Palabras desde otro mundo
Vaya pregunta.
El “quién” es claro, sencillo y breve: Soy Yo. Pero para explicar esto no me habría preocupado en ponerme a escribir nada.
El “qué” compone ese “Yo”, puede ser una tarea algo más larga y compleja de acometer, no tanto porque yo sea especialmente complejo, sino por mis propias limitaciones como... emmm... descriptor.
Poco a poco las desarrolladoras de software van cambiado su modelo de negocio, tratando de pasar de creadores de productos (físicos) a proveedores de servicios.
“A la mierda” era una expresión un tanto exagerada, pero la frustración y la impotencia impedían a Björn y los suyos analizar la situación con objetividad.
Cinco años pasados en el planeta al que los más optimistas bautizasen como “Nuevo Yggdrasail”, los escépticos como “J34B223R” y los desencantados como “Punto de paso Cincuenta y siete”.
Una vez comprendido (parcialmente) su manejo, se produciría la diáspora y el advenimiento de una nueva fe.
Al atravesar las puertas de salto, algunos hombres entraban en contacto con antiguo universo, experimentando una pequeña fracción de nacimiento del nuevo. Alrededor de aquella experiencia iluminadora surgirían profetas que inundarían el futuro de cultos, explicaciones parciales, superchería y amagos de enaltecimiento espiritual.
En definitiva: Todos esos detalles que pueblan mis recuerdos y me hacen torturaros con las diversas letanías nostalgiadoras que voy publicando por aquí.
El Ragnarok había llegado. Aquel día los dioses perecerían.
Sabedor de esto, Odin ordenó su montura, el veloz Sleipnir, que remolcase el bajel antes de perecer entre las fauces de Fenris. Con éste, su último acto, El Padre de Todos burlaría al cruel hado, liberando a los hombres del aciago destino esperaba a los Aesir.
No ha sido una sorpresa, llevaba años luchando contra el cáncer, pero esto tampoco ha hecho la noticia menos dolorosa.
Quizás no era un amigo en el sentido literal que (yo) otorgo a la palabra. Me habría gustado conocerlo mejor y pasar más tiempo con él, pero no lo hice. Podría decir que era un conocido a quien apreciaba mucho, pero eso no expresaría lo que siento por él. Sí, en presente. Que el ya no esté no implica que mis emociones hacia su persona hayan desaparecido.
¿Ha sido ésta maxi serie el único crossover decente de cuantas ha habido?
Digo que me ha dado que pensar, porque me ha costado encontrar otros macro eventos que no den demasiada vergüenza ajena y/o/u no sean meras piezas de mercadotecnia editorial.
Porque entiendo que a eso se refería Lynnot con el término crossover; a los macro eventos anuales con los que nos llevan bombardeando las editoriales grandes desde hace décadas.
Tras unos inicios dubitativos en sus relaciones, ambas razas verían a la otra como un peligro demasiado grande como para ser ignorado. Eran demasiado distintas entre sí, física, ética y conceptualmente.
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