Mundo laboral IV (Maria Azcona)

¿Que queréis que os diga?
Quiero a esta mujer.

¿Es un pájaro?, ¿es una avión?, No, es un vendaval humano, es Maria, una de esas personas de las cuales me digo “si todos fuésemos como ella, este mundo sería un lugar mucho mejor”.

Maria fue profesora de piano en la academia de la tienda (aunque había estudiado derecho, uno de los tres abogados que hemos tenido en la tienda, no ejerciendo de tales).
En un principio no me llamó especialmente la atención. Era una chica algo mayor que yo, muy simpática, y un tanto loca, pero en el mejor sentido en el que se puede utilizar esta palabra para definir a una persona.

No se muy bien como, fuimos trabando amistad poco a poco (lo cierto que muy poco a poco), pequeños detalles iban consolidando la cosa. En la academia solo me ha querido, bien por mi mente (para que les solucione los problemas con el ordenador, o los secuenciadores), bien por mi cuerpo (para que les mueva los pianos de un lado a otro, les coloque las pizarras al principio de curso, y cosas similares). Yo era el V.P.P. (Voluntario Por Pelotas, que decía Chevy Chase en “Espías como nosotros”) de la academia, y siempre he pasado mucho tiempo ahí abajo.
Pero con ella era siempre distinto. Ella siempre estaba ayudándome (cuando podía), o haciendo otras cosas. Pero nunca quieta, nunca mirando, siempre con una conversación amena y, sobre todo, siempre con una sonrisa en su rostro. Vamos todo lo opuesto a lo que soy yo (en lo anímico, que no en lo referente al trabajo).
Un día me entere de que se casaba, y me alegre por ella. No teníamos una relación de amistad consolidada, pero de vez en cuando se paraba al entrar a la tienda para hablar conmigo sobre lo que fuera, antes de bajar a la academia.
En la invitación que me dio (que aún conservo), ponía escrito a boli:
Javi
Aquí no habrá ningún piano para mover, ni ningún dibujo que hacer ¡Tranquilo!

Era el veintinueve de junio de mil novecientos noventa y seis. Recuerdo que fuimos a cenar a un bar de lo viejo, antes de ir a la fiesta que se hacia después de la boda. Estábamos mi hermano Iñigo, Eduardo, creo que Juanjo Abrego, y yo (no recuerdo que hubiera nadie mas). Después de cenar, nos dirigimos a la casa donde se celebraba la fiesta, una señora casa con su jardín y su frontón. Allí había mogollón de gente a la que no conocía de nada, pero lo mas curioso es que también había gente a la que si conocía.
Maria se casaba con un tío llamado Fran Alegría. Casualmente, este había estudiado en Lararona, al igual que su hermano menos, Oscar, que había coincidido conmigo en clase (aunque a él, y a los que le acompañaban no los vería hasta un rato después.
Cuando llegamos, fuimos directamente hasta el frontón, donde estaba el Dj y la gente bailando y bebiendo. Recuerdo que me quedé un rato ahí, hasta que Maria me vio, e intercambió dos palabras conmigo, para volver de nuevo con el resto de la gente.
Acto seguido, me largué de la multitud, y me senté en un banco que estaba pegado a la casa. Estaba tan tranquilo, sentado, pensando en mis cosas, cuando se me acercaron cuatro personas, mas o menos de mi edad, sus caras me eran familiares.
Pues si, eran Oscar, y otros tres ex compañeros de Larraona (aunque no recuerdo quienes eran). Supongo que me reconocieron, y vinieron a saludar. Trataron de convencerme para que fuese al baile, no lo consiguieron, y se volvieron ellos solos.
Al rato volvieron los demás, nos montamos en los coches, y nos volvimos a nuestras casitas.

Jo macho, os diréis. Ya eras tan soso entonces. Pues si.
No es que fuese una jornada memorable, pero el ver a Maria ese momento, y así de feliz a mi me valía, el resto (baile, música, bebida) me la sudaba, yo había ido a lo que había ido.

Avancemos tres años (mes mas mes menos). Veo a Maria con una cinta de vídeo. Es una película de James Bond.
¿Te gustan las películas de James Bond?, le pregunto.
Son divertidas, fue su respuesta.
Pues acaban de estrenar una, le digo. Podríamos ir a verla.
Muy bien, dijo. Y se fue.

Ya esta, así de sencillo. Creo que era la primera vez que quedaba con una mujer a solas. Vale, ya se que no era una cita ni nada por el estilo, pero tampoco me hacía falta.

Al final no vimos aquella película (si ya de por si, esta mujer estaba siempre hiper atareada, después de casarse ya ni te cuento), pero lo seguía teniendo en mente. Nuestra siguiente intentona fue para fue para Toy Story 2. La vimos en los Golem, y luego nos dedicamos a hablar de ella mientras me llevaba a casa (se empeño en pagar ella, porque decía que no había podido ver las otras dos películas por su culpa, pero no le dejé).
Mas adelante intentaríamos ir a ver “Los teleñecos en el espacio”, pero con esta tampoco hubo suerte (también la quitaron antes de que pudiéramos ir a verla al cine. Pero esta años mas tarde, la grabe del canal plus, y se la pase en vídeo para que la viese).

Al año siguiente, en febrero, yo me iba a Barcelona a la boda de un amigo, y como ella tenía que ir a un examen de magisterio musical, pues le dije que se viniese, y ella ni corta ni perezosa, me dijo que vale, y ahí se metió con tres frikis en un coche camino a Barcelona (Pedro Arnal, Sesma y Yo). Y muy bien que nos lo pasamos, oiga.
Pues así es ella. Una de esas que no quedan.
Luego se quedó embarazada, y el once de octubre del dos mil uno, tubo a Elias.
En aquel entonces comenzamos a separarnos. Ella se cogió baja materna, y yo me vine para la nave. Al final ella saco unas oposiciones, y ha acabado dando clase de música en un colegio.
Yo la llamo de vez en cuando, en su cumpleaños, en el de Elias, alguna vez porque si. Pero no consigo quedar con ella, pero lo entendía.

Este año tubo a su segundo hijo, Martin, del cual os hable hace un par de meses. Martin, que murió a los quince días de haber nacido
Y yo no puedo dejar de preguntarme porque les tienen que pasar estas cosas a gente como ella.

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Javier Albizu

Hace 19 años 5 meses

Mas bien si