Biografía fabuladora XLV: De lecciones y viñetas IV

Por Javier Albizu, 27 Noviembre, 2022
Cuando finalmente llegamos hasta el momento en el tiempo en el que estábamos cuando decidí echar la vista atrás, y tras hacer la correspondiente criba que nos deja con los elementos “más significativos” (para quien esto escribe), nos encontramos con varias cosas1.
Empecemos por orden alfabético (luego ya veremos cómo seguir).

En lo que respecta al tipo con las orejas de murciélago, aún conservo el “Batman, la novia del demonio” que adquirí durante aquellas días. Cierto es que también tengo el “Batman - Superman”, pero, en este caso, se trata de una edición de este siglo.

Por otro lado, y por más que ninguna de las dos historias me pareca especialmente memorable, he de reconocer que en su momento la historia de Mike W. Barr me dejó un buen regusto. Pero, claro, a Barr lo tenía endiosado después de Camelot 3000, así que le di bastantes más oportunidades que a otros guionistas. Así pues, aunque releída hace unos meses no soy capaz de ver en este tomo lo que vi entonces, negar lo anterior sería absurdo.

Por su parte, lo único que encuentro apreciable del “World’s Finest” es el dibujo de Rude. Esto fue suficiente como para que lo comprase en su día, y su recuerdo bastó para que volviese a comprarlo, pero no fue suficiente como para que conservase la edición original. Volver a comprarlo y leerlo solo sirvió para terminar de confirmar que me sigue pareciendo un tebeo con una historia bastante floja.

De Butcher lo único que recuerdo es el diseño del personaje y todas las promesas de “adultez” que hacía su publicidad. Empezaban los noventa. Llegaba lo “edgy”. Todos tenían que sacar algo para apuntarse a ese carro.

Dicho esto, este es el momento en el que abandonamos el repaso alfabético para pasarnos a otro temático. Porque a este Butcher se le sumarían otras historias como la de los New Statesmen, Harboiled, Lobo, Slaine y, en menor medida L.E.G.I.O.N. o Twilight.

De esta remesa lo único que conservo es el último título, y más por el clasicismo del dibujo y la narrativa de García López que por las ganas de provocar y tocar las narices de Chaykin (aunque, una vez que dejas atrás los efectismos, la historia es sólida).

El caso de la L.E.G.I.O.N. 91 de Grant y Giffen, las dosis de molonismo y punk estaban un poco más diluidas. A fin de cuentas, era una colección que se encontraba ubicada dentro del “universo normal” de la DC. Humor gamberro y ambigüedad, sí, pero también continuidad (o retro-continuidad) y desarrollo de personajes. Tal y como lo veo, Vril Dox se terminaría convirtiendo en una plantilla que otros muchos usarían (aunque no siempre con demasiado acierto) para crear a sus anti-heroes (algo que a buen seguro también me influyó a la hora de crear a más de un PNJ tocapelotas en mis partidas roleras) .También a mi parecer, sería la semilla que más adelante recogería Waid para su etapa en el enésimo relanzamiento de la Legión.

Por su parte, el Hardboiled de Miller y Darrow era muy espectacular, pero ahí acababa la cosa. Te veías abrumado por el detalle en el dibujo y el desfase de lo que presentaba ante tus ojos... pero como historia se me quedaba muy escasa. Quizás de haber sido un art-book lo habría conservado, pero lo cierto es que me terminé deshaciendo de él cuando me hizo falta espacio en la habitación (o dinero en los bolsillos para comprar más tebeos). Alguna vez he estado tentado de volver a comprarlo, pero nunca he llegado a dar ese paso.
Todo lo que acabo de indicar a este respecto sería perfectamente aplicable a lo que me pasa con el Slaine de Mills y Bisley (aunque como historia, a pesar de lo excesivo de todo, me parece parece más sólida).

De los New Statesmen recuerdo que los compré, en gran medida porque les había gustado mucho a un par de amigos... pero creo que no llegué a leerme entero ninguno de aquellos números.
Lobo, por su lado, estuvo hasta en la sopa durante gran parte de los noventa. Era gamberro. Era divertido. Era excesivo. Durante unos cuantos años compré con alegría casi todo lo que salió del personaje para, más adelante, deshacerme de casi todas sus historias sin mirar atrás. No guardo ningún remordimiento ni por lo uno ni por lo otro.

