Damos comienzo aquí al Frikcionario (no, no se trata de esa clase de “Fricción”, guarros).
¿Qué es eso del Frikcionario?.
Por ahora nada.
¿Qué será?
Estooo, a ver si me explico sin dispersarme demasiado (que va a ser que no).

Vale, comenzamos.

Marchando una de decisiones.
Mira que me gusta complicarme la vida a mi solito, sin ayuda de nadie. Tras una semana de arduas deliberaciones, aún estoy dándole vueltas a por donde seguir. Durante casi todo el tiempo, se me había cruzado entre ceja y ceja que iba a volver con la novela “primigenia”. Lo de costumbre, aún no se gatear, y ya me quería poner a correr (otra vez). Si es que los críos somos así.
Decisiones, decisiones. Me cago en las decisiones.
Vale, he conseguido lo que me proponía, he llegado hasta donde quería y blablabla, y lo de aquí y lo de allí, y mira que guay que soy y todo eso. Esto de alcanzar un objetivo es una puñeta…porque a partir de ahí tienes que plantearte otro nuevo (o retomar alguno que tenías por ahí medio olvidado en la recamara de tus neuronas).
Viviendo en casa de mis padres no era de esos que llenan las paredes de posters. Si que compré alguno que otro, pero acabaron almacenados en un armario. De vez en cuando los sacaba, los ponía sobre la cama, y los miraba durante un rato (sobre todo uno dibujado por George Perez con todos los que habían sido miembros de los vengadores hasta aquella fecha)
Lo logré. Prueba superada. Esta hecho. Vine, vi y escribí. No es una obra maestra. De eso estoy seguro (tampoco pretendía serlo). Debe ser corregido, y mucho (de eso, o al menos de parte de eso, nos encargaremos Iñigo, Hugo y yo mismo, mañana).
- Ya estamos en el Sistema Vanth.
- Ya sabes lo qué debes hacer.
Aquello era lo último que deseaba hacer. Regresar al bullicio, a la falta de intimidad, a no tener tiempo para pensar. Verse obligado a moverse sin descanso… y a la posibilidad de ser detenido por los “crímenes” que cometiera setenta años atrás. La gente tenía mala memoria, pero las máquinas no olvidaban nada. Afortunadamente, al igual que los hombres, las máquinas podían ser engañadas.
- Entonces tenemos un trato.
Joseph Crimlain estaba complacido. Aquel no era el nombre por el que lo llamaba la gente desde hacía mucho tiempo, pero él seguía pensando en sí mismo bajo aquel apelativo.
- No me deja mucha elección.
- Esa es la clase de acuerdos que más me gustan - Joseph sonrío y extendió su mano. El presidente Keane dudó unos momentos antes de estrecharla, pero finalmente cedió. Fue un apretón fuerte, prolongado, como si el presidente de la ciudad de Vashul tratara de mostrarse superior a él por lo menos en el aspecto físico.
Hay que ver que cosas tiene esto del lenguaje. Hay palabras que, las lees, y es como un flechazo. Te “enamoras” al instante. Les das vueltas en la cabeza y, en lugar de perder su sentido, cada vez suenan mejor. Al menos eso me pasa a mi.

Hace unos años, Juan Daniel arbitro una partida de Rolemaster, ambientada teóricamente en el mundo de Tékumel. En ella, mencionaba a alguien llamado “El cronarca”. En cuanto la escuche, fue amor al primer sonido. Tanto que me acabe comprando el Tékumel con sus suplementos.

A ver, por donde empiezo.

Hay quien dice que la felicidad es un estado mental. Yo creo que esto es cierto… a medias, y falso en un gran porcentaje. Bueno, no es gran cosa, pero es un comienzo. Y ya en la primera frase, me desvío de lo que quiero decir. Esto va a ser difícil de superar.
Bien, esto de aquí arriba viene a cuento (aunque no demasiado) del concepto que quiero tratar hoy. El tema cultural. Pero no el tema cultural tratado de una manera sería, sino el tema cultural en el ámbito friki.

- La vida no es un círculo cerrado – Había pasado mucho tiempo desde que Marcus utilizase aquella expresión por última vez – Quizás tienda hacia una forma circular, pero desde luego no llega a cerrarse nunca. Ni siquiera una vez muerto.
- Pero reconocerás que tu regreso aquí sí que dirige la línea de tu vida de nuevo hacia su punto inicial – y aquel lugar era el último en el que la había usado – Estoy seguro de que no esperabas volver aquí en mucho tiempo (si es que albergabas la intención de regresar en alguna ocasión).