El advenimiento del RETROVERSO I

Recientemente, en el Domo Arcaico del Retrotemplo, tuvo lugar el primero de los signos que anuncia en advenimiento del nuevo orden cosmogónico que pronto será conocido como RETROVERSO.
Los astros no estaban alineados… pero casi.
Pese a que otros eventos ajenos a esta celebración tuvieron la osadía de tratar de mermar su gloriosa magnificencia, no lograron sabotear por completo la enaltecedora experiencia de tan magno acontecimiento.
Sólo logramos rozar la grandeza, apenas paladear el egregio esplendor que nos deparará el nuevo orden, pero eso es mucho más de lo que aquellos que se creen tocados por la divinidad jamás serán capaces de experimentar.
Los anales por siempre tendrán una inmaculada piedra de toque, una fecha inmutable que nadie osará cuestionar como verdad absoluta. Sólo ha habido y habrá un primer SABADO HIBRIDO.

Tras tanta verborrea grandilocuente (y como me estoy quedando sin adjetivos superlativos) aquí llega la narración de los hechos.

Este pasado sábado (siete de junio de dos mil ocho para más señas) confluyeron dos eventos a ser celebrados. Por un lado tocaba cena de caducados, y por otro me había llegado de tierras teutonas el MMC REPLAY (arrodillaos ante ÉL, pues grande es su gloria)
Así pues, tras una visión que me mostró el camino a seguir, convoque a los arcanos de lo clásico en una reunión que aunase ambas efemérides, dando lugar con ello al primer SABADO HIBRIDO. Dos de los arcanos fallaron a la celebración (y serán castigados por su infamia y herejía) Uno de ellos alego en su defensa su ludopatía de ámbito competitivo (malditos campeonatos de Yu-Gi-Oh, nunca os lo perdonaré) otro de ellos sigue en terrenos desconocidos (a ver si le dicen cuando comienza esa beca de una puñetera vez) pero el Gran Tecnarca y yo mismo fuimos capaces de llevar a buen fin, con pericia y precisión, el magno acto.

En un alarde de osadía, la cena de caducados pasó a convertirse, por una vez, en comida de caducados, dejándonos con ellos toda la tarde y la noche para disfrutar de los avatares electrónicos que, en su generosa y gloriosa magnanimidad, nos fueron entregados en su momento las deidades de Sega y Commodore.

Tras la comida mejicana (y para terminar de asentarla en el estomago) se eligió el visionado de varios capítulos de los Autos Locos, continuado por el primer capitulo de Cuentos del mono de oro (Nazis, espías, japoneses, hidroaviones, islas exóticas ¿Quién puede pedir más a una serie?).

Tras la sesión de retrotele, se dio paso a la adoración astro que ilumina nuestros días. Se procedió al encendido del C64 ¡¡¡ALELUYA!!!
Gracias a San Google (loado sea) y al Museo de los 8 bits (alabado sea también) había logrado fabricarme unos cables con los que poder conectar la maquina definitiva de los 8 bits a la toma de video compuesto de mi televisor. Sus gloriosos pixels como puños golpearon con contundencia nuestras retinas desde el plasma de 42”.
También fuimos deleitados con sus angelicales e incomparables SIDs monofónicos a través del sistema de sonido 5.1.

Comenzaron nuestros loas al Commodore con una partida de dobles al TRAZ (loado sea) culminación insuperable del aparato lúdico. Sinónimo, epítome y máximo exponente del concepto conocido como “jugabilidad”. Cascade Games no haría muchos juegos, y no todos ellos serían obras maestras, pero sólo por esta joya ya merece ser encumbrado a los más laureados altares de devoción.
Al TRAZ le seguiría el Gryzor (alabemos a Konami) a éste el International Karate + (venerado sea tu nombre; System 3) tan solo para preceder al Eliminator (Hewson, tu palabra es nuestra ley). No conseguiríamos hacer funcionar el Bard Tale ni el Castle Wolfstein (arduo y tortuoso es el camino que deben recorrer los fieles, aunque el tiempo es nuestro aliado) pero no por ello desfallecería nuestra fe en el único y verdadero dios (AMÉN).
Tantas y tan grandes fueron las maravillas que acontecieron en aquella gloriosa noche, que no caben en mí palabras para narrarlas en una sola entrada, así que, en la siguiente, continuaré enumerándolas…

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