Comunicación y aislamiento

No. Esta columna tampoco va sobre mí.

La lengua que hablo no es lo que me define. El lugar en el que he nacido no marca quien he sido, soy o seré. El pasado no será quien marque mi camino.
No negare que estos elementos son condicionantes de quien voy siendo. Algunos de ellos guías, otros meros elementos accesorios y prescindibles.
Vivimos nuestras vidas, no las de quienes nos rodean o nos han precedido. Quienes vivieron antes que nosotros vivieron sus propias vidas y dieron forma al mundo en el que vivimos. Lo importante no es en que lengua hablaban, sino lo que decían y hacían. Olvidar está mal, pero recordar no implica repetir los errores del pasado (ya tenemos bastante tiempo por delante como para cometer nuestros propios errores sin ayuda de nadie)
La historia no habla ninguna lengua, la cultura no tiene idioma. Nosotros somos quienes hablamos. Nosotros somos quienes forjamos la historia. Nosotros somos quienes heredamos, moldeamos y creamos la cultura para cedérsela a los que vendrán después.
Y para crear algo hace falta comunicación.
Pero la comunicación no consiste en dos o más personas hablando de manera alternativa o al mismo tiempo. La comunicación es, y necesita de, mucho más que solamente eso.
Hablar es fácil, escuchar ya no tanto, y aceptar la opinión de otros, bastante más complicado. Si nos limitamos a verbalizar nuestros monólogos, si no tratamos de entender lo que nos están diciendo (aunque no estemos de acuerdo con ello) si nos negamos a aceptar la existencia de otros puntos de vista, nunca abandonaremos nuestro aislamiento.
Pero abandonar el aislamiento es algo que da miedo. Dentro de nuestros propios mundos somos los regentes. Los emperadores de todo aquello en lo que creemos o damos por cierto. Abrirse implica aceptar la existencia de lo desconocido y dejarla entrar en nuestros dominios. Perder el control sobre ellos, permitir que se nos muestren sus defectos.
Comunicar no consiste en imponer tus opiniones, pero tampoco en hacer tuyas las de otros si no lo son.
Como en todas las facetas de la vida (a mi esta expresión me suena) es una cuestión de encontrar el punto de equilibrio entre fuerzas opuestas. Entre darte a conocer y conservando tu espacio de privacidad. Entre respetar la opinión de los demás y no renunciar a tus convicciones.
La comunicación no es un acto de agresión. No es un combate, no consiste en saber quien queda por encima del otro, de quien “gana”. Es un acto de conocimiento mutuo (y muchas veces propio) y lograr alcanzar ese conocimiento hacen falta honestidad y bidireccionalidad. Aceptar que, pese a que, por definición, sólo existe una verdad para cada caso concreto, existen miles de percepciones o interpretaciones posibles de esa misma y única verdad.

Bueno, me parece que de lo que he comenzado diciendo, a esto último que estoy escribiendo (y pese a ser perfectamente valido para lo que pretendía decir ahí arriba), la cosa se ha ido diluyendo un poco así que, por hoy lo dejo.

El contenido de este campo se mantiene privado y no se mostrará públicamente.

Plain text

  • No se permiten etiquetas HTML.
  • Las direcciones de correos electrónicos y páginas web se convierten en enlaces automáticamente.
  • Saltos automáticos de líneas y de párrafos.