El observador II

Por Javier Albizu, 11 Junio, 2011
A los ojos de los humanos aquella gran sala habría parecido vacía, salvo por la imponente figura de Kriig´Shall´Rakunn. Ésta permanecía inmóvil y silenciosa para todo aquel que no poseyera las capacidades comunicativas de los harakani. Pero los sentidos del alienígena en nada se parecían a los de la gran mayoría de las especies que habitaban el Cosmos.
Para aquél capaz de percibirlas, vibrando a distintas frecuencias se encontraban las consolas que daban acceso a la maquinaria que controlaba la nave, abarrotando la sala con su presencia. Piloto y nave estaba teniendo una conversación en aquel lugar y momento. Una conversación en la que pocos serían capaces de participar.
- Jamás comprenderé a los humanos – dijo Kriig.
- Nunca lo has intentado – le respondió la nave – Según tu misma definición, No son más interesantes que una mota de polvo estelar.
- Sabes que hay momentos en los que tiendo a generalizar. Hay algún humano que despierta mi curiosidad, pero que encuentre interés en alguno de ellos no quiere decir que pueda llegar a ser capaz de comprenderlos.
- Yo los encuentro apasionantes.
- Tú encuentras apasionantes a los Nahail.
- Qué le voy a hacer. Tienen unos armónicos tan divertidos…
- ¿Vas a empezar a desvariar otra vez?
- Perdona. Yo creo que el problema de comunicación que tienes con ellos es a nivel genético.
- No sé cuál de los diseñadores los creó, pero hizo una chapuza.
- Todo apunta a que fue Dayos.
- ¿Dayos?
- Efectivamente.
- Pero si son una raza más joven que la nuestra, y están peor diseñados.
- No son ni mejores ni peores, simplemente distintos.
- Igual tenía prisa por acabarlos.
- Por lo que sé de su mundo natal, éste fue finalizado en cinco rotaciones, y el diseño de la especie se hizo sólo en una.
- ¿Existía algo parecido a la senilidad entre los diseñadores?
- Se lo puedes preguntar a Daimos si lo encuentras de nuevo.
- No sé cómo alguien que nos diseño a nosotros pudo perpetrar algo como los humanos.
- Si sabes fijarte, no sois tan diferentes.
- Tenemos dos extremidades motrices y dos manipulativas, pero ahí acaban las similitudes.
- Eso es algo común en todos sus diseños, pero compartís más cosas. No tanto a nivel de diseño genético-físico, sino al nivel del instinto social, incluso a nivel moral. Es curioso, pues según algunas definiciones que utilizan, vosotros careceríais de “alma”.
- ¿Qué es eso?
- Lo cierto es que ni siquiera ellos lo tienen muy claro, pero dada la cantidad de literatura que se ha dedicado a tratar de definirla, debe tratarse de algo muy importante para ellos. Eso también es algo muy típico de su especie. Prácticamente cada uno pone nombre a las cosas en un intento de definirlas, pero esas definiciones no se parecen en nada a las que dan el resto de sus iguales. Son incapaces de comunicarse con eficacia, e incapaces de aceptar la subjetividad de las cosas. Tratan de definirlas, y al hacerlo simplemente las limitan a conceptos aceptables tan sólo para quien los ha creado. Buscan una objetividad universal, sin saber que tal cosa no existe.
- Un error grave de diseño.
- Cierto, pero a cambio pueden realizar otras funciones mientras se comunican, lo cual es un acierto.
- ¿Qué otra cosa puede hacerse mientras te comunicas? Diversificar los recursos de esa manera me parece un desperdicio. Así es imposible comunicarse con ellos de una manera coherente.
- Tienes a Logan.
- Como te decía, no es posible comunicarse con ellos de una manera coherente.
- A mi no me eches la culpa – se defendió el androide – A mí se me creó para transmitir ondas sonoras en un rango de frecuencias de veinte a veinte mil hercios. Si quieres que sea capaz de transmitir también distintos aspectos de imagen que fueran capaces de percibir, los módulos que tendrías que integrarme me harían ser más grande que todo el espectro de tu ser. Bastante hago con “interpretar” toda la información que transmites como para que sea comprensible para unas mentes tan limitadas.
- ¿En qué estaría pensando Dayos cuando los diseño? Ni siquiera son prácticos para el combate. Sus órganos vitales vibran en la misma frecuencia que su carcasa externa, así que lo que daña ésta, lo daña todo.
- Son más rápidos y ágiles que vosotros, aparte de que presentan un blanco más pequeño.
- Necesitan protección contra los elementos. No soportan el vacío.
- No pierden treinta rotaciones para generar una carcasa cada vez que se erosiona. Su carcasa se regenera sin necesidad de consumir otras funciones.
- ¿Estas diciendo que su diseño es mejor que el nuestro?
- No, tan solo digo que son distintos. No todo tiene por qué ser comparable. Aunque hay momentos en los que creo que tampoco soy capaz de comunicarme contigo de una manera coherente.
- ¿Me estás acusando de tratar de imponer mi lógica a la tuya?
- Eso sería algo típicamente humano, pero no. Ambos exponemos siempre los mismos argumentos, repitiéndolos una y otra vez, sabiendo que no lograremos convencer al otro. Simplemente trato de dar por zanjado el asunto.
- Cierto. Jamás lograré comprender a los humanos.
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