La piedra se clavaba en su espalda provocándole un dolor indescriptible. Todos los músculos de su cuerpo se encontraban mas allá de su limite, la tensión era insoportable. Pero no podía aflojar “Un segundo mas. Un minuto mas” se decía.
A su alrededor, los cascotes de la ruina en la que se había convertido aquel edificio le recordaban que, cuando sus fuerzas le fallasen, aquellas serían sus únicas compañeras. Pero el permanecía inasequible al desaliento. A escasos metros suya, los bomberos retiraban los últimos escombros que habían caído sobre “ella”.
Tras un par de semanas “literarias”, hoy vuelvo con ese clásico que son mis neuras, traumas y demás manías y rarezas.

Tengo la costumbre de fantasear con conversaciones. “Preparar” respuestas para preguntas que nunca me hacen, y que es harto complicado que me hagan (mas que nada porque no son el tipo de preguntas que surgen en una conversación “normal”).

Hablando este jueves con Pablo sobre mis relatos y mi novela (joe, ya parezco Paco Umbral), así como de mi estilo de escritura, me decía que cada vez que se había puesto con la novela, se perdía con la cantidad de material que trataba de meter en poco espacio.
Tras largas deliberaciones ente mi yo mismo, y mis diferentes “yoes otros”, hemos logrado llegar a un acuerdo sobre cual/es serán los primeros de mis textos que mandaré a las editoriales para alegrarles un poco la vida, y que tengan a otro pardillo aspirante a escritor del que reírse.

La pugna entre mi universo de ci-fi (algún día tengo que ponerle un nombre mas indicativo, pero por ahora, así va a seguir), y Daegon ha sudo dura.

De crío me encantaban las maquinas recreativas. Podía pasarme horas mirando a otros jugar al Space invaders, o al Scramble. Aún a día de hoy, cada vez que veo esos nombres en los emuladores, los pongo para jugar un poco con ellos.
Después de eso, llego la primera consola, y si que recuerdo jugar a aquellos juegos, pero no tengo emociones apegadas a aquellos recuerdos.
Lugar: Casa de Fernando en Madrid.
Fecha: Sábado 21 de Mayo de 2005
Hora: Ni idea
Situación: Demasiada gente.

Yo me encontraba sentado en el suelo, pegado una pared. Según iba llegando mas gente, yo iba desapareciendo mas (algo habitual en mi).
De todas formas, la noche estuvo bien. De vez en cuando, alguno de los demás invitados se veía atraído por mi “vortice de tranquilidad”, y teníamos alguna charla interesante, antes de que regresase a la vorágine de la fiesta.

Es la una de la mañana y me he levantado para escribir esto (me he acostado a eso de las 9:30, y no hay manera de dormir). Llevo dándole vueltas desde hace un buen rato, y tengo la sensación de que si no lo escribo ahora, acabara por no salir. Es algo del momento, que no creo que se mantenga con la misma intensidad después de haber dormido.
Entraron varios hombres encapuchados en el establecimiento. Sus disparos al aire provocaron gritos de pánico entre todos los que se encontraban en el recinto, pero él mantuvo la calma.
De un ágil salto, no solo logró llegar hasta el techo, sino que con el impulso apartó uno de los paneles, del falso techo, para clavar sus poderosos dedos en el hormigón que se encontraba por encima de este. Sabía que la estructura de alambre, aluminio y placas de aislante no habría soportado su peso.
Y ya estamos otra vez con la misma. Veo una imagen, escucho una canción y me vienen a la cabeza un alubión de escenas, e historias inconexas. Momentos en los que insertar esa imágenes, escenas y lugares a los que me envía esa música.
Y claro, como soy así, comienzo a preguntarme. ¿Quién es este tío? ¿Cómo llegar hasta esta escena, hasta este momento en concreto que visualiza mi mente?.
Saludos cordiales.
Es posible que os preguntéis: ¿De que va a hablarnos este tío hoy?, o quizás no os lo preguntéis (tengo que dejar de utilizar tan a menudo esta expresión).
¿Nos hablará de Terminador 2?
Pues no, nada tienen que ver estas siglas con la película del Chuache, ni con el cine. El “-“ que ahí aparece no es un “guión”, sino que es un “menos”. Así que tenemos T “menos” 2. O lo que es lo mismo, faltan dos (loquesea) para la hora “T”.
Tras este alarde de vacua verborrea, comienzan las aclaraciones.