Biografía fabuladora XXXI: Los sueños borrosos de algunas noches de verano

Por Javier Albizu, 17 Julio, 2022
Biografía fabuladora XXXI: Los sueños borrosos de algunas noches de verano

Y llegó el verano y llegaron las notas. La debacle de unos mundos y el nacimiento de otros nuevos. La consolidación de lo que se venía anunciando a lo largo de los meses que lo habían precedido. Donde el camino de esta narración converge definitivamente con el de otras1.

Porque ya no había espacio para la duda. Ya no había marcha atrás. Durante el curso el rol había ido ganando predominancia en mi vida, pero era aquel verano cuando todo explotaba.

Aun así, he de admitir que, cuando me pongo a revisar los recuerdos y trato de convertirlos en datos, las cosas no siempre son fáciles de ubicar. A la hora de establecer una cronología de sucesos, una acción para cada reacción, no siempre estoy completamente seguro del orden en el que se producía la secuencia de eventos.

Conservo el recuerdo de haber dirigido una aventura de “la llamada de Cthulhu”. Una aventura que, dado que nunca había leído nada de Lovecraft, tenía como antagonistas a unos vampiros. Recuerdo también que aquella aventura la dirigí durante una clase de dibujo. Este es un hecho que mi “memoria posicional” siempre ha ubicado en Potasas.

A su vez, esta afirmación llevaría implícita la asunción de que habría dirigido una aventura por mi cuenta antes de haber ido a la casa de la juventud por primera vez. Si bien es cierto que cabe la posibilidad de que fuese así, ya que “La llamada” fue el primer juego de rol al que jugué, esto es algo que me resulta altamente improbable.

Porque, por otro lado, siempre he dicho que la primera partida que había dirigido había sido una de Toon. Un evento que sé que se desarrolló en la oficina de mi padre en “La Mega”.
Dado que aquel local no existiría para mí hasta el verano de aquel año, esto indicaría que, o bien el primer recuerdo es falso, o que la segunda afirmación siempre lo ha sido.

Durante aquellas fechas es probable que también realizásemos nuestra primera visita a una tienda rolera. El viaje en el que profundizaría en el conocimiento de la obra de Moorcock2, y en el que juraría que también habíamos comprado o visto el Players Handbook del AD&D Segunda edición.

Si nos ceñimos a las fechas de publicación de estos libros, los datos podrían cuadrar pero, por otro lado, también tengo asociado ese Players Handbook a un viaje que realizó mi hermano menor a Inglaterra. Un viaje del que regresaría también junto a las cajas de Jorune y Top Secret S.I..
Una vez más, las fechas cuadran, pero el espacio de tiempo en el que sucedió todo aquello se me hace muy breve.

Por otro lado, y revisando mi propia hemeroteca, sabedor como soy de que ya he escrito con anterioridad sobre estos mismos eventos, veo que el orden de los factores cambia3. Así pues, ¿en quién he de confiar?. ¿He de hacerlo en mis dudas presentes o en la certeza de antaño?

No lo sé. No conservo la misma seguridad de la que hacía gala hace cuatro años mientras escribía aquella entrada de mi “Biografía rolera”, o hace diecisiete cuando escribía sobre este mismo suceso en “Vamos de incursión” (en la cual, uno de los comentarios puntualiza alguna parte de la información que presento ahí sin datos).

Una vez más, no es que nada de esto tenga una especial relevancia, pero no deja de resultarme molesto el no ser capaz de establecer el orden de esta cadena de sucesos. Constatar la fragilidad de la memoria.

Lo que sí que recuerdo con claridad es la sensación de “pertenecía” que suponía haber encontrado un grupo de gente con aficiones similares. El ansia, la anticipación y el “jaip” (alimentados por revistas y tebeos) con las que esperamos la llegada del Batman de Burton4. El ir a verla dos veces con el mismo grupo de gente. El quedar con esa misma gente el domingo a la mañana para ir a la tienda a hacer fotocopias mientras hablábamos de lo humano y lo divino. Las recomendaciones cruzadas. El intercambio de juegos, libros y tebeos. Descubrir una literatura fantástica poblada por novelas que me resultaban sencillas y agradables de leer5. La lenta consolidación de la casa de la juventud como un lugar al que acudir sin necesidad de haber quedado con nadie previamente.

Según se fueron consolidando aquellas nuevas dinámicas, otras comenzaban a deshacerse. Se acabarían las tardes de sábado visitando Ramar o Igúzquiza. Las de domingo dedicadas a juegos como Lords of the Sword6 (que, aunque había salido en Japón el año anterior, veo que llegaba hasta Europa aquel mismo año) a solas con mi consola. El no tener a nadie con quien hablar sobre las colecciones que iban saliendo.

Todo cambiaba de una manera no prevista o elegida, pero de un modo que me hacía fácil el no resistirme. El viejo mundo moría sin hacer mucho ruido. Sin esperpento. Sin dolor. Moría para ser sustituido por uno nuevo. Por uno mejor.

Enlaces:

1. Sitios a los que regresamos una y otra vez
- Biografía rolera
- Biografía rolera IV: Ampliando el horizonte

2. De sitios y cosas
- Biografia Fabuladora XXV Cómo conocí a vuestro Moorcock
- Hawkmoon
- Stormbringer

3. Cosas inglesas
- Biografía rolera V: De compras
- Vamos de incursión
- Papa cadillac
- ¿Quién es Harry Crumb?
- AD&D Segunda
-
Top Secret S.I.

4. Batman sin poderoso giro de cintura

5. La leyenda de Huma

6. Lord of the Sword (Master System)

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