Me he pasado muchísimas horas en un pupitre, oyendo a un sabio despistado hablar de logaritmos o de platones varios, para descubrir al término de la clase que sólo había aprendido una cosa: cómo enfrentar un puzzle de tal o cual aventura gráfica.
Supongo que la mente, cuando se satura, se pone a trabajar en cosas más placenteras...