Biografía fabuladora v2

Por Javier Albizu, 18 Abril, 2018
Hola, me llamo Javier Albizu y soy un bárbaro, un filisteo, un maltratador del lenguaje.
Junto palabras de una manera anárquica en un intento de que adquieran coherencia. Las hacino unas sobre otras tratando que se conviertan en frases. Aspirando a que sus formas y sonidos logren despertar emociones en los demás.

Me gustaría decir que entre mis múltiples aficiones se encuentra la de la escritura, pero mentiría. No sólo no me gusta sino que es una de las actividades más frustrantes que acometo. Y este es un hecho contrastado. Algo que llevo practicando durante el tiempo y la frecuencia suficientes como para considerarlo una verdad innegable.
Pero siempre vuelvo. No importa durante cuánto tiempo lo deje, siempre termino regresando a la pantalla en blanco. Me sumerjo una y otra vez en esta espiral de agonía marcándome objetivos que sé imposibles de cumplir. Fracaso tras fracaso siempre regreso para arrojarme a esta sima masoquista porque es el mal menor. Porque, de no hacerlo, aquellas ideas e historias que sólo habitan en mi cabeza jamás serán contadas.

Porque entre mis múltiples aficiones sí que se encuentra la de fabular. Crear historias e inventar personajes. Juntar las piezas dispersas que aparecen por mi mente a la espera de lograr otorgarles coherencia. Ser capaz de convertirlas en narraciones que compartir con los demás. Lograr transformarlas en ideas que inspiren o despierten emociones de todo tipo. Pero soy un comunicador pésimo.
Si mis habilidades como escritor son limitadas, mi pericia como orador y mi capacidad para verbalizar estas ideas son simples quimeras.

Afirmar que odio escribir sería una hipérbole, pero no disfruto del proceso. Cada vez que estamos a solas mis ideas y el cursor parpadeante el comienzo es sencillo, pero la frustración no tarda abrirse camino. Volver la mirada atrás implica recriminaciones a mi yo de ayer. Una vez leído el texto, detesto la forma en la que he acometí la tarea. El resultado siempre es un fracaso, y eso es algo que sé desde antes de empezar a escribir.

Aún así, no todo aquí es una exposición gratuita de auto-odio. Porque quizás sea un mal escritor o un narrador mediocre, pero sí que me considero un argumentista competente. Quizás no sea capaz de contarlas como se merecen, pero considero que las historias son buenas.

Llevo escribiendo... cosas, de manera más o menos continuada desde que alcancé la mayoría de edad (un hecho desde el cual ha transcurrido ya mucho tiempo), pero mi faceta de fabulador llevaba ahí desde mucho antes. No pretendo ser ejemplo o referente de nada, pero es indudable que he recorrido un camino considerable desde que comencé.
Más allá de la inseguridad, más allá del síndrome de impostor, o del atacarme a mi mismo como mecanismo de defensa, es indudable que he avanzado desde mis comienzos. He mejorado a base de cometer errores.
Quizás mis referentes no sean los más ortodoxos o convencionales, nunca fui un buen estudiante o un lector ávido, pero no por ello mi mente ha dejado de estar expuesta a estímulos excepcionales. Puedo sentir rabia al contemplar lo que he plasmado, pero no me arrepiento o me avergüenzo de haberlo hecho. Puedo odiar el resultado, pero nunca odiaré haberlo escrito.

Este lugar no deja de ser una oda a mi fracaso y mi inseguridad, pero también es una muestra de mis progresos.
Comencé a escribir poco después de dejar de estudiar y esta siempre ha sido una losa que llevaré encima. Podría haber prestado más atención, podría haberme formado más, podría leer más, podría esforzarme más. Nuestras vidas está lleno de “podrías”, de “deberías”, de “serías”, de cosas que nunca sabremos, de decisiones que nunca tomamos, de personas que nunca seremos.

Somos quienes somos, la suma de las elecciones que hemos tomado y la consecuencia indirecta de las decisiones que han tomado otros.

Mi decisión es que mis errores sirvan para algo. Que aquellos que lleguen hasta aquí con unas dudas similares a las que me han asaltado a lo largo del camino sepan que no están solos. Ahorrarles, si está en mi mano, el cometer algunos de los errores que he cometido.

Mientras tanto seguiré escribiendo. No acerca de temas trascendentales, profundos o populares, sino acerca de aquello que logra que me enfrente una y otra vez a la frustración.
Seguiré contando mi historia de la mejor manera que sepa. Hablando acerca de quienes me han precedido e inspirado, de quienes me han ayudado a querer ser mejor en cualquier cosa que haga.

Bienvenido seas, si es que aún sigues por ahí.

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