Se está acercando (póngase música de tiburón)
Ya falta menos (y no me refiero para San Fermín, aunque para eso también queda menos).
Este viernes Zapata y yo acabamos de corregir los relatos de ci-fi.
Con un poco de suerte mañana los registraré, y llamaré a los amables señores de Planeta de Agostini para que me digan lo que hay que hacer para mandar textos originales que deseen de ser publicados.
Caratula del juegoCorría el año ochenta y ocho. Yo aún estudiaba, la Micro manía comenzaba su segunda época (en la que tenía formato de periódico), los ordenadores de ocho bits eran los que mandaban y yo tenía en casa mi maravilloso Commodore 128 (con casete, disquetera de 5,25, monitor a color y el cartucho para meter pokes).
Según el diccionario de la RAE:

Sentido, da. (De sentir).
1. adj. Que incluye o expresa un sentimiento.
2. adj. Dicho de una persona: Que se resiente u ofende con facilidad.
3. m. Proceso fisiológico de recepción y reconocimiento de sensaciones y estímulos que se produce a través de la vista, el oído, el olfato, el gusto o el tacto, o la situación de su propio cuerpo. Sentido del equilibrio.
4. m. Entendimiento o razón, en cuanto discierne las cosas.
5. m. Modo particular de entender algo, o juicio que se hace de ello.

Book of conquests¿Quién es este tío?
No se vosotros, pero yo si me lo pregunté cuando vi las primeras ilustraciones suyas que llegaron a mis manos. Igual este tipo es un maestro reverenciado por los entendidos (a fe mía que debería serlo), pero en mi ignorancia no he oído hablar de él nunca. Han pasado ya bastantes años desde que un conocido me trajo, tras su estancia en Irlanda, dos libros de ilustraciones de este buen señor, y aún hoy no me canso de mirarlos.
Hace unas cuantas semanas (bueno, más concretamente el año pasado, así que, bastantes semanas) os hablaba de una de mis “filosofías de vida”: El camino del hombre consciente. Hoy os voy a hablar de otra de esas “maneras de vivir” mías, que he dado a llamar: La senda del tipo duro.
¿Qué de que va esto?
¿Acaso he caído en el reverso tenebroso de lo que sea?
Que nooooo. Que no voy por ahí quitando los caramelos a los niños pequeños, ni haciendo el abusón.

Empecemos por el principio, como en los tiempos.

¿Qué es lo que he vuelto a hacer?
Pues enmarronarme a mi mismo con otra tareíta semanal. Como no tengo suficiente con esto de escribir algo cada semana, y tratar de decir cosas interesantes y/o/u inteligentes, me he puesto a escribir una columna más cada semana.
No creo en el destino. Creo en la casualidad y la causalidad. Creo en la coincidencia y la fortuna. Creo en la persona y su libertad de elección.

Como recurso dramático, el destino es un concepto que siempre me ha gustado (al igual que la reencarnación, otro concepto en el que no creo). Pero nunca me ha gustado el destino como un camino marcado por “otros” por el que la gente transcurre a su pesar. Me gusta el destino como resultado de una sucesión de decisiones. No como colofón inevitable, sino como resultado lógico de las acciones.

Hoy vamos a hacer el recorrido contrario al de la columna de la semana pasada. Empezaremos con unos pequeños toques frikis, para pasar después a mis desvaríos existencialistas y pontificaciones subjetivistas.

Todo comenzó una noche de sábado…

Advertencia: Esta columna va a contener en su interior un alto grado de desvaríos y comentarios frikis de la misma índole (vamos, como casi todas).

Empezamos (en tono comedido).