retomando el hilo que he dejado antes abierto, lo mismo que decía con referencia a mis visitas al cine sería aplicable cuando pienso en las películas alquiladas que veía en casa o la lectura de libros o tebeos. Estoy convencido de que no las veía solo. Únicamente había una tele y dormía en una habitación compartida. A buen seguro, las películas eran vistas en familia y mi hermano estaba ahí mientras leía. Pero mi imagen mental es la de estar “solo con ellas”. La misma sensación que me acompaña cuando pienso en los ratos que pasaba jugando al ordenador.
Podían estar ahí, pero no podía compartir con ellos todo lo que me despertaban. Ni con ellos ni con la gente de clase.

Y es así, con esta alegría, con lo que llegamos hasta el final de la entrada de hoy… pero con un “girito”. Porque finalizamos con un “lugar trampa”.

Porque no todos “mis lugares” estaban “fuera”. No todos los descubrimientos implican algo nuevo. No todos los refugios se encuentran ocultos. La capacidad de uno para el aislamiento no requiere de la ausencia de compañía. De la soledad física.

A esta larga lista de lugares especiales ya desaparecidos podríamos sumar mi habitación. Aquella que ocupé en casa de mis padres. La que fui transformando en mi hogar dentro del hogar. Donde creé mi “base secreta” entre estanterías y cajones. Entre escritorios y armarios. Donde me imaginaba ser como Jupiter Jones. Rodeado de lo que otros consideraban chatarra y cosas inútiles a la espera de la siguiente aventura.

Enlaces:

1. Tiempos y descubrimientos
- Kung Fu Contra los 7 Vampiros de Oro (1976)
- Solo para sus ojos (1981)
- Octopussy (1983)
- Camelot 3000 (1984)
- Conan el niño del futuro (1984)
- Dragones y Mazmorras, la serie (1984)
- Gremlins (1984)
- Indiana Jones en el templo maldito (1984)
- Jan Europa (1984)
- Juez Dreed - Ediciiones Zinco (1984)
- Los Vengadores, la saga de Wundagor - Comics Forum (1984)
- Manos, Guerrero indómito (1984)
- Nuevos Titanes de Wolfman y Pérez (1984)
- Road Fighter (1984)
- Sky Jaguar (1984)
- Tetris (1984)
- La historia interminable (1984)
- Los cazafantasmas (1984)
- Terminator (1984)
- Thor. contra el Cruzado (1984)
- MicroHobby en la Wikipedia española (1984)
- MicroManía en la Wikipedia española (1985)
- MicroManía en la Wikipedia americana (1985)
- Los Hollister (1985)
- Panorama para matar (1985)
- Camelot Warriors (1985)
- Dragones y Mazmorras, el tebeo de la serie (1985)
- Gauntlet (1985)
- Ghosts n Goblins (1985)
- Green Beret (1985)
- Hulka, la "novela gráfica" (1985)
- La Patrulla X, Kitty Pryde vs Alien (1985)
- Los nuevos vengadores, Extra Súper Héroes (1985)
- Magic, Extra Súper Héroes (1985)
- Nuevos Titanes - ¡Todos los titanes Juntos! (1985)
- Secret Wars (1985)
- Terra Cresta (1985)
- Thor de Walter Simonson (1985)
- Alpha Flight (1985)
- Transformers (1985)
- Yie Ar Kung Fu (1985)
- Sandra y su “María Magdalena” (1985)
- Modern Talking y su “Cheri, Cheri Lady” (1985)
- Regreso al futuro (1985)
- Los 3 investigadores (1986)
- Dragon's Lair en la Wikipedia española (1986)
- Capitán América; ¡La tumbra del Barón Sangre! (1986)
- Dentro del laberinto (1986)
- Espías como nosotros (1986)
- Remo, Desarmado y peligroso (1986)
- Rogue Trooper (1986)
- Xain'd Sleena (1986)
- M.C. Ediciones (1986)
- Juez Dreed - MC Ediciones (1986)
- 2000 AD Presenta (Juez Anderson, Harry Twenty, Dan Dare) - MC Ediciones (1986)
- Robo Hunter - MC Ediciones (1986)
- La nave espacial perdida (1986)

2. Biografía computeril

3. De magdalenas (y cabrones)
- Devolvedme mis magdalenas (cabrones)
- Devolvedme mis magdalenas (cabrones) II (La secuela binaria)

El contenido de este campo se mantiene privado y no se mostrará públicamente.

Plain text

  • No se permiten etiquetas HTML.
  • Las direcciones de correos electrónicos y páginas web se convierten en enlaces automáticamente.
  • Saltos automáticos de líneas y de párrafos.

César Viteri (no verificado)

Hace 2 años 1 mes

¡Cuántos lugares compartimos! Fantástica esta tanda de magdalenas, amigo. Tu habitación, debo decir, les dio sopas con honda a todos esos lugares.

Comparto un punto en particular: los cines Iturrama tenían un encanto especial, y recuerdo haber visto también Octopussy en ellos, creo que con mi padre, aunque no puedo estar seguro.

Mi habitación siempre ha sido mi pequeña "fortaleza de la soledad", un rol que ha terminado heredando mi casa en su conjunto (que hace ya tiempo que ha pasado a ser el lugar en el que más tiempo he vivido).

Los cines pequeños terminan siendo los que más encanto tienen (y, si están cerca de tu casa, aún con más razón).

Índice