Volviendo al orden alfabético, tenemos al amigo Epicuro. Humor y Mitología. Filosofía e historia. ¿Qué más se puede pedir?. Si no me falla la memoria, estos números me los he comprado varias veces, pero no porque me haya deshecho de ellos voluntariamente, sino porque los he dejado y esos ejemplares no han regresado hasta mis manos.

Las dos siguientes colecciones no podrían ser más opuestas a tantos niveles como similares son en la superficie. A la nueva serie del Motorista Fantasma le tenía unas ganas infinitas y lo tenía (casi) todo para agarrarme desde el principio y no soltarme, mientras que la de los Nuevos Guerreros, a priori, no me decía absolutamente nada. Y, mira tú por dónde, el resultado final, en lo que a mí respectaba, no pudo ser más diferente.

El dibujo de Texeira y Saltares para el motorista lo molaba todo. El diseño del personaje y la moto también. Pero la historia y la caracterización. Ay. No podían ser más sosas y planas. Y lo peor de todo es que a nivel de tono y desarrollo no parecía saber hacia dónde quería ir.

Por su parte, los Guerreros de Nicieza y Bagley no podían ser más clásicos a todos los niveles. Pero funcionaban de maravilla. Vaya si funcionaban. Como un tiro. Y estos dos autores se convirtieron en dos de mis preferidos durante mucho tiempo.

El Nth Man fue mi reencuentro con Larry Hama tras perderle la pista en G.I. Joe, y fue un reencuentro de lo más agradable. La historia de John Doe; “El ninja definitivo” no paraba de moverse. De dar saltos (narrativos y lógicos) a cada cual más loco. De cambiar de tono. Pero todo funcionaba a las mil maravillas. Lograba que desactivase el cerebro y no le hiciese preguntas incómodas.
Y la mataron sin darle tiempo a terminarla en condiciones. Y mi corazón empezó a odiar un poco a los directivos de la Marvel. Y sigo releyendo esos números de vez en cuando.

Obras Maestras abrió el camino a la recuperación de sagas clásicas (casi siempre relativamente modernas) en un formato algo más cómodo de seguir que las colecciones de “Classic X-Men” o “Clásicos Marvel”. Gracias a ella conseguí leer Born Again, el Thor de Simonson (y Sal Buscema), La última cacería de Kraven,Longshot, Desde las cenizas, Las guerras Kree Skrull (que ya habían aparecido en Clásicos Marvel), el Daredevil de Miller o Las guerras asgardianas en su conjunto (incluyendo el crossover Patrulla X / Alpha Flight que lo había precedido). Guardo estos tebeos como oro en paño en mi casa y con un HAMOR infinito por casi todos ellos. Eso sí, las cubiertas del Born Again se han convertido en “otoñales” de tanto velo, leerlo y prestarlo.

Orígenes Marvel me llevó aún más atrás en el tiempo dentro de los tebeos de “La casa de las ideas”... aunque aquel fue un viaje que duró poco. Sirvió para que Kirby dejase de gustarme (aunque luego me recuperé), así que no lo compré durante demasiado tiempo (por lo que terminaría leyendo aquellas historias en un formato más pequeño y en blanco y negro cuando salieron en la “Biblioteca Marvel”).

Sandman me lo fui comprando por culpa de su primer número... pero nunca volví a encontrar entre sus páginas otra historia que me resultase tan bonita, tierna y terrible como aquella. Bueno, miento, la historia del judío errante también me resultó de lo más conmovedora, pero aquella fue una colección que me compré en piloto automático y que no leía nada más llega a casa. Son pocas las ocasiones en las que las historias de Gaiman han logrado conectar conmigo.

Y supongo que eso es (una parte del) todo.
En la siguiente entrada volveremos a la línea temporal habitual (salvo que me acuerde de algún descuido gordo más por el camino)

Enlaces:

1. Ahí va eso (otra vez)
- Batman y Superman, los mejores del mundo
- Batman, la novia del demonio
- Butcher
- Epicurus el sabio
- Hardboiled
- L.E.G.I.O.N 91
- Lobo
- Motorista Fantasma
- New Statesmen
- New Warriors
- Nth Man
- Obras Maestras
- Orígenes Marvel
- Sandman
- Slaine
- Twilight

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