De mapas, brújulas y caminos

Hace unas semanas, el muy magnificente Fray César (Mallorquí) en su (también) muy magnificente Fraternidad (de Babel. Ahí a la derecha tenéis el enlace para ir a visitarla, ya estáis tardando) comenzó una serie de columnas en las que se dedicaba a hablar de la manera en la que concebía y acometía él la escritura de sus novelas (Sí, es envida lo que detectáis en mis palabras)

Pues bien. La cosa es que, si bien es cierto que en otras ocasiones he dejado comentarios en ese blog, en esta ocasión como que no me siento capacitado, o con la suficiente autoridad moral como para dejarlos en esta serie de posts. No porque el Fray César ponga pegas al respecto, sino porque (como más de una vez he comentado) no me siento escritor, sino alguien que escribe (algo que no se si cambiará, o si quiero que cambie)
Tampoco se trata de que no se me ocurran cosas que decir, o que no me apetezca compartirlas con los moradores de la Fraternidad.
Simplemente, y a partes (casi) iguales, se trata de que no considero que a los que se pasan por allí les apetezca leer lo que yo pueda o tenga que y que no me considero nadie como para dar consejos sobre escritura (ni sobre muchas otras cosas, pero bueno…) en un foro que no es mío, y en el que (creo que) sus lectores esperaran palabras surgidas de la experiencia y no de la intuición o mi percepción personal del mundo literario, que no es que sea mucha ni se pueda considerar “ortodoxa” (como estoy convencido que también opinará el señor Mallorquí de la suya propia, pero vamos… que la gente que se pase por ahí lo hará para leer lo que él escriba y lo que pueda decir yo como que se la reflanflinflará bastante)
Así que, como os tengo por aquí a mano, y no os pasáis por estos mundos míos para leer a nadie más, o por algún turbio sentido del compromiso (como espero que así sea)… pues me voy a poner yo a disertar también sobre el asunto. A veces a la sazón de lo que escriba el anteriormente aludido o alguno de sus contertulios, y otras por desbarres que nazcan de mi turbulenta, turbada y atribulada mente.
Quien sabe, quizás hasta saquemos algo de provecho de todo esto (con tal de que no os aburráis demasiado yo me daré por contento)

Tras esta “pequeña” introducción, vamos al asunto.
En una de estas columnas de las que os he hablado, más concretamente aquí, Fray César citaba una frase de Javier Marías: “Hay dos clases de escritores: los que emplean mapas y los que usan brújula” o lo que es lo mismo, los hay que antes de comenzar a escribir ya tienen muy clara la estructura y la historia que quieren contar, y los hay que tienen una idea de lo que quieren, y ya se lanzan a escribir (y muchas a improvisar según van surgiendo las cosas)
Él (al igual que un servidor de vosotros) se declaraba como un escritor de los que utilizan mapa (bueno, más que utilizarlo, primero lo dibujamos como mejor podemos y luego tratamos de seguirlo)

Ahora bien. Después de darle vueltas a las cosas (faltaría más), yo más que escritor que utiliza mapas, sería escribiente que utiliza enciclopedias (aunque no suelo tener la colección completa, y varios de los tomos que me fabrico estén en idiomas raros y, en según que secciones, su información este desfasada)
Como decía en el comentario que deje en esa entrada (sí, pese al rollo que he soltado al principio si que deje constancia de mis neuras) mi problema consiste en que suelo partir de una imagen y el universo se genera por y para ella. Ese es el detalle o el momento que pretendo contar.
Claro está. Soltar la imagen esa sin ponerla en contexto, es como decir “y entonces se murió de una manera muy trágica, y todos lloraron mucho, y en este momento el lector se tendría que apenar mucho por la muerte de este tipo al que no conoce de nada. Hala, llorad (y de paso dadme muchos dineros)”
¿No es trágico? ¿No os embarga la emoción por la tragedia de ese gran hombre? ¿No? ¿Nada?
Si es que… no entendéis el arte.
Pues eso, como no entendéis mi arte y lo profundidad de lo que pretenden contar mis palabras (bárbaros, que sois una panda de bárbaros) tengo que crear unas razones para que esas imágenes lleguen a ser algo medianamente coherente (y comprensible para las mentes bárbaras y humanas a las que pretendo comunicárselas)
Y ahí es cuando comienzan a liarse las cosas.
Pero como veo que esto va para largo (tanto como, por lo menos, para una columna más)
Continuará…
Os jorobáis.
Eso os pasa por leerme.
Vale, ahora si que lo dejo por hoy.

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