Biografía daegonita XCIX: La larga sequía

Por Javier Albizu, 3 Octubre, 2021
Por lo que estoy viendo, los tres años1 que siguieron a la bajona no fueron especialmente productivos en lo que respeta a Daegon. Aun así, esto no quiere decir que no se produjese ninguna mejoría en mi estado anímico durante todo aquel tiempo.

En febrero de dos mil siete “abandonaba” el negocio familiar y pasaba a trabajar en una cadena de montaje. Las comillas vienen porque, aparte del trabajo de mañana en aquella fábrica, seguía echando una mano a la familia durante las tardes (y, de premio, al mismo tiempo también hacía un curso de carretillero durante la noche).
Aquel trabajo resultó ser poco adecuado tanto para mi cabeza como para mi espalda. Supongo que todo lo que estaba haciendo alrededor tampoco ayudaba, pero la cosa es que lo abandonaba una semana después con una sensación de fracaso abrumadora.

Ante aquel fracaso decidí liarme la manta a la cabeza y tratar de sacarme dineros por mi cuenta. Contraté el dominio de “Mytgard” para crear mi web “profesional” e hice imprimir cosa de quinientas tarjetas de visita (de las que aún me deben quedar más de cuatrocientas cincuenta). Armado con ellas en mi bolsillo, me dediqué a ofrecer mis servicios como informático a domicilio por el barrio y alrededores. Por fortuna, en marzo de aquel mismo año conseguía un nuevo trabajo. Entraba en la empresa en la que continúo trabajando a día de hoy (aunque en un puesto bastante diferente). No está nada mal considerando que, en la entrevista de trabajo, mi interlocutor me dijo que no sabía si daba el perfil de lo que estaban buscando.

De todas formas y, visto lo visto, prefería ser cauto. Aún tenía una casa que pagar y cobraba bastante menos que antes. Tocaba endurecerse y aceptar lo que me fuese surgiendo fuera de horas. Tocaba mudarse a ¡¡¡ESPARTA!!!2.

En fin.

En abril y, nuevamente, sin asociar este hecho a mi situación personal, el blog regresaba. Primero lo hacía un poco de tapadillo. Sin saber si aquello iba a ser algo duradero. No pasaba ni siquiera una semana antes de que me decidiese a oficializarlo3.

Más allá de esto, en mayo escribía un nuevo relato; Reflejos y cambios. El último relato que enviaría a cualquier concurso.
Como de costumbre, aquel relato no tenía nada que ver con ninguno de los anteriores. Me retrotraía unos cuantos millones de años en el pasado y presentaba una de las múltiples escenas de lo que fue el “final” de la era de los progenitores de la humanidad. Un relato cuyo origen, como ya indicaba en “Textos y contextos (y también enciclopedias)”, estaba ligado a una escena de Evangelion.

Para no faltar a la tradición, tengo que darle un buen repaso a aquel relato. Aunque no hay descripciones, la imagen mental que tenía de aquella edad de Daegon era bastante pobre y, hasta cierto punto, genérica. Con el paso del tiempo esto ha ido cambiando y ahora goza de bastante más personalidad.

Veo también que, después de aquello, intentaba una vez más escribir un relato sobre Iorum Arcanus. Un relato que alcanzaría la desorbitada cantidad de… trece palabras. Una frase que me hace saber que aquello iba a ser más una biografía del personaje que un relato en sí mismo. Hice bien en dejarlo reposar.

Por otro lado, también le seguía dando vueltas al tema de los cuentos infantiles. Vueltas y más vueltas que incluían… alguna cosa que aún me resulta problemática.

En los inicios del blog empezaba con una entrada que, básicamente, era una manera de desahogarme4. Una amiga había perdido a su hijo poco después de dar a luz y yo me cagaba en el universo por lo arbitrario y cruel de su funcionamiento.

Aunque ella no lo sabía, aquella amiga había aparecido en “La Novela” junto a su primer hijo, así que me dio por pensar… ¿y si en Daegon el segundo ha corrido mejor suerte?. ¿Y si allí están viviendo todos felices?

Lo dicho… problemático cuando menos. Independientemente de que llegase a saberlo algún día, la barrera que separa a un “detalle bonito” de la banalización de algo tan duro es muy tenue. La posibilidad de hacer más daño que bien es demasiado elevada. ¿Qué pretendía conseguir con aquello? ¿A quién pretendía ayudar?
Lo dejé pasar.

En dos mil ocho la sequía Daegonita era casi total. Lo único que he encontrado han sido un par de entradas en el blog en las que hacía planes y filosofaba a este respecto, pero nada de calado. Esta sería una tendencia que seguiría inalterada durante “casi” todo dos mil nueve.

Y el “casi” viene porque, a finales de aquel año, decidía ponerme las pilas de nuevo. Creaba el blog “beta” de Daegon y comenzaba la reconquista. La reescritura desde cero que había retrasado durante tanto tiempo.
El veintidós de diciembre publicaba la primera entrada de “Las edades de Daegon”5.

El año siguiente iba a ser movidito.

Enlaces:

1 Resumiendo la escasez

2007
- Reflejos y cambios
-
De nuevo en la brecha
- De mapas, brújulas y caminos
- Textos y contextos (y también enciclopedias)

2008
- Maltratando al personal
- Retomando Daegon (y van…)

2009
- Integrismo conceptual y posesivismo literario
- La ola nostalgiadora
- Duda daegonita
- Daegon Beta

2. 300 días en ¡¡¡ESPARTA!!!!

3. Regresando
- En el día del libro… II
- Hemos vuelto

4. Apuntes trascendentales

5. Antes del comienzo. Crónica de los tiempos que no fueron
- Beta 1
- Beta 2

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