Los juegos de tablero o azar, los deportes u otro tipo de actividades competitivas, nunca me han atraído. Ganar, perder o, simplemente, participar en ese tipo de entretenimientos nunca me ha aportado nada... más allá de disfrutar de la compañía de quienes se hayan conmigo. El problema suele ser que esas personas tienden a estar más pendientes de “ganar” que de pasar un buen rato charlando o haciendo ejercicio. Ni quiero, ni pretendo ni me importa ser mejor que otros, sólo aspiro a ser “mejor” (con todas las comillas del mundo) de lo que era hace un rato.