Sí. Me sigo refiriéndome a ellos como “tebeos” en la intimidad.
No. La batalla semántica1 que se ha ido construyendo alrededor de esta palabra no podría importarme menos.
O lo que es lo mismo ¿Por dónde empezar?
Empezaremos por… antes del principio. Por el tiempo antes del tiempo. Al menos antes de “mí” tiempo. Porque no todas las historias que nos impactan son propias, contemporáneas a nuestras existencias. No todas son “reales” ni todas ellas son “ficticias”. No todos los autores sobre cuyo legado construimos el nuestro han vivido lo mismo que nosotros.
El “quid” tampoco está en narrar o dejar de hacerlo. Se trata más de un requerimiento. De un obstáculo a superar. De una obligación si lo que buscamos es la interacción.
Y digo “enlaza” y no “continúa” porque dos de los textos que aparecen en esa serie de entradas forman parte de ese bloque de disertaciones / lamentaciones / disgresiones:
2014-11-25 01:11 - De proyectos, monstruos, retos y números
2015-12-09 19:44 - Daegon 25 años después
Veo que durante aquel año creé nueve documentos nuevos. A su vez, a lo largo de aquellas fechas también se produjo la última modificación de otros seis documentos (aunque no todos habían sido iniciados aquel año).
Todo esto me llevaba a publicar / modificaba en la web de Daegon diecinueve entradas (aunque algunas de ellas eran meramente “organizativas”):
Veo que, ante el retraso en la actualizaciones en el blog beta, escribía esto en Facebook algo que en aquellos momentos creía cierto:
Lunes, 31 de enero de 2011 a las 23:25 UTC+01
Seguro que pensábais que esto estaba muerto. Pues no, aún voy a seguir dándoos el coñazo bastante tiempo con Daegon (aunque menos a menudo de lo que me gustaría)
Si me hubiesen pedido que apostase durante cuánto tiempo podría llegar a alargarse esto cuando empecé a escribirlo, sin duda habría perdido aquella apuesta por mucho. Sin lugar a dudas, el número elegido habría sido mucho más bajo.
En fin. 2010. Odisea 2.
Aunque… primero un par de notas de nuestros patrocinadores.
Me explico.
El veinticinco de julio de dos mil séis publicaba en el blog la entrada “Se acabó”1. Una columna en la que ponía fin a la primera a la primera etapa de aquella bitácora. En ella aducía una serie de razones que eran ciertas.
Y esto es así. No me cabe duda de ello.
La cosa es que eran ciertas, pero…
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